El Palestino (53 page)

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Authors: Antonio Salas

—Sí, claro... armado...

—¡Chévere! Buen chico. Hay que protegerse, hermano, nunca sabes... ¿Qué tenéis allá? ¿Qué armas?

Ahí me pilló desprevenido. Yo no sabía absolutamente nada sobre armamento. Pertenezco a una generación que ya no vivió el servicio militar obligatorio. Yo no tuve que hacer la mili, como mi padre o mi abuelo, así que ni siquiera había recibido la formación armada que podría tener cualquier recluta. Pero de pronto recordé al agente Juan, su Glock-26 y la sofisticada mira láser que le estaba colocando la última vez que le vi. Y la hice mía...

—Una Glock-26. Justo antes de venirme para acá le compré una mira láser, pero no la que va por fuera, que es muy aparatosa y no puedes enfundarla. Una que se le coloca dentro del carro, justo bajo el cañón... Esa sí que es chévere...

—¡Verga! Qué bueno... Pues igual te pido que me consigas una cuando vaya para allá. Me han invitado a la Universidad de Donosti a dar unas conferencias y a lo mejor voy pronto a Europa...

Algún tiempo después, yo mismo visitaría armerías europeas para que el Chino Carías comprase algún complemento para sus armas. Pero ahora su comentario sobre la universidad donostiarra me sorprendió tanto como su pregunta sobre mi armamento en Europa. El contacto de Comandante Chino con la comunidad vasca en Venezuela era evidente.

—¿Donosti? Coño, lo conozco bien, yo también tengo amigos allá. No sabes qué bien se come por allá. Acá también hay muchos camaradas vascos, ¿no?

—Claro. Acá hay muchos hermanos de la ETA. Buena gente. Son luchadores bien arrechos... Buena gente. Muy implicados con el proceso revolucionario...

Sin proponérmelo, a cada paso que daba en esta infiltración se iban abriendo nuevas líneas de investigación. Antes de terminarme el café aquella mañana, ya tenía una pista para conocer a la guerrilla colombiana y a los miembros de ETA refugiados en Venezuela, que según mi camarada, y según todas las fuentes, orbitaban en torno a un mismo nombre: Arturo Cubillas, ex miembro del Comando Oker de ETA y actualmente director de Bienes y Servicios en el piso A del Ministerio de Agricultura y Tierras del gobierno de Hugo Chávez. Al final, me gustase o no, parecía inevitable que me encontrase con mis paisanos de ETA en esta infiltración.

—¿Y acá qué tienes? —dijo el Chino mientras masticaba una arepa.

—¿Cómo que qué tengo? ¿A qué te refieres?

—¡Coño, que qué arma tienes! No andarás desarmado por ahí, ¿no?

Creo que, con la mejor intención, Comandante Chino estaba realmente preocupado por mi seguridad. Me lo demostró muchas veces. A pesar del reciente asesinato de Omar Medina, el primero de una larga lista, yo todavía pensaba que las alarmantes cifras sobre asesinatos en Caracas, 44 al día, eran una exageración más de los medios antichavistas. Tuvieron que ser tiroteados hasta media docena de mis camaradas solo en Venezuela para que me concienciase de que realmente la violencia y las armas son un problema muy serio en el país. Pero eso el Chino ya lo sabía. Por eso estaba empeñado en venderme desde una Miniuzi israelí, hasta una Glock austríaca, para mi seguridad. Comandante Chino, como cualquier miembro de los grupos armados bolivarianos, tenía buen acceso a armas de fuego, y una y otra vez me insistía en la necesidad de portar armas, e incluso de dormir con ellas bajo la almohada. Es más, me consta que todo su círculo cercano, quienes hayan escuchado alguna vez el alucinante mensaje que el Chino Carías tenía en su teléfono móvil cuando saltaba el buzón de voz, comprenderá mi perplejidad ante la apología descarada que hacía de la lucha armada: «No habrá revolución... hasta que miremos el futuro a través del punto de mira de un fusil...», o algo así.

Al final, mi propia mentira, el hacerle creer al Chino que efectivamente yo podía convertirme en un escolta armado en Europa, me saldría cara. Lo de dormir con un arma bajo la almohada no es buena idea. Sobre todo si te la olvidas al salir precipitadamente de un hotel en una ciudad europea.

Alianza nazi-islamista: los negadores del Holocausto se reúnen en Teherán

Las relaciones que parecían mantener en Venezuela los guerrilleros colombianos, los terroristas etarras, los grupos armados bolivarianos, los católicos radicales del IRA y los miembros de organizaciones árabes como Hamas o Hizbullah me tenían fascinado. Miembros de organizaciones terroristas por completo antagónicas ideológica, social y culturalmente, pero que podían prestarse colaboración mutua en cuestiones logísticas, armamentísticas, financieras y operativas. Como si de una gran multinacional del terror se tratase. Lo que no me podía imaginar, jamás, es que volviese a encontrarme con mis antiguos camaradas neonazis en medio de todo este caos ideológico; primos hermanos de esa gran familia del terror.

Diciembre de 2006 marcará un antes y un después en la historia del movimiento neonazi. Y más concretamente del revisionismo histórico. Porque el 11 y 12 de diciembre, por primera vez en la historia del neonazismo, un gobierno democrático albergaba, apoyaba y subvencionaba un congreso revisionista. Mientras en medio mundo la negación del holocausto judío se considera un delito, en diciembre de ese año, la capital iraní abría sus puertas a los principales revisionistas nazis, en un evento sin precedentes.

A principios de ese año Mahmoud Ahmadineyad ya había desatado un escándalo internacional al afirmar que Israel debería desaparecer de la faz de la tierra y al asegurar que el holocausto judío no había existido. En verano, de nuevo Teherán recibió las protestas internacionales al organizar un concurso de caricaturas sobre el holocausto judío, en respuesta a las caricaturas del profeta Muhammad publicadas en Europa. El diario
Hamshari
y la Casa de la Caricatura de Irán recibieron 1193 caricaturas de países como Bélgica, Bulgaria, Canadá, los Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, España, Países Bajos o Noruega, entre otros, ridiculizando el mayor drama judío de la historia. Y entre las caricaturas seleccionadas para su exposición pública estaba el dibujo de Ariel Sharon vestido de oficial de las SS, realizado por mi hermano zaragozano
Salaam1420
. Pero ahora Ahmadineyad había ido mucho más lejos.

Apadrinados por el mismísimo presidente iraní, que ha repetido en todos los foros mundiales que el holocausto judío nunca existió, docenas de autores neonazis y antisionistas llegados de todas las partes del mundo pudieron presentar, por primera vez en un foro internacional legal, sus argumentos contra la historia de las cámaras de gas y la persecución a los judíos. El encuentro «La verdad del Holocausto», celebrado en Teherán, escandalizó a toda la opinión pública internacional, incluyendo a muchos países árabes, aterrorizados de que un gobierno elegido en unas urnas no solo aceptase, sino que patrocinase este encuentro.

Ajenos al torrente de protestas que llegaban a Teherán desde todos los rincones del mundo, los negadores del Holocausto acudieron dispuestos a exponer sus mejores argumentos contra los sionistas. Y entre ellos se encontraban personajes muy conocidos para quienes estudiamos los movimientos neonazis, como David Duke, uno de los dirigentes del Ku Klux Klan norteamericano, que después visitaría España; Bernhard Schaub, primer presidente del movimiento revisionista en Suiza; o Benedikt Frings, presidente de distrito del Partido Nacionaldemócrata Alemán (NPD). Y más de 65 influyentes revisionistas llegados desde treinta países diferentes. Entre otros: Alexander Baron (Reino Unido), Jan Bernhoff (Suecia), Matthias Chang (Malasia), Wolfgang Fröhlich (Austria), Hans Gramlich (Austria), Mohamed Hegazi (Australia), Richard Krege (Australia), George Kadar (Hungría), Patrick McNally (Japón), Michael Collins Piper (Estados Unidos), Bradley R. Smith (México), Michèle Renouf (Reino Unido), Serge Thion (Francia), Peter Töpfer (Alemania)... Incluyendo a varios rabinos judíos, antisionistas, que pusieron la nota de color en el escandaloso congreso.

Aunque también se produjeron algunas bajas importantes en el programa inicial ideado por Teherán; Günther Deckert, entonces presidente del Partido Nacionaldemocrático de Alemania (NPD), no pudo salir del país para asistir al evento. De manera preventiva, la policía alemana le retiró el pasaporte, al igual que al famoso revisionista británico David Irving, al que dos años más tarde me encontraría de nuevo en la Librería Europa de Barcelona, pero que en diciembre de 2006 estaba encarcelado, precisamente por su negación del Holocausto. Quien sí acudió a Teherán fue su abogado, el doctor Herbert Schaller.

Organizaciones armadas islamistas, como Hamas o Hizbullah, siguieron con mucha atención y apoyo incondicional el congreso revisionista de Irán. Pero también compartían ese interés y ese apoyo todos los nazis del mundo, incluyendo, por supuesto, a los camaradas del Movimiento Socialista Nacional ¡Venezuela Despierta!, el Partido Nacional Socialista Venezolano, el grupo Zulia88, etcétera. Aunque los nazis venezolanos, más afines a la derecha opositora, tenían un serio dilema: apoyar a Ahmadineyad implicaba apoyar a su odiado Hugo Chávez, uno de los mayores aliados políticos del iraní... Resulta fascinante poder observar desde dentro estas paradojas ideológicas. Los nazis representan a la ultraderecha, precisamente la ideología que prima en las dictaduras árabes; sin embargo, Hugo Chávez representa la izquierda más radical (de raíz). Aunque al mismo tiempo era el principal opositor de Israel, al igual que los árabes ultraderechistas. Los nazis racialistas odian a los árabes; pero odian más a los judíos, por eso apoyan la causa palestina, que no obstante es árabe... Uno termina pensando que ese esfuerzo ímprobo que hacemos los seres humanos por subrayar nuestras diferencias, en lugar de las cosas que nos unen, es ridículo...

Como ridículos me parecían los grupos neonazis venezolanos, tan absurdos y marginales como Hizbullah-Venezuela, pero igual de útiles para abrir otra línea de trabajo en esta investigación. Una línea que me conduciría, bajo la identidad de un antisionista radical venezolano, a volver a infiltrarme entre mis antiguos camaradas neonazis en España. Y en este sentido sí tenía un tiempo limitado para desarrollar la investigación. Porque en 2009 se celebraría el juicio contra los Hammerskin, una de las organizaciones neonazis en las que me había infiltrado para la realización del libro y documental
Diario de un skin
. Y yo estaba convocado como testigo protegido de la Fiscalía para declarar en ese juicio, así que solo tenía dos años y medio para volver a infiltrarme en los círculos neonazis y estudiar sus hipotéticos vínculos con los terroristas islamistas. Y esos vínculos existen. Una vez más, Ilich Ramírez es el mejor ejemplo...

Incidente en Maiquetía

Antes de regresar a Europa aproveché para telefonear al número de móvil de Jorge Verstrynge que me había facilitado el director de
El Viejo Topo
. Quería que en la pantalla del teléfono del ex político apareciesen los prefijos que identificaban que la llamada se realizaba desde Venezuela. Ahora todo dependería de que el ex líder popular se creyese mi historia. Y eso estaba en manos de Allah...

—Diga.

—¿El señor Jorge Verstrynge?

—Sí, soy yo mismo. Dígame.

—Buenos días... buenas tardes ahí. Le llamo desde Caracas. Mi nombre es Muhammad Abdallah, pertenezco al Comité por la Repatriación de Ilich Ramírez. El señor Riera me ha dado su teléfono. He publicado algún reportaje en
El Viejo Topo
sobre la situación palestina...

—Sí, sí, ya sé quién eres...

Verstrynge fue muy correcto conmigo. Frío, pero correcto. Y por supuesto aceptó que nos reuniésemos, cuando yo viajase a España, para charlar sobre su
Islam revolucionario
, y sobre Ilich Ramírez. Esa reunión tendría lugar en la propia casa del ex secretario popular, en Madrid, un tiempo más tarde.

Además de la pista de Verstrynge, tenía otras muchas líneas de investigación abiertas tanto en Europa como en el norte de África y en Oriente Medio. Así que era el momento de regresar a casa. Había tenido que buscar una excusa convincente, otro año más, para no reunirme con mi familia en Navidad, pero antes de que acabase el 2006 quería volver a España. Lo que ni siquiera intuía al tomar esa decisión es que en los suburbios de Caracas uno de los grupos armados bolivarianos, convencidos de que yo era un agente de Al Qaida, estaba preparando mi secuestro...

Cuando me despedí de mis camaradas Comandante Chino, Comandante Gato, Comandante Candela, Cabezamango, Piraña, Carlucho o Arquímedes Franco entre otros, no podía imaginar que a uno de ellos sería la última vez que lo vería con vida. Solo cuatro meses más tarde le coserían a balazos en presencia de su esposa.

El Chino me prometió que se ocuparía de buscarme el contacto con las FARC y el ELN para ser adiestrado en alguno de sus campos de entrenamiento en la selva colombiana. Sin embargo, mi hermano musulmán y tupamaro Sidi me sugirió otra cosa. En nuestro último encuentro en la plaza Simón Bolívar, a los pies de la estatua ecuestre del Libertador, me informó de que en Venezuela también existían campos de entrenamiento revolucionario. Me aseguró que existían, en esos momentos, hasta cuatro campos de entrenamiento paramilitar en los alrededores de Caracas donde podía recibir formación como comando, lo que en el resto del mundo llamarían
terrorista
; aprender a fabricar bombas que se detonasen con el teléfono móvil, el manejo de armas de fuego de corto y largo alcance, técnicas de guerrilla urbana, y todo lo que un buen terrorista debía aprender para poder realizar un atentado. Y lo mejor es que, durante ese encuentro, yo llevaba la cámara oculta. Es más, Sidi llegó a telefonear, delante de mí, a un «importante miembro del ejército venezolano», que llevaba también esos campos de entrenamiento ilegales. Como es lógico mi cámara solo grabó las palabras de Sidi mientras hablaba con su interlocutor, al otro lado de la línea. No voy a especular con lo que podía o no responder el oficial venezolano encargado de los campos de entrenamiento. Me limito a transcribir la conversación por parte de Sidi tal y como se grabó:

—Epa, Jimmy, ¿cómo estás, hermano?... Oye, Jimmy, te voy a preguntar algo, ¿cuándo va a haber entrenamiento de comando abajo en... en La Guaira...? Yo necesito entrenar a una gente... Tú me puedes confirmar... Tengo a un hermano musulmán que necesita ser entrenado también... Está aquí en Venezuela ahorita...

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