Si no regresara nunca, no me perdería nada. No me había dado cuenta de cómo crecía el resentimiento dentro de mí.
Pero Julia me tienta.
Están las felices risas del público cuando realizo un efecto sorprendente, el resplandor de las luces sobre mí, la amistad de los otros artistas que conozco diariamente, los aplausos al final de mi actuación. También inevitablemente, la fama, las disimuladas miradas de admiración en la calle, la respetuosa estima de mis contemporáneos, el reconocimiento de las esferas más altas de la sociedad. Ningún hombre sincero puede decir que todo esto no significa nada para él.
Y el dinero. ¡Cómo deseo el dinero!
Sin duda ya no se trata de qué voy a decidir, sino de lo rápido que voy a convencerme de que debo hacerlo.
20 de noviembre de 1900
Una vez más en tren hacia Londres.
21 de noviembre de 1900
Estoy en Idmiston Villas, y he encontrado aquí una carta de Alley, el asistente de Nikola Tesla. Ahora la transcribo:
27 de septiembre de 1900
Señor Angier:
Supongo que usted no se habrá enterado, pero Nikola Tesla ya se ha ido de Colorado, y se rumorea que ha desplazado sus actividades hacia el este, probablemente a Nueva York o a Nueva Jersey. Aquí, sus acreedores han tomado posesión de su laboratorio, y actualmente está buscándose un comprador. A mí me han dejado en la estacada, con una deuda de más de un mes de sueldo.
A usted le interesará saber, sin embargo, que en algunos asuntos el señor Tesla es un hombre de honor, y antes de que finalizáramos aquí nuestro trabajo su aparato fue enviado en barco a su taller, siguiendo sus instrucciones.
Una vez que el artefacto haya sido montado correctamente (yo mismo he escrito las instrucciones de montaje) descubrirá que funciona perfectamente, y que respeta fielmente las especificaciones técnicas acordadas. El artefacto se autorregula, y debería funcionar durante muchos años sin la necesidad de ningún tipo de ajuste o de reparación. Todo lo que debe hacer es mantenerlo limpio, despejar las tomas de corriente en caso de que se apagaran y, en general, asegurarse de que cualquier daño físico que pueda sufrir sea reparado. (El señor Tesla adjunta un juego de piezas de reposición para aquellas partes que seguramente, a medida que vaya pasando el tiempo, necesitarán ser reemplazadas. Todas las otras partes, como por ejemplo los puntales de madera, pueden ser reemplazadas por sus proveedores habituales). A mí, por supuesto, me fascinaría saber los trucos que realizará con esta extraordinaria invención, porque soy, como usted sabe, uno de sus más fervientes admiradores. A pesar de que no estuvo aquí para verlo usted mismo, puedo dar fe de que Pies de Nieve (el nombre del gato de mis hijos) fue transportado mediante el dispositivo varias veces sin ningún problema, y ya está de regreso una vez más con nuestra familia como un animal doméstico.
Permítame decir entonces para concluir, señor, que es un honor para mí haber desempeñado un papel, sin importar lo pequeño haya sido, en la construcción de este artefacto para usted.
Lo saludo atentamente,
Fareham K. Alley,
Ingeniero Diplomado
P.D.: Una vez usted fue lo suficientemente amable como para admirar y fingir desconcierto ante los pequeños trucos que yo temía tanto mostrarle. Ya que puso tanto empeño en obtener una explicación, tal vez le gustaría saber que mi pequeño truco con las cinco cartas de juego y los dólares de plata que desaparecen fue logrado por una combinación de clásicos juegos de manos. Me sentí muy gratificado por su reacción ante este truco, y estaría encantado de enviarle instrucciones más detalladas sobre cada uno de los pasos a seguir, en caso de que usted las necesitara.
F.K.A.
Apenas terminé de leer esto salí corriendo para mi taller. Pregunté a todos mis vecinos si no había llegado recientemente un gran paquete desde Estados Unidos, pero no sabían nada de él.
22 de noviembre de 1900
Le enseñé la carta de Alley a Julia esta mañana, olvidándome por completo de que todavía no le había contado nada acerca de mi reciente viaje a Estados Unidos, y de lo que había hecho allí. Por supuesto, se despertó su curiosidad, y entonces tuve que explicarle.
—¿Así que es allí donde ha ido a parar todo tu dinero?
—Sí.
—¿Y aparentemente Tesla se ha escapado, y lo único que tenemos es esta carta?
Le aseguré que se podía confiar en Alley, y le señalé que él había escrito su carta sin que yo le solicitara nada. Durante un rato discutimos lo que podría haber sucedido con el paquete
en route
hacia mí, dónde podría estar y cómo recuperarlo.
Luego Julia dijo:
—¿Por qué es tan importante este truco?
—No es el truco en sí —le contesté—. Lo que es importante es el medio por el cual se realiza.
—¿Tiene algo que ver el señor Borden con todo esto?
—Veo que no te has olvidado de Borden.
—Querido mío, fue Alfred Borden el causante de nuestro distanciamiento. He tenido muchos años para reflexionar, y todo se remonta a aquel día en que me atacó y todo salió mal. —Las lágrimas asomaban a los ojos, que brillaban con dolor, pero habló conteniendo la furia y sin indicio alguno de que estuviera sintiendo lástima por ella misma—. Si él no me hubiera empujado, yo no hubiese perdido a nuestro primer hijo, y todo el tiempo que transcurrió después, durante el cual sentí que una gran distancia se abría entre nosotros, hubiera sido distinto. Entonces comenzó tu descontento. Incluso nuestros queridos hijos, que vinieron después, no pudieron compensar la crueldad y la estupidez de lo que hizo Borden aquel día, y el hecho de que vuestro enfrentamiento continúe es prueba de la indignación que seguramente tú también debes sentir todavía.
—Nunca te he hablado de eso —le dije—. ¿Cómo lo sabes?
—Porque no soy tonta, Rupert, y también he leído comentarios ocasionales en las revistas de magia. —Ignoraba que todavía estuviera suscrita a dichas revistas—. Aún eres una de mis preocupaciones principales —dijo—. Simplemente me pregunto por qué nunca me has hablado de sus ataques.
—Porque supongo que me siento un poco avergonzado por nuestra animadversión.
—¿Estás seguro de que él es el agresor?
—He tenido que defenderme —dije.
Le conté acerca de las investigaciones que había realizado sobre su pasado, y mis intentos de descubrir cómo realizaba el truco. Luego le describí las esperanzas que tenía con el aparato de Tesla.
—Borden cuenta con engaños escénicos estándares —le expliqué—. Utiliza cajas y luces y maquillaje, y cuando se transporta desde una punta a otra del escenario, lo hace ocultándose. Se mete en un artefacto y emerge por otro. Es algo brillante, pero lo cierto es que los accesorios no sólo protegen el misterio, sino que también lo banalizan. La belleza del dispositivo de Tesla es que el truco puede realizarse al aire libre, ¡y para la materialización no se necesita ningún accesorio! Si funciona como lo he planeado me transportaré instantáneamente hasta cualquier lugar que desee: hasta una parte del escenario que se encuentre vacía, hasta el palco real, hasta la parte delantera del grandioso anfiteatro, ¡incluso hasta una butaca vacía en el centro de la platea! Hasta la parte, de hecho, que provoque el mayor impacto en el público.
—Suena un poco provisional —dijo Julia—. ¿Dices que todavía estás planeándolo?
—Según dice Alley en su carta, me lo ha enviado… ¡pero todavía tengo que recibirlo!
Julia era el público perfecto para mis entusiastas efusiones acerca del dispositivo de Tesla, y en las siguientes horas discutimos todas las posibilidades que me ofrecía.
Julia identificó rápidamente el objetivo primero que había originado mi idea: si yo llegaba a realizar este truco sobre un escenario público, ¡esto frustraría a Borden para siempre!
Si aún me quedaba alguna duda acerca de lo que debía hacer, Julia la disipó para siempre. De hecho, estaba tan entusiasmada que comenzamos inmediatamente la búsqueda de nuestro paquete.
Yo comenté, con pesimismo, que nos tomaría varias semanas visitar las numerosas oficinas de agentes de envíos de Londres, tratando de localizar una caja que no hubiera sido entregada. Pero Julia dijo, con su habitual forma de cortar el nudo gordiano: ¿Por qué no empezamos nuestra búsqueda en la estafeta? Y así, dos horas después, localizamos dos inmensas cajas de embalaje que habían sido enviadas a mi nombre, esperando sanas y salvas en el departamento de cartas no reclamadas de la oficina de clasificación de Mount Pleasant.
15 de diciembre de 1900
Gran parte de las tres últimas semanas han transcurrido en una frustrante agonía, porque he estado esperando la instalación de electricidad en mi taller. Me sentía como un niño pequeño con un juguete nuevo con el cual no podía jugar. El artefacto de Tesla ha permanecido, ya montado, en mi taller desde que lo recogí en Mount Pleasant, pero sin una fuente de energía eléctrica no sirve para nada. ¡He leído las claras instrucciones del señor Alley miles de veces! Sin embargo, después de mis cada vez más frecuentes notificaciones recordatorias y de insistente urgencia, la Compañía de Electricidad de Londres ha realizado finalmente el trabajo necesario.
Desde entonces he estado ensayando, inmerso mental y emocionalmente en las demandas que este extraordinario dispositivo me exige. Éste, sin ningún orden en particular, es un resumen de lo que he aprendido.
Funciona a la perfección, y ha sido ingeniosamente diseñado para poder trabajar con todas las versiones que se conocen actualmente de fuentes de energía eléctrica.
Esto significa que puedo viajar con mi espectáculo a Europa, a Estados Unidos y hasta (según asegura Alley en sus instrucciones) al Lejano Oriente.
Sin embargo, no puedo realizar mi espectáculo a menos que el teatro tenga alguna clase de suministro de energía eléctrica. En el futuro tendré que comprobar esto antes de aceptar cualquier nuevo contrato, así como también muchas otras cuestiones (algunas de las cuales paso a detallar).
Movilidad. Sé que Tesla lo ha hecho lo mejor posible, pero el equipo es endemoniadamente pesado. De ahora en adelante, planear el envío, desembalar y montar el artefacto es una prioridad. Esto significa, por ejemplo, que la simple informalidad de un viaje en tren hasta uno de mis espectáculos es algo del pasado, al menos si deseo realizar el truco de Tesla.
Ensayos técnicos. El artefacto tiene que ser montado dos veces. Primero para una comprobación privada durante la mañana previa al espectáculo, luego, mientras el telón está bajado y se está realizando otro número, tiene que ser montado una vez más para la actuación. El admirable Alley ha incluido sugerencias sobre cómo se puede realizar de forma rápida y silenciosa, pero aun así será un trabajo muy duro. Se precisa mucha práctica y más asistentes.
Distribución física de los teatros. Yo o Adam Wilson deberemos hacer siempre un reconocimiento con antelación.
Colocar cajas en el escenario. Esto puede ser muy sencillo, pero en muchos teatros provoca hostilidad con la plantilla de empleados que trabaja entre bastidores, quienes por alguna razón piensan que tienen el derecho automático de exigir que les sean desvelados lo que ellos consideran son secretos del oficio. En este caso, permitir que gente extraña vea lo que hago en realidad en el escenario está fuera de toda discusión. Una vez más, es necesario más trabajo de preparación de lo habitual.
El apagado del artefacto tras la actuación y el posterior proceso de reempaquetado también son procedimientos de mucho riesgo. No puedo aceptar ninguna presentación hasta que estos procedimientos y sus subsiguientes problemas hayan sido elaborados y resueltos.
¡Toda esta preparación especial! Sin embargo, la planificación y los ensayos meticulosos son esenciales para el éxito de la magia practicada sobre un escenario, y yo estoy familiarizado con ambos.
Un pequeño paso hacia adelante. Todos los trucos escénicos son bautizados por sus inventores, y así se hacen conocidos en la profesión. «Las tres gracias», «Decapitación», «Cassadaga propaganda», son ejemplos de tres trucos que son actualmente muy exitosos entre el público de la platea. Borden, el muy aburrido, llama a su mediocre versión del truco «El nuevo hombre transportado» (nombre que nunca he utilizado, ni cuando estaba empleando sus métodos). Después de pensarlo bastante he decidido llamar a la invención de Tesla «En un abrir y cerrar de ojos», y a través de este nombre se hará conocido.
También aprovecho para dejar constancia de que desde el pasado lunes 10 de diciembre, Julia y nuestros hijos han regresado y están viviendo conmigo en Idmiston Villas. Verán la Casa Caldlow por primera vez cuando vayamos allí a pasar las fiestas de Navidad.
29 de diciembre de 1900
En la Casa Caldlow.
Soy un hombre feliz, gracias a mi segunda oportunidad. No puedo soportar pensar en Navidades pasadas cuando estaba separado de mi familia, ni en la idea de perder nuevamente esta felicidad.
Por lo tanto, estoy ocupado preparándome para lo que vendrá, con el fin de prevenir aquello que, de lo contrario, sin duda sucederá. Mis palabras son intencionadamente misteriosas, pues ahora que he ensayado un par de veces «En un abrir y cerrar de ojos», y he comprendido su verdadero funcionamiento, debo ser discreto, incluso aquí.
Cuando los niños están dormidos, y Julia me anima a ocuparme de mis asuntos, reflexiono acerca de los problemas de la herencia. Estoy decidido a hacer lo posible para arreglar la dejadez que se originó en tiempos de mi hermano.
31 de diciembre de 1900
Escribo estas palabras justo cuando el siglo diecinueve llega a su fin. Dentro de una hora bajaré a nuestra sala de estar, donde Julia y los niños me están esperando, y juntos veremos el comienzo del nuevo año y del nuevo siglo. Es una noche repleta de augurios para el futuro, y también de inevitables recuerdos del pasado.
Nuevamente me encuentro prisionero de un secreto, pero debo decir que lo que hemos hecho Hutton y yo esta noche hace apenas unas horas tenía que hacerse.
Lo que estoy a punto de contar será escrito por una mano que todavía tiembla a causa de los miedos primitivos por los que he pasado. He estado pensando mucho acerca de lo que puedo escribir sobre la experiencia, y he decidido que una sencilla, y aun escueta, descripción de lo que sucedió es la única forma de hacerlo.