El vuelo del dragón (24 page)

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Authors: Anne McCaffrey

Mnementh tomó tierra. F'lar se apeó del curvado cuello para situarse al lado de Lessa. Los tres contemplaron cómo Ramoth, con una presa en cada una de sus patas delanteras, remontaba el vuelo hasta un saledizo.

—¿No se le acabará nunca el apetito? —preguntó Lessa con fingido desaliento.

Siendo una cría, Ramoth había estado comiendo para crecer. Completado su desarrollo, ahora estaba comiendo, desde luego, en su calidad de gestante, y se aplicaba a ello concienzudamente.

F'lar dejó oír una risita y se agachó, estilo cazador. Cogió trozos de pizarra y los lanzó a través del suelo seco y llano, contando infantilmente las nubecillas de polvo.

—Llegará el momento en que Ramoth no coma todo lo que tenga a la vista —le aseguró a Lessa—. Pero ahora es joven...

—...y necesita su fuerza —le interrumpió Lessa, imitando perfectamente el tono pedante de R'gul.

F'lar alzó la mirada hacia ella, entornando los ojos contra el sol invernal que caía oblicuamente sobre ellos.

—Ramoth es un animal perfectamente desarrollado, especialmente si se la compara con Nemorth —F'lar se encogió de hombros desdeñosamente—. En realidad, no hay comparación posible. Sin embargo, mira aquí —ordenó perentoriamente.

Golpeó con la palma de la mano la arena alisada delante de él, y Lessa vio que sus gestos aparentemente ociosos habían tenido una finalidad. Con una piedra puntiaguda, F'lar hizo un dibujo con rápidos trazos.

—Para que un dragón vuele por el
inter
, tiene que saber adónde ir. Lo mismo que tú. —Sonrió ante la expresión asombrada y enfurecida del rostro de Lessa—. Un salto mal calculado produce determinadas consecuencias. Los puntos de referencia mal visualizados se traducen a menudo en una imposibilidad de salir del
inter
—añadió en tono ominoso. El rostro de Lessa se aclaró, olvidado su resentimiento—. De modo que existen algunos puntos de referencia o de reconocimiento que todos los caballeros jóvenes deben aprender. Ese —señaló primero a su dibujo y luego a la verdadera Piedra de la Estrella con sus compañeros el Dedo y el Ojo de Roca —es el primer punto de reconocimiento que aprende un joven caballero. Cuando yo te lleve hacia lo alto, te situarás inmediatamente encima de la Piedra de la Estrella, lo bastante cerca como para que puedas ver claramente el orificio en el Ojo de Roca. Fija bien esa imagen en tu cerebro, y transmítesela a Ramoth. Te devolverá siempre a casa.

—Entendido. Pero, ¿cómo aprenderé puntos de reconocimiento de lugares que nunca he visto?

F'lar sonrió.

—A base de ejercicio. En primer lugar, obedeciendo a tu instructor —y apuntó la piedra puntiaguda a su propio pecho—, y luego yendo allí, tras haber aleccionado a tu dragón para que capte la visualización de su instructor —y señaló a Mnementh.

El dragón bronce inclinó su cuneiforme cabeza hasta que uno de sus ojos enfocó a su jinete y al jinete de su pareja. Ronroneó en lo profundo de su pecho, complacido.

Lessa le sonrió al resplandeciente ojo y, con inesperado afecto, palmeó el suave hocico.

F'lar carraspeó, sorprendido. Se había dado cuenta de que Mnementh le demostraba afecto a la Dama del Weyr, pero no tenía la menor idea de que Lessa estuviera encariñada con el bronce. Se sintió irritado, sin saber exactamente por qué.

—Sin embargo —dijo, y su voz sonó anormal a sus propios oídos—, llevamos continuamente a los jóvenes caballeros en viajes de ida y vuelta a los principales puntos de referencia a través de todo Pern, a todos los Fuertes, a fin de que tengan impresiones visuales directas en que apoyarse. A medida que un caballero aprende a captar puntos de reconocimiento, obtiene referencias adicionales de otros caballeros. En consecuencia, para ir por el
inter
sólo se requiere una cosa: una imagen clara del lugar al que se desea ir. ¡Y un dragón! —F'lar sonrió—. Asimismo, debes planear siempre llegar encima de tu punto de referencia, en pleno aire.

Lessa enarcó las cejas.

—Es preferible llegar en pleno aire —F'lar agitó una mano por encima de su cabeza —que bajo tierra— y golpeó el suelo con la palma de la mano, levantando una nubecilla de polvo.

—Pero los escuadrones despegaron del interior del Cuenco el día que llegaron los Señores de los Fuertes —le recordó Lessa.

F'lar sonrió.

—Es verdad, pero sólo los jinetes más veteranos. En cierta ocasión encontramos un dragón y su caballero emparedados juntos en sólida roca. Eran... muy jóvenes.

Los ojos de F'lar se habían nublado.

—Lo tendré muy en cuenta —le aseguró Lessa, muy seria—. Esa es la que hace el número cinco —añadió, señalando a Ramoth, que transportaba a su última presa hacia el saledizo ensangrentado.

—Hoy van a hacerle falta, te lo aseguro —observó F'lar. Se incorporó, sacudiendo el polvo de sus rodillas con sus guantes de cabalgar—. Llámale la atención.

Lessa lo hizo con un silencioso ¿No has comido bastante? Frunció el ceño al notar que Ramoth rechazaba la idea, indignada.

La reina descendió en busca de una enorme ave y volvió a remontarse en medio de una agitación de plumas grises, pardas y blancas.

—Ramoth no está tan hambrienta como te hace creer, la muy bellaca —rió F'lar, y vio que Lessa había llegado a la misma conclusión: sus ojos chispeaban de enojo.

—Cuando hayas terminado con el ave, Ramoth, vamos a aprender a volar por el
inter
—dijo Lessa en voz alta, para que F'lar pudiera oírlo—, a menos de que nuestro buen caudillo del Weyr se haya cansado de esperar y cambie de idea.

Ramoth levantó su mirada de su presa y volvió la cabeza hacia los dos jinetes. Sus ojos resplandecían. Se inclinó de nuevo como disponiéndose a comer, pero Lessa pudo intuir que el dragón hembra obedecería.

Hacía frío en las alturas. Lessa agradeció el forro de piel de su traje de cabalgar, y el calor del gran cuello dorado que montaba a horcajadas. Decidió no pensar en el frío absoluto del
inter
que había experimentado una sola vez. Miró hacia abajo y a su derecha, donde planeaba el broncíneo Mnementh, y captó su divertido pensamiento.

F'lar me dice que le diga a Ramoth que te diga a ti que fijes bien en tu mente el emplazamiento de la Piedra Estrella para volver a casa. Luego
, añadió Mnementh amablemente,
nosotros volaremos hacia el lago. Vosotras regresaréis del
inter
a este punto exacto. ¿Entendido?

Lessa se descubrió a sí misma sonriendo de placer anticipado y asintió vigorosamente. ¡Cuánto tiempo se ahorraba debido a que ella podía hablar directamente a los dragones! Ramoth emitió una especie de gruñido de impaciencia. Lessa palmeó su cuello para tranquilizarla.

—¿Has fijado el cuadro en tu mente, querida? —preguntó, y Ramoth gruñó de nuevo, menos impaciente, porque estaba captando la excitación de Lessa.

Mnementh hendió el aire frío con sus alas, pardo-verdosas a la luz del sol, y descendió graciosamente hacia el lago en la meseta debajo del Weyr de Benden. Su línea de vuelo le situó a muy poca altura sobre la orilla del Weyr. Por un instante, Lessa tuvo la impresión de que Mnementh iba a estrellarse. Ramoth le siguió muy de cerca. Lessa contuvo la respiración a la vista de los dentados peñascos inmediatamente debajo de las puntas de las alas de Ramoth.

Resultaba exaltante, se dijo Lessa, indudablemente estimulada por el júbilo que se desprendía de Ramoth.

Mnementh se detuvo encima de la playa más lejana del lago, y allí también planeó Ramoth.

Mnementh transmitió a Lessa la idea de que debía situar el cuadro del lugar al que deseaba ir en su mente, y dirigir a Ramoth hacia allí.

Lessa obedeció. Inmediatamente después las envolvió el espantoso y penetrante frío del negro
inter
. Antes de que Lessa o Ramoth tuvieran consciencia de algo más que de aquel frío intensísimo y aquella impenetrable oscuridad, se encontraban encima de la Piedra de la Estrella.

Lessa profirió un grito de puro triunfo.

Es sumamente sencillo
. Ramoth parecía decepcionada.

Mnementh reapareció al lado y ligeramente debajo de ellas.

Vais a regresar al lago por el mismo camino
, ordenó, y antes de que el pensamiento hubiera terminado, Ramoth remontó el vuelo.

Mnementh estaba al lado de ella encima del lago, visiblemente furioso, lo mismo que F'lar.

No has visualizado antes de la transportación. No creas que un primer vuelo afortunado te ha hecho perfecta. No tienes la menor idea de los peligros inherentes al
inter
. No vuelvas a olvidarte nunca de situar mentalmente tu punto de llegada.

Lessa inclinó la mirada hacia F'lar. A pesar de las dos longitudes de ala de separación, pudo ver la rabia reflejada en el rostro del caudillo del Weyr, y casi sintió el furor que llameaba en sus ojos. Y, a través de su enojo, un miedo terrible por la seguridad de Lessa que era una reprimenda más eficaz que su enojo. ¿La seguridad de Lessa, se preguntó ella amargamente, o la de Ramoth?

Vas a seguirnos
, estaba diciendo Mnementh en tono más tranquilo,
grabando en tu mente los dos puntos de referencia que ya has aprendido. Esta mañana saltaremos del uno al otro, aprendiendo gradualmente otros puntos alrededor de Benden
.

Así lo hicieron. Volando tan lejos como el propio Fuerte de Benden, situado al pie de las colinas encima del Valle de Benden, con el Pico del Weyr como un punto lejano contra el cielo del mediodía, Lessa no dejó de visualizar una impresión claramente detallada cada vez.

Esto era tan maravillosamente excitante como ella había esperado que sería, le confió Lessa a Ramoth. Ramoth replicó: sí, era preferible a los métodos para consumir el tiempo que otros tenían que utilizar, desde luego, aunque ella no encontraba excitante saltar por el
inter
desde el Weyr de Benden al Fuerte de Benden y regresar de nuevo al Weyr de Benden. Era aburrido.

Se encontraron de nuevo con Mnementh encima de la Piedra de la Estrella. El dragón bronce envió a Lessa el mensaje de que esta era una sesión inicial muy satisfactoria. Mañana practicarían algún salto más prolongado.

Mañana, pensó Lessa malhumorada, se producirá alguna emergencia, o nuestro superatareado caudillo del Weyr decidirá que con la sesión de hoy ha cumplido con su promesa y que no está obligado a continuarlas.

Había un salto que ella podía efectuar por el
inter
, desde cualquier parte de Pern, sin fallar el blanco.

Visualizó Ruatha para Ramoth tal como se veía desde las alturas encima del Fuerte... para satisfacer aquella exigencia. Para ser escrupulosamente correcta, Lessa proyectó la pauta de los pozos de pedernal. Antes de que Fax la invadiera y de que ella tuviera que provocar su decadencia, Ruatha había sido un valle próspero y encantador.

Lessa le dijo a Ramoth que saltara al
inter
.

El frío era intenso y pareció prolongarse durante muchos latidos cardíacos. En el momento en que Lessa empezaba a temer que se habían perdido en el
inter
, estallaron en el aire encima del Fuerte. Se sintió invadida por una oleada de júbilo. ¡Para que aprendiera F'lar, con su excesiva cautela! ¡Con Ramoth, ella podía saltar a cualquier parte! Allí estaban las inconfundibles alturas de Ruatha con sus pozos de pedernal. Era inmediatamente antes del amanecer, con los negros conos del Paso de los Senos entre Crom y Ruatha recortándose contra el cielo gris. Lessa observó fugazmente la ausencia de la Estrella Roja que ahora brillaba en el cielo antes de romper el día. Y observó fugazmente una diferencia en el aire. Frío, sí, pero no invernal... el aire tenía aquel húmedo frescor de principios de primavera.

Desconcertada, Lessa miró hacia abajo, preguntándose si podía haber incurrido en algún error, a pesar de todas sus seguridades. Pero no, esto era el Fuerte de Ruatha. La Torre, el Patio interior, la ancha avenida que descendía hacia las viviendas de los artesanos, estaban exactamente donde debían estar. El humo que despedían lejanas chimeneas indicaba que la gente se estaba preparando para empezar la jornada.

Ramoth captó la inseguridad de Lessa y empezó a apremiarla pidiendo una explicación.

Esto es Ruatha
, replicó Lessa tercamente.
No puede ser ningún otro lugar. Vuela en circulo sobre las alturas. Mira, allí están las líneas de los pozos de pedernal que te indiqué...

Lessa jadeó: la frialdad en su estómago helaba sus músculos.

Debajo de ella, a la leve claridad que precedía al alba, vio las figuras de muchos hombres descendiendo de las colinas que se erguían más allá de Ruatha, hombres moviéndose furtivamente como criminales.

Ordenó a Ramoth que se mantuviera tan inmóvil como le fuera posible en el aire a fin de no llamar la atención de aquellos hombres. A Ramoth le picó la curiosidad, pero obedeció.

¿Quién estaría atacando a Ruatha? Parecía increíble. Lytol era, después de todo, un ex dragonero, y ya había rechazado salvajemente un ataque. ¿Podía existir una idea de agresión entre los Fuertes ahora que F'lar era caudillo del Weyr? ¿Y qué Señor de un Fuerte sería lo bastante estúpido como para iniciar una guerra territorial en invierno?

No, en invierno, no. El aire era definitivamente primaveral.

Los hombres se arrastraron por encima de los pozos de pedernal hasta el borde de las alturas. Súbitamente, Lessa se dio cuenta de que hacían descender escalerillas de cuerda por la fachada del acantilado, hacia los espacios abiertos del Fuerte Interior.

Se agarró fuertemente al cuello de Ramoth, segura de lo que estaba viendo.

Este era el invasor Fax, muerto desde hacía casi tres Revoluciones... Fax y sus hombres iniciando su ataque a Ruatha, hacía casi trece Revoluciones.

Sí, allí estaba el guardián de la Torre, con la mancha blanca de su rostro vuelta hacia el propio acantilado, observando. Había aceptado un soborno para permanecer silencioso aquella mañana.

Pero el wher guardián, adiestrado para dar la señal de alarma ante cualquier intrusión... ¿por qué no trompeteaba su advertencia? ¿Por qué permanecía silencioso?

Porque, la informó Ramoth con fría lógica, capta tu presencia, así como la mía, y concluye que el Fuerte no puede estar en peligro.

¡No, no!
, gimió Lessa.
¿Qué puedo hacer ahora? ¿Cómo puedo despertarles? ¿Dónde está la niña que era yo? Yo estaba dormida, y luego desperté. Lo recuerdo. Me precipité fuera de mi habitación. Estaba muy asustada. Bajé las escaleras y estuve a punto de caer. Sabía que tenía que llegar a la madriguera del wher guardián... Sabía...

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