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Authors: Chuck Palahniuk

Tags: #Humor, Relato

Error humano (17 page)

La madre de Juliette, Glenis Batley, dice:

—Muy bien, he aquí la gran historia.

Me lo dice mientras desayunamos en Los Ángeles. Glenis bebe mucho café, tiene el pelo rojo y muy abundante y sigue siendo la misma mujer encantadora que se ve posando en una vieja fotografía que Juliette tiene enmarcada en casa.

Glenis dice:

—Me quedé embarazada y estaba siguiendo una dieta increíble que era absolutamente natural, pero no quería a nadie conmigo cuando me llegara el momento. Cuando me di cuenta de que las contracciones eran cada cinco minutos llamé, me pusieron con un médico que yo no quería y este me dijo que venía enseguida. Y me dijo: «Pase lo que pase, no empuje». Así que fui y me tumbé, y entonces llegó la siguiente contracción y me vino un ansia irrefrenable de empujar, y pensé: «No pasa nada por un solo empujoncito». Así es como nació. Y era muy ruidosa. En fin, que estaba yo cogiendo a aquel bebé y a punto estuvo de caérseme, y fue entonces cuando se dio cuenta de que yo no sabía lo que estaba haciendo, así que se echó a llorar. Y estaba amaneciendo, y las palomas nos arrullaban, y hasta aquel momento no supe que se iba a llamar... ¡Juliette!

Y dice:

—Decidí escribirlo a la francesa porque la tragedia es un coñazo.

Juliette sigue leyendo su lista:

—«¿Alguna vez le has roto la nariz a un tipo?».

Sigue leyendo:

—«¿Dirías que has ganado más peleas de las que has perdido?».

En su cocina, moliendo granos de café, Juliette dice:

—Cuando estaba creciendo, lo que más me influyó fueron los musicales. Como
Fama.
Ese era mi sueño. Cómo me habría gustado estar en una escuela donde se cantara y bailara. O sea,
Fama,
y
Flashdance,
y
Grease.
¿Has visto alguna vez la película
Hair
? A mí me hizo llorar. Ese musical me mata.

Dice:

—Antes que nada iba a ser cantante. Antes de ser actriz quería cantar. Y siempre pensé que actuar sería una actividad secundaria. Siempre pensé en los musicales. En cantar y bailar. Y todavía quiero cantar, así que he escrito canciones con un amigo mío que es músico. Lo más divertido de todo es que las letras son mías.

»La única forma que tuve de meterme fue que mi padre me presentara a una pequeña agencia. Introducirme. El gran problema para los actores que empiezan es conseguir agente. Los agentes quieren que tengas carnet del sindicato de actores, pero no se puede conseguir un carnet del sindicato a menos que tengas un agente que te consiga trabajo. Es una situación sin salida. Así que mi padre me llevó a la oficina de un agente, pero aun así tuve que hacer una audición. Hice una lectura y algo tuvieron que ver en mí.

»Si me hubieras conocido cuando era más joven, yo era muy callada. Una vez salí en televisión y la gente le preguntaba a mi agente: “¿Está bien? Parece muy triste”. Era un rollo típico de adolescente. Solamente porque no sonrío a todo el mundo y les pregunto cómo están, ¿tengo que estar triste?

Sentada en un sofá de anticuario, Juliette sigue leyendo su lista:

—«¿Hubo una época en que te sentiste desconcertado por el funcionamiento de tu pene?».

Y sigue leyendo:

—«¿Te pareces más a tu padre o a tu madre?».

La grabadora avanza sin parar, escuchándolo todo.

Y ella dice:

—Ya a los dieciocho años les dije: «¿Dónde está el libro oculto de normas que dice que tienen que maquillarme?». Porque tenían una butaca y un montón de maquillaje. «¿No podemos sacar la foto y ya está?» Es por eso por lo que en todas las revistas donde aparecía antes no salía maquillada ni tampoco sin maquillar. Estaba a medio camino, y lo que me identificaba era lo que ellos llamaban la «chica alternativa» o la «chica rara», porque no me convertía en vampiresa en cuanto ellos daban una palmada.

»Cuando era más joven tenían un armario lleno de ropa que nunca me ponía... Tenían una persona de maquillaje... ¿Y se suponía que yo tenía que representarme a mí misma? Era un rollo muy raro. Yo siempre había querido ser como mis predecesores masculinos, como Brando o como De Niro. Coges a un hombre y te limitas a documentarlo para tu película.

»Lo que uno exuda, su sexualidad, es parte de uno mismo. Así que un atractivo sexual prefabricado que incluya la boca abierta y brillo de labios y colores vivos, es ese atractivo sexual del porno americano que no tiene nada que ver con el sexo. Son como muñecas inflables. Yo podría hacerlo sin problemas. No es que no pueda. Es que nunca ha sido mi objetivo.

»Ahora me he dado cuenta de que lo que una hace es vender cosas —dice Juliette—. Así que te conviertes básicamente en un perchero.

Sigue leyendo:

—«¿Has salido con alguna mujer mayor a la que consideraras una mujer mayor, y qué te ha enseñado?».

»“¿Cuál es la primera imagen que tienes del cuerpo femenino?”.

Pregunta:

—«¿Hay un bajón del factor respeto cuando una mujer tiene implantes de pecho?».

Dice Juliette:

—Tuve dos sueños con De Niro cuando estaba trabajando con él. Creo que todo se debió a mi expectación por una escena. Porque aquella era, en mi cabeza, la gran escena. En un sueño, estábamos bajo el agua en una piscina y salimos a coger aire. El se sumergía y yo me sumergía y los dos buceábamos el uno frente al otro de forma deliberada, tal como jugarían en una piscina un chico y una chica que se gustaran. Como un flirteo. Pero me desperté de aquel sueño y resultó que ahora él me gustaba.

»En aquella escena, el pequeño tango entre nuestros personajes, lo único que yo sabía era que se me iba a acercar y me iba a decir: “Danielle, ¿puedo rodearte con el brazo?”. Según el guión, entonces me besaba, pero lo único que dijo Scorsese fue: “Bob va a hacer algo. Tú déjate llevar por la escena”.

»Antes de aquella escena yo sabía que íbamos a filmar la parte del beso. Acababa de comer. Había comido siluro o algo parecido y me estaba preguntando si tenía que enjuagarme la boca. Pero no quise hacerlo, porque si lo hacía él se daría cuenta de que yo había pensado en ello. No quería dar la impresión de que estaba pensando en el beso. Era una putada si lo hacía, y otra putada si no lo hacía. Así que no lo hice. No me enjuagué. Llegué al plato y Bob se puso a mi lado y olí a enjuague bucal. Y en aquel preciso momento caí en la cuenta, y me sentí como una niña porque pensé: “Está siendo profesional. Está siendo considerado conmigo. Está siendo cortés”. Pero para entonces ya era demasiado tarde para volver a la caravana. No sé si lo ofendí o no.

»La que se ve en la película es la primera toma que hicimos. La repetimos una vez. Él me pone el pulgar en los labios. Es muy intenso porque estamos casi pegados el uno al otro y yo lo estoy mirando fijamente. Él intenta meterle el pulgar en la boca y ella se aparta. Él insiste y por fin ella se lo permite. Después de hacerlo la gente no paraba de hablar de la sexualidad y del despertar a la sexualidad de aquella edad, pero yo nunca lo vi de aquella manera. Tal como yo lo vi, antes de hacer lo del pulgar él la estaba escuchando, la estaba tomando en serio de una forma en que sus padres eran incapaces, y luego hizo aquella cosa sexual. Pero lo que ves en mis ojos, después de que ella le chupe el pulgar y él lo saque, es una mirada que dice algo así como: “¿Lo he hecho bien? ¿Te ha gustado?”. Un deseo de complacer.

Y me dice:

—Su pulgar estaba muy limpio.

Ella sigue leyendo:

—«¿Ibas a colonias de verano? (Porque algunos de mis mejores recuerdos de infancia son de las colonias de verano)».

Y sigue leyendo:

—«¿Te gustan las montañas rusas?».

Dice Steve Berra:

—Hace mucho tiempo yo estaba de gira, haciendo skateboard, y me compré
Kalifornia
en una gasolinera. Recuerdo haber intentado imitar una risa que ella soltaba en una de las escenas. Y es que me dejó flipado. Una simple risita que el personaje de Adele soltaba. Era tan natural y verdadera, y recuerdo haber pasado diez minutos intentando reír como se había reído ella. No la conocía de nada. No conseguía imaginar por qué demonios aquella persona era tan buena.

Tienen puesta una copia en vídeo de la película en su sala de estar y Juliette se dedica a reírse y a señalar todas las líneas de diálogo que improvisó en el rodaje.

Dice Juliette:

—En el guión, mi pequeño personaje, Adele, tenía alguna frase dispersa en alguna escena. Así que me reuní con Dominic Sena y me quedé ñipada con su energía y su visión de la película. Era un tipo muy entusiasta. Así que básicamente me dejó crear el personaje. El noventa por ciento de lo que hago en esa película me lo inventé sobre la marcha. Fue un momento crucial para mí en materia de interpretación, porque tenía que llegar a la mesa con algo, inventar cosas de verdad. Para mí fue mi primer personaje oficial. Aquel pequeño personaje de Adele.

Sigue leyendo:

—«¿Qué te imaginas que le pasa a uno después de que el cuerpo muere? ¿Crees que eres un espíritu con un cuerpo o simplemente un cerebro?».

Y luego:

—«La siguiente pregunta es: ¿cómo explicas que Mozart escribiera sinfonías a los siete años? (Porque yo creo que es un ejemplo perfecto de que el talento creativo lo genera el espíritu)».

Dice Juliette:

—Cuando tienes oportunidad de trabajar con buenos actores, simplemente se crea un universo alternativo de realidad fingida. Es lo inexplicable. Yo creo que es magia. Es pura fe. Mi truco para sentirme segura es la cámara. Conozco el universo de la cámara. Solamente está captando lo que hay aquí. Tengo cierta seguridad o certeza de que puedo ejecutar cosas en este espacio. Es la realidad condensada de la cámara.

»A veces quieres hacer un aparte y decir: “Por cierto, público, cuando rodamos esta escena en realidad eran las tres de la mañana. Estábamos a temperaturas bajo cero en la calle. Y a pesar de ello, yo di todo lo que veis”. Antes de que saliera
El cabo del miedo,
hice una película que se titulaba
Aquella noche.
Una historia de amor ambientada en mil novecientos sesenta y dos. Un tipo de los barrios bajos, muy atractivo, muy dulce. Se suponía que yo tenía que conocerlo en plena noche en un muelle de Atlantic City. Hacía un frío de muerte, pero se suponía que era verano. Ya sabes, una de esas noches calurosas. Entretanto, yo estaba amoratada de frío. Me castañeteaban los dientes. Así que tuve que hacer un esfuerzo para que no me temblara la boca, y además, llevaba un vestido de verano. Tenía que abrigarme con una parka hasta que viniera alguien y me dijera: “Vale, ya puedes ponerte”. Entonces me quitaba la parka y me tenía que decir a mí misma: “Caray, qué enamorada estoy...”.

»Cuando estaba trabajando en
Abierto hasta el amanecer,
la película de vampiros en la que trabajé con George Clooney, George me dijo: “Coño, todos mis amigos me preguntan: ‘Oooh, así que estás trabajando con Juliette. ¿Es verdad que es tan psicótica? ¿Es verdad que es tan apasionada?’”. Y yo no soy nada apasionada, al contrario. Tal vez de joven fuera un poco huraña. Eso a lo mejor puedo admitirlo. La verdad es que mi trabajo no es nada duro. Me meto en él y salgo. Cuando la cámara está rodando, estoy metida. Cuando se apaga, salgo y ya está.

Y dice:

—Cuando la gente se pregunta cómo eres capaz de hacer lo que haces, necesita una explicación. Y les sirve decir: «Vale, lo que te pasa es que estás un poco loca y por eso puedes ser tan apasionada en la pantalla». Necesitan una explicación, pero mi explicación es, simplemente, magia.

Sigue leyendo su lista:

—«¿Alguna vez te ha desconcertado y asustado la anatomía femenina? (Porque a mí sí, y soy la dueña)».

Mientras pasamos en coche por delante del Centro de Celebridades de la Cienciología, me dice:

—Lo importante en la cienciología, el gran lema es: «Lo que es real para ti, es real para ti». Así que no hay dogma. No es más que una filosofía religiosa aplicada. Y dan cursillos, como el «Curso de éxito a través de la comunicación». Tienen cosas que puedes aplicar a tu vida, pero nada de falsedades, nada de rollos robóticos. Puedes ver si funciona o si no. Si funciona, funciona. Es algo que me ha ayudado mucho.

Sigue leyendo la lista:

—«¿Alguna vez has estado atrapado en un desastre natural?».

Sigue leyendo:

—«¿Alguna vez has tenido unas sandalias Birkenstock?».

Delante de la puerta de su dormitorio, mirando una foto enmarcada tamaño póster de ella y Woody Harrelson sacada de la portada de
Newsweek,
Juliette dice:

—Con
Asesinos natos
me he dado cuenta con el tiempo de que la película es una sátira y que mi personaje es una caricatura, aunque yo lo llené de emociones humanas verdaderas. Pero para mí es un poco afectada. Es boba. Es demasiado exagerada para ser real. Simplemente le tuve que poner un poco de energía, como en toda esa secuencia inicial en que está gritando: «¿Todavía te parezco sexy?». Tengo mucha voz, así que puedo subir el volumen, pero cuando cortamos me sentí boba. Todo el mundo debió de pensar «Oooh, qué chiflada está», pero no lo estaba. Para mí aquella actuación fue bastante afectada.

Sobre la forma en que la gente reaccionó a la película, Juliette dice:

—Se puede intentar homogeneizarlo todo, pero siempre quedará gente que son bombas, gente lista para explotar. ¿Y por qué pasa eso? Creo que desde los años cincuenta, el incremento de drogas psiquiátricas ha aumentado de forma arrolladora... Lo he investigado. Llegué a hablar en algunas reuniones del Senado, pero la verdad es que es un problema demasiado grande para ellos, considerando que hay seis millones de niños mayores de seis años que toman Ritalin. Así que prefieren fingir que no lo ven. Se limitan a decir: «¿Podríais hacer películas menos violentas?».

»Tienes a aquel tío famoso, el Hijo de Sam, el asesino, que dijo que la razón por la que mataba era porque cuando el perro ladraba le estaba transmitiendo mensajes. Que era el demonio el que hablaba por boca del perro. Muy bien, ¿entonces qué, encerramos a todos los perros? ¿Por lo que dice un criminal?

Sigue leyendo su lista:

—«¿Cuál era tu expresión favorita en la adolescencia? O la que más se le acercaba:

Mola. Guay. Chachi. Puta madre. Para flipar».

Dice Juliette:

—No creo que uno tenga que usar su pasado para crear en el presente. Hay varias escuelas de interpretación en las que coges un incidente que te haya resultado doloroso, lo insertas en la película y lo usas. A mí eso me resulta demasiado complicado. Yo me limito a someterme al material. Simplemente tengo que someterme.

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