Fragmentos de una enseñanza desconocida (10 page)

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Authors: P. D. Ouspensky

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

"Pero ahí donde hay escuelas de faquires, también hay escuelas de yoguis. Por lo general los yoguis no pierden de vista a los faquires y si un faquir obtiene lo que anhela antes de ser demasiado viejo lo llevan a una de sus escuelas para curarlo; restablecen en él su poder de movimiento, después de lo cual comienzan a enseñarle. Un faquir tiene que volver a aprender a hablar y a caminar como si fuera un niño. Pero ahora tiene una voluntad que ha superado dificultades increíbles y ésta podrá ayudarlo a vencer las dificultades que todavía lo esperan en la segunda parte de su camino, en la que se tratará de desarrollar las funciones intelectuales y emocionales.

"Ustedes no se pueden imaginar las pruebas a las que se someten los faquires. Yo no sé si ustedes han visto a los verdaderos faquires. Por mi parte he encontrado muchos; me acuerdo de uno de ellos que vivía en el patio interior de un templo de la India; hasta he dormido a su lado. Día y noche, durante veinte años, se había mantenido sobre la punta de los dedos de las manos y de los pies. Ya no podía enderezarse ni desplazarse, sus discípulos lo transportaban y lo llevaban al río, donde lo lavaban como a un objeto. Pero resultados de esta clase no se obtienen en un día. Piensen en todo lo que ha tenido que sobrellevar, en las torturas que ha debido sufrir para alcanzar este grado.

"Y un hombre no se convierte en faquir debido a sentimientos religiosos o porque comprende las posibilidades y los resultados de este camino. En todos los países del Oriente donde existen faquires, la gente del pueblo tiene la costumbre de prometer a los faquires el niño nacido después de algún acontecimiento feliz. También se da el caso de que los faquires adopten huérfanos o le compren sus niños a los indígenas. Éstos se convierten en sus alumnos y los imitan, ya sea de buen grado o constreñidos a hacerlo; algunos lo hacen sólo en apariencia, pero hay otros que se convierten realmente en faquires.

"Además, otros siguen este camino simplemente por haber sido fuertemente impresionados al ver a algún faquir. Cerca de todos los faquires que se pueden ver en los templos, se encuentra gente que los imita, sentados o de pie, en la misma postura. Naturalmente que no lo hacen por mucho tiempo, pero algunas veces durante largas horas. Y sucede también que un hombre que ha entrado accidentalmente en un templo, en un día de fiesta, después de haber comenzado por imitar a algún faquir que lo había impresionado, no regresa más a su hogar, sino que se une a la multitud de discípulos; más tarde él mismo llegará a ser faquir. Ustedes deben comprender que en estos casos yo no le doy a la palabra faquir su sentido propio. En Persia el término faquir significa simplemente un mendigo; en la India, los juglares, los saltimbanquis, a menudo se denominan ellos mismos faquires. Y los europeos, especialmente los europeos cultos, le dan a menudo el nombre de faquir a los
yoguis,
lo mismo que a los
monjes
errantes de diversas órdenes.

"Pero en realidad, el camino del faquir, el camino del monje y el camino del yogui, son enteramente diferentes. Hasta ahora no he hablado sino de los faquires. Es el primer camino.

"El segundo es el del monje. Es el camino de la fe, del sentimiento religioso y de los sacrificios. Un hombre que no tuviera muy fuertes emociones religiosas y una imaginación religiosa muy intensa, no podría llegar a ser un «monje» en el verdadero sentido de la palabra. El camino del monje es también muy duro y muy largo. El monje pasa años y decenas de años luchando contra sí mismo; pero todo su trabajo está concentrado sobre la segunda habitación, sobre el segundo cuerpo, es decir, sobre los
sentimientos.
Sometiendo todas sus otras emociones a una sola, que es la fe, desarrolla en sí mismo la
unidad,
la voluntad sobre las emociones, y por este camino alcanza la cuarta habitación. Pero su cuerpo físico y sus capacidades intelectuales pueden quedarse sin desarrollo. Para poder servirse de lo que él habrá obtenido, tendrá que cultivarse física e intelectualmente. Esto no se podrá realizar sino por medio de nuevos sacrificios, de nuevas austeridades, de nuevos renunciamientos.
Un monje tiene que llegar a ser un yogui y un faquir
. Son muy escasos los que llegan tan lejos; más escasos aún los que llegan a triunfar sobre todas las dificultades. La mayoría muere antes de arribar a esto o no llega a ser «monjes» sino en apariencia.

"El tercer camino es el del yogui. Es el camino del conocimiento, el camino del intelecto. El yogui trabaja sobre «la tercera habitación» para llegar a penetrar en la cuarta por medio de sus esfuerzos intelectuales. El yogui llega a alcanzar «la cuarta habitación» al desarrollar su intelecto, pero su cuerpo y sus emociones quedan sin desarrollarse y, como el faquir y el monje, es incapaz de sacar partido de su victoria. Lo sabe todo pero no puede hacer nada. Para ser capaz de hacer debe conquistar el dominio sobre su cuerpo, sobre sus emociones, es decir sobre la primera y la segunda habitación. Para lograr esto, le es necesario comenzar a trabajar de nuevo, y no obtendrá resultados sin esfuerzos prolongados. En este caso, sin embargo, él tiene la ventaja de comprender su posición, de conocer lo que le falta, lo que debe hacer, y la dirección que debe seguir. Pero, así como en el camino del faquir o del monje, también en el del yogui son muy escasos los que adquieren tal conocimiento, es decir, obtienen el nivel en el que un hombre puede saber a dónde va. La mayoría se detiene en un cierto grado de desarrollo y no va más lejos.

"Los caminos también difieren mucho los unos de los otros en relación al maestro, o al guía espiritual.

"En el camino del faquir un hombre no tiene maestro en el verdadero sentido de la palabra. En este caso, el maestro no enseña, simplemente sirve de ejemplo. El trabajo del alumno se limita a imitar al maestro.

"El hombre que sigue el camino del monje tiene un maestro y parte de sus deberes, parte de su tarea, consiste en tener una fe absoluta en él, en someterse por completo a su maestro,
en obedecer
. Pero lo esencial en el camino del monje es la fe en Dios, el amor a Dios, los esfuerzos ininterrumpidos para obedecer a Dios y servirlo, aunque en su comprensión de la idea de Dios y del servicio de Dios, pueda haber una gran parte de subjetividad y muchas contradicciones.

"En el camino del yogui no hay que hacer nada, y no se debe hacer nada, sin un maestro. El hombre que emprende este camino, al comienzo debe imitar a su maestro como el faquir y creer en él como el monje. Pero después, paulatinamente, llega a ser su propio maestro, aprende los métodos de su maestro y gradualmente se ejercita en aplicárselos a sí mismo.

"Pero todos los caminos, tanto el del faquir como el del monje y el del yogui, tienen un punto en común. Todos comienzan por lo que es más difícil, un cambio total de vida, un renunciamiento a todo lo que es de este mundo. Un hombre que tiene un hogar, una familia, debe abandonarlos, debe renunciar a todos los placeres, apegos y deberes de la vida, y partir al desierto, entrar en un monasterio o en una escuela de yoguis. Desde el primer día, desde el primer paso sobre el camino, debe morir para el mundo; sólo así puede esperar obtener algo en uno de estos caminos.

"Para captar la esencia de esta enseñanza es indispensable darse cuenta cabal de que los caminos son los
únicos
métodos capaces de asegurar el desarrollo de las posibilidades ocultas del hombre. Además muestra cuán raro y difícil es un desarrollo de esta clase. El desarrollo de estas posibilidades no es una ley. La ley para el hombre es una existencia dentro del círculo de las influencias mecánicas, es el estado del «hombre-máquina». El camino del desarrollo de las posibilidades ocultas es un camino
contra la naturaleza, contra Dios.
Esto explica las dificultades y el carácter exclusivo de los caminos. Son estrictos y estrechos. Sin embargo, nada se puede alcanzar sin ellos. En el océano de la vida ordinaria, y especialmente de la vida moderna, los caminos aparecen sólo como un fenómeno minúsculo, apenas perceptible, que desde el punto de vista de esta vida no tiene la menor razón de ser. Pero este fenómeno minúsculo contiene en sí mismo
todo
cuanto el hombre dispone para el desarrollo de sus posibilidades ocultas. Los caminos se oponen a la vida de todos los días que está basada en otros principios y sometida a otras leyes. He aquí el secreto de su poder y de su significación. En una vida ordinaria, aunque esté llena de intereses filosóficos, científicos, religiosos o sociales, no hay nada y
no puede haber nada en ella
que ofrezca las posibilidades contenidas en los caminos. Porque éstos llevan al hombre o pueden llevarlo a la inmortalidad. La vida mundana, aun la más exitosa, lleva a la muerte y no puede llevar a ninguna otra cosa. La idea de los caminos no puede ser comprendida si se admite la posibilidad de la evolución del hombre sin su ayuda.

"Por regla general, es duro para un hombre resignarse a esta idea; le parece exagerada, injusta y absurda. Tiene una comprensión pobre del sentido de la palabra «posibilidad». Se imagina que si tiene algunas posibilidades en sí mismo, éstas tendrán que desarrollarse y que por cierto los medios de desarrollo están a su alcance. Partiendo de un total rechazo a reconocer en sí mismo cualquier clase de posibilidad, por lo general el hombre pasa súbitamente a la imperiosa exigencia de su desarrollo inevitable. Para él es difícil adaptarse a la idea de que sus posibilidades no sólo pueden permanecer en su estado actual de infra-desarrollo, sino aun atrofiarse definitivamente, y que por lo tanto su desarrollo reclama de él prodigiosos y perseverantes esfuerzos. De una manera general, si consideramos a las personas que no son ni faquires, ni monjes, ni yoguis, y de las que podemos afirmar sin temor que jamás serán faquires, monjes o yoguis, estamos en condición de afirmar con certeza absoluta que sus posibilidades
no pueden ser desarrolladas y que no se desarrollarán jamás.
Es indispensable

persuadirse profundamente de esto para comprender lo que voy a decir.

"En las condiciones ordinarias de la vida civilizada, la situación de un hombre, aun inteligente, que busca el conocimiento, es sin esperanza, porque no tiene la menor posibilidad de encontrar alrededor de él algo que se asemeje a una escuela de faquires o a una escuela de yoguis. En cuanto a las religiones del Occidente, han degenerado hasta tal punto que desde hace mucho tiempo ya no hay nada viviente en ellas. En fin, del lado «ocultista» o «espiritista», ya no hay nada que esperar sino experiencias ingenuas.

"La situación sería realmente desesperada, si no existiese otra posibilidad, la de un
cuarto camino
.

"El cuarto camino no exige que uno se retire del mundo, no exige que uno abandone todo aquello por lo que se ha vivido hasta el momento. Este camino comienza mucho más lejos que el del yogui. "Esto significa que es necesario estar preparado para entrar en el cuarto camino, y que esta preparación, que es de las más serias, tiene que adquirirse en la vida ordinaria y aplicarla sobre muchos lados diferentes. Además, el hombre que quiere seguir el cuarto camino tiene que reunir en su vida condiciones favorables al trabajo, o por lo menos aquellas que no lo hagan imposible; porque es necesario convencerse de que tanto en la vida exterior como en la vida interior, ciertas condiciones pueden constituir barreras infranqueables para el cuarto camino. Añadamos aún, que este camino, contrariamente al del faquir, al del monje y al del yogui, no tiene una forma definida. Ante todo, tiene que ser
hallado.
Es la primera prueba. Y es difícil, porque el cuarto camino es mucho menos conocido que los otros tres caminos tradicionales. Son numerosas las personas que nunca han oído hablar de él o que niegan simplemente su existencia o aun su posibilidad.

"Sin embargo, el comienzo del cuarto camino es más fácil que el comienzo de los caminos del faquir, del monje y del yogui. Es posible seguir el cuarto camino y trabajar en él mientras uno continúa atendiendo sus ocupaciones ordinarias, en las condiciones habituales de la vida, sin cortar las relaciones que uno tiene con la gente, sin abandonar nada. Este camino no exige el renunciamiento. Por el contrario, las condiciones de vida en las que un hombre se encuentra cuando emprende el trabajo —o en las que el trabajo lo sorprende, por así decirlo— son las mejores posibles para él, por lo menos al comienzo. Porque ellas le son naturales.
Ellas son el hombre mismo
, porque la vida de un hombre y sus condiciones corresponden a lo que él es. La vida las ha creado a su medida; por consiguiente, cualquier otra condición sería artificial, y en este caso el trabajo no podría tocar inmediatamente todos los lados de su ser.

"De esta manera, el cuarto camino alcanza simultáneamente todos los lados del ser humano. Es un trabajo inmediato
sobre las tres habitaciones a la vez.
El faquir trabaja sobre la primera habitación, el monje sobre la segunda, el yogui sobre la tercera. Cuando alcanzan la cuarta habitación, el faquir, el monje y el yogui dejan atrás muchas tareas incumplidas y no pueden hacer uso de lo que han alcanzado porque no dominan todas sus funciones. El faquir es amo de su cuerpo, pero no de sus emociones, ni de sus pensamientos; el monje es amo de sus emociones, pero no de su cuerpo, ni de su pensamiento; el yogui es amo de su pensamiento, pero no de su cuerpo, ni de sus emociones.

"Por lo tanto el cuarto camino difiere de los otros, en que exige del hombre ante todo la comprensión. El hombre no debe hacer nada sin comprender —salvo a título de experimento, bajo el control y la dirección de su maestro. Cuanto más comprenda un hombre lo que hace, tanto más valor tendrán los resultados de sus esfuerzos. Es un principio fundamental del cuarto camino. Los resultados obtenidos en el trabajo son proporcionales a la conciencia que uno tiene de ese trabajo. No se requiere «fe» en este camino, por el contrario, la fe de cualquier naturaleza que fuera, es aquí un obstáculo. En el cuarto camino, un hombre tiene que asegurarse por sí mismo de la verdad de lo que se le dice, y en tanto que no haya adquirido esta certidumbre, no debe hacer nada.

"El método del cuarto camino es el siguiente: si uno comienza un trabajo sobre una habitación, debe emprender simultáneamente un trabajo correspondiente sobre las otras dos. En otros términos, mientras uno trabaja sobre el cuerpo físico, hay que trabajar simultáneamente sobre el pensamiento y sobre las emociones; mientras uno trabaja sobre el pensamiento hay que trabajar sobre el cuerpo físico y las emociones; mientras se trabaja sobre las emociones, hay que trabajar sobre el pensamiento y sobre el cuerpo físico. Lo que permite llegar a esto es que en el cuarto camino es posible hacer uso de un cierto saber, inaccesible en los caminos del faquir, del monje y del yogui. Este saber proporciona la posibilidad de un trabajo en las tres direcciones a la vez. Toda una serie de ejercicios paralelos sobre los tres planos, físico, mental y emocional, sirven a esta meta. Aun más, en el cuarto camino es posible individualizar el trabajo de cada uno; dicho de otro modo, cada uno no debe hacer sino lo que le es necesario, y nada de lo que
no tiene utilidad para él.
Porque el cuarto camino pone de lado todo lo superfluo que se mantiene en los otros caminos simplemente por rutina.

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