Humor y amor (16 page)

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Authors: Aquiles Nazoa

Tags: #teatro, #humor, #poesía

LA FAMILIA TRAGALDABA
O HISTORIA DE UNA GRAN FIESTA
QUE TERMINO EN TRAPATIESTA
CUANDO MENOS SE ESPERABA

CAPITULO PRIMERO

Personas del microdrama:

Don Pepe, Doña Tapioca

y una niñita que toca

y además pinta y declama.

Al levantarse el telón

la Tapioca en referencia

prepara su residencia

para la fiesta en cuestión.

UN CRIADO

¿Qué lámpara se coloca

sobre el pañito bordado?

LA VIEJA

Pon la que imita un pescado

con el bombillo en la boca.

UN COCINERO

Señora, dice Benito

que le consiga un zapato,

porque hay que matar al gato

para rendir el diablito.

LA VIEJA

Pero bueno, Sinforoso,

¿cuántas veces les he dicho

que respeten a ese bicho

porque matarlo es pavoso?

DON PEPE
(entrando)

Mi amor.

LA VIEJA

¿Pero dónde estabas, Pepe?

DON PEPE

Preparando la tisana.

LA VIEJA

¡Eso es! ¡Tú estás de mangana

mientras yo sola echo el nepe!...

¿Te mediste la levita?

DON PEPE

Tiene las mangas choretas,

y además, las tijeretas

le comieron la colita.

LA VIEJA

No te preocupes, querido,

que eso lo compongo yo:

cortándole lo comido

te queda como un paltó.

O, si no, espera... ¡Ciriaca!...

Ve y dile a la mandadera

que pregunte en la chivera

cuánto cuesta una casaca!

UN CRIADO

Señora, dice Torcuato

que qué se pone de ornato

entre el piano y el armonio.

LA VIEJA

Ya se lo dije hace rato:

dile que ponga el retrato

de mi primer matrimonio.

(Llamando)

¡Pepe!...

DON PEPE
(llegando)

¿Qué es corazón?

LA VIEJA

¡Que dejes la caña quieta!

Si sigues esa retreta

vas a acabar con el ron!

DON PEPE

Es que estoy haciendo chicha...

LA VIEJA

Se te nota en el color...

Si sigues haciendo chicha

vas a amarrar una bicha

de las de marca mayor!

OTRO CRIADO

Manda a decir Valdivieso

que qué pone en la sala,

porque ya el Nerón de yeso

tiene la lira muy mala.

LA VIEJA

Ya le dije a Ruperta

que ponga, como acostumbra,

el Manolete que alumbra

cuando uno cierra la puerta.

Y tú, Pepe... ¡Pero Pepe!

¿Dónde diablos te has metido?...

¡Qué castigo de marido!

¡Ya fue a pegarse otro lepe!

CAPITULO SEGUNDO
EL PIANO EXPLOSIVO

Va a continuar la función;

pero, en lugar del telón,

el autor la mano saca

y levanta la casaca

del distinguido anfitrión.

Ya la fiesta ha comenzado:

se brinda con caraotas

y al fondo se oyen las notas

de la orquesta Valse Aguado.

Es un conjunto sencillo

y hay dos músicos en él:

uno con plato y cuchillo

y otro con peine y papel.

La vieja, vuelta un caimán,

al portero del zaguán

le entrega una cachiporra

para evitar que de gorra

se introduzca algún vivián.

LA VIEJA

Ya lo sabe, Pantaleón,

mantenga el ojo pelado,

pues entre tanto invitado

nunca falta algún gorrón!

UN CRIADO

Perdón, señora, allá afuera

la reclama su marido

LA VIEJA

¿...?

EL CRIADO

Parece que en un descuido

se perdió la escupidera.

(A trancos extraordinarios

doña Tapioca se aleja

y apenas sale la vieja

comienzan los comentarios.)

UNA INVITADA

¿Ya te fijaste en Tapioca?

Con esa especie de toca

parece una pajarraca.

OTRA

Pues yo me encontré a don Pepe

y de la risa eché el nepe

cuando le vi la casaca.

UN GUASÓN

¿De dónde la habrá sacado

para estrenarla en la fiesta?

¿Verdad que con ella puesta

parece un confederado?

(Vuelve la vieja)

LA VIEJA

Aquí tiene, don Damián,

cómase este sanguchito.

Me perdona lo chiquito,

pero está muy caro el pan.

(Entra don Pepe en acción,

y apenas se le divisa,

todo el mundo de la risa

se desmaya en el salón.)

DON PEPE

Y ahora, ¡una gran sorpresa!

Nuestra niñita Teresa,

a complacerme ha accedido

y va a interpretar al piano

el valse venezolano

"No llores, Guaire querido".

(Se levanta un sobrecama

don Pepe a aplaudir invita

y aparece una sordita

que no estaba en el programa.)

LA SORDITA
(cantando)

Allí donde las aguas

arrástranse tranquilas

bañando a las anguilas

con jugo de carbón;

allí donde del Guaire

la linfa es más risueña,

allí entre peña y peña

quedó mi corazón.

(Va a continuar la canción

pero alguien grita:)

—¡Eso es pava!

¡Yo nunca hubiera venido

si me hubieran advertido

que la niñita cantaba!

Y tras esa exclamación

que es como un grito de alerta,

todos corren a la puerta

gritando: ¡Traición! ¡Traición!

Y en medio de la alharaca

gime don Pepe:
—¡Por Febo,

no me tiren tanto huevo

que me manchan la casaca!

LA VIEJA

¿Te fijaste en don Damián?

¡Ese viejo es un cipote!

¡Tirarle ese sanguchote

con lo caro que está el pan!

DON PEPE
(llorando)

¡Fracasó la recepción!

¡Oh suerte cruel y bellaca!

LA VIEJA

¡Menos mal que la casaca

fue comprada a condición!

TELON

TERCERA PARTE
DOCTOR Y COMIENDO HERVIDO

Comedia dramática de sano contenido venezolanista, inspirada en las que escriben los señores Leopoldo Ayala Michelena, Pepe Pito y otros conspicuos representantes del Nacionalismo Sano.

ACTO UNICO

Lujoso salón en casa de una familia acomodada de Caracas. Al foro hay una ventana con moldaduras de yeso dorado, a través de la cual se ve la ropa tendida en el corral, una mata de lechoza y una escalera vieja, que las gallinas han cogido para dormir. Encima de la ventana, presidiendo toda la estancia, se ve un gran cuadro del Corazón de Jesús con el marco recargado de bombillitos de colores que en conjunto forman la bandera venezolana. A derecha e izquierda, respectivamente, hay una pianola recubierta con un mantón de Manila y una máquina de tejer capelladas pintadas al óleo. En el centro, un juego de recibo formado por seis sillas negras con pañitos de pabilo en los espaldares. Tanto las dos escupideras de porcelana que se ven junto a la pianola, como la de cobre que aparece entre las patas de la silla, son elegantes, pero sin ostentación. Al levantarse el telón aparece Rufo tusando en gallo junto a la pianola. Entra Teobalda, su esposa, con el cabello suelto y chorreando agua. Colgado del hombro carga un paño de mano emparamado que parece un pedazo de panza. Tiene la boca llena de horquillas y viene peinándose con una peineta a la que le faltan todas las piedritas y como cinco dientes.

RUFO: ¡Cónfiro, negra, que rebuenamoza estás! ¡Tas como sancocho e gallina robá!

TEOBALDA: Guá naturarmente, ¿no ve que me bañe? Pero no como se baña la gente ahora, con tanto periquito que ha traído el modelnismo y las ideas disorvente, sino un baño a la criolla: con totuma cosechá en la casa, su buena batea de agua quebrantá, su buen estropajo y en vez de jabón de olol concha e parapara fresca. Lo mismo que esas tales flicciones de agua 'e Colombia qiusan ahora, yo no masco de eso. Una mujel honrada y de su casa con lo único que debe fliccionarse es con aguardiente de arraclán.

RUFO
(olfateándola)
: Aaaaahhhs, que bueno güeles, mujé...: Mejor será que no te sigas dando esos baños antes que yo haiga salio. ¿No ves que no voy a podé dil a mi gufete de bogao por quedalme güeliéndote? Aaaaaaahs... Con ese olor que tienes me parece que el maraquito va perdé su puesto pronto.

TEOBALDA: Tú lo dirás jugando... Pero...
(Agachando la cabeza)
. Ya como que lo perdió...

RUFO: ¡Cómo! ¡No me digas! Ahora caigo: Esas eran las ganas de comer arenque con arepa piche que tenías anoche. ¡Dame acá un beso manque sea para que ese sel que llevas en las entrañas vaya sabiendo desde chiquito lo que es el veldadero amol.

TEOBALDA: ay, chico. Déjame, que se me va a abrí la batebaño...

RUFO: ¿A que no sabes de qué me toy acordando ahora?

TEOBALDA: ¿De qué, chingo jediondo?

RUFO: Del día que nos conocimos. Ese día también te habías bañado! Pero esto hay que celebrarlo.
(Llamando)
¡Casimira!

CASIMIRA
(entrando)
: Señol.

RUFO: Vaya a la esquina y traiga un garrafón de guarapita.

CASIMIRA: ¡No jile, dotol! ¿Va a empezá a echase palos tan temprano?

RUFO: Eso no es cuenta suya. ¡Haga lo que le ordeno y le dice a Domingo que me mande el recibo a mi gufete!

CASIMIRA
(saliendo)
: Ta bien, dotol. Si me va a pegá no me regañe... ¡Confiro, estos ricos de Caracas si que rajan caña, y eso qui qui que son de arcurnia!

RUFO: ¡Qué mujer tan entrépita! Eso también lo ha traído el modelnismo. Con esa fulana ley del trabajo, los empliados se cren que ellos son los jefes y no respetan a naiden. ¡Cuando en mis tiempos! En mis tiempos los sirvientes se criaban en la casa desde chiquitos como los cochinos, y le pedían la bendición a uno.

(Entra Nicasia)

NICASIA: Dotol, que manda a decí la cocinera que con qué se quiere desayuná.

RUFO: Dígale que con hervido y carato de acupe porque para eso soy venezolano.

NICASIA
(para irse)
: ¡Así es que es, mi pico e plata! Asina es que a mí me gusta trabajá. No con gentes que porque tienen modo no comen sino cosas musiúas.

RUFO: Tiene razón, Nicasia. El peor defecto de los venezolanos es que nos gustan mucho las cosas esóticas.
(A Teobalda)
. Bueno, ¿y por dónde anda doña Eufrosina?

TEOBALDA: En el corral la dejé curando la papuja, que como que tiene pepita.

RUFO: ¿Y ya se dio su fricción de unto?

TEOBALDA: ¿Quién, la gallina?

RUFO: No niña. Tu mamá.

TEOBALDA: ¿Y no te digo que está como una zoqueta con los animales? Figúrate que como la gallineta puso hoy por primera vez, se le salieron las lágrimas.

RUFO: ¿A quién, a la gallina?

TEOBALDA: No, niño; a mamá.

(Entra doña Eufrosina)

RUFO: ¡Por fin llegó la viejita, cará! Y se ve rebuenamoza hoy.

DOÑA EUFROSINA: Es que acabo de tomar un baño de asiento.

RUFO: ¿Y por fin pudo agujerearle las orejas al gato para ponerle los lacitos?

DOÑA EUFROSINA: Que va, mijito. Ese bicho es más mañoso que un yesquero.

TEOBALDA: Bueno, mamá, siéntate un ratico aunque sea.

DOÑA EUFROSINA: ¿Yo sentarme aquí? No, niña. Para el corral a curar mis gallinas es que voy otra vez. A mí estas salas modernas me asfixian. En su construcción vanguardista y audaz son frías y tristes. Se diría que carecen de alma: por ninguna parte encuentra usted un arraclán, ni una escupida de chimó, ni una arepa clavada detrás de la puerta, ni nada que hable a los sentimientos de uno el venezolano. ¡Cuando en las casas de antes! Recuerdo que la primera vez que encontré una rata dentro del vernegal se me salieron las lágrimas.

RUFO: ¡Esta viejita si es venezolana! ¡Por eso es que a mi me gusta esta viejita, cará!
(Saca una bandera venezolana toda desteñida, y los tres personajes se envuelven en ella)
. ¡Vamos a tirarnos un mondongo pa celebrá esto!

TODOS: ¡Viva Venezuela! ¡Abajo lo esóptico y er modelnismo!

Telón de Coleta

EXTRACCIÓN SIN DOLOR

El escenario es al antesala de un dentista. Llega un pobre hombre con la cara amarrada con un pañuelo, debajo del cual puede vérsele el cachete hinchado y engrasado con unto de gallina. Viene a atenderle una enfermera, y empieza el diálogo.

—Tenga la bondad, señorita, ¿cuánto cobra este doctor por sacar un diente?

—Veinte bolívares.

—¿Veinte bolívares, señorita? No juegue. ¡Ni que fuera un diente de oro!

—Bueno, de dos en adelante podemos hacerle un descuento. ¿Cuántos se va a sacar usted?

—Uno.

—¿Uno solo? ¿Y por qué no se saca más para hacerle el descuento?

—Porque éste es el único que me queda.

(En ese momento se oye un tremendo alarido en el gabinete del dentista):

—¡Aaayyyy...!

—¿Qué fue eso, señorita?

—Un cliente. Debe ser que el doctor le está haciendo una extracción sin dolor.

—¿Sin dolor, señorita? Y entonces, ¿por qué grita?

—Ah, porque es sin dolor de su alma.

(Se oye un segundo alarido, todavía más espeluznante que el anterior):

—¡AAAaaayyyyy...!

—¿Y ése, señorita? ¿Ese es otro cliente?

—No, ése es el mismo. Lo que pasa es que aquí los clientes acostumbran a gritar dos veces: El primer grito lo pegan cuando el doctor les arranca la muela...

—¿Y el segundo?

—Cuando les arranca los veinte bolívares. Es una norma que no falla en esta clínica. Y si no, fíjese en ese señor que va a entrar ahora.

(Se abre al fondo una puerta, y por ella sale la cara del dentista, que ordena con un espantoso vozarrón):

—¡El otro!

(Entra por la puerta un tembloroso caballero. Hay una pausa de silencio, al cabo del cual se oye el clásico grito):

—¡Aaayyyy...!

—¿Se fija? Ya le arrancó la muela.

(Nueva pausa de silencio, y revienta otro desgarrador berrido):

—¡Aaaaayyyyy...!

—Ahora le está agarrando los veinte bolívares.

(pero inesperadamente se oye un tercer alarido, mucho más tremendo que los anteriores):

—¡Aaayyy...! ¡No! ¡No! ¡Ay mi madre...!

—Y ahora, señorita, ¿qué es eso?

—¿Ahora?... Pues, caramba, eso sí que es raro... Esto sí que me desconcierta. Es la primera vez que ocurre...
(Con súbito chispazo de inteligencia)
: ¡Ah, sí! Ahora el que está gritando es el doctor. Ya sé lo que pasa: ¡Seguro que le sacó la que no era!

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