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Authors: Aquiles Nazoa

Tags: #teatro, #humor, #poesía

Humor y amor (14 page)

LA CENICIENTA AL ALCANCE
DE TODOS

El dramático relato

de una pobre muchachita

que aprendió desde chiquita

dónde le aprieta el zapato.

ACTO PRIMERO

Al levantarse el telón

aparece una cocina

que por ser de gasolina

se inflama y hace explosión.

Llorando junto al fogón

estará la Cenicienta

que saluda y se presenta

con la siguiente canción.

LA CENICIENTA

A mí me llaman

la Cenicienta;

soy la sirvienta

de esta pensión

y tengo amores

con un bombero

muy sirvientero

y harto atacón.

(Entra una vieja

bastante harpía

que luciría

bastante bien,

si no tuviera

toda la cara

como tapara

con comején.

Y al ver a la cocinera

junto al budare sentada,

le acomoda una patada

que por poco la agujera.)

LA VIEJA

Lávame mi justansón

con cepillo y con hisopo

porque mañana hay joropo

casa del Rey del Cañón.

(Llegan dos damas muy monas

que relinchan y reculan

para ver si disimulan

que son bastantes jamonosas.)

JAMONA PRIMERA
(a la Cenicienta)

Y a mi me limpias

cuando termines

los brodequines

y el tirolé,

pues los Marqueses

de Raboalzado

me han invitado

para un minué.

JAMONA SEGUNDA

Y hay que asear el inodoro,

llevarle la ropa al chino,

ponerle alpiste al cochino

y darle un purgante al loro.

(Por la puerta lateral

que da sobre la azotea,

sale otra vieja más fea

que un pleito en un cardonal.

Y con espantosa voz

a las otras les avisa

que se cambien de camisa

porque en Palacio hay arroz.)

LA VIEJA:

Y tenemos que asistir,

pues allá estará también

el Barón Lambesartén

y su cuñado el Visir.

TODAS LAS JAMONAS

Ay, la emoción nos ahoga!

Vamos para allá ligero,

pues el príncipe es soltero

y a lo mejor se apersoga!

EL AUTOR
(llorando)

Cuando las viejas paran la cola,

la Cenicienta se queda sola,

por ser de toda la más pistola.

LA CENICIENTA

Para gozar un millón

y beber champaña helada,

me dejan a mi pegada

rolo a rolo en el fogón!

(Pero un buen corazón

hacia el bien siempre la arrastra,

y a rezar por su Madrastra

se arrodilla en el fogón.)

LA CENICIENTA

San Antero de mi vida,

oye mi llanto y mi queja

y haz algo a ver si esa vieja

deja la mala bebida!

(Como mansa mapanare

se tiende sobre el budare

y tantas lágrimas vierte,

que con su llanto convierte

la cocina en un manare.)

LA CENICIENTA

Y tú, Santa Cochinchina,

apiádate de estas canas

y haz que mis pobres hermanas

renuncien a la morfina!

(De repente, por un lado,

surge un Hada linda y bella

que ilumina a la doncella

con un topocho encantado.)

EL HADA

Soy el Hada

Mezanine

y aquí vine

por avión,

a librarte

de la garra

que te amarra

del fogón.

¿Quieres plata

por montones?

¿Camisones

a granel?

¿Ganar cientos

de millones

con acciones

de la Shell?

LA CENICIENTA

Quiero un vestido y un coche,

pues me consume el deseo

de asistir al picoteo

que tiene el Rey esta noche.

(Coge el Hada

su topocho,

cuenta ocho,

da un traspié,

y del pote

del potaje

saca un traje

de soireé.

Después invoca a San Pablo,

y al momento por el foro

sale el coche de Isidoro

como alma que lleva el Diablo.)

EL HADA

Móntate en este quitrín

que ha de cruzar el espacio

para llevarte a Palacio

donde te espera el festín.

Si nadie allí te conoce

les dices que yo te mando,

pero regresa a las doce:

mira que están reclutando.

ACTO SEGUNDO

El coche llega ligero

al palacio del Visir,

y el príncipe sale a abrir

creyendo que es el lechero.

Pero al ver a Cenicienta

tan linda y tan maquillada,

le conecta una mirada

que por poco la revienta.

EL PRINCIPE

Cuando a tus ojos me asomo

y tu aliento me perfuma,

el pecho me brinca como

cochino que ve totuma.

(Por su parte la chicuela

siente que pierde el aplomo

y el cuerpo le tiembla como

gelatina en parihuela.)

EL PRINCIPE AZUL
(que está rascado)

¿De dónde sales

con esa facha

de cucaracha

con DDT

y esa orejas

verde perico

y ese jocico

de chimpancé?

¡Contesta bicha,

te estoy hablando!

Responde cuándo

viniste aquí.

¿Eres delirio

de fiebre aftosa,

o eres la esposa

de algún sigüí?

LA CENICIENTA

No sigáis, por compasión,

que con lenguaje tan puro

como en pico de zamuro

me ponéis el corazón.

(Mientras el joven

coge el caballo

y un lavagallo

va a echarse al bar,

una campana

toca la hora

por la emisora

Crono-ladrar.

Y la muchacha

sale en carrera

por su escalera

particular.)

ACTO TERCERO

Vuelve el príncipe, y al ver

que se ha ido la visita,

se mete en una cuevita

llorando a más no poder.

Pero cuando allí se cuela

para estar solo y oculto,

el príncipe siente un bulto

y no va para la escuela.

Y dando un salto de atleta

descubre, ¡suerte bendita!

un zapato de vaqueta

que dejó la muchachita.

ACTO CUARTO

Al levantarse el telón

se descorre una cortina

y aparece la cocina,

que vuelve a hacer explosión.

Mientras por el suelo inmundo

la Cenicienta se arrastra,

las hijas de la Madrastra

dicen cosas de gran mundo.

JAMONA PRIMERA

Al Marqués de Cocorote

le dio fiebre en el bigote.

Y el Barón de Tapiramo

piensa mandarnos un ramo.

LA VIEJA

La Marquesa me ha obsequiado,

con un callo autografiado.

JAMONA SEGUNDA

Y el Duque de Las Tres Pepas

me metió las nueve arepas.

JAMONA TERCERA

Anoche en la Ceremonia

vi al Condés de Parapara,

y el Barón de Titiaronia

por poco se me declara.

(Suena el Himno Americano

se abre en foro un baúl

y sale el príncipe azul

con un zapato en la mano.)

EL PRINCIPE

Le daré mi corazón

a la doncella o madame

que logre meter el ñame

dentro de este zapatón.

(Con los ojos abiertos

cual huevos fritos,

las solteronas saltan

pegando gritos;

entablan una lucha

con el zapato

y se dan por vencidas

al cabo rato,

pues la maldita pata

no se les mete,

ni que se la recorten

con un machete.

En vista de lo cual

el Príncipe se ausenta,

mas ve a la Cenicienta

durmiendo en un huacal.)

Y mirándole los pies

le dice:
—Dime, Fulgencia,

¿por alguna coincidencia

calzas tú cuarenta y tres?

LA CENICIENTA
(bajando los ojos)

Sí, dotol…

(Y aceptando con rubor

el zapato de vaqueta,

lo coge y se lo encasqueta

por la cabeza al autor.)

EL AUTOR

¡Y así damos finiquito

a una gran obra maestra

que a las claras nos demuestra

lo que puede un pie chiquito!

LOS MARTIRIOS DE NERON
O EL DRAMA DE UN GORDIFLON
A QUIEN DE MODO OBSESIVO
CADA VEZ QUE VE UN RECIBO
SE LE ARRUGA EL CORAZON

ACTO I

Al levantarse el telón

está en escena Popea,

bejuca bastante fea

que es la esposa de Nerón.

Feroz, tremante y huraño

y embojotado en un paño

que parece un colador,

viene saliendo del baño

su esposo el emperador.

NERÓN

¡Sicarios y centuriones,

¿dónde están mis pantalones?

¡Vestales y pitonisas!

¿En dónde están mis camisas?!

¡Embajadores de Esparta

y otras naciones amigas,

contestad, mal rayo os parta,

¿dónde pusisteis mis ligas?!

POPEA

No habrán de traerte nada,

pues la verdad descarnada

es que al igual que otros bienes,

tu hace dos años que tienes

toda la ropa empeñada.

NERÓN

¡Pero es que están por venir

los ministros del Estado,

y envuelto como un fakir

en este paño mojado

no los puedo recibir!

(Se forma una silbatina

de las de marca mayor,

y hace su entrada Agripina;

una especie de gallina

que empolló al Emperador.

Y con los brazos en cruz

a Nerón le hace saber

que se debe el alquiler,

que les cortaron la luz

y que habrá, para comer,

que matar al micifuz.)

(Mientras Nerón compungido

se lamenta en español,

se oye en el foro un ladrido

y aparece un digepol.)

DIGEPOL

Perdonad la interrupción.

Dice el primer centurión

de vuestra Guardia de Hierro,

que bañar no puede al perro

porque se acabó el jabón.

POPEA

Mi amor, ¿tendrás aunque sea

dos lochas o un mediecito?

NERÓN

¿Plata yo? ¡Vaya una idea!

Yo estoy, querida Popea,

como talón de angelito!

POPEA
(al Digepol)

Entonces no hay manera de arreglarlo:

Que se coman al perro sin bañarlo!

(Al foro se abre un portón

y aparecen ocho ingleses

que desde hace algunos meses

están cazando a Nerón.)

LOS INGLESES

A pesar de tu fama de pagano,

tu eres, Nerón, un maula soberano...

Si quieres demostrar tu paganismo

páganos estas cuentas ahora mismo!

(Nerón igual que un muchacho

forma un tremendo llantén,

mientras entran sin empacho

los Ministros del Despacho

que están ladrando también.)

LOS MINISTROS
(cantando)

Los ministros de la Roma de Nerón

sus renuncias han venido a presentar,

pues no cesan los ingleses de atacar

y no queda ni una locha en el cajón.

MINISTRO I

Aquí está el libro Mayor,

en el cual se nos revela

que a cada santo una vela

le debe el emperador.

MINISTRO II

Monos de todos los tonos

nos acosan por doquier,

y no encontramos que hacer

para bajar esos monos!

(Afuera se oye un bullicio

que a Nerón saca de quicio.)

NERÓN

¿Qué es ese ruido?

¿Quién ruge afuera

de una manera

tan singular?

LOS MINISTROS

Son los ingleses,

que, cual payasos,

a maletazos

quieren entrar.

Están buscándonos

desde el viernes

para un asunto

que nos concierne.

(Al foro se abre un portón

y aparece un centurión

que le transmite a Nerón

la siguiente información:)

CENTURIÓN

Majestad, afuera hay grupos,

de ingleses gritando a coro

que en las arcas del tesoro

quedan algunos churupos!

LOS MINISTROS

Tienen muy mala pupila,

pues con lo que éste ha chupado,

de los reales del Estado

no queda ni la mochila.

NERÓN
(llorando)

No sé qué demonios

iremos a hacer:

tenemos los monos

a más no poder,

y no hay una puya

con qué responder.

Le debo al lechero,

le debo al chofer,

le debo al muchacho

que viene a barrer...

¡Ya estoy fastidiado

de tanto deber!

POPEA

Oh, no. No llores, Nerón!

No llores si es que me amas,

pues el llanto que derramas

me destiñe el camisón.

Además —sigue Popea—,

cuando tu lloras, Nerón,

pones la cara más fea

que un pleito en un apagón.

(Como un tiro de cañón

vuelve a entrar el Centurión),

y a Popea que lo embroma

porque está bañado en fango

le anuncia que en toda Roma

se formó el arroz con mango.)

CENTURIÓN

¡Se alzaron cuarenta esclavos,

y en los choques producidos,

dos cabos fueron heridos

y el jefe picó los cabos!

NERÓN

Aquí no hay más solución

que pegarle a Roma fuego

y conseguiremos que luego

la compren como carbón!

Quemadla, pues, que entre tanto

yo al compás de mi vihuela

voy a decir con mi canto

lo que no aprendí en la escuela!

(Y en prueba de que no es broma

lo que acaba de expresar,

saca una lira de goma

y así se pone a cantar:)

NERÓN

En vista de que el Tío

que tengo en ultramar

por deberle a un gentío

no me puede ayudar,

ayúdame, Dios mío,

ayúdame a pagar.

(Sigue cantando Nerón,

y pues no calla el bribón

su implacable melodía,

hay alguien que, en galería,

le dispara un cohetón

con tan buena puntería,

que con la sola explosión

quema un tren, quema un tranvía,

quema un campo de aviación,

dos polaínas de teniente,

dos rueditas de chupón

y, así sucesivamente,

como decía Platón.)

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