Humor y amor (12 page)

Read Humor y amor Online

Authors: Aquiles Nazoa

Tags: #teatro, #humor, #poesía

LAS DESVENTURAS DE FAUSTO
EL CASTIGO DEL DOCTOR
O HISTORIA DE UN VIEJO EXHAUSTO
QUE SE ATRAGANTA DE AMOR

Una historia en que se expresa

lo que sucede a la hora

en que un viejo se enamora

y el Diablo se le atraviesa.

Al levantarse el telón

los principales actores

salen en paños menores

y hacen su presentación.

FAUSTO

Yo soy el viejito Fausto,

doctor que en esta opereta

del amor en holocausto

pone la torta completa.

MARGARITA

Y yo el bombón exquisito

pero con alma de roca

que con su orgullo provoca

la perdición del viejito.

LA PERRITA

Yo sólo soy la perrita,

y hago el papel de perrita.

EL DIABLO

Y yo, en fin, soy el patrono

de la siniestra botica

donde el viejo se intoxica

con las glándulas del mono.

ACTO I

Suena al fondo una campana

y Fausto, que está en escena,

deja su atol de maicena

por correr a la ventana.

FAUSTO

Ya dan las seis en la ermita.

Es la hora en que mi amada,

sale, de blanco trajeada,

a pasear con su perrita.

(Con harta fe en si mismo)

Ya se acercan, vive Dios!,

y aunque el fracaso me aguarde

lo que es esta misma tarde

me les declaro a las dos.

(Se encasqueta el peluquín,

se fricciona los tendones

y entonces entre algodones

lo trasladan al jardín.)

FAUSTO

¿A dónde corren

oh, Margarita,

tú y tu perrita

con prisa tal?

MARGARITA

Voy al despacho

de policía

en compañía

de este animal,

porque sucede

que su marido

fue sorprendido

sin el bozal,

y detenido

como un cualquiera

por la Perrera

Municipal.

FAUSTO
(inspirado)

Margarita, flor de luna,

pétalo fino de rosa,

voy a decirte una casa

que no le he dicho a ninguna.

(Sacando el gallo)

Si te casas conmigo, oh Margarita

yo le daré un hogar a tu perrita.

Tal vez mi posición no es muy eximia,

pero yo me defiendo con la alquimia:

pues convirtiendo en oro el antimonio

bien puede sostenerse un matrimonio.

Y respecto a mi edad, algo caduca,

eso lo disimula la peluca.

(la perrita se ríe
a carcajadas)

MARGARITA

¡Déjate de eso, viejito,

y anda a verte en un espejo!

¿No ves que tú eres más viejo

que la cerveza perrito?

(Y a modo de corolario

de tan ofensivas coplas,

le canta “Tú ya no soplas”

y le regala un rosario.)

FAUSTO

Si tu amor me es imposible,

dímelo en forma expedita,

pero, por Dios, Margarita,

no me toques la sensible!

(Al público)

Porque soy viejo me habla en ese tono.

¡Quién tuviera las glándulas del mono!

(Aquí llega Mefistófeles,

y a Fausto, que está deshecho,

se le para sobre el pecho

como si fuera un anófeles.)

MEFISTÓFELES

¿Necesita tu físico otoñal

una reforma constitucional?

¡Yo te daré la eterna juventud

con productos Max Factor Hollywood!

¡Yo desarrollaré tus pectorales

a base de Pilules Orientales!

¡Yo te pondré robusto y sonrosado

"como aquel tipo que vendió al contado"!

FAUSTO

¿Eres el Diablo de veras?

MEFISTÓFELES

Probarlo puede mi brazo,

borrándote de un guamazo

todos los años que quieras.

FAUSTO

Y para hacerlo, ¿qué esperas?

¡Plancha mi cara arrugada!

¡Devuélvele a mi fachada

su robustez de mamey!

¡Ponme como Dorian Grey

después de la puñalada!

MEFISTÓFELES

Ante todo hay que arreglar

el precio de la cuestión:

para que haiga operación

me debes tu alma entregar.

FAUSTO

Eso es caro, Satanás...

MEFISTÓFELES

¿Caro, un trabajo tan noble?

Un médico cobra el doble

por la consulta nomás...

Yo que soy un diablo franco

con franqueza te lo digo:

si tu te operas conmigo

saldrás en caballo blanco.

(Fausto lo piensa con calma

y al fin dice con voz bronca:)

—¡De que vale tener alma

cuando el bigote no ronca!

(Al diablo)

Anda, desálmame, pues,

y deja este carapacho

convertido en un muchacho

de la cabeza a los pies!

(El Diablo cuenta hasta siete,

hace una extraña figura

y en lo que espabila un cura

convierte a Fausto en cadete.)

FAUSTO
(ante el espejo)

¡Que bien quedé, que novato!...

Con esta piel tan lisita,

ya va a saber Margarita

dónde le aprieta el zapato!

ACTO II

La escena ocurre ahora en el castillo

del duque y de la duca del Tomillo

que con una gran fiesta de etiqueta

conmemoran sus bodas de coleta.

(La Marquesa, que es ahijada

de los cultos anfitriones,

está a la puerta parada

para interceptar la entrada

de borrachos y gorrones.)

MAESTRO DE CEREMONIAS

¡El marqués de Raboalzado!

MARQUESA

Pero, ¿qué milagro es éste?

¿Cómo estás, perro con peste?

¿Cómo te fue en El Dorado?

MARQUÉS

A vuestros pies, marquesita.

MARQUESA
(muy adulante)

Bueno, pues, pasa adelante

y quítate la levita.

(Margarita hace su entrada,

y con un que otro reproche

todos notan que esta noche

no carga perra ni nada.)

MARQUESA

¡Ay, pero si es Margarita!

¡Pareces una amapola...!

Que raro que vengas sola...

¿Te comiste la perrita?

MARGARITA
(lírica)

Un nuevo amor tengo ahora,

un mancebo, casi un niño,

que al robarle mi cariño

mató la perra, señora.

(Mientras habla la muchacha

Mefistófeles actúa

y a la orquesta le insinúa

que toque "Cabeza de Hacha".)

MARGARITA
(embelesada)

¡Que música!... ¡Que gorjeo!

¡Que ritmo tan apropiado

para en brazos de mi amado

dedicarme al rucaneo!

FAUSTO
(entrando al escenario)

¡Mi Margarita adorada!

ELLA

¡Vos, mi propietario!...

Llegasteis como pedrada

en ojo de boticario!

FAUSTO

Aunque bailar esta lata

es para mi un logaritmo,

si quieres pegarle al ritmo

cuélgate de esta alcayata.

MARGARITA
(sonrojada)

Tu Margarita, de baile

no tiene grandes nociones...

FAUSTO

Yo aguantaré tus pisones

con la paciencia de un fraile.

(Pero cesan de bailar,

pues al jardín florecido

se van los dos a buscar

una cosa singular

que no se les ha perdido.)

MARGARITA
(poética)

Que bello es esto en la noche...

FAUSTO
(despectivo)

Muy bonito, muy bonito;

pero aquí hay un olorcito

como a caballo de coche.

MARGARITA
(very hurted)

Nada os gusta, todo os topa;

cualquier cosa os da lo mismo!...

FAUSTO

Es que a mí el romanticismo

se me quedó en la otra ropa.

(Disimulando)

Pero aquí, bajo esta luna

que nos alumbra rabiosa,

voy a decirte una cosa

que no le he dicho a ninguna.

(Y se la dice)

Que caro está el pescado, ¿verdad?

(Salta el Diablo de un guayabo

y a Fausto que lo divisa,

le hace señas con el rabo

de corre que tengo prisa.)

FAUSTO

¿A qué vienes, bicho innoble,

donde nadie te ha llamado?

¿No ves que a punto has estado

de estropearme el pasodoble?

MEFISTÓFELES

Un momentico, mi socio,

no se agite y tenga calma:

vengo a devolverle el alma

y a deshacer el negocio.

FAUSTO

No entiendo. ¿Por qué razón?

MEFISTÓFELES

El modelo no es moderno:

lo he probado en el infierno

y gasta mucho carbón.

MARGARITA

¿Con quién habláis tan bajito?

FAUSTO
(disimulando)

A... a... aquí con el mesonero

que pregunta si lo quiero

de jamón o de diablito...

(al diablo)

¡Por Dios, no lo hagas ahorita

¡Retarda mi banca rota!

¡Yo no quiero dar la nota

delante de Margarita!...

MEFISTÓFELES

Jé, jé, jé, jé, jé, jé,

jé, jé, jé, jé, jé,

jé, jé, jé, jé,

jé, jé, jé,

jé, jé,

jí.

FAUSTO

Por favor, sé más prudente,

y espera el menos el día.

¿Tú no ves que todavía

tengo un asunto pendiente?

MARGARITA
(inocente)

¿Quién os habla?...

FAUSTO
(disimulando)

Aquí, el Ministro

de guerra y de... suministro...

diciéndome que allá afuera

se ha perdido una nevera

y están pidiendo registro.

(Al diablo)

Dame dos horas, dame una,

date un paseo... Reposa

mientras le digo esa cosa

que no le he dicho a ninguna.

(Fausto, con gran rapidez

corre a abrazar a su amante

y en ese preciso instante

se pone viejo otra vez.)

MARGARITA

¡Vive Dios!, ¿qué ha sucedido?

¿Por qué habláis con voz tan rara?

¿Por qué se os pone la cara

cual de cartón comprimido?

(tuteándolo desesperadamente)

Ah!... ¡No te arruges, querido!

Te lo pido por mi bien,

pues al paso que un lairén

se vuelve tu faz de niño,

yo siento que mi cariño

se va arrugando también!

FAUSTO
(llorando y mascándose las lágrimas)

Es el cariño

tan traicionero

como el sombrero

de Panamá;

la gente dice

que aunque se moje

nunca se encoge,

¡pero que va!

EL DIABLO
(cayendo de rodillas)

¡Perdóname, Margarita!

MARGARITA

¡Vete al diablo, condenado;

por tu culpa me he quedado

sin doctor y sin perrita!

Va a soltarle otro vocablo,

mas cambia de parecer

y se fuga con el Diablo:

¡Que inconstante es la mujer!

LOS NUEVOS JULIETA Y ROMEO
O EL DRAMA MAS CORTO DEL MUNDO

ACTO UNICO

Noche de luna en Verona.

Entra Romeo el poeta

y a charlar con su Julieta

se sienta en una poltrona.

ROMEO

Con ese fulgor rojizo

que la cubre como un velo,

la luna luce en el cielo

como si fuera un chorizo.

JULIETA

¡Qué chorizo del carrizo!

Mira tú que eres bellaco!

En vez de hablar de chorizo

¿Por qué no te quitas el saco?

ROMEO

¿Por qué no me quito el saco?

por qué va a ser vieja idiota,

¡Porque aquí junto al sobaco

tengo la camisa rota!

LOS AMANTES DE VERONA
O EL FINAL DE UNA ENCERRONA

ACTO I

Personajes de este drama:

Julieta, Romeo, el Ama,

su madrina, su padrino

y un monje benedictino

que no estaba en el programa.

Principia nuestra opereta

con la fiesta o comilona

que en su mansión de Verona

dan los padres de Julieta.

Todos mimos y cuidados,

y ama de casa perfecta,

la madre de la interfecta

les sirve a los invitados.

LA VIEJA

Marqués, ¿os gustó el hervido?

EL MARQUÉS

Señora, me ha deleitado;

lo que dejé fue el pescado.

No me gusta tan podrido...

(Más atrás, un viejo chocho

comenta en un tono extraño:

—A mi me encanta el topocho,

pero siempre me hace daño.

A otra anciana, muy coqueta,

se le oye inquirir en broma

si el gallo usado en la olleta

era de tabla o de goma.

—¡Ese pan no hay quien lo coma!

—ruge el padre de Julieta—.

¡Para ser una vigueta

lo que le falta es carcoma!)

LA VIEJA

Y tú, querida Julieta,

¿no te sirves más batata?

JULIETA

No, madre; yo estoy en dieta

y la batata me mata,

pero en vez de la batata

dame una paila de olleta.

(Un anciano alza su copa,

y en honor de los presentes,

con frases muy elocuentes,

propone un brindis de sopa.)

EL ANCIANO

¡Levantemos los litros de ron

por aquesta pareja insufrible,

cuyas Bodas de Vidrio Irrompible

se celebran en esta ocasión!

(Julieta deja su plato,

y explicando que es el sexto,

se para con el pretexto

de tomar bicarbonato.

Y llamando aparte al Ama,

le enseña el portón, y exclama:)

JULIETA

¡Ay ama, Dios nos socorra!,

figúrate que en la barra

hay un tercio en plan de farra

que trata de entrar de gorra.

Y no sé por qué he pensado

que se trata por lo fresco,

de aquel muchacho montesco

que me tiene el ojo echado.

EL AMA

¿Cuál dices? ¿Aquél trovero

que anoche a cantarte vino

y a quien le salió el vecino

con un machete liniero?

¿Aquél que como un ratero

tras codiciado botín

se metió en nuestro jardín

y el precio de tal abuso

fue que tu padre le puso

de cachucha el bandolín?

Pues si es el mismo, Julieta,

hazle saber que si pasa

va a salir de esta casa

como tiro de escopeta.

(Pero el tercio logra entrar

y hacia Julieta echa a andar

como presa de hechizo,

sin importarle un carrizo

lo que le pueda pasar.)

JULIETA
(para sí)

(¡Que distinguido, que fino,

que formas tan sugerentes!

Sobre todo, por los dientes

parece un mismo cochino!)

(a Romeo)

¡Oh! ¿Cómo osáis, caballero,

violar el recinto austero

que mi existencia cobija,

sabiendo que soy la hija

de un padre tan capachero?

¿Es que ignoráis, voto a tal,

que en el pueblo de Verona

lo que no acaba en chirona

termina en el hospital?

¿Que cada cual en su bando,

montescos y capuletos

nos la pasamos peleando

como unos mismos mampletos?

ROMEO
(llorando)

No soy montesco

ni capuleto,

soy un mampleto

sin filiación

que tras tu ojos

ando cegato

como va el gato

tras el ratón.

¿Ves este bulto

tan levantado

que tengo al lado

del corazón

y que parece

que en la casaca

cargo una hallaca

por precaución?

Eso es indicio,

Julieta amada,

de lo inflamada

que es mi pasión.

De amarte entonces

dame el derecho

antes que el pecho

me haga explosión.

Tal vez encuentres

intempestiva

tan emotiva

declaración;

mas, ¿quién se aquieta

ni tiene calma

teniendo el alma

como un jamón?

(Julieta muere callada;

mas se nota en su expresión

que tiene ese corazón

como gallina asustada.)

JULIETA

Perdonad, joven montesco,

si al principio metí el casco

cuando os recibí con asco

por causa del parentesco...

Os mostré un odio dantesco

y me habéis gastado un chasco,

pues escuchando el chubasco

de vuestro amor gigantesco,

mi alma fue como un peñasco

contra el cual chocara un frasco

que contuviera un refresco.

(Llorando)

Brinca esta noche

por allá afuera

la talanquera

y el botalón;

para la oreja

junto al rellano

donde el anciano

tiene el colchón.

Y en lo que sepas

por el ronquido

que está dormido

como un lirón,

trepa la mata

de berenjena,

coge una buena

con precaución,

y la disparas

por este lado

sobre el tejado

de la mansión.

Tírala en forma

de que ella ruede

cual quien adrede

tira un balón,

que yo ante el ruido

diré en mi pieza:

"Ya el gato empieza

con su cuestión",

y so pretexto

de echar al gato

dejaré un rato

mi camastrón,

y a que me digas

cuanto me amas

saldré en piyamas

por el balcón.

ROMEO

Entonces vuelvo

después del cine,

cuando termine

la recepción.

Vete a tu pieza

dentro de un rato,

amarra el gato

por si acasón,

y en lo que el viejo

coja el petate,

tira un mecate

por el balcón.

JULIETA

Así he de hacerlo,

negro estimado;

mas ten cuidado

con la ascensión,

pues la botica

ya está cerrada

y aquí no hay nada

contra el chichón,

salvo manteca,

limón asado

y un mentolado

que huele a ron.

ACTO II

Al levantarse el telón,

podemos ver a Julieta

asomada a la gaveta

que hace el papel de balcón.

Temblando como un conejo

se encuentra el joven parejo

de su amada en el jardín;

más, siguiendo su consejo,

por no despertar al viejo

no le toca el bandolín.

Hecho todo lo indicado

se asoma al balcón Julieta

y lo obliga a que se meta

moneando un palo ensebado.

JULIETA

Amor mío, aquí estoy yo;

tiende, pues, tu leve escala

y pasa para la sala,

que el viejo ya se acostó.

Móntate por esa mata,

pero agárrate, querido,

mira que yo me suicido

si te quiebras una pata.

ROMEO

¡Pues allá voy, vive Dios;

pero antes sabedlo, amada,

si me doy una matada

la culpa será de vos!

(En cuestión de un santiamén

llega el tercio al terraplén.)

ACTO III

Habitación de Julieta;

en escena el que la adora

y ella, que a última hora

se está haciendo la zoqueta.

JULIETA

Oye la alondra cantar

con sus dulcísimas notas.

ROMEO
(fastidiado)

No es la alondra, son las botas

que me chillan al andar.

(Atacón)

Bueno, deja la varilla,

y a ver si me das un beso.

JULIETA

¡Ay!, no, no; déjate de eso,

que me hace mucha cosquilla.

(De pronto se abre un pipote

que está a los pies de la cama

y aparece un sacerdote

que no estaba en el programa.)

ROMEO

Perdona la entrepitura

y que en tus cosas me meta;

pero contesta, Julieta:

¿qué hace en tu cuarto ese cura?

JULIETA

Es el padre Baltasar,

del templo de los Chiriles;

ya yo fijé los carteles

y él es quien nos va a casar.

ROMEO
(furioso)

¿Conque ésa fue tu intención

¿Conque arriesgando un chichón

a hacer vine por el techo

lo mismo que hubiera hecho

cualquiera por el portón?

EL AUTOR

Y así fue como al doncel

le llegó, por fin, su día,

pues salió de cacería

y al que cazaron fue a el.

ACTO IV

JULIETA

Con su trino siempre triste

ya canta la alondra afuera.

Márchate con tu escalera

por donde mismo viniste.

ROMEO

¿Por qué, si ya soy tu esposo,

no he de salir por la puerta?

JULIETA

¡Porque el viejo se despierta

y ese viejo es peligroso!

ROMEO

Le dirás que estás casada...

JULIETA

¡Eso es jugarme el pellejo!

¡Tú sabes que ese es un viejo

que se calienta de nada!

(Se van a un rincón aparte,

sollozan, hay besuqueo

y, al fin, se marcha Romeo

con su música a otra parte.)

ACTO V

EL VIEJO

Julieta, vete a comprar

tu cama y tu escaparate,

y acomódate en el bate

porque te vas a casar.

JULIETA

¡Ay, papi! ¿Cómo va a ser?

EL VIEJO

Pues, así como lo escuchas:

El barón de Tres Cachuchas

quiere hacerte su mujer.

JULIETA

¿Y si no quiero?

EL VIEJO

No importa.

¡Yo lo mando y sobra el resto!

JULIETA

¡Oh cielos, cielos, he puesto

lo que se llama una torta!

(Julieta cogió un capote

y en un camión de volteo

fue a hablar con el sacerdote

que la casó con Romeo.)

Ya que todo os he contado,

¿haréis algo en favor mío?

EL CURA

Pero vieja, eso es un lío

que no lo brinca un venado.

JULIETA

¡Ay, padre, por compasión!...

EL CURA

Vamos, no, no llores tanto;

acuérdate que del llanto

sólo queda la hinchazón.

Siéntate y para la oreja...

Tengo un plan de salvación

que no sé si es de tu agrado,

pues da muy buen resultado,

pero muy mala impresión.

JULIETA

No importa, estoy decidida.

EL CURA

¿Lo estás? Entonces, querida,

pon estos polvos en agua

y empújate una pichagua

después de cada comida.

Esto te va a provocar

tanto sueño, hijita mía,

que mañana en todo el día

no te vas a despertar.

Al verte en tal situación,

que estás muerta pensaran,

y entonces te acostarán

largo a largo en tu cajón.

JULIETA

¿Y entonces seré enterrada?

EL CURA

Pues claro, en el mausoleo...

Y al pasársete el mareo

te das tu buena bañada,

te marchas con tu Romeo

y aquí no ha pasado nada.

EL AUTOR

Fue así como al otro día,

gracias a aquella receta,

ni con tobos de agua fría

se despertaba Julieta.

LA NODRIZA FRANCESA

¡Madame, venid, madame!

LA VIEJA

¿Qué os sucede, Ruperta?

LA NODRIZA FRANCESA

¡Que Julieta no despiegta

ni echándole agua en el came!

EL VIEJO

¿Qué le ocurre a nuestra hija?

LA VIEJA

No entiendo qué le ha pasado:

sin haberse desvelado

se le pegó la cobija.

LA NODRIZA FRANCESA

No le siente el cagasón...

EL VIEJO

¡Muerta mi pobre doncella!

¡Quédense ustedes con ella,

que yo voy por el cajón!

EL AUTOR

Aquí daremos un salto

necesario, aunque notorio,

a fin de pasar por alto

los detalles del velorio.

TODOS

¡Y así fue como esa chica,

con sus mañas y sus modos,

haciéndose la muertica,

le metió el estray a todos!

Other books

Oz - A Short Story by Ann Warner
Everybody Had A Gun by Richard Prather
Magesong by James R. Sanford
Sicario by Alberto Vázquez-Figueroa
Lady of Light by Kathleen Morgan
The Price of Desire by N. K. Fox
The Tail of the Tip-Off by Rita Mae Brown