Una historia en que se expresa
lo que sucede a la hora
en que un viejo se enamora
y el Diablo se le atraviesa.
Al levantarse el telón
los principales actores
salen en paños menores
y hacen su presentación.
FAUSTO
Yo soy el viejito Fausto,
doctor que en esta opereta
del amor en holocausto
pone la torta completa.
MARGARITA
Y yo el bombón exquisito
pero con alma de roca
que con su orgullo provoca
la perdición del viejito.
LA PERRITA
Yo sólo soy la perrita,
y hago el papel de perrita.
EL DIABLO
Y yo, en fin, soy el patrono
de la siniestra botica
donde el viejo se intoxica
con las glándulas del mono.
ACTO I
Suena al fondo una campana
y Fausto, que está en escena,
deja su atol de maicena
por correr a la ventana.
FAUSTO
Ya dan las seis en la ermita.
Es la hora en que mi amada,
sale, de blanco trajeada,
a pasear con su perrita.
(Con harta fe en si mismo)
Ya se acercan, vive Dios!,
y aunque el fracaso me aguarde
lo que es esta misma tarde
me les declaro a las dos.
(Se encasqueta el peluquín,
se fricciona los tendones
y entonces entre algodones
lo trasladan al jardín.)
FAUSTO
¿A dónde corren
oh, Margarita,
tú y tu perrita
con prisa tal?
MARGARITA
Voy al despacho
de policía
en compañía
de este animal,
porque sucede
que su marido
fue sorprendido
sin el bozal,
y detenido
como un cualquiera
por la Perrera
Municipal.
FAUSTO
(inspirado)
Margarita, flor de luna,
pétalo fino de rosa,
voy a decirte una casa
que no le he dicho a ninguna.
(Sacando el gallo)
Si te casas conmigo, oh Margarita
yo le daré un hogar a tu perrita.
Tal vez mi posición no es muy eximia,
pero yo me defiendo con la alquimia:
pues convirtiendo en oro el antimonio
bien puede sostenerse un matrimonio.
Y respecto a mi edad, algo caduca,
eso lo disimula la peluca.
(la perrita se ríe
a carcajadas)
MARGARITA
¡Déjate de eso, viejito,
y anda a verte en un espejo!
¿No ves que tú eres más viejo
que la cerveza perrito?
(Y a modo de corolario
de tan ofensivas coplas,
le canta “Tú ya no soplas”
y le regala un rosario.)
FAUSTO
Si tu amor me es imposible,
dímelo en forma expedita,
pero, por Dios, Margarita,
no me toques la sensible!
(Al público)
Porque soy viejo me habla en ese tono.
¡Quién tuviera las glándulas del mono!
(Aquí llega Mefistófeles,
y a Fausto, que está deshecho,
se le para sobre el pecho
como si fuera un anófeles.)
MEFISTÓFELES
¿Necesita tu físico otoñal
una reforma constitucional?
¡Yo te daré la eterna juventud
con productos Max Factor Hollywood!
¡Yo desarrollaré tus pectorales
a base de Pilules Orientales!
¡Yo te pondré robusto y sonrosado
"como aquel tipo que vendió al contado"!
FAUSTO
¿Eres el Diablo de veras?
MEFISTÓFELES
Probarlo puede mi brazo,
borrándote de un guamazo
todos los años que quieras.
FAUSTO
Y para hacerlo, ¿qué esperas?
¡Plancha mi cara arrugada!
¡Devuélvele a mi fachada
su robustez de mamey!
¡Ponme como Dorian Grey
después de la puñalada!
MEFISTÓFELES
Ante todo hay que arreglar
el precio de la cuestión:
para que haiga operación
me debes tu alma entregar.
FAUSTO
Eso es caro, Satanás...
MEFISTÓFELES
¿Caro, un trabajo tan noble?
Un médico cobra el doble
por la consulta nomás...
Yo que soy un diablo franco
con franqueza te lo digo:
si tu te operas conmigo
saldrás en caballo blanco.
(Fausto lo piensa con calma
y al fin dice con voz bronca:)
—¡De que vale tener alma
cuando el bigote no ronca!
(Al diablo)
Anda, desálmame, pues,
y deja este carapacho
convertido en un muchacho
de la cabeza a los pies!
(El Diablo cuenta hasta siete,
hace una extraña figura
y en lo que espabila un cura
convierte a Fausto en cadete.)
FAUSTO
(ante el espejo)
¡Que bien quedé, que novato!...
Con esta piel tan lisita,
ya va a saber Margarita
dónde le aprieta el zapato!
ACTO II
La escena ocurre ahora en el castillo
del duque y de la duca del Tomillo
que con una gran fiesta de etiqueta
conmemoran sus bodas de coleta.
(La Marquesa, que es ahijada
de los cultos anfitriones,
está a la puerta parada
para interceptar la entrada
de borrachos y gorrones.)
MAESTRO DE CEREMONIAS
¡El marqués de Raboalzado!
MARQUESA
Pero, ¿qué milagro es éste?
¿Cómo estás, perro con peste?
¿Cómo te fue en El Dorado?
MARQUÉS
A vuestros pies, marquesita.
MARQUESA
(muy adulante)
Bueno, pues, pasa adelante
y quítate la levita.
(Margarita hace su entrada,
y con un que otro reproche
todos notan que esta noche
no carga perra ni nada.)
MARQUESA
¡Ay, pero si es Margarita!
¡Pareces una amapola...!
Que raro que vengas sola...
¿Te comiste la perrita?
MARGARITA
(lírica)
Un nuevo amor tengo ahora,
un mancebo, casi un niño,
que al robarle mi cariño
mató la perra, señora.
(Mientras habla la muchacha
Mefistófeles actúa
y a la orquesta le insinúa
que toque "Cabeza de Hacha".)
MARGARITA
(embelesada)
¡Que música!... ¡Que gorjeo!
¡Que ritmo tan apropiado
para en brazos de mi amado
dedicarme al rucaneo!
FAUSTO
(entrando al escenario)
¡Mi Margarita adorada!
ELLA
¡Vos, mi propietario!...
Llegasteis como pedrada
en ojo de boticario!
FAUSTO
Aunque bailar esta lata
es para mi un logaritmo,
si quieres pegarle al ritmo
cuélgate de esta alcayata.
MARGARITA
(sonrojada)
Tu Margarita, de baile
no tiene grandes nociones...
FAUSTO
Yo aguantaré tus pisones
con la paciencia de un fraile.
(Pero cesan de bailar,
pues al jardín florecido
se van los dos a buscar
una cosa singular
que no se les ha perdido.)
MARGARITA
(poética)
Que bello es esto en la noche...
FAUSTO
(despectivo)
Muy bonito, muy bonito;
pero aquí hay un olorcito
como a caballo de coche.
MARGARITA
(very hurted)
Nada os gusta, todo os topa;
cualquier cosa os da lo mismo!...
FAUSTO
Es que a mí el romanticismo
se me quedó en la otra ropa.
(Disimulando)
Pero aquí, bajo esta luna
que nos alumbra rabiosa,
voy a decirte una cosa
que no le he dicho a ninguna.
(Y se la dice)
Que caro está el pescado, ¿verdad?
(Salta el Diablo de un guayabo
y a Fausto que lo divisa,
le hace señas con el rabo
de corre que tengo prisa.)
FAUSTO
¿A qué vienes, bicho innoble,
donde nadie te ha llamado?
¿No ves que a punto has estado
de estropearme el pasodoble?
MEFISTÓFELES
Un momentico, mi socio,
no se agite y tenga calma:
vengo a devolverle el alma
y a deshacer el negocio.
FAUSTO
No entiendo. ¿Por qué razón?
MEFISTÓFELES
El modelo no es moderno:
lo he probado en el infierno
y gasta mucho carbón.
MARGARITA
¿Con quién habláis tan bajito?
FAUSTO
(disimulando)
A... a... aquí con el mesonero
que pregunta si lo quiero
de jamón o de diablito...
(al diablo)
¡Por Dios, no lo hagas ahorita
¡Retarda mi banca rota!
¡Yo no quiero dar la nota
delante de Margarita!...
MEFISTÓFELES
Jé, jé, jé, jé, jé, jé,
jé, jé, jé, jé, jé,
jé, jé, jé, jé,
jé, jé, jé,
jé, jé,
jí.
FAUSTO
Por favor, sé más prudente,
y espera el menos el día.
¿Tú no ves que todavía
tengo un asunto pendiente?
MARGARITA
(inocente)
¿Quién os habla?...
FAUSTO
(disimulando)
Aquí, el Ministro
de guerra y de... suministro...
diciéndome que allá afuera
se ha perdido una nevera
y están pidiendo registro.
(Al diablo)
Dame dos horas, dame una,
date un paseo... Reposa
mientras le digo esa cosa
que no le he dicho a ninguna.
(Fausto, con gran rapidez
corre a abrazar a su amante
y en ese preciso instante
se pone viejo otra vez.)
MARGARITA
¡Vive Dios!, ¿qué ha sucedido?
¿Por qué habláis con voz tan rara?
¿Por qué se os pone la cara
cual de cartón comprimido?
(tuteándolo desesperadamente)
Ah!... ¡No te arruges, querido!
Te lo pido por mi bien,
pues al paso que un lairén
se vuelve tu faz de niño,
yo siento que mi cariño
se va arrugando también!
FAUSTO
(llorando y mascándose las lágrimas)
Es el cariño
tan traicionero
como el sombrero
de Panamá;
la gente dice
que aunque se moje
nunca se encoge,
¡pero que va!
EL DIABLO
(cayendo de rodillas)
¡Perdóname, Margarita!
MARGARITA
¡Vete al diablo, condenado;
por tu culpa me he quedado
sin doctor y sin perrita!
Va a soltarle otro vocablo,
mas cambia de parecer
y se fuga con el Diablo:
¡Que inconstante es la mujer!
ACTO UNICO
Noche de luna en Verona.
Entra Romeo el poeta
y a charlar con su Julieta
se sienta en una poltrona.
ROMEO
Con ese fulgor rojizo
que la cubre como un velo,
la luna luce en el cielo
como si fuera un chorizo.
JULIETA
¡Qué chorizo del carrizo!
Mira tú que eres bellaco!
En vez de hablar de chorizo
¿Por qué no te quitas el saco?
ROMEO
¿Por qué no me quito el saco?
por qué va a ser vieja idiota,
¡Porque aquí junto al sobaco
tengo la camisa rota!
ACTO I
Personajes de este drama:
Julieta, Romeo, el Ama,
su madrina, su padrino
y un monje benedictino
que no estaba en el programa.
Principia nuestra opereta
con la fiesta o comilona
que en su mansión de Verona
dan los padres de Julieta.
Todos mimos y cuidados,
y ama de casa perfecta,
la madre de la interfecta
les sirve a los invitados.
LA VIEJA
Marqués, ¿os gustó el hervido?
EL MARQUÉS
Señora, me ha deleitado;
lo que dejé fue el pescado.
No me gusta tan podrido...
(Más atrás, un viejo chocho
comenta en un tono extraño:
—A mi me encanta el topocho,
pero siempre me hace daño.
A otra anciana, muy coqueta,
se le oye inquirir en broma
si el gallo usado en la olleta
era de tabla o de goma.
—¡Ese pan no hay quien lo coma!
—ruge el padre de Julieta—.
¡Para ser una vigueta
lo que le falta es carcoma!)
LA VIEJA
Y tú, querida Julieta,
¿no te sirves más batata?
JULIETA
No, madre; yo estoy en dieta
y la batata me mata,
pero en vez de la batata
dame una paila de olleta.
(Un anciano alza su copa,
y en honor de los presentes,
con frases muy elocuentes,
propone un brindis de sopa.)
EL ANCIANO
¡Levantemos los litros de ron
por aquesta pareja insufrible,
cuyas Bodas de Vidrio Irrompible
se celebran en esta ocasión!
(Julieta deja su plato,
y explicando que es el sexto,
se para con el pretexto
de tomar bicarbonato.
Y llamando aparte al Ama,
le enseña el portón, y exclama:)
JULIETA
¡Ay ama, Dios nos socorra!,
figúrate que en la barra
hay un tercio en plan de farra
que trata de entrar de gorra.
Y no sé por qué he pensado
que se trata por lo fresco,
de aquel muchacho montesco
que me tiene el ojo echado.
EL AMA
¿Cuál dices? ¿Aquél trovero
que anoche a cantarte vino
y a quien le salió el vecino
con un machete liniero?
¿Aquél que como un ratero
tras codiciado botín
se metió en nuestro jardín
y el precio de tal abuso
fue que tu padre le puso
de cachucha el bandolín?
Pues si es el mismo, Julieta,
hazle saber que si pasa
va a salir de esta casa
como tiro de escopeta.
(Pero el tercio logra entrar
y hacia Julieta echa a andar
como presa de hechizo,
sin importarle un carrizo
lo que le pueda pasar.)
JULIETA
(para sí)
(¡Que distinguido, que fino,
que formas tan sugerentes!
Sobre todo, por los dientes
parece un mismo cochino!)
(a Romeo)
¡Oh! ¿Cómo osáis, caballero,
violar el recinto austero
que mi existencia cobija,
sabiendo que soy la hija
de un padre tan capachero?
¿Es que ignoráis, voto a tal,
que en el pueblo de Verona
lo que no acaba en chirona
termina en el hospital?
¿Que cada cual en su bando,
montescos y capuletos
nos la pasamos peleando
como unos mismos mampletos?
ROMEO
(llorando)
No soy montesco
ni capuleto,
soy un mampleto
sin filiación
que tras tu ojos
ando cegato
como va el gato
tras el ratón.
¿Ves este bulto
tan levantado
que tengo al lado
del corazón
y que parece
que en la casaca
cargo una hallaca
por precaución?
Eso es indicio,
Julieta amada,
de lo inflamada
que es mi pasión.
De amarte entonces
dame el derecho
antes que el pecho
me haga explosión.
Tal vez encuentres
intempestiva
tan emotiva
declaración;
mas, ¿quién se aquieta
ni tiene calma
teniendo el alma
como un jamón?
(Julieta muere callada;
mas se nota en su expresión
que tiene ese corazón
como gallina asustada.)
JULIETA
Perdonad, joven montesco,
si al principio metí el casco
cuando os recibí con asco
por causa del parentesco...
Os mostré un odio dantesco
y me habéis gastado un chasco,
pues escuchando el chubasco
de vuestro amor gigantesco,
mi alma fue como un peñasco
contra el cual chocara un frasco
que contuviera un refresco.
(Llorando)
Brinca esta noche
por allá afuera
la talanquera
y el botalón;
para la oreja
junto al rellano
donde el anciano
tiene el colchón.
Y en lo que sepas
por el ronquido
que está dormido
como un lirón,
trepa la mata
de berenjena,
coge una buena
con precaución,
y la disparas
por este lado
sobre el tejado
de la mansión.
Tírala en forma
de que ella ruede
cual quien adrede
tira un balón,
que yo ante el ruido
diré en mi pieza:
"Ya el gato empieza
con su cuestión",
y so pretexto
de echar al gato
dejaré un rato
mi camastrón,
y a que me digas
cuanto me amas
saldré en piyamas
por el balcón.
ROMEO
Entonces vuelvo
después del cine,
cuando termine
la recepción.
Vete a tu pieza
dentro de un rato,
amarra el gato
por si acasón,
y en lo que el viejo
coja el petate,
tira un mecate
por el balcón.
JULIETA
Así he de hacerlo,
negro estimado;
mas ten cuidado
con la ascensión,
pues la botica
ya está cerrada
y aquí no hay nada
contra el chichón,
salvo manteca,
limón asado
y un mentolado
que huele a ron.
ACTO II
Al levantarse el telón,
podemos ver a Julieta
asomada a la gaveta
que hace el papel de balcón.
Temblando como un conejo
se encuentra el joven parejo
de su amada en el jardín;
más, siguiendo su consejo,
por no despertar al viejo
no le toca el bandolín.
Hecho todo lo indicado
se asoma al balcón Julieta
y lo obliga a que se meta
moneando un palo ensebado.
JULIETA
Amor mío, aquí estoy yo;
tiende, pues, tu leve escala
y pasa para la sala,
que el viejo ya se acostó.
Móntate por esa mata,
pero agárrate, querido,
mira que yo me suicido
si te quiebras una pata.
ROMEO
¡Pues allá voy, vive Dios;
pero antes sabedlo, amada,
si me doy una matada
la culpa será de vos!
(En cuestión de un santiamén
llega el tercio al terraplén.)
ACTO III
Habitación de Julieta;
en escena el que la adora
y ella, que a última hora
se está haciendo la zoqueta.
JULIETA
Oye la alondra cantar
con sus dulcísimas notas.
ROMEO
(fastidiado)
No es la alondra, son las botas
que me chillan al andar.
(Atacón)
Bueno, deja la varilla,
y a ver si me das un beso.
JULIETA
¡Ay!, no, no; déjate de eso,
que me hace mucha cosquilla.
(De pronto se abre un pipote
que está a los pies de la cama
y aparece un sacerdote
que no estaba en el programa.)
ROMEO
Perdona la entrepitura
y que en tus cosas me meta;
pero contesta, Julieta:
¿qué hace en tu cuarto ese cura?
JULIETA
Es el padre Baltasar,
del templo de los Chiriles;
ya yo fijé los carteles
y él es quien nos va a casar.
ROMEO
(furioso)
¿Conque ésa fue tu intención
¿Conque arriesgando un chichón
a hacer vine por el techo
lo mismo que hubiera hecho
cualquiera por el portón?
EL AUTOR
Y así fue como al doncel
le llegó, por fin, su día,
pues salió de cacería
y al que cazaron fue a el.
ACTO IV
JULIETA
Con su trino siempre triste
ya canta la alondra afuera.
Márchate con tu escalera
por donde mismo viniste.
ROMEO
¿Por qué, si ya soy tu esposo,
no he de salir por la puerta?
JULIETA
¡Porque el viejo se despierta
y ese viejo es peligroso!
ROMEO
Le dirás que estás casada...
JULIETA
¡Eso es jugarme el pellejo!
¡Tú sabes que ese es un viejo
que se calienta de nada!
(Se van a un rincón aparte,
sollozan, hay besuqueo
y, al fin, se marcha Romeo
con su música a otra parte.)
ACTO V
EL VIEJO
Julieta, vete a comprar
tu cama y tu escaparate,
y acomódate en el bate
porque te vas a casar.
JULIETA
¡Ay, papi! ¿Cómo va a ser?
EL VIEJO
Pues, así como lo escuchas:
El barón de Tres Cachuchas
quiere hacerte su mujer.
JULIETA
¿Y si no quiero?
EL VIEJO
No importa.
¡Yo lo mando y sobra el resto!
JULIETA
¡Oh cielos, cielos, he puesto
lo que se llama una torta!
(Julieta cogió un capote
y en un camión de volteo
fue a hablar con el sacerdote
que la casó con Romeo.)
Ya que todo os he contado,
¿haréis algo en favor mío?
EL CURA
Pero vieja, eso es un lío
que no lo brinca un venado.
JULIETA
¡Ay, padre, por compasión!...
EL CURA
Vamos, no, no llores tanto;
acuérdate que del llanto
sólo queda la hinchazón.
Siéntate y para la oreja...
Tengo un plan de salvación
que no sé si es de tu agrado,
pues da muy buen resultado,
pero muy mala impresión.
JULIETA
No importa, estoy decidida.
EL CURA
¿Lo estás? Entonces, querida,
pon estos polvos en agua
y empújate una pichagua
después de cada comida.
Esto te va a provocar
tanto sueño, hijita mía,
que mañana en todo el día
no te vas a despertar.
Al verte en tal situación,
que estás muerta pensaran,
y entonces te acostarán
largo a largo en tu cajón.
JULIETA
¿Y entonces seré enterrada?
EL CURA
Pues claro, en el mausoleo...
Y al pasársete el mareo
te das tu buena bañada,
te marchas con tu Romeo
y aquí no ha pasado nada.
EL AUTOR
Fue así como al otro día,
gracias a aquella receta,
ni con tobos de agua fría
se despertaba Julieta.
LA NODRIZA FRANCESA
¡Madame, venid, madame!
LA VIEJA
¿Qué os sucede, Ruperta?
LA NODRIZA FRANCESA
¡Que Julieta no despiegta
ni echándole agua en el came!
EL VIEJO
¿Qué le ocurre a nuestra hija?
LA VIEJA
No entiendo qué le ha pasado:
sin haberse desvelado
se le pegó la cobija.
LA NODRIZA FRANCESA
No le siente el cagasón...
EL VIEJO
¡Muerta mi pobre doncella!
¡Quédense ustedes con ella,
que yo voy por el cajón!
EL AUTOR
Aquí daremos un salto
necesario, aunque notorio,
a fin de pasar por alto
los detalles del velorio.
TODOS
¡Y así fue como esa chica,
con sus mañas y sus modos,
haciéndose la muertica,
le metió el estray a todos!