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Authors: Aquiles Nazoa

Tags: #teatro, #humor, #poesía

Humor y amor (15 page)

LA DAMA DE LAS CAMORRAS
O HISTORIA DE UN BACHILLER
QUE SE VUELVE MAZAMORRA
POR CULPA DE UNA MUJER

ACTO I

Esta escena, la primera,

sucede en la taguarita

donde suele Margarita

trabajar como fichera.

Al levantarse el telón

aparecen en acción

un gordito que es cantante

y Armando y un estudiante

que aguantan el chaparrón.

EL ESTUDIANTE

¡Que cantante tan maleta!

Jamás lo escuché peor.

Si tuviera una escopeta

te juro que esta opereta

se quedaba sin tenor!

Armando, vamos, Armando!

ARMANDO

Pero, ¿por qué Rigoberto?

RIGOBERTO

Porque aquí va a haber un muerto

si ese hombre sigue cantando!

¡Que tercio tan repugnante!

Me produce la impresión

de que en vez de una canción

estoy oyendo un purgante!

(Armando que es obediente,

va a abandonar su poltrona,

más de pronto lo impresiona

la cara resplandeciente

de una catira dientona

con cara de borrachona

que le está pelando el diente.)

ARMANDO

¿Quién es aquella señora?

RIGOBERTO

¿La que parece una lora

o la que exhala el bostezo?

ARMANDO

No; la del fino aderezo:

Aquella tan seductora

que se está pasando ahora

la lengua por el pescuezo!

Aquella, en fin, que se azara

cada vez que me divisa,

porque al mirarme la cara

no sé con quién me compara

que se revuelca de risa!

RIGOBERTO

¿Cuál dices? ¡Esa mujer!

¡Ay, Armando, echa a correr

no vaya a ser que te fuñas

y caigas entre las uñas

de Margarita Gautier!

(
Lúgubre
)

Todo el que se acerca a ella,

de tal manera se estrella

contra sus uñas de gata,

que si al final no se mata

se dedica a la botella!

Es dama que a más de un hombre

le ha causado contumelias,

y a quien llaman por mal nombre

La Dama de las Camelias!

ARMANDO

¿Por qué la llaman así?

RIGOBERTO

Por unas flores de trapo

color de piña en guarapo,

que se pone por aquí.

Y es preciso que tú sepas

que a todo el que la procura,

en lo que espabila un cura

le mete las nueve arepas!

ARMANDO

Y entonces, ¿qué hacemos, dí?

RIGOBERTO

Pagar y salir a cien

y no volver más aquí.

ARMANDO

Me parece bien a mí.

RIGOBERTO

Y a mí me parece bien.

(Tratan de echar a correr

pero Armando no hace nada,

pues Margarita Gautier

que le coleó la parada,

con una sola mirada

le obliga a retroceder.

Se miran el uno al otro

cual si fueran potra y potro

y así se siguen mirando.

Hasta que Armando revienta

sin haberse dado cuenta

de que se está reventando.)

ARMANDO
(reventando)

¡Basta ya de disimulos!

Basta de cruzar miradas

con las caras amarradas

como si fuéramos mulos!

No sé que me pasa a mí!

De sólo estar junto a tí

los ayes y los suspiros

se me salen como tiros

por aquí.

MARGARITA

¡No sigáis, por compasión,

pues con tan bella expresión

hacéis que mi alma peligre,

y cual burro frente a tigre

me ponéis el corazón!

ARMANDO
(llorando)

No sé quién sois, Margarita

sólo sé que sois hermosa

y que al veros tan bonita,

el pecho se me encabrita

como una burra mañosa.

MARGARITA
(llorando)

No sé quién eres, Armando

mas de oírte sólo hablando

mi corazón femenino

se ha puesto como cochino

cuando lo están vacunando.

RIGOBERTO

Armando, párate en seco!

¡No te dejes seducir!

¿No adviertes, pobre muñeco

que el padre tuyo es adeco

y esa mujer es del Mir?

(Margarita oye esta dato,

e importándole un comino

se marcha por donde vino

como quien no rompe un plato.)

MARGARITA

¡Hasta luego, noble Armando!

ARMANDO

¿Tan pronto os vais, mi señora?

MARGARITA

Es que soy la locutora

del tercio que está cantando!

ARMANDO
(llorando)

Si te vas, oh Margarita

porque el irte te aprovecha,

fíjame al menos la fecha

de la primera visita.

(Y mientras le dice eso,

de modo asaz emotivo

trata de meterle un beso

por el conducto auditivo.)

MARGARITA

Por favor, Armando, deja,

no me retuerzas la oreja

cual si fuera un cucurucho,

pues enfrente hay una vieja

que nos está viendo mucho.

ARMANDO

¡No importa que la señora

descubra que te celebro:

Lo que importa es que ahora

quiero morderte el cerebro!

(
Inspirado
)

Yo no sé por qué razón

cuando en tus ojos me miro

se me estruja el corazón

lo mismo que a Romulón

cada vez que escucha un tiro!

MARGARITA

¡Armando!

ARMANDO

¡Mi Margarita!

MARGARITA

¡Te quiero!

ARMANDO

¡Me has subyugado!

MARGARITA

¡Que mozo tan preparado!

ARMANDO

¡Que mujer tan exquisita!

(Los dos se abrazan llorando,

se miran el entrecejo

y en eso aparece el viejo

que los estaba cazando.)

EL VIEJO
(al público)

Debo inventar una argucia

o un plan o algún enredijo,

para librar a mi hijo

de semejante lambucia!

Como un tiro de cañón

sale la dama raspando,

a fin de dar ocasión

de que el viejo insulte a Armando.

EL VIEJO

Aunque me haya de arruinar

lo que es esa rochelita

que tienes con Margarita

te la voy a chalequear.

ARMANDO

Aguarda, padre, un instante.

Para hablar de Margarita

quítate la camarita

si eres un hombre galante!

Pues mi amada, aunque modesta,

no es una mujer vulgar

de quien pueda un hombre hablar

con la camarita puesta.

EL VIEJO

¡Antes te quito la vida

y a mi mismo me doy muerte

que verte, Armando, que verte

en manos de esa bandida.

¿Ignoras que Margarita

es en París una dama

que tiene muy mala fama

desde que estaba chiquita?

¿Qué dirá de esas andanzas

el mundo de las finanzas?

¿Tú crees que a Wall Street

le gusta ese popurrít?

¿No entiendes que así te expones

a que bajen las acciones?

¿Qué dirá el doctor Mayobre,

que se sacrifica, el pobre,

por conseguirnos las lochas

mientras que tu las derrochas?

Que si kermeses

todos los meses,

que si bebidas

en las comidas,

que si propinas

en las cantinas,

que si bombones

por carretones,

que si tostadas

por carretadas,

que si pastillas

por carretillas...

(Mientras discuten los dos,

escuchan a alguien que grita

que a la pobre Margarita

le ha dado un golpe de tos.)

EL AUTOR
(yendo hacia Armando
para abrazarlo llorando)

Valor, Armando, valor,

la griseta parisina

a quien le diste tu amor

se ha muerto de tos ferina

ahí dentro está el doctor!

(El cruel anciano al saber

que se ha muerto la Gautier

brinca en una sola pata,

mientras Armando se mata

de un tiro de revolvér.)

HERNANI DE VICTOR HUGO
O EL AMOR FUE MI VERDUGO

Personajes principales

Doña Sol, la condesita

que pinta, toca y recita

y pesa veinte quintales

por la medida chiquita.

Y un tío de la doncella

que aunque pinta muchas canas,

no puede aguantar las ganas

de apersogarse con ella.

Por supuesto, doña Sol

con respeto al viejo acata,

pero en el fondo lo trata

como si fuera un perol.

No diremos que lo esquiva

ni que a humillarlo propende,

pero sí que se defiende

como gata boca arriba.

Pero lo mas singular

es que el pobre vejestorio

ya da por hecho el casorio

y hasta da fecha y lugar.

Y en tanto el novio senil

compra el radio y la nevera,

la mopa, la pajarera

y el juego de aguamanil.

Hay un mozo de Aragón

que al irse el viejo a la cama

sube al cuarto de la dama

moneando por el balcón.

Y es el lugar de la acción

un castillo en Zaragoza

donde todo el mundo goza

menos el viejo en cuestión.

ACTO PRIMERO

Doña Sol en su aposento

y en escena su mucama,

y un piano color cemento

que hace juego con la cama

y en el que suele la dama

tocar música de viento.

(Entra un tercio de capote

con la capa hasta las cejas,

el pelo hasta las orejas

y el sombrero hasta el cogote.)

DOÑA JOSEFA

¿Sois Hernani, tan temprano?

¡Que temeraria imprudencia!

Menos mal que el noble anciano

está en el Aseo Urbano

dictando una conferencia

que se titula La Influencia

del Cochino en el Marrano.

(Aquí el tercio se destapa

y a la criada que se escapa

le ordena con voz sonora:

—Anda y dile a tu señora

que le busca Care Papa!)

DOÑA JOSEFA

¡Vive Dios, me he equivocado!

Ese rostro enmascarado

no es la faz dulce y risueña

del tercio con quien mi dueña

tiene su trompo enrollado.

EL TERCIO

¿A otro esperabais acaso?

Pues si viene que haga cola,

y si hacia adentro da un paso

os juro que lo traspaso

con esta daga española!

DOÑA JOSEFA

Mas, oigo pasos, señor,

y son pasos de pie plano.

¡Corred, que viene el anciano!

¡Corred por el corredor!

EL TERCIO

¿Segura estáis que es el duque?

¡Pues entonces, basirruque!

Conseguidme un escondite

pues ese duque es casquite

y hay que huir de su retruque

cual del ciclón huye el buque

y el perro del mapurite!

DOÑA JOSEFA

Meteos en esta caja,

más cuidado si se raja,

se ensucia o se deteriora,

que allí es donde la señora

guarda de noche su faja.

EL TERCIO

Pues si eligió tal empaque

para prenda tan idiota,

¡cómo será esa cajota

donde guarda el miriñaque!

(Escóndese el caballero

y entonces hace su entrada

con su cara muy lavada,

Hernani Portocarrero.)

HERNANI

Por trepar, oh, doña sol,

a este balcón adorado

por poco quedé colgado

del guaral del quitasol.

Por llegar a estos confines,

oh, doña Sol, donde estás

he cruzado estos jardines

entre rosas y jazmines

con treinta perros atrás.

Y después de haber sufrido

tantos tormentos por verte,

falta que tú hayas salido...

¡porque yo tengo una suerte!...

(Aparece Doña Sol

y emocionada en exceso

a Hernani le acuña un beso

que lo deja tornasol.)

DOÑA SOL
(muy cariñosa)

Mi tucusito ermitaño,

mi gavilán, mi palomo,

te estoy esperando como

caimán en boca de caño!

Pues te tengo un chisme cruel:

figúrate que mi tío

volvió a cogerla, amor mío,

con que me case con él.

HERNANI

¡Ah no!... Yo haré lo inaudito

contra el destino que fragua

lanzar tu cuerpo bendito

en brazos de ese viejito

que ya está mascando el agua!

(En esto, de sopetón,

sale el que estaba escondido

con el cuerpo más torcido

que un colador de almidón.)

EL TERCIO

Perdonad la intromisión,

mas morir prefiero a flote

que aguantar en el cogote

la tapa de ese cajón.

HERNANI

Explicaos, caballero;

explicad claro y ligero

que hacías en esa caja

donde se guarda la faja

de la mujer que yo quiero!

EL TERCIO

Vine en pos de esta doncella,

pero encerrado en la caja,

después que he visto su faja

no quiero nada con ella.

(Se oyen golpes en la puerta,

y doña Sol, como muerta,

exhala un grito:)
¡Ay, Dios mío!

Ese debe ser mi tío

que de nada se despierta!

VOZ DEL VIEJO

Abrid pronto, vive Dios!

¡Abrid, que no es permitido

que a un anciano desvalido

lo estén tumbado entre dos!

(Corre a abrirle Doña Sol,

y entra furioso el vejete

blandiendo un viejo machete

del Siglo de Oro español.)

EL VIEJO

¡Ah, viles, no hacen mella

ni se os importa un pito

ni el honor de una doncella

ni las canas de un viejito!

¡Con que soltura se ultraja

de un anciano la mansión:

mientras el uno entra en caja

el otro se roba el jon!

Mas por mi raza española

os juro que con mi acero

ya os voy a dejar el cuero

como un rollo de pianola!

(Pero cuando va a rasparlos

se le ocurre examinarlos

a la luz de una bujía,

y exclama:
¡Virgen María!

¡Por poco mato al Rey Carlos!)

EL VIEJO

Rey Carlos, vaya un error!

Más ya que por su realeza

no alcanzó vuestra cabeza

mi machete vengador,

¿queréis hacerle a mi honor

un servicio de los buenos

permitiéndome que al menos

se la corte a este señor?

EL REY

Permíteme que lo sienta

mas como otra grave afrenta

tengo también que cobralle,

déjeme eso de mi cuenta

que yo lo arreglo en la calle!

EL VIEJO

Y en cuanto a vos, Doña Sol,

os odiaré mientras viva,

pues tamaña lavativa

no se le echa a un español.

HERNANI

Pero ella muere en su ley,

que aunque chillen y hagan uy,

ni fue la amante del Rey

ni fue la esposa del Ruy.

Telón

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