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Authors: Michael Coleman

Tags: #Infantil, #Policíaco

Los bandidos de Internet (7 page)

Hicks meneó la cabeza enfurecido.

—Nada. He registrado todos los cajones y los archivadores. Y no he encontrado ninguna caja fuerte. Creí que habías dicho que había una.

—Bueno... —Elaine Kirk parecía confusa—, estoy segura de que un día oí al señor Zanelli hablar de una caja fuerte. Pero... —le dedicó una mirada vacilante a Hicks—, yo nunca la he visto, Brett. La he buscado varias veces. Quizá sea una de esas que están escondidas.

Hicks dio un paso hacia Rob.

—A lo mejor este hombrecito sabe exactamente dónde está, ¿no?

—¡No lo sé! —gritó Rob rápidamente.

—No sé si creerte, Rob —afirmó Hicks con voz queda—. Me parece que mientes, ¿verdad? —Rob se limitó a dedicarle una mirada desafiante. La furia de Hicks estalló súbitamente. Agarró a Rob por la pechera del jersey y tiró de él hacia delante—. ¿Verdad? —gritó.

—¡Brett! —A Elaine Kirk le sorprendió su actitud.

Hicks lo soltó de inmediato. Rob volvió a recostarse en la silla de ruedas. El hombre estaba de pie y parecía haber recobrado la calma. Se giró y se dirigió a la puerta.

—Voy a seguir buscando esa caja fuerte. Si la encuentro, bien. Si no... —miró a la mujer que, víctima de los nervios, no dejaba de hacer girar los anillos, y luego a Rob—, volveremos a hablar.

La frialdad de su voz hizo que a Rob se le encogiera el estómago. ¿De cuánto tiempo disponía? Hicks sabía que su padre tenía la costumbre de llevar a casa los discos de oro. Lo bueno es que desconocía que Rob era quien los probaba.

Tenía que decir y hacer lo que fuera para que Hicks siguiera buscando
La fascinación del laberinto
en el estudio de su padre y no en su habitación. Tenía que mantenerlo alejado de la pista correcta el máximo tiempo posible... Tenía que dar el tiempo suficiente a esa tal Tamsyn para que descifrara lo que le había enviado.

Ojalá fuera capaz de descifrarlo...

Instituto Abbey, 11.40 horas

—Tamsyn Smith, ¿estás en clase?

Tamsyn miró hacia delante. La señorita Gillies, la profesora de lengua, no parecía estar muy contenta.

—¿Sí, señorita Gillies?

—Te he pedido que expliques qué es el análisis sintáctico de una oración.

—¿Análisis... sintáctico?

—De una oración —repitió la profesora. Se quedó a la expectativa mientras la montura de concha de sus gafas relucía bajo los fluorescentes del aula.

Tamsyn intentó concentrarse en la clase. Lo había estado intentando pero, sin darse cuenta, no dejaba de pensar en el curioso mensaje de ZMASTER. Incluso mientras respondía a la pregunta de la señorita Gillies, le parecía estar viendo aquella serie de caracteres que había garabateado en la tapa de su libreta.

—Analizar una oración —le dijo Tamsyn lentamente—. Pues es... dividir una oración en partes distintas...

—Más o menos —intervino la señorita Gillies con frialdad—. Inténtalo con esta frase: «La profesora esperó pacientemente.»

Tamsyn tragó saliva.

—Eh... «Profesora» es el nombre que hace de sujeto. «Esperó» es el verbo. «Pacientemente» es un adverbio...

—¿Y «la»?

—¿El artículo determinado?

La profesora de inglés asintió despacio, sorprendida de que Tamsyn hubiera respondido bien cuando estaba claro que no había estado escuchando ni una sola palabra de lo que había explicado en clase. Miró al resto de alumnos, con la intención de encontrar a otra víctima.

Cuando la mirada penetrante de la señorita Gillies se posó en otro muchacho, Tamsyn volvió a enfrascarse en aquellos caracteres.

«¡Análisis sintáctico!», se dijo en cuanto bajó los ojos.

Resultaba obvio. No se trataba de un gran emoticono, sino de varios emoticonos juntos. ¡Lo que tenía que hacer era dividirlos!

:((¬:D:Vi)

Pero ¿cómo se dividían? Sin lugar a dudas, el primero era:

:((

El que representaba una cara triste. ZMASTER sabía que ella lo conocía. Lo había mencionado en el mensaje de correo electrónico que había vuelto a leer con Josh. Tamsyn reflexionó unos instantes. Tal vez el mensaje de ZMASTER era:

TAMSYN, NECESITO AYUDA. ESTOY MUY TRISTE.

Pero ¿y el resto de caracteres? ¿Cómo se dividían en emoticonos distintos? Después de cerciorarse de que la señorita Gillies no la estaba mirando, Tamsyn ladeó la cabeza hacia un lado. Los observó detenidamente, cogió un lápiz y separó la línea en tres partes.

¬:D :V i)

¿Tres emoticonos distintos? Y, si estaba en lo cierto, ¿qué significaban?

Cuando sonó la campana que indicaba el final de la clase, la señorita Gillies recorrió el aula con los ojos y sólo se detuvo para lanzar una mirada fulminante a Tamsyn.

Josh se acercó a ella.

—No te ha quitado los ojos de encima en toda la clase —le dijo—. ¿Se puede saber qué has estado haciendo?

Rápidamente, Tamsyn le enseñó lo que había estado garabateando.

—Estaba intentando descifrar esto. Es un mensaje, estoy convencida. «Tamsyn, necesito ayuda. Estoy muy triste...» Pero no sé qué significa el resto.

—Quiere decir... —Josh movió la cabeza de nuevo—, que vayamos a comer. Nos está tomando el pelo.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Tamsyn.

Josh parecía estar convencido.

—Mira ése —dijo él, señalando el segundo grupo de caracteres que había en la libreta de su amiga.

¬:D

»¿A qué te recuerda esto? —inquirió Josh.

Tamsyn ladeó la cabeza y lo vio enseguida. Maldiciéndose por haber sido tan estúpida y creer, durante un solo momento, que se trataba de un mensaje serio, murmuró:

—Alguien con un sombrero raro y un rostro sonriente.

—Es decir, «es una broma», ¿no? —insistió Josh.

—Sí —suspiró Tamsyn—, una broma.

Tamsyn recogió sus libros y salió despacio del aula, dejando que Josh se le adelantara. Hacía buen tiempo en el exterior. Se olvidaría de los ordenadores, del correo electrónico y de los emoticonos durante la siguiente hora y buscaría un bonito árbol no electrónico bajo el que sentarse.

—¡Tamsyn! ¿Qué tal va el trabajo sobre Internet? —preguntó el señor Findlay acercándose a ella corriendo.

—Bien —respondió la muchacha.

—¿Seguro que también participas? No dejes que Josh lo haga todo.

Tamsyn introdujo la mano en la mochila y extrajo las primeras páginas del informe que habían preparado.

—Ni hablar. Se trata de un esfuerzo común.

El profesor, con cara de satisfacción, le cogió el informe de las manos. Ojeó las páginas. Sólo se detuvo una vez, en la parte inferior de la última página, para escribir un comentario en lápiz en el margen.

¬ M

—¿Qué quiere decir eso? —preguntó ella. —Que no está mal —contestó el señor Findlay—. M de mal...

—¿Y esa especie de L al revés —lo interrumpió ella— significa «no»?

—Pues sí—sonrió él—. Aún te falta un poco para ser una experta en esto, Tamsyn, si no lo sabrías. Suele llamarse el símbolo NO. Se utiliza mucho en los lenguajes de programación y significa «lo contrario de lo que sigue...».

—Lo siento, tengo mucha prisa —le interrumpió Tamsyn. Giró en redondo y fue en busca de Josh a toda velocidad. Lo encontró comiendo un bocadillo apoyado contra la pared—. ¡Vamos! —le gritó, empujándolo—. Tenemos mucho que hacer.

—¿Cómo? —masculló Josh.

Tamsyn sacó la libreta de un tirón y señaló la segunda parte del mensaje de ZMASTER.

—¡Nos hemos equivocado! —exclamó—. Eso no es un sombrero. El señor Findlay me lo acaba de decir. Este símbolo significa «no». —Josh la miró embobado mientras que a Tamsyn le faltaba poco para ponerse a dar saltos—. ¿No lo ves? ¡Esa parte del mensaje no significa «Es una broma», sino justamente lo contrario!

Lo escribió en la tapa del cuaderno.

TAMSYN, NECESITO AYUDA.

ESTOY MUY TRISTE.

NO ES UNA BROMA.

6

Instituto Abbey, 12.35 horas

Esta vez era Tamsyn quien iba en cabeza hacia el edificio de Tecnología. Josh iba rezagado, con medio bocadillo en la mano y preso de un ataque de hipo.

—¿Qué estás... hip... haciendo... hip... exactamente? —preguntó mientras cogía una silla y se desplomaba en ella.

Tamsyn esperó con impaciencia a que el ordenador arrancara.

—Si va en serio —afirmó—, si está metido en algún problema, entonces tenemos que ayudarle.

Josh se sacudió las últimas migas del jersey.

—Aunque estés en lo cierto, Tamsyn, porque de hecho no lo sabemos con certeza, ya me explicarás qué podemos hacer nosotros. No sabemos nada, absolutamente nada de él.

Tamsyn se mordió el labio, pensativa. Josh tenía razón. Aparte de su nombre de usuario, ZMASTER, no sabían nada del remitente del mensaje codificado, ni su nombre verdadero, ni su dirección... nada.

—Podríamos ponernos en contacto con su proveedor de acceso a Internet, ¿no? Ellos deben de saber quién es ZMASTER.

—No sin antes consultar sus archivos —advirtió Josh—. Además, no nos proporcionarían esa información porque es confidencial.

En la pantalla del ordenador que tenía delante apareció la página de menús.

—¿Y no podemos utilizar algo del ordenador para descubrirlo? ¿No se supone que los ordenadores son para eso, para proporcionar información?

—Eh, ¿qué te parece esto? —Josh señalaba un elemento de la pantalla inicial de Internet. Se llamaba QUIÉN ES.

Tamsyn no se lo pensó dos veces. Hizo clic en él.

SERVIDOR PRINCIPAL DE INTERNET

Utilice esta opción para averiguar información sobre cualquier usuario de Internet.

Escriba el nombre de usuario sobre el que desea información:

—¡Perfecto! —Acto seguido escribió rápidamente:

«ZMASTER»

La respuesta apareció casi al instante:

No hay información disponible. El usuario no ha proporcionado información personal para QUIÉN ES.

—¿Cómo? —Tamsyn se exasperó—. ¡Vaya porquería! ¿Qué quiere decir con eso?

Josh estaba hojeando el manual que el señor Findlay les había dado.

—Sí, aquí está. —Leyó rápidamente el texto y entonces meneó la cabeza—. Dice que QUIÉN ES funciona como un listín telefónico. Sólo da la información que los usuarios proporcionan.

—¿Y ZMASTER no ha proporcionado nada?

—Eso parece.

Tamsyn exhaló un suspiro de frustración. ¿Por qué les ponían las cosas tan difíciles? Si estaba en lo cierto y ZMASTER tenía algún problema, entonces tenía que actuar. Y si Internet no la ayudaba, ¿para qué servía?

Josh se inclinó un poco para abrir el programa de correo electrónico.

—Envíale un mensaje. Pregúntale qué ocurre.

—¿Y ahora qué? —le preguntó Tamsyn mientras volvía a hacer clic en ENVIAR para que el mensaje llegara a su destino.

—Ya está —le dijo Josh—. No puedes hacer nada más.

Tamsyn sintió que le empezaba a hervir la sangre. Aquello no era todo lo que podía hacer. Tenía que haber otra solución. ¡Sí! Se dio cuenta de que había otras posibilidades. Rápidamente, recuperó el mensaje codificado de ZMASTER.

—¿Qué pretendes hacer? —inquirió Josh.

—Voy a copiárselo a Lauren King, sea quien fuese. Ella hace tiempo que conoce a ZMASTER. Tal vez pueda decirnos algo más sobre él.

Tamsyn hizo clic en ENVIAR. ¿Iba a funcionar? ¿Les estaban tomando el pelo? No lo sabía.

Pero mientras volvían para sus clases de la tarde, algo en su interior le decía que debía averiguarlo.

Manor House, 12.50 horas

—Tráelo aquí —ordenó Brett Hicks tajantemente. Esta vez Rob no se resistió; dejó que Elaine Kirk empujara su silla de ruedas por el vestíbulo y entrara en el estudio del señor Zanelli—. Aquí —dijo Hicks señalando con el dedo un lugar al lado de la mesa de roble grabada del señor Zanelli.

Rob miró a su alrededor. El estudio estaba todo revuelto. Hicks lo había registrado todo, había mirado en todas partes. Había forzado los tres archivadores y vaciado los cajones. Los cuadros que colgaban de las paredes estaban en un rincón, amontonados de cualquier manera, ya que Hicks había buscado detrás de ellos para ver si escondían la caja fuerte.

Brett Hicks parecía impasible cuando se acercó a él, pero Rob percibía la ira que desprendían sus ojos. Rob iba a tener que ir con cuidado y no ponerlo nervioso.

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