Pero no lo olvide: nadie, ni este libro ni ningún otra método, puede enseñarle cómo todo está cambiando, cómo tantas cosas han cambiado ya. La única manera es verlo por usted mismo. Las nuevas herramientas, los nuevos usos y costumbres solo se comprenden cuando se utilizan, cuando se manosean, cuando se tienen en la cabeza. No es un camino sencillo, tienen sus propias reglas, y si aplica las de antes, las que le funcionaban en la era pre-Internet, tiene muchas posibilidades de hacerlo mal. Acérquese a su ordenador (y si no lo tiene, cómprese uno a la voz de ya). Lea noticias en un lector de feeds, suscríbase a blogs que encuentre interesantes, a búsquedas de términos que tengan importancia para usted. Pruebe a abrirse un blog, aunque sea para escribir sobre un hobby o afición, aunque sea pensando en abandonarlo a las pocas semanas. Siga sus estadísticas, sienta lo que se siente cuando alguien encuentra algo que usted ha escrito y se detiene a leerlo, o lo enriquece con un comentario (o lo encuentra de repente lleno de comentarios de spam ofreciéndole alargar de manera inverosímil determinadas partes de su anatomía, que también puede ocurrir). Entre en una red social, busque a sus amigos, comuníquese con ellos, conviértala en un suplemento de su vida social normal. Solo probando este tipo de herramientas logrará entender su verdadero alcance, hacerse una idea de cómo afectan a la forma de vivir de las personas, a la manera de comunicarse, de consumir, de competir...
No se quede en el “Todo va a cambiar”. En realidad, todo ha cambiado ya.
[1]
Una red P2P, o Peer-to-peer, es aquella en la que los diferentes nodos interactúan entre sí sin necesidad de un ordenador o nodo central. Muchas redes, como eMule, KaZaA, BitTorrent, etc. actúan así. En el caso de Napster, la primera de ellas, existía un nodo central que no almacenaba materiales sujetos a copyright, sino simplemente la identificación y lista de recursos de cada uno de los participantes.
[2]
La payola es un mecanismo de pago a las emisoras de radio a cambio de que éstas difundan con mayor intensidad una canción determinada. En los Estados Unidos, país donde se inventó el concepto, la payola es ilegal desde los años 50: las emisoras pueden aceptar dinero por poner más una canción determinada, pero deben revelarlo y, además, contar las reproducciones de esa canción como parte del tiempo dedicado a publicidad.
[3]
Una suscripción premium a Spotify, por ejemplo, cuesta 9.90€, un precio determinado por la rentabilidad que las discográficas exigen a la propia Spotify. En realidad, ese precio está calculado para que dichas discográficas puedan mantener los mismos ingresos por canción que cuando tenían que grabarla sobre un CD, imprimir un folleto, ponerla en una caja jewel de plástico transparente, meterla en una caja de cartón, distribuirla en camiones, llevarla a tiendas por todo el mundo y pagar un margen importante al distribuidor. ¿Cuántos usuarios descargarían en el P2P si la suscripción premium de Spotify, en lugar de casi veinte euros, costase uno o dos?
[4]
En gallego, “esto es cosa de brujas”, frase utilizada para intentar explicar fenómenos aparentemente inexplicables, dentro de ese pragmatismo gallego ambivalente que afirma que
“eu non creo nas meigas, pero habelas, hailas”
(yo no creo en las brujas, pero haberlas, las hay).
[5]
El juez Gomez, francés, impuso a Yahoo! Auctions en noviembre de 2000 la obligación de implantar filtros para intentar evitar que los usuarios franceses de la compañía accediesen a artículos de memorabilia nazi, cuya comercialización resulta ilegal en Francia, que eran ofrecidos en la web de la compañía. La decisión provocó que eBay optase por dejar de ofrecer ese tipo de productos en todo el mundo.
[6]
Los errores en los programas se denominan
“bugs”
(“bichos”) debido según algunas fuentes a lo habitual que resultaba, en los primeros ordenadores, que los errores se debieran a la acción de polillas que entraban atraídas por la luz y el calor de las válvulas y tubos de vacío.
[7]
Enormemente recomendable en ese sentido el libro
“Value migration”
, de Adrian J. Slywotzky, un “clásico” publicado en 1995.
[8]
Literalmente, “If you talked to people the way advertising talked to people, they'd punch you in the face”. Hugh MacLeod en su blog, Gapingvoid, 9 de mayo de 2006.
[9]
Derivado del inglés “freak”, utilizado inicialmente para referirse a aberraciones de la naturaleza, la palabra fue evolucionando para referirse a personas que persiguen una afición o pasión de modo obsesivo, a seguidores devotos de una conducta determinada, o incluso a tener una relación directa con el uso de niveles avanzados de determinadas tecnologías.
[10]
Abreviatura de What You See Is What You Get (lo que ves es lo que obtienes), programas que mostraban en pantalla las cosas tal y como se suponía que saldrían después al ser interpretadas. Programas típicos de esa generación fueron por ejemplo el desaparecido FrontPage de Microsoft o el DreamWeaver de Macromedia (hoy Adobe).
[11]
Estrategia conocida en inglés como FUD (
Fear, Uncertainty and Doubt
).
[12]
La Ley de Moore predice el incremento de las prestaciones de los ordenadores, y afirma que cada 18 meses se duplica el número de transistores en un circuito integrado. Es una ley basada en la observación, y sus resultados se han cumplido razonablemente bien hasta el momento.
[13]
El Error 404 es el que devuelve un servidor cuando no encuentra el recurso solicitado por una petición.
[14]
Theodore Kaczynski, actualmente en cadena perpetua, es un matemático norteamericano que, entre los años 1978 y 1995 llevo a cabo el envío de dieciséis bombas por correo a objetivos no relacionados entre sí, provocando la muerte de tres personas y heridas a otras veintitres. Tras su captura, se descubrió que vivía en una cabaña en las montañas sin luz ni agua corriente, y que sus reivindicaciones estaban relacionadas con la protesta hacia el avance de la tecnología, lo que relaciona a Kaczynski con corrientes como el neo-ludismo y el anarcoprimitivismo.
[15]
Google Goggles, lanzado por Google en diciembre de 2009, ofrece precisamente esa posibilidad. Y si este pie de página le parece muy actualizado o incluso futurista a pesar de hablar de un producto que ya apareció, no se preocupe: en futuras ediciones de este libro tendremos que pensarnos si vale la pena mantener este pie de página aquí, o si ya contiene una información demasiado obvia.
[16]
En España, hablamos de asociaciones como la SGAE, definida por las encuestas de popularidad como la entidad más odiada del país , EGEDA (la patronal de los productores audiovisuales) o la Coalición de Creadores (que agrupa a todas ellas intentando hacer ver que concilia los intereses de los autores, cuando en realidad predominan claramente los de los editores). En Estados Unidos, sus equivalentes son asociaciones igualmente de enorme impopularidad, como la RIAA (responsable de miles de procedimientos de marcado matonismo judicial que han obligado a infinidad de usuarios a pagar para evitar ir a juicio), ASCAP o la MPAA.
[17]
En España hemos llegado a a ver, en Diciembre de 2009, cómo a un anteproyecto de ley de Economía Sostenible “le aparecía” de repente un punto dedicado expresamente a la propiedad intelectual en el que se vulneraban los derechos fundamentales de los ciudadanos, y que se pretendía que pasase como si lo hubiesen redactado originalmente y pasado por el Consejo de Ministros, una burla a la democracia tan alucinante que supera toda concepción de personas supuestamente decentes.