Los secretos de los ojos
Asegura el dicho popular que los ojos son los espejos del alma, y podría ser cierto, porque hay tanta información que le lega al cerebro a través de éstos… Aunque adquiramos todo tipo de conocimientos, no nos suelen enseñar nada específico acerca de la más básica de las comunicaciones no verbales, que es simplemente mirarse. Los ojos son tremendamente expresivos ya desde la infancia: los estudios muestran que con pocos meses de vida tendemos a dejar de sonreír si nuestros padres no nos miran a los ojos. La mirada es una toma de contacto muy clara y poderosa, que puede ser amistosa o no.
Empecemos por lo más básico. ¿Es mejor mirar a la gente de frente o desviar la mirada?
Buena pregunta, aunque la respuesta depende de lo que quieras conseguir. Porque cuando miras a alguien de frente, de forma abierta, le estás diciendo «aquí estoy, bienvenido». Pero si te pasas y miras demasiado fijamente, como escudriñándole, le puedes intimidar. Si no estáis seguros, una pauta es mirar por bloques: miráis de frente unos cuatro segundos, luego desviáis la mirada unos segundos más y volvéis a mirar. Podéis practicar mirando a la pared como si fuese la cara de alguien, luego desviáis la mirada, contáis hasta cinco y volvéis a mirar la pared, hasta que os sintáis cómodos con esta técnica.
Por ejemplo, ¿cómo debo mirar si quiero causar buena impresión en una entrevista de trabajo?
Eso está muy claro: en general, la gente tímida o torpe en lo social suele evitar mirar a los demás de frente, pero si quieres hacer legar un mensaje claro tienes que mirar al otro a los ojos al menos el 75 por ciento del tiempo mientras escuchas y al menos el 90 por ciento del tiempo mientras hablas. En diversas investigaciones se ha comprobado que cuando la persona que va a una entrevista de trabajo mira a los ojos a sus entrevistadores, tiene más posibilidades de conseguir el trabajo que si evita la mirada.
Y ahora vamos a imaginar que lo que yo quiero transmitir es que alguien me gusta…
Pues vamos a reventar el secreto de los grandes ligones. Si quieres flirtear, practica la mirada triangular: frente al otro, mira su ojo izquierdo, luego el derecho, luego los labios, y vuelta a empezar. También es potente la mirada-pausa: miras de frente mientras hablas y entonces pausas (es decir, dejas de hablar sin dejar de mirar), y luego sigues mirando y hablando. Sostienes la mirada y modulas la voz. El lenguaje de los ojos se traduce en muchos detalles. Por ejemplo, cuando el ojo necesita más luz la pupila se agranda, como les ocurre a los búhos, pero también se dilata la pupila cuando estás a gusto con alguien o algo. Así que si quieres saber cómo se siente el otro contigo, mira sus pupilas.
¿Por qué a veces nos sentimos incómodos mirando a los ojos de alguien?
Es verdad, cuando miramos a alguien fijamente puede resultar tan intenso y tan incómodo que uno de los dos desvía la mirada. Hay una teoría que lo explica así: tu cerebro tiene dos hemisferios; cada persona tiene un hemisferio más activo que el otro. Un hemisferio, el izquierdo, es más analítico y secuencial, y el otro, el derecho, es más emocional y menos lineal. El 80 por ciento de la población prefiere utilizar el hemisferio izquierdo y, por tanto, usa más la mano derecha. Y de la misma forma, todos tendemos a tener un ojo un ojo más dominante que el otro.
¿Cuál es mi ojo dominante?
Para descubrir tu ojo dominante te voy a dar una técnica sencillísima. ¿Te importa bostezar ahora? El ojo que se mantiene abierto cuando bostezas es tu ojo dominante. Cuando hay tensión o conflicto entre dos personas, tendemos a utilizar nuestro ojo dominante para mirarlo de frente y escondemos el ojo «suave» (éste se retrae físicamente). Por tanto, cuando quieres evitar que tu contrincante esconda su ojo «suave», mírale a ese ojo o mira entre sus dos ojos. En cualquier caso, evita su ojo dominante. Te sentirás más seguro.
Si estoy intentando levar una conversación seria con alguien, ¿dónde poso la mirada?
Si necesitas pensar, no mires al otro demasiado: pensamos mejor cuando no estamos mirando a los ojos de alguien. Cuando miras a los ojos de otra persona tu diálogo interno se ralentiza o se interrumpe.
¿Y si quiero distanciarme o acercarme a alguien?
Si estás con alguien de quien quieres distanciarte, mírale entre los ojos. En cambio, si quieres acercarte a alguien mírale directamente a los ojos; segregarás oxitocina, y eso crea una sensación de bienestar y por tanto de más cercanía. De hecho, dicen que mirar a los ojos de alguien que te parece atractivo ayuda a enamorarte… Y recuerda que si estás con alguien nervioso, puedes intentar calmarlo con la mirada.
Sugiéreme algo que pueda ayudarme a conectar con mi pareja.
Para fortalecer el vínculo con tu pareja hay una técnica que se llama «mirarse al alma»: cada uno mira al ojo suave del otro, mientras ambos respiran a la vez. Es una buena excusa para tomarse un tiempo para reconectar con el otro en silencio.
Estamos programados para comunicarnos y compartir emociones de forma consciente e inconsciente. Algunos gestos son tan corrientes, tan sencillos, que no les damos ninguna importancia. Y así nos perdemos una fuente de información y de comunicación que puede estar lena de significado. Un ejemplo del tipo de gestos que suelen pasar desapercibidos es lo que denominamos «micropicores». Vamos a descubrirlos.
Los micropicores revelan mucho acerca de ti
A veces, rascarse no es tan inocente como creemos. En particular, los micropicores son gestos que hacemos que delatan una emoción reprimida. Son gestos aparentemente inofensivos, parece que te estás rascando, pero en realidad revelan mucho acerca de ti o de tu interlocutor.
Por ejemplo, imagina que estás sentado en una cena bastante aburrida y quisieras irte; pero no puedes, tienes que quedarte un rato más. Como tienes el deseo de marcharte, el cerebro se adelanta a tus deseos y le manda a tus piernas la señal de partida, y entonces fluye más sangre a esa zona… La zona se dilata más de lo normal y eso crea un picor que tú rascas casi inconscientemente para aliviar la sensación. El picor suele durar unos cinco segundos y ocurre incluso antes de que te des cuenta de que estás deseando irte.
Es decir, ¿que a veces los gestos rutinarios no son inocentes?
Exactamente. Esa idea la explica el sinergólogo Philippe Turchet como una expresión del cuerpo que revela lo que pensamos de verdad. Si lees bien esa señal te anticiparás a los sentimientos del otro, y a tus propios sentimientos, incluso antes de que lo sepas de forma consciente.
¿Hay alguna parte del cuerpo más reveladora cuando me entra un micropicor?
Cuanto más se manifiesta el micropicor cerca del centro del rostro mayor es tu implicación. La nariz, en este sentido, es muy reveladora, como ya vimos en el caso de las señales que delatan a los mentirosos, aunque los micropicores también se dan en el pelo, los ojos, la barbilla, las orejas, la frente o la boca. En el cuerpo, el micropicor dice mucho también: fijaos por ejemplo si os rascáis en la cara interna del brazo o de la pierna —desvela sensación de bienestar— o en la cara externa, que en cambio sugiere malestar…
No sólo cuenta dónde te rascas, sino cómo.
Rascarse con la mano abierta muestra una mayor relajación frente a la situación o el interlocutor. Rascarse con el puño cerrado refleja un estado de estrés o concentración del pensamiento que impide la relajación. Y rascarse con el dorso de la mano es como una vuelta sobre uno mismo, una reflexión. Hay micropicores que delatan ansiedad o una pequeña inseguridad, pero hay otros que son verdaderas señales de alarma porque muestran enfado, a veces incluso intenso, y te están reclamando una reacción apropiada.
Empecemos por lo más leve, los micropicores que delatan inseguridad. Por ejemplo:
«No puedo hacer nada, lo siento mucho.»
«Me siento incómodo.»
«Creo que me estás mintiendo.
Lo que te estoy diciendo es mentira.»
«Tengo ganas de hacerlo pero no me atrevo.»
«Podría dar más, pero no me atrevo.»
Ahora vamos a empeorar un poco las cosas, vamos a ver qué micropicores delatan ansiedad… ¿Cómo crees que te rascarías si una situación te agobiase?