América (49 page)

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Authors: James Ellroy

Tags: #Histórico, Intriga

La limusina redujo la marcha. Las manos lo liberaron de esposas y grilletes.

Las manos lo arrastraron fuera del coche y lo arrojaron a una cuneta del South Side.

Unos negros vagabundos se acercaron y lo desplumaron. ¿Qué pasa, blanquito?

DOCUMENTO ANEXO: 18/12/60.

Nota personal de Kemper Boyd al Fiscal General Designado, Robert F. Kennedy.

Apreciado Bob:

Ante todo, felicidades. Serás un Fiscal General magnífico y ya veo a Jimmy Hoffa y otros colgando del palo mayor.

Hoffa merece un buen punto y seguido. El objeto de esta carta es recomendar al ex agente especial, Ward J. Littell, para un puesto de asesor del Departamento de Justicia. Littell (el Fantasma de Chicago que ha trabajado confidencialmente para nosotros desde principios de 1959) se graduó en Derecho summa cum laude por la universidad de Notre Dame en 1940, y obtuvo la licencia del Colegio Federal. Se le considera brillante en el campo de Estatutos Federales de Deportación, y traerá consigo una buena cantidad de pruebas contra la Mafia y contra el sindicato de Transportistas, conseguidas recientemente.

Comprendo que Littell, en su actividad anónima, ha estado fuera de contacto con nosotros desde hace cierto tiempo, pero tengo la esperanza de que eso no haya apagado el entusiasmo que te inspiraba. Ese hombre es un abogado magnífico y un decidido luchador contra el crimen.

Cordialmente,

Kemper

DOCUMENTO ANEXO: 21/12/60.

Nota personal de Robert F. Kennedy a Kemper Boyd.

Querido Kemper:

Con respecto a Ward Littell, mi respuesta es un rotundo no. El señor Hoover me ha enviado un informe que, aunque algo parcial quizás, ofrece un convincente retrato de Littell como un alcohólico de tendencias ultraizquierdistas. El señor Hoover me adjunta también pruebas que señalan que Littell recibía sobornos de miembros de la mafia de Chicago. Esto, para mí, resta credibilidad a sus supuestas pruebas contra la mafia y contra los transportistas.

Comprendo que Littell es amigo tuyo y tengo presente que hizo un buen trabajo para nosotros en esa ocasión pero, con franqueza, no podemos permitirnos el menor desliz entre los designados en nuestros nuevos nombramientos.

Demos por zanjado el asunto Littell. Lo que sigue en pie es la cuestión de tu empleo en la Administración. Creo que te sentirás satisfecho con lo que hemos pensado el Presidente electo y yo.

DOCUMENTO ANEXO: 17/1/61.

Carta personal de J. Edgar Hoover a Kemper Boyd.

Apreciado Kemper:

Felicidades por triplicado.

En primer lugar, tu reciente táctica de evasión ha sido de una eficacia soberbia. Segundo, tu comentario sobre Marilyn Monroe me ha llevado de cabeza mucho tiempo. ¡Vaya leyenda has creado! ¡Con un poco de suerte, entrará en lo que
Hush-Hush
llamaría el «Panteón del Mirón»!

Tercero, ¡bravo por tu nombramiento como asesor ambulante del Departamento de Justicia! Mis contactos me dicen que te concentrarás en las violaciones del derecho al voto en los estados del Sur. ¡Qué conveniente! ¡Ahora podrás defender a negros izquierdistas con la misma tenacidad con la que aprecias a los cubanos derechistas!

Creo que has encontrado tu ocupación. Me cuesta imaginar un trabajo más adecuado para un hombre con un código de lealtades tan laxo como el tuyo.

Espero que tengamos ocasión de volver a ser colegas.

Como siempre,

JEK
58

(Nueva York, 20/1/61)

Había estado llorando y las lágrimas le habían estropeado el maquillaje.

Kemper entró en el recibidor. Laura se ajustó la bata y se apartó de él.

Le traía un ramillete de flores.

–Voy a la Gala Inaugural. Volveré dentro de unos días. Ella no hizo caso de las flores.

–Me lo imaginaba. No pensaba que te hubieras puesto ese traje para impresionarme.

–Laura…

–A mí no me han invitado. Pero a algunos vecinos míos, sí. Hicieron una donación de diez mil dólares para la campaña de Jack.

El maquillaje se le corría cada vez más. Toda su cara parecía descompuesta.

–Volveré dentro de unos días. Hablaremos entonces.

Laura señaló una cómoda.

–Hay un cheque de tres millones de dólares en el primer cajón. Es mío, si no vuelvo a tener contacto con la familia.

–Lo puedes romper.

–¿Tú lo harías?

–No puedo contestar a eso.

Laura tenía los dedos manchados de nicotina. Había dejado ceniceros rebosantes de colillas a plena vista.

–¿Ellos o yo?-preguntó Laura.

–Ellos -respondió Kemper.

PARTE III

CERDOS

59
Febrero – noviembre de 1961

DOCUMENTO ANEXO:7/2/61.

Memorándum de Kemper Boyd a John Stanton.

Marcado: «Confidencial. Entrega en mano.»

Febrero – noviembre de 1961

John:

He estado presionando sutilmente al Hermano Pequeño y a unos cuantos ayudantes de la Casa Blanca para sonsacarles información y lamento informarte de que, hasta la fecha, el Presidente se muestra ambiguo respecto a nuestros planes de invasión. Según parece, la inminencia de nuestros proyectos lo tiene indeciso. Es evidente que no quiere afrontar algo tan delicado cuando lleva tan poco tiempo al frente de la Administración.

El Presidente y el Fiscal General Kennedy han despachado con el director Dulles y con el director adjunto Bissell. El Hermano Pequeño asiste a muchas reuniones presidenciales de alto nivel y parece claro que está convirtiéndose en el principal consejero del Presidente en todos los temas urgentes. Para consternación de algunos amigos nuestros, Robert Kennedy sigue concentrado en el crimen organizado y parece desinteresado por el tema cubano. Según mis contactos, el Presidente no lo ha puesto al corriente de la situación de «todo a punto» de nuestros planes de invasión.

El campamento de Blessington ya está en situación de alerta. Se han suspendido los ciclos de instrucción de reclutas y, desde el 30/1/61, las cuarenta y cuatro literas están ocupadas por milicianos escogidos de otros campos de instrucción y específicamente entrenados en las tácticas de la guerra anfibia. Esos hombres constituyen ahora la Fuerza de Invasión de Blessington. Pete Bondurant y Douglas Frank Lockhart los están sometiendo a rigurosas maniobras diarias e informan de que la moral es muy alta.

La semana pasada visité Blessington para comprobar que todo estaba preparado para pasar a la acción antes de la visita de inspección del señor Bissell, el próximo 10/2/61. Me satisface decir que Pete y Lockhart han llevado las cosas de manera sobresaliente.

En estos momentos, las lanchas para el desembarco están amarradas en embarcaderos camuflados construidos por obreros reclutados entre los miembros del capítulo del Klan que preside Lockhart. Chuck Rogers le ha dado un curso de repaso de pilotaje a Ramón Gutiérrez, como parte de un plan urdido por Bondurant para hacer pasar a Gutiérrez por desertor cubano y que aterrice en Blessington el día de la Invasión con fotografías trucadas de atrocidades castristas para filtrarlas a la prensa como si fueran auténticas. Armas y munición están inventariadas y preparadas. Se está disponiendo una ensenada, a algo menos de un kilómetro del campamento, para alojar las tropas que compondrán la fuerza de invasión de Blessington. El emplazamiento deberá estar a punto el 16/2/61.

Ahora tengo libertad para ir a Florida de vez en cuando, sobre todo porque los hermanos se han tragado la explicación que les di hace un año, respecto a que el señor Hoover me había forzado a espiar a los grupos anticastristas de la zona de Miami. Mi tarea actual en el Departamento de Justicia -investigar las acusaciones de los negros a los que se ha impedido ejercer el derecho de voto-debería tenerme secuestrado en el Sur durante un tiempo. Solicité este destino concretamente por su proximidad a Miami y a Blessington. Mi origen sureño convenció al Hermano Pequeño para darme el trabajo. Yo mismo he escogido mis primeros distritos electorales a investigar y me he decidido por la zona en torno a Anniston, Alabama. Hay ocho vuelos comerciales diarios a Miami, lo cual hace que pueda saltar de un trabajo al otro en cuestión de hora y media. Si me necesitas, llama a mi servicio de mensajes de Washington o ponte en contacto directo conmigo en el motel Wigwam, en las afueras de Anniston. (No digas lo que estás pensando: ya sé que es un lugar indigno de mí.)

Permíteme insistir una vez más en la importancia de ocultar al Hermano Pequeño cualquier vinculación entre la Agencia y la Organización. Cuando el Hermano Mayor lo nombró Fiscal General, me quedé tan sorprendido y decepcionado como nuestros colegas sicilianos. Su fervor contra la Organización no ha hecho sino aumentar y no queremos que se entere de que los señores C.M., S.G. y J.R. han donado dinero a la causa, ni tampoco de la existencia de nuestro negocio callejero en Miami. Por el momento, basta. Nos veremos en Blessington el 10/2.

DOCUMENTO ANEXO: 9/2/61.

Memorándum de John Stanton a Kemper Boyd.

Marcado: «Confidencial. Entrega en mano.»

Kemper:

He recibido tu escrito. Parece que todo está de primera, aunque me gustaría que el Hermano Mayor no tuviera tantas dudas. He añadido unos cuantos retoques a nuestro plan básico de invasión para Blessington. ¿Querrás darme tu opinión cuando nos encontremos para la inspección?

1) He designado a Pete Bondurant y a Chuck Rogers para coordinar la seguridad en Blessington y las comunicaciones entre el campo y otros puntos de embarque en Nicaragua y Guatemala. Rogers puede volar de un campamento a otro y creo que Pete será especialmente eficaz como delegado volante para el mantenimiento del orden.

2) Teo Páez ha incorporado a un nuevo recluta, Néstor Javier Chasco, nacido el 12/4/23. Es un individuo a quien conoció en La Habana cuando Teo dirigía una red de informadores para la United Fruit. Chasco se infiltró en numerosos grupos de izquierda y en una ocasión frustró el intento de asesinato de un ejecutivo de la compañía.

Cuando Castro tomó el poder, Chasco se infiltró en la operación de tráfico de heroína que desde la isla había montado Raúl Castro e hizo llegar parte de la droga a los rebeldes anticastristas, los cuales, naturalmente, la vendieron para comprar armas con los beneficios. Chasco es un experimentado traficante, un experto interrogador y un tirador de primera, preparado en el ejército cubano, a quien el presidente Batista puso a disposición de diversos líderes de gobiernos de América del Sur. Según Teo, Chasco asesinó a catorce insurgentes izquierdistas por lo menos entre los años 1951 y 1958.

Chasco, que ha estado viviendo de la venta de marihuana, escapó de Cuba en barca el mes pasado. Se puso en contacto con Páez en Miami y le pidió que le encontrara trabajo al servicio de la causa. Teo lo presentó a Pete Bondurant y más tarde me describió la reunión como «un amor a primera vista».

Pete no podía ponerse en contacto contigo, de modo que lo hizo conmigo y me recomendó que diéramos enseguida un empleo a Néstor Chasco en Blessington y en el negocio de Miami. Conocí a Chasco y quedé muy impresionado. Lo contraté inmediatamente e hice que Pete lo presentara a los demás miembros del grupo de elite. Páez me dijo que las reuniones fueron amistosas. Chasco está aprendiendo los intríngulis del negocio y también trabaja en Blessington como instructor. Se encargará de moverse entre Blessington, Miami y nuestras instalaciones oficiales en Guatemala y Nicaragua; un inspector que estaba de paso en Blessington tomó nota de sus dotes como instructor y se apresuró a elevar una petición personal directamente al señor Bissell.

Conocerás a Chasco durante la inspección. Creo que tú también quedarás impresionado.

3) Durante el periodo crítico previo a la invasión, quiero que Chasco y tú patrulléis los puntos de venta habituales del grupo de elite en Miami. Nuestras fuentes en la isla esperan que el espionaje cubano filtre algún dato respecto al plan de invasión y quiero asegurarme de que los grupos procastristas de la ciudad no intentan golpearnos en un momento en que nos imaginan concentrados únicamente en la logística de la invasión. No creo que te resulte difícil hacerlo. Miami es accesible desde Anniston y puedes decirle al Hermano Pequeño que el señor H. te envía a Florida a controlar las actividades procastristas.

Terminaré con una petición embarazosa.

Carlos M. ha donado trescientos mil dólares adicionales para armas a Guy Banister. Ese hombre es un gran amigo de la causa, y el Hermano Pequeño le infunde un temor muy profundo (y justificado, en mi opinión). ¿Podrías averiguar qué planes tiene Bobby respecto a Carlos?

Te agradezco anticipadamente que te intereses por esto. Nos veremos mañana en Blessington.

John

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(Blessington, 10/2/61)

Vista a la izquierda, vista a la derecha. Presenten armas, abrir los seguros… veamos esas cámaras de M-1 limpias de polvo.

El campo de ejercicios refulgía bajo el sol. Los hispanos se movían como animadoras: todos los giros y movimientos de armas perfectamente sincronizados.

Lockhart marcó el paso. Néstor Chasco hacía de abanderado. La bandera de las barras y estrellas y el estandarte con el monstruoso pitbull terrier ondeaban al viento.

Pete encabezó una comitiva de inspección en traje de gala. Tras él se encontraban Richard Bissell y John Stanton, dos civiles fornidos con trajes de lana peinada.

La tropa llevaba uniformes de campaña impolutos y cascos cromados. Fulo, Páez, Delsol y Gutiérrez, como oficiales de la unidad, ocupaban un lugar destacado a un costado de la formación.

Boyd seguía la escena desde el embarcadero. No quería que unos reclutas conocieran su cara.

Pete pasó revista al armamento. Bissell repartió palmaditas y sonrisas. Stanton reprimió un bostezo, conocedor de que todo aquello eran meras relaciones públicas.

–¡Armas al hombro! – mandó Lockhart-. ¡En posición de salvas de ordenanza! ¡Fuego!

Cuarenta y cuatro fusiles dispararon. Chasco avanzó diez pasos al frente, dio media vuelta y saludó, inclinando las banderas hasta donde le alcanzaba el brazo.

–¡Descansen armas! – mandó Lockhart. Los hombres bajaron los fusiles uno a uno con un elegante efecto de ola.

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