El alfabeto de Babel (52 page)

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Authors: Francisco J de Lys

Tags: #Misterio, Historia, Intriga

El portavoz del Vaticano comprendió al instante la estrategia de Catherine.

—¿A qué dos cardenales se refiere?

—A aquellos dos de allí. ¿Los ve? —Catherine señaló hacia la zona del umbráculo iluminada parcialmente por una farola—. Los reconocerá porque uno de los dos es relativamente joven para tratarse de un cardenal y es muy alto y delgado.

—Se llama Fedor Münch. Es uno de los cardenales más influyentes de la curia romana, y la persona que está conversando con él es el cardenal secretario de Estado: Honorio Nicodemius, «el número dos» del Vaticano después del Papa.

—Quisiera hablar con él —dijo Catherine de un modo taxativo.

El portavoz sonrió levemente, con su pose de galán anticuado.

—Me temo que eso no es posible…

—¿Ha oído hablar en alguna ocasión del pie de Tiziano?

Al portavoz se le congeló la sonrisa en la cara.

—Yo no puedo contestar a esa pregunta —se limitó a decir.

—Por esa razón, es usted portavoz —aseguró Catherine—. Muy sagaz. Sería como reconocer implícitamente que admitía la leyenda. De cualquier manera le ayudaré.

Catherine sacó de su bolso una hoja; en cuanto el portavoz la vio, no pudo evitar descomponer el rostro. No podía dar crédito a lo que aquella mujer le estaba mostrando.

Vio una amarillenta hoja arrancada de un libro; dibujada en ella había una faltriquera llena de monedas de oro, un reloj de mano, un catalejo y un sombrero pirata sobre el que podía leerse:

SEXTA PARTE

LA ISLA DEL TESORO

R. L. STEVENSON

EL CAPITÁN SILVER

El portavoz de la Santa Sede se quedó literalmente perplejo al ver lo que Catherine le estaba mostrando. «¿Qué clase de broma de mal gusto es ésta?» De repente, su expresión demudó al contemplar el dibujo que había debajo, realizado mediante la técnica de repasar con la punta del lápiz un objeto sólido con un papel situado encima de él, para que se grabara el contorno, perfectamente pentagonal, y un texto.

—Prepararé una discreta entrevista con el secretario de Estado de inmediato —concluyó el portavoz.

57

El programa informático había dado paso a una pantalla donde podía verse el cuadro
La torre de Babel,
de Brueghel, y en dos columnas laterales, diferentes menús con datos históricos, artísticos y arquitectónicos. Grieg miró su reloj y se dio cuenta de que apenas disponía de quince minutos.

«Tengo que ser muy selectivo», pensó mientras estudiaba los pequeños rectángulos luminosos.

Entró, uno por uno, en todos los apartados, barriendo con la mirada y buscando la información que creyó más esencial.

Accedió a la carpeta de etemenankis:

…La pequeña torre de Babel.
Rotterdam. Museum Boymans-Van Beunigen. 60 x 74,5 cm. Año 1563. Perfecto estado de conservación […] en el reverso del cuadro se puede apreciar el blasón de Isabel de Farnesio de Parma, esposa del rey Felipe V de España […] muchos estudiosos la consideran el símbolo de la locura humana […] Brueghel demuestra admirables conocimientos arquitectónicos, tanto técnicos como artesanales y hace una reinterpretación gigantesca del Coliseo romano…

Grieg continuó escudriñando el programa.

Pulsó la palabra «durate» y apareció la divisa de Antoine Perrenot de Granvela: «… significa dureza, tenacidad, fortaleza…». Pulsó «Granvelanus» y aparecieron una serie de monedas con la imagen de Perrenot y los museos donde se encontraban.

—¡Esto no es lo que busco! —dijo, dudando en qué apartado entrar de nuevo.

En «Pieter Brueghel» encontró la reproducción gráfica de todas sus obras, y las de sus dos hijos, llamados Pieter,
el joven,
también apodado «el Infernal», y Jan,
el Viejo,
también conocido como «el Aterciopelado».

Siguió leyendo a toda velocidad.

Ante sus ojos aparecieron estudios demográficos del Amberes de tiempos de Brueghel y de la difícil convivencia entre católicos, calvinistas, luteranos y anabaptistas. Datos biográficos de la esposa de Brueghel, Mayken, hija de su antiguo maestro Pieter Coek. Estudios de simbología de la torre, como la carta 16 del tarot, y tratados arquitectónicos donde se comparaba el influjo de la mezcla de estilos románico y gótico con que estaba pintada
La torre de Babel,
de Brueghel, con el estilo neogótico de Gaudí.

Grieg detestó el «tempo andante y con moto» que parecía haberse apoderado de la sinfonía de su vida desde que Catherine irrumpió en ella. Él era mucho más del «allegro ma non tropo» con el que acostumbraba a vivir.

No disponía de tiempo para analizar todo aquel inmenso caudal de información.

«¡Es imposible!»

De nuevo, pulsó otro archivo: «Dante». Apareció un maravilloso estudio de unas cincuenta páginas sobre citas donde se mencionaba la torre de Babel en la
Divina Comedia:


torre de Babel XXIII135.
Aquí se vive y se goza del tesoro que se adquirió llorando en el exilio de Babilonia do dejóse el oro.
Nemrod XII34 y 36 Purgatorio.
Vi a Nemrod con su obra, delirantes miradas dirigiendo aquellas gentes que en Señar también fueron arrogantes. En Señar se empezó a edificar la torre de Babel…

Grieg interrumpió de inmediato la lectura. No quiso abandonarse en lo sublime de aquel texto, y se alejó de él.

El reloj marcaría muy pronto las diez de la noche.

Vio estudios de relojes de sobremesa del siglo XVI comparados cor» los que aparecían en las pinturas de Tiziano, junto a los del papa Sixto V, que también los coleccionaba: «… reloj pautador del tiempo…». Entró en el apartado: «Pentágono», pero de inmediato se percató de que la complejidad de aquellos estudios estaban fuera del tiempo de que disponía. Vio dos medidas de peso que empleaban los romanos para las balanzas: «… peso estimado entre valores dodrans 9/12 272, 80 y Deunx 10/12 300,08…». Junto a esa medida había un riguroso estudio geométrico acerca del «… pentágono regular perfecto…», con diferentes polígonos inscritos y circunscritos a circunferencias y pentágonos con las medidas de los radios y los lados expresados en milímetros. Grieg empleó dos segundos en observar el «viejo cenicero» de mármol rojo de su niñez que reposaba a su lado.

«No aparece la palabra Chartham por ningún lugar.» Entonces, pulsó el nombre de la universidad donde Catherine había dicho que ejercía de profesora:

La Universidad D'Artois tiene su origen en la de Douai, que fue fundada por Antonio Perrenot de Granvela en 1562, y que fue traslada a Lille a finales del siglo XIX. Se creó a resultas de la unificación de las tres antiguas universidades de Lille […] en la sede de Arras está la Facultad de Historia y Geografía…

Junto a ese apartado, figuraba el nombre de Henry Deuloffeu, del que le había hablado Catherine en el hotel Arts:

… El fundador de la biblioteca de Besançon fue el abad Boisot y fue instituida en 1694 […] la adquirió el abad de Saint Vicent […] los condes de La Baume-Saint Amour se llevaron pieza a pieza todo el patrimonio de los Granvelle, excepto las pinturas que la familia conservaba en uno de los flancos de L'Eglise des Carmes, donde Perrenot fue enterrado […] durante el periodo de la Revolución francesa los restos de Antonio Perrenot de Granvela fueron aventados por una enfervorizada multitud que […] en un ataque que nunca fue esclarecido totalmente…

Grieg entró en el árbol genealógico completo de los Perrenot y comprobó que la línea se extinguía en la figura del hermano del cardenal Granvela, Tomás Perrenot de Chantonay, que murió en 1571 y dejó un hijo de nombre Francisco, que, a su vez, tuvo una hija que emparentó con los Oiselet y del que nació Tomás Francisco de Oiselet. A la muerte de éste (1637) los bienes de la familia pasaron a Jacobo Nicolás de La Baume Saint-Amour, hijo de la única hija de Federico Perrenot, nacido en Barcelona en 1536 y fallecido en 1600 en Dole y que era hermano de Tomás Perrenot de Chantonay y de Antonio Perrenot de Granvela.

«Datos históricos», pensó, y vio pasar ante sus ojos docenas de libros antiguos con cantoneras y bullones. Estudios de numerosos pliegos de mapas y cartivanas. Antiguos tratados de arquitectura. En el apartado «Alquimia» se analizaba el interés en la materia que demostró en vida Perrenot de Granvela:

… Doménico Pizzimenti, Karl Wittestein y Franzis Rossellet le dedicaron sus trabajos alquímicos […] en la biblioteca de Besançon se conserva un manuscrito de Antonio Perrenot que contiene extractos del
Compendium,
de Paracelso, clásico traducido por Jacques Gohory. […] en 1570 Granvela patrocinó las actividades alquímicas más prestigiosas y secretas en su tiempo, llevadas a cabo por Nicolás Guibert, que…

Grieg sintió que el tiempo se agotaba.

No había ningún fichero que hiciera referencia a la Chartham. Miró el reloj. Quedaban apenas diez minutos para que el programa se desintegrase.

«¡Tengo que encontrar el lugar del fichero encriptado! Pero ¿dónde se esconde?»

La torre de Babel del menú principal volvió a aparecer en la pantalla del ordenador portátil y se reflejó en su rostro. Tuvo la impresión de que las siete mil diminutas figuras que parecían trabajar y moverse en la gigantesca torre se burlaban de él.

En todos los idiomas de la Tierra.

Parecían señalar hacia unos dígitos que, en progresión descendente, se aproximaban de un modo implacable al cero.

00.11.11… 00.11.10… 00.11.09…

58

Junto a un estanque ovalado de aguas verdosas, donde se reflejaban las copas de los cedros del Himalaya y las encinas, el cardenal secretario de Estado Vaticano, Honorio Nicodemius, continuaba conversando con el cardenal Fedor Münch, mientras paseaban envueltos en la discreta reserva que les proporcionaba la tupida vegetación de los jardines del Palau de Pedralbes, con la agradable temperatura que ofrecía la noche.

—La verdad es que su presencia en la comitiva ha sido una grata sorpresa de última hora, cardenal Münch —dijo el secretario de Estado.

—Dejémonos de cumplidos, eminencia. Deseo conocer las razones de Estado que le han impulsado a hacer este viaje relámpago a Barcelona, máxime teniendo en cuenta la grave enfermedad que padece Su Santidad.

—Como buen príncipe de la Iglesia, siempre tan pendiente de la salud del Papa.

—Insisto, eminencia. Observo con inquietud un poderoso movimiento curial encauzado a «eliminar la paja húmeda» —dijo el cardenal Münch, en referencia a que en el próximo cónclave la elección del Papa podría ser muy rápida.

—No debemos inquietarnos, porque, a pesar de la muy avanzada edad de Su Santidad, hasta que todos nos aislemos del mundanal ruido en Santa Marta, puede transcurrir mucho tiempo —repuso el cardenal Nicodemius, que hizo alusión a la residencia, muy próxima a la Capilla Sixtina, donde descansan los cardenales durante el cónclave.

—Me gustaría saber cuál es el motivo real para que el recinto de este palacio parezca esta noche un pequeño
Ager Vaticanus,
o quizá peor, casi lo definiría como «el apartamento» —criticó Münch, en relación con el último piso de los Palacios Apostólicos, donde reside la corte vaticana.

—Eminencia, nunca he compartido esa forma que tiene de referirse a…

—Me ha comprendido perfectamente, ¿no es cierto? —El cardenal Münch miró su reloj—. El Vaticano es el único Estado del mundo al que se accede por una puerta y no por una frontera. A las once de la noche, cerrarán sus tres accesos y las espadas y las alabardas protegerán la Cittá, pero estas puertas… —dijo, refiriéndose a las del Palau de Pedralbes— permanecerán abiertas toda la noche. ¿Comprende lo que le estoy diciendo?

—No tema, eminencia —Nicodemius dibujó una sonrisa huidiza—, la gran estatua de San Pedro situada a la entrada de la Basílica continuará portando las dos llaves en la mano cuando retornemos.

—Me refiero a las informaciones que sibilinamente se han ido filtrando en el Vaticano, durante meses, de que un gran «descubrimiento» había tenido lugar en Barcelona; algo relacionado con lo que su eminencia y yo sabemos. —El cardenal Münch mostró un semblante muy tenso al pasar junto a la estatua de piedra de una diosa, situada junto a un estanque cuadrangular, ribeteado de blanco y rodeado de cipreses—. Esa música cortesana que llega hasta mis oídos y la reunión que está programada por Natsumi Oshiro, créame, despierta en mi espíritu inquietud y un profundo desasosiego.

—Vamos…, vamos…, cardenal Münch. Todo eso no son más que habladurías… De cualquier «rumor» sin fundamento hace usted una «cuestión vaticana». —El secretario de Estado volvió a dibujar en su rostro una fugaz sonrisa—. Deseamos fervientemente que su eminencia se una a nosotros y contribuya a demostrar que la frase: «Cardenales: amigos inútiles; enemigos terribles» es una maledicencia sin fundamento alguno. Está invitado al pequeño
congressus
que tendrá lugar esta noche.

—Mi participación me comprometería —aseguró el cardenal Münch frente a un enorme jarrón de piedra en que había esculpidas escenas mitológicas del jardín de las Hespérides.

—¿Por qué?

—Vamos, Nicodemius… Antes de que se destruya el Anillo del Pescador y su sello de plomo, la mayoría de los miembros del Colegio Cardenalicio comparten la misma visión de la Iglesia que tiene Su Santidad, ya que la inmensa mayoría fueron elegidos por su expresa voluntad. —Fedor Münch, durante unos segundos, fijó la vista en la segunda planta del Palacio de Pedralbes y pudo ver, frente a un ventanal, como el portavoz del Vaticano conversaba con una mujer rubia—. Aquí, esta noche, corre un «aire frío», que mezclado con los rumores de que ha aparecido el cartapacio que se perdió en 1926…

—De nuevo vuelve a hacer gala de… No irá a dar crédito a esa historia sin fundamento… No vea lémures donde no los hay. Le invitamos a que se una a nuestro espíritu conciliar, eminencia. Podría ser un soporte espiritual básico, incluso podríamos…

—No se esfuerce —le interrumpió el cardenal Münch, que mantuvo en todo momento el tono sereno de su voz—. Pienso demostrar que aquí, y esta noche, en esa «reunión» a la que asistirán cardenales, obispos de significativas diócesis y prefectos de los más importantes dicasterios, que con argumentos más que probablemente baladíes, programados desde hace años, en un plan perfectamente orquestado…, querrán demostrar que han encontrado en Barcelona ese mito pagano de la Chartham y que obra finalmente en su poder. Lo filtrarán veladamente para intentar desestabilizar el próximo cónclave. Ahora mismo deberían desconvocar esa «reunión» que está planeada para esta noche.

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