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Authors: José García Abad

Tags: #Política

El Maquiavelo de León (31 page)

Así que el navarro hace mutis por el foro y son otros los que tienen que ponerse colorados ante los alemanes. Alegan que aunque el gobierno estaba a favor de ellos, la CNE, que es un órgano independiente, no lo autoriza. ¿Qué pretendía la CNE, enredar o simplemente ganar tiempo?

Lo cierto es que recibió instrucciones. Un «contra dios» que la dejó como unos zorros; perdió una credibilidad que no ha recuperado desde entonces.

El ejecutivo hace llegar a EON y a las autoridades alemanas, sin embargo, que la decisión de la CNE se puede recurrir ante el ministerio y que entonces el gobierno propondrá una salida semejante a la propuesta por Solchaga. Pero, cuando el nuevo encargado de negociar con EON, el secretario de Estado de Economía David Vegara, está llegando a una solución, aparecen la operación de Acciona de compra de acciones de Endesa y la propuesta de la eléctrica pública italiana Enel. Todo es un conjunto de despropósitos. Si es cierto lo que me dicen fuentes de EON de que cuando Bernotat acude a La Moncloa perplejo y dolorido por la forma en que lo han tratado en un país amigo, le dicen que vaya a por Iberdrola, la otra gran empresa española que aún sigue siendo española, sería una vergüenza. Cuando el presidente del Gobierno español recomienda a los alemanes que recurran sus decisiones, las del gobierno español; y cuando después de que éste se ponga tan virtuoso en las altas razones estratégicas que impiden que EON controle la luz de los territorios ultraperiféricos, ahora resulta que la responsabilidad de la red canaria es de una empresa pública italiana, me parece que se han pasado todos los límites de la arbitrariedad hasta llegar al ridículo que es lo último en lo que puede caer un gobierno.

En relación con la aparición en escena de la propuesta finalmente vencedora hay dos cuestiones a dilucidar. Primera: ¿Miguel Sebastián se pone en contacto con José Manuel Entrecanales para que frene la opa de EON? Y segunda: ¿Quién llama a los italianos de Enel para que se alíen con Acciona para hacerse con el control de Endesa?

Respecto a la primera cuestión, tanto Miguel Sebastián como José Manuel Entrecanales, de manera independiente, me aseguran que éste se hizo con el paquete de la eléctrica por propia iniciativa, porque vio la posibilidad de hacer un buen negocio. Sólo cuando ha comprado el primer gran paquete de la compañía, Entrecanales se lo comunica a Sebastián. Aquél me proporciona multitud de detalles sobre la operación. Fue un amigo, banquero quien le llamó la atención sobre la posibilidad de hacer un buen negocio complementario al gran proyecto industrial de Acciona y arriesgando poco. El banquero le explica:

—Mira, José Manuel, Bernotat ha condicionado su opa a conseguir la mitad de las acciones de Endesa. Si observas su estructura del capital te darás cuenta de que si tú te haces con un 20 por ciento, Bernotat tendría difícil concluir la operación. En ese caso hay dos posibilidades: que el alemán tenga que pactar contigo la compra de tus acciones o tenerte de socio en la nueva Endesa; o renuncia a la opa y tú te haces con el control de la primera eléctrica del país. No tienes nada que perder. En efecto, Caja Madrid poseía un paquete del 10 por ciento; la Sepi un 5; el Grupo Caixa, un 3, y entre otros grupos afines pueden juntar entre un 5 y un 10 por ciento. A Entrecanales se le encienden los ojos: Si consigo un 20 por ciento —cavila— puedo buscar una alianza con los tenedores españoles de acciones y liderar un grupo español que se quede con Endesa, en el que, desde luego, no puede faltar Caja Madrid. Y entonces ya pueden irse los alemanes con su opa a otra parte. Su proyecto era ambicioso, pero viable:

—Nos habríamos quedado con Endesa, eventualmente la juntaríamos con la división energética de Acciona, con nuestras renovables, Endesa apenas tenía, y habríamos hecho una de las mejores eléctricas del mundo —señala José Manuel Entrecanales—. Habría realizado la ambición empresarial de toda mi vida y una de las de mi padre y mi tío: consolidar un gran grupo energético español. Para nosotros habría sido la operación del siglo, de una lógica aplastante, y nos daba a la familia una estabilidad para poder aguantar al menos otra generación.

La operación, desde luego, era redonda desde la perspectiva de los Entrecanales, y buena para la industria nacional, que no perdía una de sus empresas emblemáticas. En el peor de los casos conseguían que los alemanes subieran la opa ganando cuatro euros por acción. José Manuel no logra el desiderátum porque Caja Madrid, que era esencial para la formación del grupo español, prefiere vender su paquete al alemán antes que favorecer lo que su presidente, Miguel Blesa, estimaba una nueva treta gubernamental para despedir a Pizarra y controlar a los nuevos gestores de la eléctrica.

Hay que recordar que en torno a la cruzada predicada por Pizarra se habían movilizado los cuarteles generales del Partido Popular, con José María Aznar a la cabeza; tampoco hay que olvidar que Miguel Blesa fue puesto en su sillón, uno de los más deseables, por José María Aznar. Así de politizado estaba el asunto.

No obstante, el grupo popular no era un bloque tan homogéneo como pudiera parecer. A Esperanza Aguirre le parecía muy bien la operación de José Manuel Entrecanales, el «Príncipe Valiente», como alguna vez le llamaba Rodrigo Uría, buen amigo de Entrecanales y su principal asesor en la operación. La lideresa presionó a Caja Madrid para que se quedase con el grupo español, pero Blesa seguía mandando en la caja a pesar de los intentos de Aguirre para desalojarle, y optó por lo que le sugería Aznar, muy amigo de Pizarra.

El caso es que Entrecanales no consiguió la alianza nacional que proyectaba porque el Partido Popular dio instrucciones para que esta operación no saliera adelante. El que fuera vicepresidente de Inditex, Manuel Jové, el gallego que se salvó de la burbuja inmobiliaria colocando Fadesa a Fernando Martín por 2.200 millones de euros; y algún otro grupo afín que quería entrar en la operación pidieron permiso al PP, y en el partido les dijeran claramente que no querían que la operación saliera adelante. Fue entonces cuando se le aparecieron a José Manuel los italianos.

—Lo que es mentira —me asegura con la mayor vehemencia Entrecanales— es que me llamara Miguel Sebastián para decirme que comprara. No sé cómo se ha extendido tanto semejante leyenda. Si a mí me hubieran llamado hubiera dicho que no, entre otras razones porque si esta operación la promovía el gobierno no iba a conseguir que Caja Madrid se uniese al grupo, que era una condición sine qua non para el triunfo de nuestro proyecto. Estábamos en septiembre: Luego, ya en el mes de febrero o marzo, aparecen los italianos, y aunque no me consta, es posible que ahí interviniesen miembros del gobierno, entre otros motivos porque Enel es una empresa controlada por el Estado italiano, y por lo tanto era inevitable que las conversaciones se elevasen a ese nivel. En efecto, como indicaba antes, fue David Taguas, director de la Oficina Económica del Presidente, quien trajo a los italianos de Enel, para lo que giró continuas visitas a Roma, donde se entrevistaría con Fulvio Conti, consejero delegado de la energética pública, y con Romano Prodi, primer ministro italiano.

—Un domingo por la tarde recibo una llamada a mi móvil. «¿Eres José Manuel? Oye, soy Fulvio Conti y estoy en Madrid… ¿nos podemos ver esta noche?». Yo le dije: «Pues sí, es domingo, así que estoy libre». Y a partir de entonces José Manuel mantiene conversaciones a dos bandas, con Conti y con Bernotat. Entrecanales había mantenido dos reuniones con los alemanes en Suiza, para que fuera en un lugar neutral. Pero Bernotat se mostró poco flexible, no quería atender ninguna propuesta; sólo hablaba de dinero, estaba convencido de que Entrecanales vendería, cobraría su plusvalía y a otra cosa.

—Sin embargo, no es verdad que nosotros tuviéramos un pacto con los italianos. Negociamos con ellos a cara de perro. Yo no tenía la más mínima intención de darles la gestión de la compañía. La cosa estaba clara: si no conseguía un pacto de permanencia con los italianos, vendía a los alemanes y me iba a casa. Lo que no estaba dispuesto de ninguna manera era a codirigir la empresa. No creo en esta fórmula. Era muy difícil codirigir un cambio en Endesa, como para además intentar hacerlo con una empresa semipública y potencial competidora, imposible. Así que les dije que si ellos tenían el 66 por ciento de Endesa era porque lo habían querido, que no era necesario, que podían tener el mismo paquete que nosotros y conjuntamente sumar el 51 por ciento, es decir, el control. Por eso, lo que ellos argumentaban como su principal fuerza moral sobre nosotros, para mí no tenía valor. Tenían el 66 por ciento porque querían, no porque fuese necesario ni parte de nuestro acuerdo. Además, en el contrato, público por cierto, estaba claramente especificado que todas las acciones que cualquiera de los dos tuviese mas allá de lo necesario para el control no tendrían valor a efectos de derechos políticos.

El forcejeo fue muy duro. Conti insistía en su fórmula de que Entrecanales fuera el presidente ejecutivo, mientras ellos nombrarían al consejero delegado. El de Acciona no pasaba por ello, porque significaría instalar una bicefalia conflictiva que haría inmanejable la compañía. Se atenía al principio que habían acordado inicialmente:

«Vosotros participáis en los órganos de gobierno pero no en los de gestión. Habíamos quedado en que vosotros seríais socios silentes». Contí aceptaba que todo el poder recayera en José Manuel, pero necesitaba meter un consejero delegado por exigencias de consolidación; de otra forma el asunto no tendría presentación en Roma.

—Al final cedí y puede que ése fuera mi error, porque de no haberlo cometido nosotros seguiríamos en Endesa y probablemente los italianos se habrían ido o, quién sabe, habríamos llegado a otro tipo de pacto… No obstante, aunque admití que nombraran al consejero delegado, exigí tener voto dirimente en el consejo. Y así fue. Pensé que eso sería suficiente. Me equivoqué.

Esta fórmula no evitó los problemas que surgieron, hasta el extremo de hacer ingobernable la compañía. Es en esa fase, la de las diferencias o distintas interpretaciones diarias entre italianos y españoles, cuando aparece Javier de Paz, sin ninguna misión concreta, simplemente para informarse de cómo marcha el asunto. Por estar presente.

—Nosotros nos dimos cuenta de las implicaciones políticas del asunto —manifiesta Entrecanales— y cuando empezamos a comprar estuvimos pensando a quién se lo decíamos y llegamos a la conclusión de que a nadie. Porque si se lo decíamos al gobierno, corríamos el riesgo de que alguien tuviese la tentación de decirnos qué y cómo lo teníamos que hacer, a quién deberíamos poner, quiénes tenían que ser los socios. Y como se lo dijéramos al PP tres cuartos de lo mismo… Hasta que no estuvo muy avanzada la operación no lo pude comentar ni con mi consejo, salvo con mi primo Juan Ignacio, vicepresidente, Valentín Montoya, consejero y director general económico-financiero y Jorge Vega, secretario general, pues aunque tengo un consejo muy serio y discreto, es más fácil mantener un secreto cuantas menos personas lo conozcan.

Acciona necesitaba financiar la operación y pensaron en un banquero que pudiera avanzar en el análisis de la decisión de la forma más discreta: Emilio Botín. Rodrigo Uría, en nombre de José Manuel, aprovecha la boda de la hija de Alfredo Sáenz Abad, y en un rincón del hotel Ritz acuerdan estudiar el asunto en detalle, pero con un grupo muy reducido de asesores y técnicos.

Algunos días después, habiéndolo ya aprobado los órganos de gobierno del Santander y de Acciona, pero sin que hubiese trascendido ni el más mínimo rumor, sobre las cinco y media de la tarde del 26 de septiembre, una vez cerrado el mercado, se inició la compra. Sobre las seis, ya llevaban comprado un 13 por ciento de las acciones, y empiezan las llamadas. Telefonea a Mariano Rajoy, pero no puede hablar con él porque está en el dentista. Inmediatamente después pide hora a Miguel Sebastián. Pensaba que no le recibiría hasta el día siguiente, así que se metió en su coche y se dirigió hacia el Santander para ver cómo trabajaban las mesas de compra.

Entonces el ministro le devuelve la llamada.

—¿No serás tú el que está comprando Endesa? —le pregunta un tanto enfadado. Era evidente que semejante maniobra a espaldas del Gobierno les irritaba. El presidente de Acciona responde:

—Bueno sí, para eso te he llamado.

—Pues vente para acá y me lo cuentas ahora mismo.

Entrecanales, que estaba en la autopista de La Coruña, a la altura del Hipódromo, da la vuelta y se dirige a La Moncloa.

Por cierto, otras fuentes me informan de que en ese momento Sebastián se encuentra en Moncloa reunido con David Taguas y con Javier de Paz, el correo del zar. Es evidente que aunque Sebastián no haya muñido la operación, aprovecha rápidamente la oportunidad que se le presenta para desbancar a Pizarro y a los alemanes con el apoyo de una empresa nacional. Una operación que podía salirle redonda. Cuando terminó la charla con Sebastián, José Manuel se dirige a la sede del PP. Como no estaba Rajoy le reciben Ana Pastor y Miguel Arias Cañete. Simultáneamente, Rodrigo Uría se fue a ver a Pedro Solbes para contarle la operación.

XVI - La fabulosa transformación de Sonsoles Espinosa

Una pregunta que no ha faltado en mis entrevistas a la gente del entorno de José Luís Rodríguez Zapatero es: «¿Usted cree que le ha cambiado el poder?». O bien: «¿Percibe usted en él el síndrome de La Moncloa?». Las respuestas han sido, como se pude comprender, variadas, aunque predomina la idea de que básicamente sigue siendo el mismo.

La misma pregunta referida a su esposa, Sonsoles Espinosa Díaz, ha obtenido una respuesta casi unánime que podría resumir como sigue: «A Sonsoles le ha cambiado más el poder que a José Luís».

—Ella sigue siendo una chica atenta y delicada —me comenta un dirigente socialista leonés—. Es una mujer muy sensata que sabe perfectamente con quién está casada y quizás su cambio de
look
, que es evidente, se deba a su concepto de cómo debe presentarse la esposa del presidente del Gobierno.

No hay que sacar consecuencias excesivas de su nueva imagen, pero algo significa su renovada presencia. Puede obtenerse una muestra significativa de su transformación con una película imaginaria en la que se vieran las secuencias de cómo han variado su forma de vestir, de calzarse, de peinarse, desde que su esposo alcanzó el poder. Semejante transformación de su imagen no es tan irrelevante como pudiera parecer. A veces el hábito hace al monje, y en las mujeres puede tener un significado más hondo, que apunte a una transformación más profunda. Sonsoles podía haber optado por mantener la apariencia que presentaba antes de que su esposo se sentara en Ferraz, pero ha preferido confiar a Elena Benarroch su nuevo estilo.

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