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Authors: Mario Escobar

Tags: #Aventuras, Intriga

El mesías ario (40 page)

—Majestad, traemos algo que puede evitar la guerra total.

El canciller entregó el papel al káiser Guillermo y este leyó en alto:

—«En el caso de que Alemania no ataque Francia, Inglaterra se compromete a mantener su neutralidad y garantizar la neutralidad francesa. Príncipe Lichnowsky.»

—Nuestro embajador cree que es posible llegar todavía a un acuerdo con Inglaterra y Francia. Pero Alemania tiene que comprometerse a no atacar Rusia.

—¡Están locos! Eso es una locura, ¿y el honor del pueblo alemán? —dijo el káiser—. Lo único que podemos prometer es que no atacaremos Francia.

—Majestad, —interrumpió el general Moltke— es imposible detener nuestro ataque sobre Luxemburgo. No hay marcha atrás.

Todos miraron al general. El káiser con la cara roja de ira miró al general y le dijo:

—¡Ordene ahora mismo que se pare la invasión!

—Es imposible, majestad. No podemos detener a medio millón de hombres. Hay 11.000 trenes saliendo de todos los puntos de Alemania hacia el sur.

El káiser enfurecido ordenó a todos que se marcharan de inmediato. Cuando estuvo sólo se asomó a la ventana y observó la marea humana que cubría toda la explanada frente al palacio.

Capítulo 114

Múnich, 5.30 de la tarde, 1 de agosto de 1914

Hércules, Alicia y Lincoln entraron en la Odeonsplatz por la Residenzstrasse. La muchedumbre les empujó hasta la plaza y en unos minutos se encontraron en un lado de la gran explanada. Parecía una fiesta; la gente se abrazaba, otros cantaban canciones patrióticas y muchos continuaban con sus cervezas en la mano o levantaban pañuelos blancos y pequeñas banderas alemanas. Hércules y sus amigos, exhaustos y confundidos decidieron tirar la toalla y alcanzar el parque Hofgarten a través de las arcadas repletas de gente. Caminaron dando empujones a la gente y, cuando estaban debajo de los soportales, Hércules levantó la cabeza. A unos ciento cincuenta metros, en la hornacina de la Feldherrnhalle un pequeño grupo de hombres ordenaba guardar silencio a la multitud. En unos segundos la algarabía y el ruido dejaron paso a un murmullo y éste a un silencio tenso.

—El káiser Guillermo... —comenzó a gritar una voz.

Hércules se giró y aprovechando la tranquilidad del momento cogió a Alicia del brazo y junto a Lincoln se dirigieron al parque. Empujaron a un par de personas y entraron debajo de la arcada, el español echó un último vistazo a la plaza y entonces le vio. Tenía que ser él. Un joven, vestido con un traje sencillo y con un sombrero en la mano, sonreía pletórico ante las palabras del orador. Sus ojos centelleaban y la expresión de su cara era de un éxtasis casi místico. Hércules soltó a Alicia y en un par de zancadas se encontró cara a cara con el joven austriaco. Cruzaron las miradas y Hitler echó un vistazo detrás suyo y comenzó a correr entre la multitud. Hércules empujó a varias personas y alargó el brazo, pero el joven se zafó y se dirigió hasta el parque. La gran explanada del Hofgarten estaba vacía. Hitler corrió entre los muretes pintados de frescos y las columnas de piedra. El español le seguía de cerca, acortando cada vez más la distancia, mientras la voz del alcalde de Múnich continuaba leyendo la declaración. Entonces el austriaco tropezó y cayó de bruces. Apenas le dio tiempo a levantarse cuando Hércules se lanzó sobre él aplastándole. Los dos hombres forcejearon, pero el español fue más rápido y se puso sobre el austriaco. Le propinó un par de puñetazos en la cara y el joven se quedó aturdido en el suelo. El eco del discurso penetraba por las arcadas, cuando Hércules sacó su pistola, apuntó a la cabeza de Hitler. El austriaco le miró aterrorizado, sus ojos pequeños y azules se abrieron al máximo y el joven se preparó para morir. El español se levantó y sin dejar de apuntar, quitó el seguro con un chasquido y empezó a apretar el gatillo. El joven Hitler tragó saliva y comenzó a arrastrarse por el suelo de espaldas. En ese momento llegaron Alicia y Lincoln, se pusieron detrás de Hércules y esperaron el fatal desenlace. Las últimas palabras de la declaración de guerra retumbaron por toda la ciudad. Hércules miró el rostro desencajado del joven y bajó lentamente la pistola. Hitler se puso rápidamente en pie y corrió de nuevo a la plaza abarrotada de gente. Lincoln y Alicia rodearon al español que comenzó a temblar.

—No pude hacerlo —dijo con la voz quebrada—. No pude hacerlo.

—No se preocupe —dijo Lincoln cogiendo la pistola de su amigo.

—Estaba desarmado y sólo es un joven asustado —dijo Hércules con la cara demudada—. Es inocente, no lo comprenden. Tal vez sea el hijo del mismo Diablo, pero todavía es un hombre inocente. No puedo matar a un hombre por el monstruo que un día será.

Hércules, Alicia y Lincoln caminaron por la avenida ajardinada en dirección a la Strauss-Ring, cuando la multitud comenzó a gritar. Las voces de júbilo llenaban las calles de Múnich.

El Mesías Ario caminó entre la multitud como uno más, el corazón le latía violentamente, se acercó a la tribuna y levantó su sombrero. Todo había comenzado.

Epílogo

El Nilo era una larga serpiente dormida. El barco se movía lentamente sobre las aguas mientras Lincoln, sentado, se afanaba por escribir unas líneas. Los ecos de la guerra parecían lejanos mientras atravesaban Egipto. Hércules y Alicia estaban en cubierta, deslumbrados por el fastuoso sol de África. En unos momentos Lincoln se reuniría con ellos y dejaría su historia terminada sobre el escritorio. Cuando el mundo la lea, la sombra del Mesías Ario cubrirá como una niebla la vieja Europa.

Hace unas semanas, habían escapado de la guerra y de la destrucción, pero sobre todo de sus propios fantasmas. Del alargado perfil de la muerte que recorre las ciudades, los campos y los mares del mundo y se extiende como una mancha sobre la tierra.

Fin

Algunas aclaraciones históricas

La ambientación del Madrid de principios de siglo, los libros y aficiones esotéricas de don Ramón del Valle-Inclán, el ambiente prebélico de la ciudad, el discurso de Ortega y Gasset, son reales.

La historia del viaje de Vasco de Gama, su intención de encontrar a los cristianos perdidos de la India, su búsqueda de la tumba de Santo Tomás, están basados en documentos de la época.

La leyenda del Cuarto Rey Mago, Artabán, se remonta a la tradición de la Iglesia más antigua, aunque su origen ario y algunas de los acontecimientos de la historia se han alterado.

La trama rusa, las dudas del Zar Nicolás, la trama del asesinato del Archiduque Fernando en Sarajevo, la historia de la Mano Negra y su dirigente, se cuenta tal y como ocurrió. La historia del Káiser Guillermo es cierta, el plan Schlieffen existió, aunque von Schlieffen había muerto antes de que el ejército prusiano lo llevara a cabo.

La Ariosofía y la Teosofía son dos corrientes religioso-filosóficas que existieron realmente, así como sus fundadores: Madame Blavatsky y von List. Todas las teorías racistas que se desprendieron de las enseñanzas de estás dos corrientes son veraces; incluida la posibilidad de un Mesías Ario.

La historia de Adolf Hitler está basada en acontecimientos reales. Si bien no hay muchos datos sobre sus años en Viena, en numerosos artículos y en su libro autobiográfico, el propio Hitler narra sus peripecias y su afición al esoterismo y la Ariosofía. De ésta tomó ideas como el exterminio de los judíos, la supremacía de la raza Aria o el destino manifiesto del pueblo alemán.

El Círculo Ario no existió, pero hubo muchos grupos parecidos en los años previos a la Gran Guerra.

La hipótesis de que Adolf Hitler fuera adiestrado por alguna organización racista que le aupara hasta el poder no está demostrada, pero son numerosas las pruebas de las conexiones entre esoterismo y nazismo.

Primera edición

© Mario Escobar Golderos, 2007

© 2007, La Factoría de Ideas.

B30O01S12S v1.1

ISBN: 978-84-9800-348-2

Depósito Legal: B-36368-2007

1 Oratorio de Navidad

2 Cantamos en tu honor. Te alabamos con todas nuestras fuerzas. Alabamos al Señor. Porque tú eres mi huésped muy deseado, desde hace largo tiempo.

3 Aquel que no sabe hablar que aprenda de vez en cuando a callar.

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Mario EscobarEl mesías ario

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MARIO ESCOBAR GOLDEROS

País: España

Nacimiento: Madrid, 23 de junio de 1971

Licenciado en Historia y diplomado en Estudios Avanzados, especialidad de Historia Moderna en ambos casos en la Universidad Complutense de Madrid, trabaja como director de la ONG Misión contra la lepra. Colabora en publicaciones y es director de la revista Nueva Historia para el Debate. Se encarga de una Iglesia Evangélica en Madrid.

Sus novelas son de ficción histórica con temas relacionados con la Iglesia. Están bien documentadas y ambientadas con pequeñas dosis de intriga y aventura.

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