Authors: Antonio Salas
Entre otras actividades, Chávez y Ahmadineyad inauguraron los trabajos de prospección en el bloque Ayacucho 7, en el estado Anzoátegui, en la Faja del Orinoco. La Faja posee reservas estimadas en 236 000 millones de barriles de crudo pesado y extrapesado, las mayores del mundo. Algo que sin duda tienen muy presente quienes ambicionan el petróleo o el gas de Venezuela. En Anzoátegui la petrolera iraní PetroPars y la venezolana PDVSA explotan dichos recursos.
Era la primera visita de Ahmadineyad a Venezuela; más tarde continuaría viaje hacia Nueva York para participar en la misma Asamblea General de la ONU en la que Chávez haría historia dos días más tarde. Pero Ahmadineyad regresaría a Caracas en varias ocasiones más, desatando todas las conjeturas imaginables sobre supuestas alianzas terroristas entre ambos países. Chávez, sin embargo, ya había realizado otras cinco visitas a Teherán anteriormente. Antes incluso de que Ahmadineyad llegase al poder.
El 20 de septiembre de 2006 seguí en directo la intervención de Hugo Chávez en la ONU a través de Venezolana de TV, un día después de la intervención de George Bush y dos días después de Ahmadineyad. Asistí, admirado, al furibundo ataque de Chávez contra Bush, en su propia casa. Y a aquella expresión que dio la vuelta al mundo: «Ayer el Diablo estuvo aquí. Huele a azufre todavía...», dijo Chávez mientras se persignaba. Pensé que era fácil para Chávez calificar de borracho, asesino o genocida a George Bush en la seguridad y comodidad de su programa
Aló, Presidente
, pero atreverse a decir aquello en el centro de Nueva York, en «territorio enemigo», me pareció audaz. Los representantes de todas las naciones seguían las palabras de Chávez absortos, sin pestañear.
Venezuela había presentado su candidatura a miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, algo que los Estados Unidos no estaban dispuestos a permitir bajo ningún concepto. Y no lo permitieron. Pese al apoyo abierto y público que dieron a la candidatura infinidad de países africanos, latinoamericanos y asiáticos. Incluyendo a la Liga Árabe en pleno.
Más tarde, en una rueda de prensa que también pude seguir en directo en el Canal 8, VTV, Chávez volvió a recomendar el libro
Hegemonía o supervivencia
, de Noam Chomsky, tal y como había hecho en la apertura de su discurso en la ONU, elogiando la obra del famoso pensador norteamericano. Y al hilo de ello recomendó también la obra del economista John Kenneth Galbraith, a quien le habría gustado haber conocido antes de su muerte. Yo y todos los televidentes escuchamos perfectamente cómo Chávez se refería a Galbraith al expresar su pesar por no haberlo conocido antes de morir, sin embargo, de una forma sibilina, los principales medios de comunicación venezolanos e internacionales presentaron a Chávez como un ignorante y torpe ridículo, que había dicho que Chomsky estaba muerto y que le habría gustado conocerlo en vida.
Es una estupidez, lo sé, pero cualquier lector curioso que se moleste en tirar de hemeroteca descubrirá un encarnizado debate que trascendió a la prensa internacional, intentando desacreditar a Chávez tras su enérgico discurso en la ONU, por su supuesta incompetencia documental al «matar a Chomsky». Yo, que no era chavista, ni siquiera venezolano, seguí en directo, fascinado, aquel ejemplo magnífico de guerra mediática. Recuerdo a cierta famosa presentadora, un peso pesado en el periodismo opositor, que desde el canal RCTV profirió todo tipo de exabruptos contra Chávez, entre los que ignorante, inculto y «vergüenza nacional» era lo más amable que escuché. Y dos ideas me vinieron a la mente. La primera, que en Venezuela existía una guerra feroz en la que los medios de comunicación se utilizaban como cañones, y cualquier cosa, real o falsa como en este caso, podía emplearse como munición, de forma populista. Y la segunda, que para ser un país en el que los medios de comunicación se lamentaban de la censura del gobierno y de la falta de libertad de expresión, aquella mujer se estaba despachando a gusto con Chávez. Aunque justo es reconocer que unos meses después, al concluir el período de licencia de emisión de RCTV en abierto, el gobierno chavista no se la renovaría. Así que desde entonces RCTV continuaría funcionando, pero solo en emisión por cable. Al menos hasta 2010.
Sin embargo, en este tira y afloja de medios y poder, justo es reconocer que una vez más fue un compañero de profesión quien me abrió el camino cuando intentaba cumplir con otro de mis objetivos: contactar con Al Jazeera.
El 24 de septiembre comenzó el Ramadán de 2006. Era sábado. Y supongo que no es una coincidencia que al día siguiente VTV emitiese un programa especial:
Acto de Solidaridad con Palestina y Líbano
. Y allí volví a escuchar a Raimundo Kabchi y a varios de los participantes en las manifestaciones contra los bombardeos israelíes a Beirut unos meses antes. El motor de aquella iniciativa era una mujer extraordinaria, a la que conocería inmediatamente, y que también pondría su granito de arena, sin saberlo, en esta investigación: Hindu Anderi.
Hindu Anderi es árabe. No puede esconderlo. Su belleza racial lo evidencia. Pero también es bolivariana y revolucionaria hasta la médula. La conocí en los estudios de Radio Nacional de Venezuela donde, sin saberlo, tanto ella como el conocido Vladimir Acosta habían comentado en antena algunos de mis artículos sobre Palestina o el mundo árabe. Hindu Anderi es nieta de Amín Anderi, hombre de ideas revolucionarias y progresistas, cercano al líder egipcio Gamal Abdel Nasser. Como en el caso de mi álter ego Muhammad Abdallah, Hindu nació en Venezuela (en Carúpano), pero su origen es árabe. Concretamente libanés. Jefa del Canal Internacional de RNV, es la responsable del Foro Itinerante de Participación Popular. Marta Beatriz colaboraba en su programa y también Comandante Candela, otro personaje que resultaría vital, sin saberlo, en mi infiltración en Venezuela, y que además de en RNV tenía una página —la contra— en el periódico
Imagen y Comunicación Revolucionaria (ICR)
y en otros medios alternativos chavistas. Por otro lado había trabajado hasta hacía poco en el Ministerio de Agricultura y Tierras del gobierno bolivariano, es decir, había compartido oficina con los principales miembros de ETA acogidos por Venezuela...
Tanto Hindu Anderi como Comandante Candela son ejemplos excelentes de bolivarianos químicamente puros. Comprometidos hasta la médula con el proceso revolucionario y con una fe inquebrantable en Hugo Chávez. Pero en el caso de Hindu, además, al cien por cien implicada en la causa árabe. Hindu Anderi fue quien me puso en contacto con Al Jazeera. Hasta ese momento yo ignoraba que la cadena de televisión más influyente en el mundo árabe acababa de establecer una delegación permanente en América Latina. Y la providencia, de nuevo conspirando en mi favor, había propiciado que esa delegación estuviese ubicada precisamente en Caracas, y más concretamente en la oficina 12
a
, del piso 13 de Parque de Cristal, en la avenida de Francisco Miranda.
A pesar de que la sede de Al Jazeera para América Latina se encuentra en Caracas, Dima Khatib cubre toda la información para la cadena qatarí relacionada con el continente latinoamericano.
Nacida en Damasco (Siria), en 1971, Dima Khatib tiene origen palestino, aunque nunca ha podido pisar la tierra de sus ancestros. En 1994 se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad de Ginebra (Suiza), porque quería aprender a hacer periodismo con los occidentales, a los que creía informadores audaces e imparciales. Una de las mejores de su promoción, en cuanto salió de la facultad trabajó como corresponsal de la Agencia France Press y productora de Radio Suiza Internacional de Berna. Al Jazeera, que tiene buen ojo para los periodistas de raza, la fichó en 1998, primero como redactora en la sede de la cadena en Qatar, para luego convertirse en la única mujer al frente de una jefatura de redacción durante la guerra de Iraq. Fue corresponsal de Al Jazeera en Asia en 2003, abrió la primera delegación de la cadena en China y en 2005 fue enviada especial de la cadena qatarí a más de veinte países, incluido España (en enero de ese año participó en el VI Congreso Nacional de Periodismo celebrado en Huesca). Antes de establecerse definitivamente en Venezuela, muy poquito antes de nuestro encuentro, había viajado a Chile, Perú, Colombia y otros países de América Latina, lo que explicaba que hablase un español perfecto, con un delicioso acento latino. Y lamento decir esto, pero me temo que los periodistas orientales, como Dima Khatib, suelen ser más objetivos en sus informaciones que nosotros. Probablemente porque la mayoría se han molestado en viajar a Occidente o incluso en estudiar en nuestras universidades, antes de ejercer el periodismo en medios como Al Jazeera,
The Jordan Times
,
Egipt Today
, Al Quds o Medi 1 Radio. Esos periodistas, en general, suelen conocer Occidente mucho más de lo que nosotros conocemos Oriente. Y, por supuesto, muchísimos más periodistas orientales hablan inglés, francés o español de lo que nosotros hablamos árabe, persa o turco.
Recuerdo que, a pesar de ir acompañado por Comandante Candela, quien colaboraba habitualmente con Hindu Anderi en RNV, al principio Dima Khatib me recibió con cierta desconfianza, lo que demuestra su perspicaz olfato periodístico. Supongo que mi historia de venezolano de origen palestino criado en España le sonó rara. Así que me hizo algunas preguntas sobre la región de Yinín, de donde era originaria mi familia, que supe responder gracias a mis dos viajes anteriores a Palestina. Al decirle que el pueblo de mi madre y mis abuelos era Burqyn, miró a su compañero, creo recordar que de nombre Ibrahim, y le preguntó si él lo conocía. Ibrahim negó con la cabeza, y yo respiré aliviado. Habría sido embarazoso que el compañero de Khatib conociese ese pequeño pueblo y pudiese hacerme alguna pregunta al respecto que yo no supiese responder. Pero por fin, tras un rato de charla, Dima me concedió la oportunidad de entrevistarla.
Khatib, que es una reportera muy curtida, se sentía muy decepcionada con los periodistas occidentales por el trato que habían dado a la última guerra líbano-israelí:
—... Me encontraba en los Estados Unidos cuando empezó la guerra en Líbano... veía todos los días la cobertura de Al Jazeera, la de Al Arabiya, etcétera, y luego la de CNN, Fox, CBS, y te digo que aunque hubo uno o dos corresponsales americanos que hicieron un esfuerzo muy profesional para dar una noticia objetiva, lamentablemente la cobertura fue súper pro-israelí. Si mandas tres mil corresponsales a un lado de la guerra y solo uno al otro lado, pues ya estás cambiando la realidad porque no es objetivo. Los corresponsales caminaban con los soldados judíos y cubrían sus incursiones. ¡Por favor! Si quieres ser objetivo, camina también con Hizbullah y da su punto de vista... Igual hicieron con los soldados americanos en Iraq, pero no con los iraquíes... Yo estoy indignada con la forma en que se cubre Oriente Medio. Es culpa de los periodistas, no intentan ir más allá de lo que les dicen que tienen que hacer...
Al Jazeera ha sido, desde el 11-S, un grano en el culo para la administración Bush. En noviembre de 2005, la prensa británica filtró una conversación entre Bush y Blair en la que el presidente de los Estados Unidos sugería la conveniencia de bombardear la sede de Al Jazeera en Qatar...
—Ellos bombardearon nuestra corresponsalía en Afganistán —añade Khatib—, en Kabul, donde estaba Taysyr Aluny, el compañero que ahora está preso en España. Bombardearon la corresponsalía pero afortunadamente no había nadie. Pero en Iraq también bombardearon nuestra corresponsalía y ese día murió nuestro corresponsal.
Tras haber ejercido como periodista por medio mundo, Khatib acababa de llegar a la Venezuela de Chávez.
—... y creo que gracias a Al Jazeera y al presidente Chávez, mucha gente ahora en el mundo árabe siente que en América Latina tiene un apoyo, que aquí hay un pueblo, diferente a otros pueblos, que comprende la problemática de Oriente Medio. Por ejemplo, hace unos meses estuve en Qatar y un señor me paró en la calle y me dijo: «Tú entrevistaste a Evo Morales, por favor, cuando vuelvas a verlo dile que lo amamos». Me quedé alucinada, porque este señor sabía de Bolivia y antes ni conocía este país... Recibo muchos correos de gente que dice: «Por favor, cuando veas a Chávez dile esto o lo otro, dile al pueblo venezolano, dile a los peruanos, a Ollanta Humala...». En poco tiempo nuestro público se ha dado cuenta de la importancia de América Latina. Antes dependíamos de las agencias para dar noticias y entonces las decisiones editoriales las tomaban ellos. (...) Mira, Fidel Castro hablaba mucho del mundo árabe y lo apoyaba. Yo me acuerdo que las FARC también han tenido relaciones con la resistencia en Palestina, antes de la caída de la URSS. También los chilenos han apoyado las causas árabes. Pero este momento es histórico, porque tenemos un movimiento que está cambiando el mapa geopolítico de América Latina y está abriendo nuevas puertas hacia el mundo árabe. Sobre todo aquí en Venezuela. Chávez, no ya ahora, sino hace años, tiene más popularidad en el mundo árabe que cualquier líder de cualquier gobierno árabe. Eso te lo aseguro sin ninguna duda. Además, cuando el presidente Chávez habla de los Estados Unidos está diciendo lo que tiene en mente el 99 por ciento de los árabes y a lo mejor de los musulmanes, y entonces se sienten identificados. Además, Chávez viene de una familia pobre y la mayoría de los árabes también son de clase humilde. Él habla de unos Estados Unidos que no quieren entender, que no quieren escuchar. Cuando el presidente Chávez retiró a su embajador de Israel, hizo lo que ningún dirigente árabe se atrevió a hacer... y se convirtió en un héroe. Ahora en Palestina, en las universidades, tienen tres fotos; la del Che Guevara, la de Yasser Arafat y la de Hugo Chávez. En Internet se leen cosas como «Yo ya no quiero ser palestino, quiero ser venezolano» o «Chávez es mi presidente» o «Chávez es el líder de la Umma», etcétera. Aquí la comunidad judía estaba muy asustada. Yo fui a hablar con ellos pero no quisieron nada con Al Jazeera. Nos tenían miedo. Pero sí dijeron en otros medios que habían recibido amenazas y que no se sentían seguros en Venezuela con el discurso de Chávez...
Llegados a este punto, era evidente que debía preguntar a la corresponsal de Al Jazeera por los rumores que situaban células de Al Qaida en Venezuela:
—Me acuerdo un día que estaba en un taxi, aquí en Caracas. Pasaba por delante de la Casona y el taxista me dijo: «Aquí está Ben Laden». No sabía qué decir, porque me pareció muy gracioso que el taxista pensase eso, porque, claro, Chávez «ayuda a los terroristas», y todo eso que se dice. Escuché también lo de que había comandos de Al Qaida en Margarita, en la Triple Frontera, en la frontera entre Perú y Chile, etcétera. Yo me fui a buscar a los terroristas y encontré comerciantes, gente normal, que apoyan a las causas árabes, pero eso no quiere decir que sean terroristas. Además, no quiero usar la palabra
terrorista
porque puede ser cualquier cosa que tú quieras... Lo que sí me dijeron es que ellos sentían que todo eso no fue más que una excusa para que los Estados Unidos mandasen en su servicio de inteligencia a hacer otras cosas, a infiltrar su seguridad. De hecho, en Paraguay ahora tienen una base norteamericana. Todo eso de Al Qaida aquí me parecen cosas sin pruebas. Yo al menos no he podido encontrarlas.