Authors: Antonio Salas
Salí de aquella oficina en el centro de Caracas con el corazón subido de pulsaciones y con la intuición de que había dado un paso de gigante en mi acercamiento al terrorismo internacional. Todavía no tenía ni la menor idea de quién era realmente Issan, pero mi intuición me decía que era alguien importante. Y aunque había fracasado en todos mis intentos por localizar a la familia de Ilich Ramírez en Venezuela, ahora tenía la sensación de que aquel viaje, tanto dinero y tanto tiempo invertido, no sería un esfuerzo estéril. Pero era el momento de regresar a España. Tenía que seguir manteniendo mi puesto de trabajo para no levantar sospechas, debía continuar mis estudios de lengua árabe y encontrar una forma de volver a infiltrarme en el movimiento neonazi, antes de que se produjese el juicio contra Hammerskin España. Además, el agente Juan me había escrito para avisarme de que en Madrid se iba a realizar, unas semanas después, un interesante curso sobre propaganda y terrorismo que no debía perderme. Riay Tatary, el imam de la mezquita Abu Bakr de Madrid, iba a ser uno de los profesores invitados. Alfredo Pérez Ru balcaba, ministro del Interior, abriría el curso.
Me iba de Venezuela con un sabor agridulce en los labios, al no haber sabido localizar a la familia de Ilich Ramírez. Y los testimonios de Issan, el Viejo Bravo e incluso del pintor Castillo no me habían ayudado mucho en ese sentido. Si los hermanos del Chacal continuaban trabajando con el gobierno, yo no fui capaz de localizarlos.
Sin embargo, sí pude hacerme alguna foto con alguno de los miembros más importantes del gobierno de Chávez, durante la boda de Source con su influyente cónyuge. Porque la boda efectivamente se llevó a cabo. La ceremonia se celebró en una atípica iglesia y el convite en el Círculo Militar de Caracas. Y aunque Chávez disculpó su asistencia, sí acudieron varios de sus ministros más importantes. Aunque a mí me sentaron en la mesa de los invitados de Source, la mayoría cubanos salvo un abogado de origen judío, gracias a quien conseguí dos fotos de Source vistiendo uniforme del ejército israelí, que lógicamente guardo como oro en paño. Los asistentes al enlace no tenían ni idea de a quién tenían en casa... Pero en aquella boda, en el Círculo Militar de Caracas, tampoco había ninguna pista sobre la familia del Chacal. Si la hubiese habido, y dado el estridente volumen de la música que sonó toda la noche, en cualquier caso no me habría enterado...
Tampoco había tenido ningún contacto con los miembros de ETA que, según los medios de comunicación antichavistas y también los europeos, vivían en Venezuela acogidos por Chávez. De hecho, ese 4 de octubre varios periódicos de la oposición, como
Notitarde
o
El Nacional
publicaban la noticia: «Asociación española pide extradición del etarra Cubillas». El influyente diario venezolano se hacía eco de la solicitud que había formulado en España la Asociación de Víctimas del Terrorismo al ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, de que se ejecutasen los trámites necesarios para extraditar a España al etarra José Arturo Cubillas,
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que vive refugiado en Venezuela. Yo aún tardaría un año y medio en poder localizar y estrechar la mano de José Arturo Cubillas, del que no existía ninguna imagen reciente... hasta ahora.
La última semana en Caracas perdí alguno de mis contactos en la comunidad árabe, por culpa del Chino Carías. El día en que tenía previsto regresar a España mi vuelo salía de Maiquetía a media tarde. Y, siguiendo mi febril obsesión por aprovechar el tiempo al límite, había acordado una reunión con el Chino esa mañana, con el objeto de conocer a un grupo de camaradas tupamaros y miembros de la Asamblea Nacional. Nos citamos cerca de esta, y después nos movimos a un restaurante próximo. Allí estaban Oswaldo Jiménez, alias
Canita
, presidente del PPT; Oswaldo Rivero, alias
Cabezamango
, secretario general del PPT de Caracas; Greidy Alejandro Reyes, alias
Comandante Gato
, secretario de Comisión de la Alianza Nacional; Arquímedes Antonio Franco, presidente de la fuerza motorizada; William Díaz, alias
Carmelo Candela
y responsable de
noticiascandela.wordpress.com
—que no tiene nada que ver con mi camarada Comandante Candela—, etcétera. Y también Andrés Alejandro Singer y Carlos Enrique Bolívar, alias
Carlucho
, guardaespaldas del Chino.
Preparaban la expulsión de los Tupamaros de un tal Juan Fuentes, alias
Pequeño Juan
, del Partido Político Tupamaro, que acababa de constituirse entre los tupas. Aunque la rivalidad entre José Pinto, actual presidente del partido tupamaro, y el Chino Carías era evidente.
Comimos arepas y cachapa, y el Chino supo «engañarme» para tomarme unas maraquitas con ellos. Yo, que en realidad no soy venezolano, no tenía ni la menor idea de qué demonios eran las maraquitas, así que le seguí la broma y me tomé tantas maraquitas como él.
—Dale, Palestino —me dijo—, que no se diga de los árabes...
Solo recuerdo, vagamente, que conseguí arrastrarme hasta un taxi, borracho como una cuba, unas horas y muchos maraquitas después. Recuerdo también la cara de preocupación del taxista, cuando le insistía en que tenía que llegar a Maiquetía para coger un avión, mientras vomitaba por la ventanilla hasta mi primera papilla... El espectáculo no era agradable. Por supuesto perdí el avión y tuve que esperar varios días hasta el siguiente vuelo. Pero también perdí la amistad de un hermano de la mezquita, que por desgracia me vio completamente borracho en pleno Ramadán. Lamentable. La maraquita resultó ser una versión pobre del mojito cubano. Dulzona, fácil de tomar, pero de un alto contenido alcohólico. Su nombre se debe a que tras un par de ellas, te meneas como una maraca... y ese no es un comportamiento propio de un buen musulmán.
Ese fue el último día que bebí alcohol. Aprendí la lección. Como si la providencia quisiese dejarme claro que no podía seguir jugando a parecer un musulmán. O aceptaba de una vez las reglas del juego o probablemente continuaría perdiendo contactos islamistas. Tarde o temprano alguien menos discreto que aquel hermano me pillaría. Así que aquel día, y en el fondo gracias al Chino, me propuse dejar el alcohol y el tabaco y también la carne de cerdo. Tenía que ser un musulmán ejemplar si quería pasar por un integrista. De tal forma que, si existiese alguna manera de encontrar rastros de alcohol, nicotina o jamón en la sangre de un aspirante a muyahid, yo pasase la prueba. Pero eso iba a resultar mucho más difícil de lo que me imaginaba. Supongo que uno no sabe lo enganchado que está a una droga como el tabaco o el alcohol hasta que intenta dejarla.
Regresé a España sobrio, a mediados de octubre, en pleno Ramadán. La divina providencia o la voluntad de Allah decidieron, una vez más, ponerse de mi lado. Si me hubiese quedado solo unos días más, y dada mi vinculación durante meses con Teodoro Darnott e Hizbullah-Venezuela, es probable que hubiese terminado en una celda del Helicoide, sometido a un duro interrogatorio de la DISIP como sospechoso de terrorismo islámico...
Cada vez que enciendan un fuego para la guerra, Allah se lo apagará. Se afanan por corromper en la tierra, pero Allah no ama a los corruptores
.
El Sagrado Corán 5, 64
No seas tan blando que te expriman ni tan duro que te rompan
.
Proverbio árabe
Mientras volaba de regreso a España, ansioso por un cigarro, estaba lejos de imaginar lo que traerían las siguientes semanas. No sabía que a mis compañeros Roberto Vila y Emilio Morenatti los secuestrarían en Gaza con unas semanas de diferencia. Tampoco sabía que a Dima Khatib y su cámara, Carlos Hernán Duque, los retendrían en el aeropuerto cuando intentaban entrar en Nicaragua para cubrir las elecciones de noviembre porque, a pesar de haber cumplido todos los requisitos migratorios, los nicaragüenses no querían a Al Jazeera en el país. Y desde luego no podía aventurar que mis cibercamaradas de Hizbullah-Venezuela se estaban preparando para saltar del ciberyihadismo virtual al mundo real, haciéndose un hueco en la historia del terrorismo islamista.
Supongo que haber descubierto la verdadera historia de aquel pequeño grupo pseudosectario llamado Hizbullah-Venezuela, que prácticamente solo tenía una existencia real en la red, me había desinteresado totalmente de Teodoro Darnott
Abdullah
y de sus contados seguidores. Y supongo que por eso no me tomé en serio la amenaza que habían colgado en Internet semanas antes. Reproduzco íntegra y literalmente el comunicado (erratas incluidas), redactado por Teodoro Darnott:
Bismilahi Rahmani Rahim
(En el Nombre de Allah, El Compasivo, El Misericordioso)
Propuesta Política-Militar Integrista, fundamentalista Islámica Latinoamericana
As salamu aleikum
Hezbollah Latino América analiza colocar explosivo contra una organización aliada de U.S.A. en América Latina. El motivo seria el lanzamiento de Hezbollah Latno América como un movimiento internacional, el difundir el rechazo a los ataques de Israel contra hezbollah Líbano, manifestar nuetra solidaridad y respaldo a Hezbollah en su lucha contra el sionismo y el imperialismo norte americano. El aparato explosivo será de bajo poder y no causara daños humanos ni a la propiedad sino que solo difundirá panfletos con consignas de hezbolla Latino América contra la ocupación y contra el imperialismo de USA, de esta forma Hezbollah se presentara ante la opinión publica nacional e internacional ya como un movimiento revolucionario islámico, que trabaja para establecerse en todos los pises de América Latina y desde estos países abrir un nuevo espacio de la resistencia islámica internacional.
Wa aleikum salam
Hezbollah Latino America
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El comunicado se ilustraba con una foto de un artefacto explosivo. Pero supongo que ni yo ni nadie se tomó en serio la amenaza. Nadie salvo la DISIP, que controlaba a Hizbullah-Venezuela en la distancia, más por la propaganda antichavista que estaba regalando a la oposición, que por considerarlos una seria amenaza terrorista. Todos nos equivocamos.
Poco tiempo después de la difusión de ese comunicado, y según los informes policiales a los que accedí mucho tiempo después, José Miguel Rojas Espinoza se levantó temprano. A las 8:30 de la mañana salió de su casa, en el sector Baloa de la urbanización El Llanito, en el municipio Sucre, contrató los servicios del motorizado Eduardo Antonio Linares, mototaxista con matrícula AAW-531, para que lo llevase hasta las inmediaciones de la urbanización Colinas del Valle, en el municipio Baruta, donde se encuentra la embajada de los Estados Unidos en Caracas. Rojas llevaba dos bolsas de plástico de color marrón.
Al llegar a la calle F con Soapuer, cerca de la entrada norte de la embajada de los Estados Unidos, Rojas le pidió a Linares que parase la vespa gris, y se apeó tras pedirle al motorizado que le esperase en la parada de autobuses adyacente a la Redoma La Alameda, y que le guardase una de las bolsas, mientras él se alejaba con la otra en dirección a la sede diplomática. Mientras Rojas, alias
Muyahid
, colocaba el primer paquete entre unos maceteros, cerca de la embajada, Eduardo Antonio Linares se dejó llevar por la curiosidad y abrió la segunda bolsa. Dentro descubrió una caja de zapatos, y al abrir dicha caja se encontró con un artefacto compuesto por un tubo de plástico, del que salían dos cables, conectados a un reloj despertador, y una batería de seis voltios. Identificando inmediatamente aquella caja como un artefacto explosivo, la dejó en el suelo, se alejó y advirtió al vigilante del colegio Luis Chávez, situado allí mismo, que había una bomba y que avisase a la policía. El vigilante de la escuela, llamado Luis Rafael Itriago Acevedo, fue quien alertó a la policía de Baruta, que se personó rápidamente en el lugar. Eduardo Antonio Linares dio a la Polibaruta una descripción detallada del cliente que le había contratado y que le había dejado aquel peligroso paquete, y comenzó la caza al terrorista por los alrededores de la embajada norteamericana.
José Miguel Rojas,
Muyahid
, no tardó mucho en ser identificado y detenido por el agente de policía Robert Antonio González Mendoza. En el momento de su detención, y según el atestado policial, Rojas portaba una bolsa en cuyo interior se descubrieron: «... entre otros objetos, seis (6) potes sellados contentivos de un bajo explosivo denominado pólvora, un trozo de cable de dos metros aproximadamente, de color rojo y transparente, un alicate metálico con mangos de material sintético color rojo, dos bombillos pequeños, dos tubos de adhesivo epoxy, marca Devcon, un destornillador metálico pequeño, dos rollos de tirro transparente de embalaje y un panfleto con las siguientes inscripciones “Mundo Islámico Civilizado de Dios. El combate es mi máxima expresión de amor y la única forma de ofrecerles un mundo sano y sin corrupción”». Incluso portaba la factura de la ferretería Comercial Ferconsa, Ferro Continente, de Maracaibo, donde se habían comprado los siete envases de pólvora, marca Cazador, signada bajo el número 02628, el 5 de octubre anterior.
Los agentes de Polibaruta alertaron a los especialista de la DISIP, y un equipo de expertos en explosivos se personó rápidamente en las inmediaciones de la embajada norteamericana, procediendo al análisis cuidadoso de los dos paquetes propiedad de Rojas: «Cada uno de ellos contenía un artefacto explosivo constituido por un tubo plástico del tipo PVC, contentivo en su interior de un bajo explosivo conocido como pólvora, unido a dos cables electroconductores conectados a un reloj del tipo despertador y a una batería de seis (6) voltios, y adicionalmente un sobre de Manila color amarillo contentivo de varios panfletos elaborados en papel blanco de uso común con el encabezado “Hezbollah”...».
Según la investigación policial, Rojas se había limitado a ejecutar las órdenes del autor intelectual del «atentado», que no era otro que Teodoro Darnott
Abdullah
. Al registrar el ordenador personal del joven muyahid se encontraron los correos electrónicos de Darnott, que también fue inmediatamente detenido. Según los informes oficiales a los que he tenido acceso: «Dicho acusado fue la persona que durante los días 17, 19 y 20 de octubre de 2006, desde su correo electrónico [email protected], envió al ciudadano JOSÉ MIGUEL ROJAS a través de su correo electrónico [email protected] información precisa respecto a las direcciones y lugares donde este debía colocar dos (2) artefactos explosivos improvisados, elaborados con tubos de plástico del tipo PVC rellenos de un bajo explosivo conocido como pólvora, unidos a dos cables electro conductores conectados a un reloj del tipo despertador y a una batería de seis (6) voltios; y giró instrucciones relevantes destinadas a asegurar el cumplimiento del objetivo por parte del ciudadano ROJAS ESPINOZA, José Miguel, entre otras, indicándole las alternativas para la colocación de los explosivos (“... si en la zona de la embajada no resulta, opte por otra de las direcciones enviadas... En la sinagoga no creo que haya mucha actividad policial... si por último no puedes en esos lugares, colócaselo a la mezquita y otro en el centro de Caracas...”); indicándole el (“... recuerde que usted pasará en moto y dejará el bulto sin detenerse en el lugar...”), reforzando la disposición de ánimo del acusado José Miguel Rojas Espinoza a través de frases que inducen a la calma (“... trate de pensar que lleva una bolsa de basura, si piensa que lleva una bomba eso le pondrá nervioso y fracasará más por los nervios que por razones de seguridad...”)...».
Me equivoqué, después de todo, al menospreciar el interés de HizbullahVenezuela para mi investigación. Y no porque aquella acción, que sería castigada por los jueces venezolanos con una dureza desmedida, mereciese o no el calificativo de atentado terrorista. Sino porque así fue como se vendió internacionalmente.
Es decir, aunque sea lícito calificar de artefactos explosivos lo que Rojas colocó, por indicación de Darnott, en las cercanías de la embajada de los Estados Unidos, sería más correcto definirlo como «cajas sonoras». Un tipo de artefacto que carece de la letal metralla, compuesto por una carga de explosivo de bajo poder, pólvora igual a la que se usa en los petardos de feria, que al detonar expande alrededor los folletos publicitarios de Hizbullah-Venezuela que se incluían en el interior, y que, dado el bajo poder destructivo de ese tipo de pólvora, ni siquiera quema los folletos de papel. Esta es la realidad.
Sin embargo, la prensa israelí, la norteamericana y los medios de la oposición venezolana no podían dejar pasar un regalo del cielo tan rentable políticamente. Hizbullah-Venezuela, sin quererlo, se había puesto al servicio de los antichavistas, a menos de mes y medio de las elecciones generales en las que Chávez se jugaba su continuidad en el poder. Y los titulares de la prensa internacional destacaron el «primer atentado terrorista contra la embajada americana en Caracas, perpetrado por yihadistas de Hizbullah establecidos en Venezuela con la ayuda de Chávez».
Es evidente que ningún analista, mínimamente familiarizado con la historia de Hizbullah y conocedor de sus enormes recursos económicos, su habilidad con bombas de alto poder destructivo y su experiencia en la realización de operaciones clandestinas y letales, incluso contra el MOSSAD israelí, puede tomarse esto en serio. Es ridículo imaginar a un agente de Hizbullah que en lugar de robar un coche, o por lo menos tomar un taxi, acude al lugar del atentado en mototaxi porque es más barato; que se presenta en el objetivo del ataque llevando las bombas en cajas de zapatos y con un explosivo que había costado 13 997 bolívares, o sea, menos de 14 bolívares fuertes actuales, en una ferretería pública. Estoy seguro de que Israel estaría mucho más tranquilo si todos los terroristas de Hizbullah fuesen así de artesanales...
La verdadera dimensión de aquel acto iba a comprenderla en noviembre de 2006, en el curso sobre propaganda y terrorismo que iba a cursar en Madrid, de la mano de prestigiosos expertos en contraterrorismo y yihadismo. Y también en el verdadero Islam.
Alfredo Pérez Rubalcaba volvía a presidir un curso de terrorismo islamista al que yo asistía. Después del 11-M no era difícil coincidir con políticos de alto nivel en todos los cursos antiterroristas organizados en España. Se consideraba un tema prioritario. Y tras la aportación del ministro del Interior, llegó el turno para todos los expertos participantes que, como siempre, nos obsequiaron con una interesante información teórica a los alumnos.
En esta ocasión tuve la fortuna de aprender más sobre terrorismo con personajes como el periodista Javier Valenzuela, autor de uno de los poquísimos libros sobre Hizbullah escritos en España
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y también del inquietante
España en el punto de mira: la amenaza del integrismo islámico
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publicado antes del 11-M y que resultó fatalmente premonitorio; o el catedrático de Historia Juan Pablo Fusi; Eugenio Pereiro, asesor de Terrorismo del secretario de Estado; el fiscal Jesús Santos, o Miguel Valverde, comisario general de Información de la Policía, entre otros especialistas españoles. Como siempre, sabiamente coordinados por Fernando Reinares.