El Palestino (80 page)

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Authors: Antonio Salas

Al llegar al cobertizo, Comandante Chino dio las órdenes precisas, y Carías, yo y dos tupamaros más apareceríamos en el vídeo, escoltando a Comandante Gato, que leería el comunicado. Comandante Candela y el resto de los tupamaros se ocuparían de grabar el vídeo y de distribuirse por los alrededores de la finca, para vigilar el posible movimiento de paramilitares colombianos en la zona o la llegada de algún curioso inoportuno. Nunca me había planteado que, cuando se graba un comunicado terrorista, además de los individuos que aparecen en el vídeo hay otros tantos vigilando los alrededores. Apenas tuve tiempo, mientras mis camaradas desplegaban una enorme bandera del MRTA y repartían las armas, de situar entre unos troncos del cobertizo el equipo de cámara oculta para intentar grabar todo lo que ocurría antes y después de la elaboración de un comunicado terrorista. No había podido comprobar si mi equipo estaba correctamente activado, así que me encomendé a Allah y «que sea lo que Dios quiera...».

El Chino fue quien repartió las armas. A mí me tocó una ametralladora Heckler & Koch, modelo MP5-A3. Un subfusil de asalto alemán, del calibre 9 mm, capaz de escupir ochocientas balas por minuto.

—Palestino, tú acá, a mi derecha —me indicó.

Sin embargo, en el último momento le extrajo el cargador a mi arma... Era toda una declaración de intenciones: quería tener controlada la situación hasta el último detalle. Puede que mis instructores le hubiesen dado buenas referencias de mí, pero al fin y al cabo no me había visto en acción, así que —supongo— prefería tener el control de mi arma hasta que fuese necesario utilizarla, en el caso de toparnos con algún grupo de paracos. Por si acaso comprobé que no quedaba ninguna bala en la recámara del fusil. Todavía llevo colgada al cuello la bala que casi me vuela la rodilla derecha cuando un traficante apretó el gatillo de aquella pistola, tras sacarle el cargador, durante mi infiltración en las mafias del tráfico de mujeres...
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Meses atrás, durante una concentración chavista, los tupas se habían empeñado en que les explicara cómo colocarse el pañuelo palestino, tal y como lo usaban mis hermanos árabes en las revueltas de la intifada —el pañuelo palestino es ya un símbolo internacional de lucha revolucionaria—, así que les enseñé a colocárselo, tal y como me habían enseñado a mí en Palestina. Y ahora, en la grabación del vídeo, alguno de mis «alumnos» me demostró que había aprendido la lección. El resto utilizamos las tradicionales capuchas tupamaras.

Por fin, con el Gato situado en el centro y nosotros cuatro rodeándolo, mientras nuestros compañeros vigilaban los cuatro puntos cardinales alrededor de la quinta, Comandante Gato dio lectura al siguiente comunicado:

Los militantes combatientes del MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO TÚPAC AMARU (MRTA) CAPÍTULO VENEZUELA queremos expresar nuestro más profundo dolor ante la masacre de la que fue objeto las FARC-EP en territorio de Ecuador por parte del ejército genocida del asesino presidente colombiano Álvaro Uribe, títere y lacayo del imperialismo norteamericano, quien ordenó el bombardeo al campamento guerrillero, donde fueron asesinados el comandante Raúl Reyes y el resto de la tropa combatiente guerrillera. A las FARC-EP y a sus familiares profesamos nuestra sentida condolencia.

Denunciamos que los hechos ocurridos en Ecuador desvelan el triste papel que juega el gobierno colombiano en América Latina, al igual que el papel jugado por Israel en Medio Oriente, en lo que significa el cuido celoso de los intereses del imperio norteamericano, cueste lo que cueste, sin importarle el asesinato de niños, mujeres y ancianos sin piedad alguna.

Repudiamos esa acción vil y cobarde, de ultraje y asesinatos por parte de Álvaro Uribe y sus militares sirvientes, subordinados al imperio del gobierno de Bush.

Condenamos esta práctica brutal y descabellada de estos soldados traidores entrenados con las armas del terror de la Escuela de las Américas, son los mismos métodos que se aplicaron en la masacre de Cantaura, estado Anzoátegui en Venezuela, donde no hubo combate sino un bombardeo intenso y posterior arrase de todo lo que se moviera por vía terrestre. Ante estos hechos, el MRTA CAPÍTULO VENEZUELA declara asesino a Álvaro Uribe por dicha matanza y exige que sea llevado a Tribunales Internacionales por delito de lesa humanidad. Como militares combatientes redoblaremos la vigilancia revolucionaria entendiendo que la masacre de los camaradas de las FARC-EP no es un hecho aislado, detrás está la mano peluda del FBI y la CIA.

Seguiremos junto a la comunidad internacional, contribuyendo en los esfuerzos que viene realizando nuestro gobierno bolivariano y revolucionario liderizado por el comandante Hugo Chávez Frías para el intercambio humanitario. A las órdenes de las FARC-EP están nuestros militantes combatientes, nuestras armas y capuchas, para la lucha diaria, constante y sistemática, contra el imperialismo y sus sirvientes traidores. Entendemos que la burguesía se derrota en la calle, junto a la lucha del pueblo, generando grandes movilizaciones de protesta y repudio ante sus mecanismos de terror.

Y por último, como militantes del MRTA estamos firmes y dispuestos para crear un batallón latinoamericano de combatientes revolucionarios de diversas organizaciones populares preparados para la lucha y el combate en cualquier parte de Latinoamérica, y demostrar a los imperialistas que ECUADOR Y VENEZUELA NO ESTAN SOLOS.

¡VIVA LAS FARC-EP! ¡VIVA MARULANDA! ¡VIVA EL MRTA!

¡HONOR Y GLORIA ETERNA AL COMANDANTE RAÚL REYES!

DIRECCIÓN NACIONAL DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO TÚPAC AMARU (MRTA) CAPÍTULO VENEZUELA
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La verdad es que no presté demasiada atención al contenido del comunicado hasta que pude hacerme con una copia por escrito, ya que durante la realización del vídeo estaba demasiado nervioso. Algo que se evidencia en mi comportamiento grabado en la cinta. Se me ve más atento a los alrededores de la finca que a lo que estaba ocurriendo en su interior. La idea de que uno de los grupos de psicópatas paramilitares, con sus motosierras, pudiese aparecer en aquellas montañas y mis compañeros decidiesen abrir fuego contra ellos me tenía aterrado.

Reaccioné cuando, tras la grabación del comunicado, Comandante Chino decidió grabar un segundo vídeo con unas declaraciones suyas sobre diferentes cuestiones políticas. El Chino quería advertir a los norteamericanos, y también a los colombianos, de lo que ocurriría si se atrevían a invadir Venezuela, como antes habían hecho con Panamá, El Salvador o Granada; y quería enviar un mensaje de solidaridad a Ilich Ramírez y también a los pueblos de Palestina y el Líbano para «redoblar el yihad». Me sorprendió esa alusión a la lucha islámica en labios de un revolucionario comunista y supuestamente ateo. Sin embargo, a continuación aclaró:

—La lucha no es solamente religiosa. Y la lucha no solamente es política. Sino que la lucha es contra el imperialismo norteamericano y los imperialismos aliados, como es el Estado terrorista y sionista de Israel. Contra ellos todas las organizaciones del mundo unidas para derrotarlos. Con las armas y las armas, con capucha, sin capucha, pero hay que atacarlos dondequiera que se encuentren. Así sea en sus casas...

Aquella proclama era una invitación formal al terrorismo, expresada con una claridad diáfana. Pero la grabación de aquel segundo vídeo me daba una nueva oportunidad para intentar un segundo tiro de cámara que pudiese demostrar que yo era un infiltrado en aquel grupo. Teniendo en cuenta que todos los participantes estábamos enmascarados, esa segunda grabación clandestina sería la única prueba de que yo había estado presente en su realización. Como saben bien mis lectores, acostumbrado a los continuos intentos de desacreditarme por parte de nazis, proxenetas, puteros, etcétera, y sospecho que a partir de ahora también por parte de ciertos intereses políticos afectados por mis reportajes, tengo la costumbre de publicar solo lo que puedo demostrar. Así que mientras se hacía la segunda película y yo ocupaba el lugar del Chino Carías en la primera grabación, me arriesgué a utilizar la sofisticada cámara de mi teléfono móvil. Un vídeo grabado desde dentro del grupo que estaba siendo filmado ahora.

Fue un riesgo innecesario. Al final mi equipo de cámara oculta estaba grabando correctamente desde los troncos donde lo había escondido, pero en ese momento yo no lo sabía, ni tenía forma de comprobarlo delante de todos aquellos tupamaros armados. Y en situaciones como aquella es cuando tienes que decidir, sobre la marcha, si asumes un nuevo riesgo o dejas pasar la ocasión. Por fortuna mi ángel de la guarda estaba atento a todos mis movimientos y, una vez más, Allah quiso protegerme.

Terminamos la grabación del segundo vídeo con unos comentarios de Comandante Chino que me hicieron reflexionar. En la grabación, el Chino desmarca absolutamente al presidente Hugo Chávez de toda responsabilidad en los grupos armados venezolanos. E insiste en que todas las organizaciones bolivarianas, pese a jurar lealtad al presidente de la República, mantienen la lucha armada de forma extraoficial y al margen de las leyes venezolanas. Lo que Comandante Chino no aclaraba en el vídeo, y siento muchísimo tener que reconocer, es que con demasiada frecuencia esos mismos grupos armados simultanean su «lucha revolucionaria» con los atracos, secuestros e incluso el sicariato: actividades criminales que no tienen nada que ver con el pensamiento revolucionario.

Al terminar la segunda grabación entregamos las armas, recogimos la bandera y las capuchas, y también las cámaras, tanto la que grabó el comunicado como mi cámara oculta. Volvimos rápidamente a los coches para regresar a Caracas, con la orden de no vernos en unos días por seguridad. Y yo, obediente, no volvería a ver al Chino, Gato o a Ismar hasta pasados unos días. Nos reuniríamos de nuevo en la oficina de Comandante Chino en la Asamblea Nacional, donde nuestro camarada Gato era secretario de una comisión. Recuerdo perfectamente la imagen de Greidy sentado sobre la mesa, intentando explicar al Chino, muy torpe con los ordenadores, cómo se abría su correo electrónico y cómo podría ver el vídeo del comunicado que habíamos grabado unos días antes, ya subido a Youtube. Fue la última vez que vi a mi camarada Gato con vida.

Mi participación en aquellos vídeos marcaría de nuevo un antes y un después en esta infiltración. Una cosa es repetir hasta la saciedad la misma cháchara pseudoideológica en tal o cual página web, como hacen el 99 por ciento de los pseudorrevolucionarios, y otra muy distinta aparecer con un pasamontañas y un subfusil de asalto en un vídeo que hace un llamamiento a la unión de todos los grupos terroristas en América Latina.

Como era previsible, aquellos vídeos alertaron a los servicios secretos colombianos. Pocos días después de aparecer en varias páginas web afines a la lucha armada y en Youtube, medios como
Noticiero Digital
o
Reporte Oriente
se hicieron eco de la noticia: «Inteligencia colombiana investiga vídeo». No era la primera vez que era consciente de que un servicio de información no español me incluía en una investigación antiterrorista, en calidad de sospechoso. Como
webmaster
de Carlos el Chacal ya tenía claro que estaba en el punto de mira de la inteligencia israelí y norteamericana, como mínimo. Pero aparecer en aquel comunicado terrorista del MRTA me ponía también en la lista de objetivos de la inteligencia colombiana. Aunque, al mismo tiempo, me haría consolidar mi posición en los grupos armados tanto latinos... como europeos.

Terrorismo mediático: la guerra de los periodistas

El 27 de marzo de 2008 había acompañado a Vladimir Ramírez y una compañera del CRIR a Los Teques, para entrevistarnos con el hoy ministro de Obras Públicas y Vivienda Diosdado Cabello, que en aquel entonces era gobernador del estado Miranda. De hecho, técnicamente, Diosdado Cabello fue presidente de Venezuela durante unas horas tras el golpe de Estado del 11 de abril, una vez recuperado Miraflores y mientras Chávez no era rescatado de su encarcelamiento por los golpistas. Y allí mismo, en su palacio de la gobernación de Miranda, la providencia o la voluntad de Allah quiso que me encontrase con mi amigo Lahssan Haida, el director del periódico
Noticias Internacionales
y presidente de la Asociación de Amistad Venezuela-Marruecos. Lahssan me confesó que estaba muy interesado en los eventos que iban a desarrollarse en Caracas los días sucesivos, y yo me ofrecí para cubrirlos como fotógrafo y camarógrafo. Caracas iba a ser el escenario de un nuevo enfrentamiento ideológico...

Como saben todos los analistas de todos los servicios de información, en el actual mapa geopolítico mundial Venezuela es una pieza clave. Además de poseer algunas de las mayores riquezas energéticas de América, las mayores reservas de gas del mundo y un potencial petrolero único en el continente, su influencia política en la región es evidente y sus alianzas con el mundo árabe extraordinarias. Por todo ello se ha convertido en uno de los objetivos fundamentales de las campañas de desinformación y guerra psicológica más enérgicas de la historia. O esto es lo que aseguran los servicios de información venezolanos, denunciando todo tipo de campañas mediáticas contra la credibilidad y la imagen del gobierno bolivariano.

Por eso no me extrañó que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) escogiese el hotel Palace de Caracas para la celebración de su asamblea semestral, del 28 al 30 de marzo de 2008, denunciando la supuesta falta de libertad de prensa en Venezuela y enunciando todas las censuras que, según ellos, sufrían los periodistas en el país. Globovisión, lógicamente, dio una detallada cobertura al evento. Y, para contrarrestarlo, los medios oficialistas organizaron también en Caracas el Encuentro Latinoamericano contra el Terrorismo Mediático, que se celebraba al mismo tiempo, a solo unos cientos de metros del hotel que acogía la reunión del SIP. De hecho, en aquellos días se organizaron varias manifestaciones, en las que también participé y en las que los asistentes al encuentro chavista protestaban por lo que consideraban una política de desinformación, intoxicación y terrorismo mediático amparada por el SIP y ejecutada por los poderosos medios de comunicación opositores en Venezuela.

Sería muy interesante analizar con detalle quiénes participaron en aquel encuentro. Periodistas, sociólogos, escritores, políticos e intelectuales de izquierdas llegados desde España y de todos los rincones de América, para denunciar lo que definían como una constante y sistemática manipulación de la información en los grandes medios de comunicación, no solo en Venezuela, sino también en Europa y los Estados Unidos. Y, entre otros participantes a los que luego me referiré, tuve la oportunidad de reencontrar a Carlos Aznárez, director de
Resumen Latinoamericano
(la publicación donde colaboraba Óscar Rotundo) y viejo conocido de los círculos abertzales en Euskadi. O a Eduardo Rotte, alias
el Profesor Lupa
, que en aquellos días realizaba un breve espacio de parodias en VTV, ridiculizando a la oposición escuálida, y que resultó ser un viejo amigo y compañero de liceo de Ilich Ramírez.

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