Read Johnny cogió su fusil Online
Authors: Dalton Trumbo
Después se abrió la puerta. Sintió la vibración de unos pasos livianos los pasos de la enfermera. Intentó oír los otros. Percibió la vibración de otro paso más pesado que pertenecía a un hombre. Esperó a los demás esperó la vibración de los resortes. Pero todo estaba tranquilo. Todo estaba inmóvil. No había nadie en la habitación para presenciar el gran evento. Sólo él y su enfermera y este desconocido de pesados pasos. Nadie más que ellos tres. Sintió una extraña congoja que surgía del desengaño tanta indiferencia hacia un acontecimiento tan importante. Y después recordó que para él había algo más significativo que las multitudes. Se quedó rígido quieto más parecido a un muerto que nunca. Se quedó allí esperando una respuesta.
Un dedo salió de la oscuridad un dedo tan enorme que golpeó sobre su frente con el estrépito de un martinete. Repercutió en su cerebro como un trueno en una caverna. El dedo empezó a repiquetear…
.-- .... .- -
W H A T
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D O
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Y O U
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W A N T
(¿Qué quieres?)
Cuando entendió la pregunta cuando tuvo la seguridad de haberla interpretado correctamente permaneció inmóvil un instante. Era como estar sentado en una habitación silenciosa aguardando a alguien muy importante a alguien a quien se ha esperado mucho tiempo y de pronto escuchar que llaman a la puerta. Por un instante vacilas y te preguntas quién puede ser y qué quiere y por qué ha venido. Por un segundo sientes temor porque aunque hayas esperado años nunca creíste realmente que llegara. Luego te pones en pie y abres la puerta al principio sólo una rendija preparándote para el impacto del desengaño cuando descubras que no es la persona que esperabas. Pero cuando encuentras que lo imposible ha ocurrido que el visitante que aguardabas con tanta expectativa ha llegado sientes tanto alivio tanta sorpresa que no sabes qué decir ni por dónde empezar.
¿Qué quería?
Era como alguien que anhela el mar y un barco y de pronto le dieran su barco y luego le preguntaran adónde quería ir. Como nunca había esperado el barco sino que había pasado el tiempo deseándolo no se había preguntado jamás qué haría con él cuando lo tuviera. Nunca había confiado realmente en lograrlo había pasado tanto tiempo y a él le había costado tanto hacerse entender. No había sido más que una idea una esperanza y un trabajo y cuanto más difícil se volvía más importancia asumía hasta que por fin casi le volvía loco. Pero hasta hacía una hora no había imaginado que lo lograría. Ahora lo había conseguido. Estaba hecho y le preguntaban qué quería. Y aunque todo cuanto le quedaba de vida parecía depender de esa respuesta no podía articular sus pensamientos no lograba formular algo que tuviese sentido para él y mucho menos para los demás.
Entonces lo pensó de otra forma. Tal vez no se trataba de lo que él quería sino de aquello que podían darle. Así era. ¿Y qué podían darle? Empezó a sentirse agraviado por la pregunta misma y la forma en que la habían transmitido y la ignorancia que subyacía en ella. ¿Qué se creían y qué pensaban que podían darle que él quisiera? ¿Pensaban que pediría un helado? ¿Pensaban que pediría un buen libro y un fuego en la chimenea y un gato ronroneando? ¿Pensaban que pediría ir a un cine y después a un bar para beber una buena limonada fresca? ¿Pensaban que pediría lecciones de baile o un par de binóculos o un curso de piano? Imagina qué sorpresa se van a llevar tus amigos.
Tal vez pensaban que quería un traje nuevo o una camisa de seda. Tal vez esperaban que se quejara porque la cama era un poco dura y por favor déme un vaso de agua. Quizá pensaran que pediría un cambio de menú. El café que introducen por el tubo últimamente necesita un poco más de azúcar resulta amargo a mis intestinos de modo que por favor agreguen media cucharadita de azúcar y por favor revuélvanlo bien. La cubierta del colchón está demasiado húmeda y necesita que la ventilen. Creo que me apetecería un dulce de chocolate. La próxima vez que echen el alimento por ese tubo metan un poco de dulce de chocolate no demasiado azucarado ni demasiado fuerte sino suave y ligeramente tibio me he pasado esperando todos estos años y cabeceando todos estos meses porque me apetece tanto el dulce de chocolate.
Deberían saber qué era lo que deseaban estos hijos de puta y deberían saber que no se lo podían dar. Quería las cosas que a ellos les parecían naturales las cosas que nadie podría darle jamás. Quería ojos para ver. Dos ojos para ver el sol y la luna y las montañas azules y los altos árboles y las pequeñas hormigas y las casas donde vivía gente y las flores abriéndose por la mañana y la nieve sobre la tierra y los arroyos y los trenes que van y vienen y la gente por la calle y un cachorro que juega con un viejo zapato desafiándole y gruñendo y retorciendo y amenazando y moviendo el rabo y tomándose al zapato muy en serio. Quería una nariz para oler la lluvia y la leña en el fuego y la comida y el tenue perfume que perdura en el aire cuando pasa una muchacha. Quería una boca para poder comer y hablar y reír y saborear y besar. Quería brazos y piernas para poder trabajar y caminar y ser como un hombre como un ser viviente.
¿Qué quería? ¿Qué podía desear? ¿Había algo que alguien pudiese darle?
La respuesta cayó sobre él con violencia y aullando como un torrente de agua que fluye por una compuerta rota. Quería salir. Ante la sola idea sintió que su corazón se aceleraba y su carne se ponía tensa. Quería salir. Quería salir para poder sentir el aire fresco en su piel e imaginar aunque no pudiese olerlo que venía de las montañas o de las ciudades o de los campos. Quería salir para poder sentir la gente a su alrededor. No importaba que no pudiera verles oírles hablarles. Si salía por lo menos sabría que estaba entre ellos y no encerrado en una habitación aparte. No era justo que encerraran a un hombre en una habitación. No era justo que fuese un eterno prisionero. Un hombre necesitaba estar entre otros hombres. Toda cosa viviente necesitaba estar entre sus iguales. El era un hombre una parte de la humanidad y quería que le llevaran fuera para sentir a otros hombres en derredor.
Déjenme salir pensó eso es todo lo que quiero. He estado acostado aquí años y años en una habitación en una cama en una pequeña envoltura de piel. Ahora quiero salir. Tengo que salir. No pueden tener a un hombre preso así. Tiene que estar haciendo algo para verificar que aún vive. Aquí soy un prisionero y no tienen derecho a retenerme porque no he hecho nada malo. Una habitación una cama como en una cárcel como en un asilo como en una tumba con seis pies de tierra encima. No comprenden que un hombre no puede soportar todo esto sin volverse loco. Me asfixio y no puedo asfixiarme más no puedo soportarlo. Si tuviera brazos podría moverme podría empujar las paredes para ensancharlas podría retirar las mantas podría ir a un sitio más grande. Si tuviera voz podría gritar y clamar pidiendo ayuda podría hablar conmigo mismo y hacerme compañía. Si tuviera piernas podría correr podría marcharme podría salir hacia un sitio donde haya aire donde haya espacio donde no me esté ahogando en un agujero. Pero no tengo ninguna de esas cosas no puedo hacer ninguna de esas cosas así que ustedes deben ayudarme. Deben ayudarme de prisa porque por dentro me estoy volviendo loco sufro como ustedes no pueden imaginar. Dentro de mí grito y aúllo y empujo y lucho en busca de espacio de aire para escapar del ahogo. De modo que déjenme salir donde pueda sentir el aire y sentir la gente. Por favor déjenme salir donde tenga espacio para respirar. Déjenme salir de aquí y llévenme de nuevo al mundo.
Estaba a punto de comenzar a cabecear en un torrente de puntos y rayas cuando se le ocurrió que podrían surgir dificultades. Después de todo él no era un tío común que podía ser liberado de una cárcel cualquiera para llevar una vida corriente. Era un caso muy excepcional. Toda su vida en cualquier parte que estuviese alguien debería ocuparse de él. Eso significaba dinero y él no tenía dinero de modo que se convertiría en una carga para la gente. El gobierno o quien quiera que se ocupara de él probablemente no tenía dinero para tirar mimando a un tío ni gastaría una fortuna para atenderle de modo que pudiera sentir el aire y la presencia de la gente a su alrededor. Eso podría tener sentido para ciertas personas pero el gobierno nunca lo comprendería. El gobierno diría está loco ¿dónde se ha visto a un tío sin brazos piernas ojos oídos nariz y boca que se entretenga entre gente a la que no puede ver ni oír ni hablar? El gobierno diría todo eso es una locura y al diablo con él es mejor que se quede donde está y además ya cuesta demasiado dinero.
Y entonces comprendió que estaba en su poder ganar dinero mucho dinero suficiente para pagar sus propios gastos y los gastos de las personas que se ocuparan de él. En lugar de ser una carga o una molestia para el gobierno hasta podría representarle dinero. La gente siempre estaba dispuesta a pagar para ver cosas raras siempre se mostraba interesada en los espectáculos terribles y con seguridad en ninguna parte de la tierra existía un ser viviente más terrible que él. Una vez vio el espectáculo de un hombre que se convertía en piedra. Si le dabas un golpe en el brazo con una moneda sonaba como mármol. Eso era terrible pero no tan terrible como él. Sin embargo el hombre que se convertía en piedra se ganaba la vida y hacía dinero suficiente para pagar a alguien que le atendiera. El podría hacer lo mismo. Si le dejaban salir él podría encargarse de todo.
Y también de una manera indirecta sería útil. Sería un espectáculo educativo. La gente aprendería mucha anatomía pero también todo aquello que había que saber sobre la guerra. Sería una cosa concentrar el sentido de la guerra en un torso mutilado y exhibirlo para que la gente pudiera ver la diferencia entre la guerra que aparece en los titulares de los periódicos y en los empréstitos de libertad y la guerra que se pelea solitariamente en el barro una guerra entre un hombre y un proyectil altamente explosivo. De pronto se inflamó con la idea se excitó tanto que olvidó su ansia de aire y gente. Esta nueva idea era tan maravillosa. Se exhibiría para mostrar a todos los pobres diablos lo que podía ocurrirles y al hacerlo sería libre y autosuficiente. Haría un favor a todos incluso a sí mismo. Se exhibiría ante los pobres diablos y sus madres y padres y hermanos y hermanas y mujeres y novias y abuelos y abuelas y llevaría un anuncio donde diría esta es la guerra y condensaría toda la guerra en un fragmento tan pequeño de carne y hueso y pelo que no le olvidarían mientras vivieran.
Empezó a cabecear para transmitir que quería salir. Su mente se anticipaba a sus señales pero siguió cabeceando, ¿Qué quería? El les diría que quería malditos imbéciles. Se lo transmitiría palabra por palabra lo recordaría desde el principio al fin y lo comunicaría en puntos y rayas y entonces se enterarían. Mientras golpeaba pensaba más rápidamente. Se encolerizaba y se excitaba cada vez más y cabeceaba rápidamente tratando de mantenerse a la par de las palabras que se confundían dentro de su mente las palabras que por fin podía usar todas las palabras que había pensado en todos esos años que había permanecido en silencio porque ahora hablaba por primera vez ahora había aprendido y hablaba con alguien del mundo exterior.
Déjenme salir deletreo déjenme salir. No les causaré ningún problema, No seré una carga Puedo ganarme la vida. Puedo trabajar como cualquiera. Quítenme la camisa y constrúyanme una vitrina de cristal y llévenme a los sitios donde la gente se divierte y busca cosas raras. Llévenme en mi vitrina de cristal a las playas y las ferias en el campo y a las tómbolas de las iglesias y a los circos y a las ferias ambulantes.
Harían un gran negocio conmigo y yo podría pagarles por la molestia. Podrían dar una buena arenga. Han oído hablar del andrógino y de la mujer barbuda y del hombre de vidrio y del enanillo. Han visto las sirenas humanas y los salvajes de Borneo y la muchacha carnívora del Congo que coge el pescado en el aire y lo devora. Han visto al hombre que escribe con los pies y al que camina con las manos y a los hermanos siameses y los nonatos conservados en alcohol colocados en pequeñas hileras.
Poro no han visto nada como esto. Este será el espectáculo más inusitado que pueda verse por diez centavos. Causará sensación en el mundo del espectáculo y quien patrocine mi recorrido será un nuevo Barnum a quien le harán hermosas reseñas en los periódicos porque yo soy realmente algo sensacional. Soy algo que pueden anunciar diciendo que al que no le guste se le devolverá su dinero. Soy el hombre muerto que está vivo. Soy el hombre vivo que está muerto. Si eso no resulta suficiente para que entren en mi tienda soy algo más. Soy el hombre que ha salvaguardado la democracia. Si eso no les interesa entonces por el amor de dios no son hombres. Que se incorporen al ejército porque el ejército les hará hombres.
Llévenme a recorrer los caminos y deténganse en cada granja y cada sembrado y toquen una campana para que los granjeros y sus mujeres y sus niños y sus peones y criadas acudan a verme. Digan a los granjeros aquí hay algo que con seguridad no han visto nunca. Algo que no podrán arar. Algo que nunca crecerá y florecerá. El abono que tiráis en vuestros campos es bastante sucio pero he aquí algo que es menos que el estiércol porque no quiere morir y descomponerse y alimentar siquiera la maleza. He aquí algo tan terrible que si lo pariese una yegua una vaquilla una cerda una oveja lo matarían en el acto pero no pueden matar esto porque es un ser humano. Viene un cerebro. Piensa todo el tiempo. Créanlo o no esta cosa piensa y está viva y va contra todas las reglas de la naturaleza aunque no fue la naturaleza quien lo hizo así. Ustedes saben qué lo hizo así. Miren sus medallas verdaderas medallas probablemente de oro macizo. Levanten la tapa de la vitrina y sabrán qué lo convirtió en esto. Apesta a gloria.
Llévenme a los sitios donde los hombres trabajan y hacen cosas. Llévenme allí y digan muchachas he aquí una forma económica de ir tirando. Quizá sean malos momentos y los sueldos sean bajos. No se preocupen muchachos porque siempre hay una forma de arreglar cosas así. Con una guerra subirán los precios y subirán los sueldos y todo el mundo ganará mucho dinero. No se impacienten muchachos muy pronto tendremos una guerra. Cuando venga tendrán su oportunidad.
En una u otra forma ganas. Si no tienes que pelear te quedas en casa y ganas dieciséis dólares por día trabajando en los astilleros. Y si te incorporan al ejército tendrás una buena oportunidad para volver con menos necesidades. Tal vez necesitarás un solo zapato en lugar de dos y ahorrarás dinero. Tal vez estés ciego y en ese caso no tendrás que preocuparte por el precio de las gafas. Quizá tengas suerte como yo. Miradme muchachos miradme de cerca no necesito nada. Un poco de caldo o algo así tres veces por día y eso es todo. Ni zapatos ni calcetines ni guantes ni sombrero ni corbata ni botón en el cuello ni chaleco ni abrigo ni cine ni teatro de variedades ni fútbol ni siquiera una afeitada. Miradme muchachos no tengo ningún gasto. Vosotros sois unos gilipollas muchachos. No sabéis nada. Yo sé lo que os digo. Yo solía necesitar todas esas cosas que vosotros necesitáis. Era un consumidor. He consumido mucho en mi época. He consumido más esquirlas y más pólvora que cualquier ser humano. Así que no os dejéis ganar por la melancolía pronto tendréis vuestra oportunidad habrá otra guerra y entonces tal vez podáis tener la misma suerte que yo.