Las aventuras de Arthur Gordon Pym (18 page)

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Authors: Edgar Allan Poe

Tags: #Fantástico, Terror

Este archipiélago, ya muy conocido y que consta de tres islas circulares, fue descubierto primeramente por los portugueses, y visitado después por los holandeses en 1643 y por los franceses en 1767. Las tres islas forman en conjunto un triángulo, y distan unas de otras como diez millas, existiendo entre ellas anchos pasos. La costa en todas ellas es muy alta, especialmente en la de Tristán de Cunha propiamente dicha. Ésta es la más grande del grupo, pues tiene quince millas de circunferencia, y tan elevada que se la puede divisar, con tiempo claro, a una distancia de ochenta o noventa millas. Una parte de la costa hacia el norte se eleva a más de trescientos metros perpendicularmente sobre el mar. A esta altura una meseta se extiende casi hasta el centro de la isla, y desde esa meseta se alza un elevadísimo cono como el de Tenerife. La mitad inferior de este cono está cubierta de árboles de gran tamaño; pero la región superior es roca desnuda, por lo general oculta entre las nubes y cubierta de nieve durante la mayor parte del año. No hay bajos fondos ni otros peligros en los alrededores de la isla, siendo las costas notablemente escarpadas y de profundas aguas. En la costa del noroeste se halla una bahía, con una playa de arena negra donde puede efectuarse con facilidad un desembarco con botes, siempre que sople viento del sur. Allí se puede uno procurar en seguida gran cantidad de agua excelente, y también se pesca con anzuelo y caña bacalao y otros peces.

La isla siguiente en cuanto al tamaño, y la más al oeste del grupo, es la llamada la Inaccesible. Su posición exacta es 37º 17' de latitud sur y 12º 24' de longitud oeste. Tiene siete u ocho millas de circunferencia, y por todos sus lados presenta un aspecto espantoso e inaccesible. La cumbre es perfectamente llana, y toda la región es estéril, no creciendo en ella nada, excepto unos cuantos arbustos raquíticos.

La isla Nightingale, la más pequeña y meridional, se halla situada a 37º 26' de latitud sur y a 12º 12' de longitud oeste. Lejos de su extremidad meridional sur se halla un alto arrecife de islotes rocosos: se ven también algunos de un aspecto similar hacia el nordeste. El terreno es irregular y estéril, y un profundo valle lo divide parcialmente.

Las costas de estas islas son ricas, en la estación propicia, en leones, elefantes marinos, focas, juntamente con una gran variedad de aves oceánicas de toda clase. También abundan las ballenas en sus cercanías. Debido a la facilidad con que estos diversos animales eran capturados en un principio, el grupo ha sido muy visitado desde su descubrimiento. Los holandeses y los franceses lo frecuentaron desde los primeros tiempos. En 1790, el capitán Patten, que mandaba el barco Industry, de Filadelfia, hizo un viaje a la isla Tristán de Cunha, donde permaneció siete meses (desde agosto de 1790 hasta abril de 1791) con el objeto de recoger pieles de vacas mismas. Durante este tiempo recogió no menos de cinco mil seiscientas, y afirmó que no le hubiera costado ninguna dificultad cargar de aceite un barco grande en tres semanas. A su llegada no encontró cuadrúpedos, a excepción de unas cuantas cabras salvajes; la isla abunda ahora en todos nuestros más preciosos animales domésticos, que han sido introducidos sucesivamente por los navegantes.

Creo que fue poco después de la visita del capitán Patten cuando el capitán Colquhoun, al mando del bergantín americano Betsey, hizo escala en la más grande de las islas con la intención de avituallarse. Plantó cebollas, patatas, coles y una gran cantidad de otros vegetales, que ahora se encuentran allí en abundancia.

En 1811, el capitán Haywood, en el Nereus, visitó la isla Tristán. Encontró allí a tres americanos, que residían en la isla para preparar aceite y pieles de foca. Uno de aquellos hombres se llamaba Jonathan Lambert, quien se daba a sí mismo el título de soberano del territorio. Había roturado y cultivado unos setenta acres de tierra y dedicaba toda su atención a introducir el café y la caña de azúcar que le había proporcionado el embajador americano en Río de Janeiro. Pero este establecimiento fue abandonado al fin, y en 1817, el gobierno inglés tomó posesión de las islas, enviando un destacamento desde el Cabo de Buena Esperanza a tal efecto. Sin embargo, aquellos colonos no permanecieron mucho tiempo; pero, después de la evacuación del territorio como posesión británica, dos o tres familias inglesas fijaron en ella su residencia, independientemente del gobierno. El 25 de marzo de 1824, el Berwick, del capitán Jeffrey, que partió de Londres con destino a la Tierra de Van Diemen, arribó a la isla donde encontró a un inglés llamado Glass, en otro tiempo cabo de la artillería inglesa. Se arrogaba el título de gobernador supremo de las islas, y tenía bajo su mando a veintiún hombres y tres mujeres. Dio un informe muy favorable de la salubridad del clima y de la productividad del suelo. La población se ocupaba principalmente en recoger pieles de focas y aceite de elefante marino, con que traficaban con el Cabo de Buena Esperanza, pues Glass era dueño de una pequeña goleta. En la época de nuestra llegada, el gobernador residía aún allí, pero su pequeña comunidad se había multiplicado, habiendo en la isla Tristán cincuenta y seis, además de un pequeño establecimiento de siete personas en la isla Nightingale. No encontramos ninguna dificultad para procurarnos todo género de provisiones que necesitábamos: ovejas, cerdos, cebúes, conejos, volatería, cabras, pescado en gran variedad y legumbres. Echamos el anda muy cerca de la isla grande, con dieciocho brazas de profundidad, y embarcamos muy convenientemente todo cuanto necesitábamos a bordo. El capitán Guy compró también a Glass quinientas pieles de foca y cierta cantidad de marfil. Permanecimos allí una semana, durante la cual reinaron los vientos del Norte y del Oeste, con un tiempo algo brumoso. El 5 de noviembre nos hicimos a la vela hacia el sudoeste, con la intención de realizar una búsqueda por entre un grupo de islas llamadas las Auroras, sobre cuya existencia ha habido gran diversidad de opiniones.

Se dice que estas islas fueron descubiertas a principios de 1762 por el comandante del barco Aurora. En 1790, el capitán Manuel de Oyarvido, en el barco Princes, perteneciente a la Real Compañía de Filipinas, navegó, según afirma él, por estos lugares. En 1794, la corbeta española Atrevida partió con el propósito de determinar su situación exacta, y en un informe publicado por la Real Sociedad Hidrográfica de Madrid en el año 1809 se habla de esta expedición en los siguientes términos: «La corbeta Atrevida practicó, en sus inmediatas cercanías, desde el 21 al 27 de enero, todas las observaciones necesarias y midió con cronómetros la diferencia de longitud existente entre estas islas y el puerto de Soledad, en las Malvinas. Estas islas son tres; están casi en el mismo meridiano; la del centro, algo más baja, y las otras dos pueden verse a nueve leguas de distancia».

Las observaciones hechas a bordo de la Atrevida dieron los siguientes resultados en cuanto a la exacta situación de cada isla. La más septentrional se halla a 52º 37' 24" de latitud sur, y a 47º 43' 15" de longitud oeste; la del centro, a 53º 2' 40" de latitud sur y a 47º 55' 15" de longitud oeste, y la más meridional, a 53º 15' 22" de latitud sur y a 47º 57' 15" de longitud oeste.

El 27 de enero de 1820 el capitán James Weddel, de la Armada Británica, se hizo a la vela desde StatenLand, también en busca de las Auroras. Informó que, después de haber realizado las búsquedas más diligentes y de haber pasado no sólo inmediatamente a los puntos indicados por el comandante de la Atrevida, sino en todas direcciones por las cercanías de aquellos lugares, no pudo encontrar indicio alguno de tierra.

Estos informes contradictorios indujeron a otros navegantes a buscar dichas islas; y, cosa extraña, mientras algunos navegantes recorrieron cada pulgada de mar donde suponían que podían estar, sin encontrarlas, había no pocos que declararon terminantemente haberlas visto, e incluso haber estado cerca de sus costas. La intención del capitán Guy era hacer todos los esfuerzos a su alcance para poner en claro esta cuestión tan discutida.

Mantuvimos nuestra ruta, entre el sur y el oeste, con tiempo variable, hasta el 20 del mismo mes, en que nos encontramos sobre el terreno debatido, hallándonos a 53º 15' de latitud sur, a 47º 58' de longitud oeste; es decir, muy cerca del sitio indicado como la situación del grupo más meridional. No divisando señal alguna de tierra, continuamos hacia el oeste por el paralelo 53º de latitud sur, hasta el meridiano 50º de longitud oeste. Luego subimos hacia el norte hasta el paralelo 52º de latitud sur, donde viramos hacia el este y mantuvimos nuestro paralelo por altitudes dobles, mañana y noche, y altitudes meridianas de los planetas y la luna. Habiendo ido así hacia el este al meridiano de la costa occidental de Georgia, seguimos ese meridiano hasta volver a la latitud de donde habíamos partido. Seguimos entonces derroteros diagonales a través de toda la extensión del mar circunscrito, manteniendo un vigía constantemente en el tope de gavia, y repitiendo nuestro examen con gran cuidado por espacio de tres semanas, durante las cuales gozamos de un tiempo notablemente bueno y agradable, sin bruma alguna. Naturalmente, quedamos completamente convencidos de que, si habían existido alguna vez islas en aquellas cercanías en una época anterior, no quedaba vestigio alguno de ellas en la actualidad. Después de regresar a mi país he sabido que la misma ruta ha sido seguida, con igual cuidado, en 1822, por el capitán Johnson, de la goleta americana Henry, y por el capitán Morrell, de la goleta americana Wasp, habiendo obtenido en ambos casos el mismo resultado que nosotros.

Capítulo XVI

La primera intención del capitán Guy había sido, después de satisfacer su curiosidad respecto a las Auroras, avanzar por el estrecho de Magallanes y subir a lo largo de la costa occidental de Patagonia: pero una información recibida en Tristán de Cunha le indujo a dirigirse hacia el sur, con la esperanza de arribar a alguno de los islotes que decían se hallaban alrededor del paralelo 60 de latitud sur y a 45º 20' de longitud oeste. En el caso de que no descubriese estas tierras, se proponía, si la estación era favorable, avanzar hacia el polo. Por consiguiente, el 12 de diciembre nos hicimos a la mar en aquella dirección. El 18 nos encontramos cerca del lugar indicado por Glass, y cruzamos durante tres días por aquellas cercanías sin hallar rastro alguno de las islas que él había mencionado. El 21, como hacía un tiempo excepcionalmente agradable, nos hicimos de nuevo a la mar hacia el sur, con la resolución de penetrar en aquella ruta lo más lejos posible. Antes de entrar en esta parte de mi relato, quizá haré bien, para información de aquellos lectores que hayan prestado poca atención al curso de los descubrimientos en estas regiones, en dar una breve idea de las escasas tentativas que se han hecho hasta ahora para llegar al polo sur.

La del capitán Cook fue la primera de la que tenemos informes precisos. En 1772, navegó hacia el sur en el Resolution, acompañado del teniente Furneau, que mandaba el Adventure. En diciembre se encontraba en el 58 paralelo de latitud sur, y a 26º 57' de longitud este. Allí se encontró con unos estrechos bancos de hielo, de un espesor de 20 a 25 centímetros, deslizándose del noroeste al sudeste. Este hielo se elevaba en grandes masas y solían acumularse tan apretadamente, que el barco avanzaba con gran dificultad. En este tiempo, el capitán Cook supuso, por el gran número de aves que se veían y por otros indicios, que se hallaban en las inmediaciones de alguna tierra. Mantuvo rumbo hacia el sur, con una temperatura excesivamente fría, basta alcanzar el paralelo 64, en la longitud este 38º 14'. Hacía allí una temperatura benigna, con brisas suaves, durante cinco días, marcando el termómetro 36º. En enero de 1773, los barcos cruzaron el círculo antártico; pero no consiguieron penetrar más lejos, pues al alcanzar los 67º 15' de latitud encontraron impedido su avance por un inmenso conglomerado de hielo que se extendía a todo lo largo del horizonte meridional hasta donde la vista podía alcanzar. Aquel hielo era de carácter muy vario y algunos de aquellos inmensos campos de hielo flotantes, de millas de extensión, formaban una masa compacta que se elevaba de cinco y medio a seis metros sobre el agua. Estando avanzada la estación, y sin esperanza de pretender bordear estos obstáculos, el capitán Cook viró con desgana hacia el norte.

En el mes de noviembre siguiente reanudó su búsqueda por el Antártico. A los 59º 40' de latitud encontró una fuerte corriente que se dirigía hacia el sur. En diciembre, cuando los barcos se hallaban a 67º 31' de latitud y a 142º 54' de longitud oeste, el frío era excesivo, con recios vendavales y densas nieblas. También allí abundaban las aves, especialmente el albatros, el pingüino y el petrel. A los 70º 23' de latitud encontraron algunas grandes islas de hielo, y un poco más lejos observaron que las nubes hacia el sur eran de una blancura nívea, indicando la proximidad de bancos de hielo. A los 70º 10' de latitud y a los 106º 54' de longitud oeste, los navegantes se vieron detenidos, como anteriormente, por una inmensa extensión helada, que limitaba toda el área del horizonte meridional. El borde septentrional de aquella extensión era escabroso y quebrado, tan compacto que era de todo punto infranqueable, y extendiéndose cerca de una milla hacia el sur. Más allá la superficie helada era relativamente lisa hasta cierta distancia, acabando allá en lontananza en una hilera de gigantescas montañas de hielo, descollando unas sobra otras. El capitán Cook dedujo que este vasto banco de hielo llegaba hasta el polo sur o que se unía con algún continente. Mr. J. C. Reynolds, cuyos grandes esfuerzos y perseverancia han logrado al fin poner en pie una expedición nacional, con el propósito de explorar estas regiones, habla así de la tentativa del Resolution:

«
No nos sorprende que el capitán Cook haya podido llegar más allá de los 70º 10'; pero nos asombra que alcanzase ese punto en el meridiano 106º 54' de longitud oeste. La Tierra de Palmer está situada al sur de las Shetland, a los 64º de latitud, y se extiende hacia el sur y el oeste más allá de donde jamás haya penetrado navegante alguno. Cook se dirigía hacia esa tierra cuando su avance fue detenido por el hielo, cosa que tememos sucederá siempre en ese punto, y en una fecha temprana de la estación como lo es el 6 de enero; y no nos sorprendería que una parte de las montañas de hielo descritas estuviese unida al cuerpo principal de la Tierra de Palmer, o a algunas otras partes de tierra situadas más lejos hacia el sur y el oeste
».

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