Las cuatro revelaciones (14 page)

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Authors: Alberto Villoldo

Tags: #Autoayuda, Filosofía, Esoterismo

Más tarde suelo decirles a los miembros de nuestra expedición que si estuviésemos en una sala con cien personas, las estadísticas demuestran que treinta y una de ellas morirían de enfermedades del corazón, veinticuatro de cáncer y sólo una de ellas como a nosotros nos gustaría morir —¡quizá a la edad de ciento diez años y haciendo el amor! Desde luego, todos queremos una muerte así, pero las probabilidades están en nuestra contra.

Creemos vivir en un universo hostil y peligroso donde la muerte acecha en cada esquina: microbios invisibles, cánceres, alimentos tóxicos, aguas envenenadas… Sí, todos experimentaremos la muerte física, y nos preguntamos cómo y cuándo se va a producir. Aunque no seamos conscientes de ello, cada uno de nosotros ha elegido morir de una determinada manera, al optar por nacer en la familia en la que hemos nacido, al haber heredado los genes de esa familia y al haber preferido un cierto estilo de vida para nosotros mismos. Aunque las estadísticas indiquen que todos moriremos, la buena noticia es que podemos liberarnos de las probabilidades y de la muerte preseleccionada para nosotros por nuestros genes y nuestro karma.

Cuando sentimos que la muerte está al acecho, vivimos en la escasez en lugar de en la abundancia, y nuestro vaso siempre está medio vacío. Al actuar desde el miedo, aceptamos la creencia de que tengo que
cuidar de mí mismo porque nadie más lo va a hacer
. Perdemos nuestra fe y dejamos de confiar en que el Espíritu cuide de nosotros. Nos desconectamos de los demás, de nosotros mismos y de lo sagrado, y vemos que estamos solos. Olvidamos los grandes recursos que tenemos a nuestra disposición cuando estamos en contacto con la divinidad. Al percibirlo todo desde el nivel de la serpiente o del jaguar, nunca desde el del colibrí o del águila, quedamos atrapados en nuestras historias —estamos o bien viviendo en el pasado y deseando que las cosas hubiesen sido distintas o centrándonos en el futuro y deseando poder controlarlo—. Nunca estamos plenamente presentes en el momento. Cuando vivimos así, nos convertimos en muertos ambulantes.

LA LIBERACIÓN DE LA MUERTE QUE TE ACECHA

Una vez te has desecho de la muerte que ha sido elegida para ti, puedes desprenderte de las muchas historias que te han sido asignadas por tu cultura, raza, género y educación. Como modificas el punto final, todos los pasos intermedios desaparecen. Por ejemplo, cuando te deshaces de la muerte que aguarda a la persona emprendedora y ambiciosa que fuma, bebe y nunca hace ejercicio, llevar una vida saludable te resultará algo natural porque ya no te dirigirás rumbo al inevitable ataque al corazón. Cambiarás de hecho el final de tu vida (algo que aprenderás a hacer utilizando los ejercicios del final de este capítulo), y esto alterará el camino que estás siguiendo. Tu futuro se dará la vuelta y, como una gran mano, te arrastrará en una dirección distinta y más sana.

Ya no tendrás que luchar sin éxito con las dietas, el ejercicio o el estrés (aunque deberás prestarle atención a estos temas) porque tu línea vital habrá tomado otra dirección. Si aprendes a vivir como un guerrero luminoso, sabrás que después de la muerte sólo hay vida. Podrás liberarte del miedo la muerte y exorcizar la apatía que se ha apoderado de tus articulaciones, tejidos y músculos. Tu cuerpo será más ágil y tu vitalidad regresará.

Quizá conoces alguna persona de edad que ama la vida y parece mucho más joven que algunos de los cínicos y desencantados jóvenes que nos rodean. Y todos sabemos de gente que se ha ido muriendo poco a poco hasta que al final anda por la vida más muerta que viva, gente que vive en un universo hostil y depredador contra el que hay que luchar y al que hay que mantener a raya continuamente. Cuando nos damos cuenta de que vivimos en el paraíso e intentamos estar en
ayni
, descubrimos que el universo no sólo es benigno sino que, además, va a hacer todo lo posible por ayudarnos. Nos sentimos plenamente vivos y asombrados ante lo que el universo nos ha dado.

El reto, pues, consiste en deshacerte de tu miedo y darle entrada al amor. La manera de hacerlo es enfrentarse a la muerte en el nivel energético en lugar de en el literal —en otras palabras, en el nivel del águila y no en el de la serpiente—. Quieres afrontar esta muerte como un paso sagrado y no como un acontecimiento catastrófico en la sala de urgencias de un hospital. Puedes experimentarla y dejarla ir para que ya no vuelva a acecharte; y más adelante, en este capítulo, conocerás las prácticas de la ausencia de miedo, de la no acción, de la certeza,y del no enfrentamiento que te permitirán estar plenamente vivo, para que la muerte no pueda acecharte nunca más.

CONTEMPLAR LA INFINIDAD DESDE EL NIVEL DEL ÁGUILA

La muerte en el nivel físico (serpiente) quiere decir que tu corazón deja de latir y que cesan tus ondas cerebrales. En el de la mente (jaguar), el resultado es que pierdes tu sentido de identidad. En el del alma (colibrí), la muerte del cuerpo significa el comienzo de un viaje hacia otra familia, otro cuerpo y otra vida.

Cuando llega la muerte física, prácticamente no hay ninguna interrupción: en el nivel del Espíritu sigues experimentándote a ti mismo como una energía consciente que reside fuera del tiempo. Reconoces tu propia infinitud y que la muerte no es más que un cambio de piel —una transición de una forma a otra, una nueva aventura—. Por lo tanto, la muerte deja de ser una experiencia terminal y amenazadora.

Después de la muerte física, abandonas el mundo físico y entras en el invisible. Tu alma regresa al río de la conciencia universal, del Espíritu. Conservas tus recuerdos, pero éstos se hallan en tu subconsciente, así que no eres consciente de ellos. Estos recuerdos son codificados en tu octavo chakra y, cuando te reencarnas, se alojan en tu campo de energía luminosa y en tus células y tejidos.

Podemos revivir estos recuerdos cuando realizamos una regresión a vidas pasadas, que es justamente el ejercicio que vamos a ver a continuación. Pero no deberíamos prestarles demasiada atención porque son simplemente más historias, y no demasiado interesantes. Más bien, nuestro objetivo debería ser ayudar a todos esos seres que fuimos alguna vez a morir conscientemente para que podamos liberarnos del miedo y del karma de esas vidas anteriores.

El siguiente ejercicio te permitirá curar las huellas que estas muertes anteriores han dejado en tu matriz luminosa, liberándote de los errores del pasado y de la forma en que moriste. Lograrás esto viajando a tres determinadas vidas anteriores para ayudar a la persona que fuiste a experimentar estas muertes apaciblemente. Te perdonarás a ti mismo y a todos los que te rodean; aprenderás a hacer una última, profunda y purificadora respiración, y seguirás a tu alma mientras regresa a su hogar en el mundo del Espíritu, intacta. Le pondrás un punto final a esa vida al curar los últimos cinco minutos de esa existencia.

Cuando puedas transitar conscientemente y sin miedo a través del umbral de la muerte y descubrir que sólo existe vida, amor y perdón en el otro lado… ya no traerás contigo ningún karma ni ningún asunto pendiente. Por favor, ten en cuenta que aunque hayas vivido muchas vidas antes que ésta, no necesitas regresar a cada una de ellas para limpiar todos sus recuerdos —sólo precisas trabajar con las tres vidas que tengan los recuerdos más poderosos. El resto de tus experiencias de vidas anteriores se disolverá por sí mismo, puesto que ya no existirán las sedes receptoras del miedo que te ligaban a ellas. Las vidas pasadas con las que vas a trabajar serán las siguientes: aquella en la que más has sufrido, aquella en que más poder y conocimiento tuviste pero hiciste mal uso de ellos, y aquella en que más poder y conocimiento tuviste, y los usaste para ayudar a los demás.

Para los laikas, éste no es sólo un ejercicio de imaginación activa, porque comprenden que todos podemos viajar a nuestras vidas anteriores para resolver acontecimientos que sucedieron en el pasado. Tus yoes anteriores escucharán una voz angélica diciéndoles que todo está perdonado, y esto les permitirá regresar apaciblemente a casa. El ángel eres tú mismo regresando al pasado para curarte.

EJERCICIO 5: QUEMANDO EL KARMA DE TRES VIDAS ANTERIORES

(Nota: por favor lee este ejercicio algunas veces antes de realizarlo, o grábalo en una cinta para que puedas usarla en cualquier momento.)

Siéntate cómodamente, cierra los ojos y coloca las manos en posición de plegaria sobre el corazón. Muy lentamente, extiende los brazos hacia arriba, con las palmas de las manos juntas, por encima de la cabeza. Luego sigue subiendo hasta tu octavo chakra y expande este «sol» radiante para que envuelva todo tu cuerpo, abriendo los brazos hacia los lados como un pavo real que despliega sus alas. Acabas de abrir un espacio sagrado.

Vuelve a situar las manos sobre tu regazo. Realiza el «ejercicio de la pequeña muerte», que consiste en inspirar mientras cuentas hasta siete, contener la respiración mientras cuentas hasta siete y espirar mientras cuentas hasta siete. Haz esto diez veces.

Totalmente relajado, y respirando lenta y profundamente, imagínate que te encuentras en un pequeño cañón en el desierto, rodeado por altas murallas de rocas rojas. Estás sentado sobre una roca al borde de una laguna tan cristalina que puedes ver su fondo arenoso. A tu lado hay tres piedras de colores: una negra que evocará la vida anterior en que más has sufrido, una roja que te permitirá contemplar la vida anterior en que más poder y conocimiento tuviste pero hiciste mal uso de ellos, y una amarilla que te revelará la vida anterior en que más poder y conocimiento tuviste, y lo usaste en beneficio de los demás.

Coge la piedra negra con la mano, apriétala fuerte y luego déjala caer en la laguna. Observa cómo golpea el agua y crea ondas que se expanden por la superficie. Centra la mirada en las ondas y deja que se formen las imágenes correspondientes a esa vida anterior. ¿Eres un hombre o una mujer? ¿De qué color es tu piel? ¿Qué año es? ¿Qué tipo de superficie hay bajo tus pies: adoquines, arena o tierra? ¿Llevas zapatos o sandalias, o quizá estás descalzo? ¿Dónde vives? ¿Cómo es tu familia? ¿Dónde está tu familia? Deja que tu vida anterior se despliegue ante ti y obsérvala con desapego. Haz esto durante un rato.

Respira profundamente y vuelve a experimentar los últimos cinco minutos de esa vida que un día fue tuya, pero que ya no lo es. Habla con tu antiguo yo y ayúdalo a morir en paz. Dile: «No te preocupes, amigo mío. Todo está perdonado. Es hora de volver a casa. Exhala tu último aliento y libera tu espíritu».

Observa cómo el rostro de la persona que fuiste un día adquiere una apariencia de paz y serenidad en el momento en que exhala su último aliento. Sigue al orbe luminoso de tu alma a medida que abandona tu cuerpo y se eleva por encima de la habitación y de la casa donde te encuentras. Percibe cómo tu alma atraviesa el oscuro túnel que ha de llevarla hasta la luz del Espíritu. Y, al llegar a la luz, siente cómo tus padres luminosos te dan la bienvenida.

Ahora observa cómo estas imágenes se disuelven nuevamente en la arena del tiempo del fondo de esa laguna, hasta que la superficie vuelve a quedar cristalina. Respira profundamente y coge la piedra roja, que evocará la vida anterior en que tenías más conocimiento y poder, pero hiciste mal uso de ellos. Apriétala en la mano, déjala caer en la laguna y observa cómo golpea el agua. Centra la mirada en las ondas y deja que se formen las imágenes correspondientes a esa vida anterior. ¿Eres un hombre o una mujer? ¿De qué color es tu piel? ¿Qué tipo de superficie hay bajo tus pies: adoquines, arena o tierra? ¿Vives en una aldea o en una ciudad? ¿Dónde está tu familia? ¿Qué año es?

Continúa observando: ¿cómo creciste? ¿Cuáles eran tus dones y talentos? ¿Quién te educó? ¿Cómo usaste tus conocimientos? ¿De qué forma hiciste mal uso de tu poder? ¿Qué les sucedió a tus seres queridos? ¿Cómo fue tu vejez? ¿Con quién te casaste? ¿Quiénes fueron tus hijos? ¿Cómo moriste? ¿Quién estaba a tu lado a la hora de tu muerte? ¿A quién no perdonaste? ¿Quién no te perdonó?

Ahora vuelve a experimentar los últimos cinco minutos de esa vida que un día fue tuya, pero que ya no lo es. Habla con tu antiguo yo y ayúdalo a morir en paz. De nuevo dile: «No te preocupes, amigo mío. Todo está perdonado. Es hora de volver a casa. Exhala tu último aliento y libera tu espíritu».

Observa cómo el rostro de la persona que fuiste un día adquiere una apariencia de paz y serenidad en el momento en que exhala su último aliento. Sigue al orbe luminoso de tu alma a medida que abandona tu cuerpo y se eleva por encima de la habitación y de la casa donde te encuentras. Observa cómo tu alma atraviesa el oscuro túnel que ha de llevarla hasta la luz del Espíritu. Y, al llegar a la luz, siente cómo tus padres luminosos te dan la bienvenida.

Ahora observa cómo estas imágenes se disuelven nuevamente en la arena del tiempo del fondo de esa laguna, hasta que la superficie vuelve a quedar cristalina. Respira profundamente y coge la piedra amarilla, la piedra que va a evocar la vida anterior en que tuviste más sabiduría y poder e hiciste un buen uso de ellos. Observa cómo cae en el agua. Centra la mirada en las ondas y deja que se formen las imágenes correspondientes a esa vida anterior. ¿Eres un hombre o una mujer? ¿De qué color es tu piel? ¿Llevas zapatos o sandalias, o quizá andas descalzo? ¿Vives en una aldea o en una ciudad? ¿Dónde está tu familia? ¿Qué año es? ¿Cómo creciste? ¿Cuáles eran tus dones? ¿Quién te educó? ¿A quién ayudaste? ¿Cómo ayudaste? ¿A quién amaste? ¿Cuáles eran tus talentos? ¿Cómo envejeciste? ¿Qué homenajes recibiste? ¿Cómo moriste? ¿Quién estaba a tu lado en el momento de tu muerte?

Ahora vuelve a experimentar los últimos cinco minutos de esa vida que un día fue tuya, pero que ya no lo es. Habla con tu antiguo yo y ayúdalo a morir en paz. Dile: «No te preocupes, amigo mío. Todo está perdonado. Es hora de volver a casa. Exhala tu último aliento y libera tu espíritu».

Observa cómo el rostro de la persona que fuiste un día adquiere una apariencia de paz y serenidad en el momento en que exhala su último aliento. Sigue al orbe luminoso de tu alma a medida que abandona tu cuerpo y se eleva por encima de la habitación y de la casa donde te encuentras. Observa cómo tu alma atraviesa el oscuro túnel que ha de llevarla hasta la luz del Espíritu. Y, al llegar a la luz, siente cómo tus padres luminosos te dan la bienvenida.

Ahora observa cómo estas imágenes se disuelven nuevamente en la arena del tiempo del fondo de esa laguna, hasta que la superficie vuelve a quedar cristalina. Cruza las manos sobre el pecho y respira profundamente tres veces.

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