Las cuatro revelaciones (7 page)

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Authors: Alberto Villoldo

Tags: #Autoayuda, Filosofía, Esoterismo

Nuestro punto de encaje está afinado para interpretar ciertas valencias y frecuencias determinadas principalmente por nuestras experiencias vitales. Por ejemplo, si vivimos en una ciudad y viajamos a la jungla, aunque nuestros oídos tienen los mismos mecanismos estructurales que los de los nativos, simplemente no tendremos la misma sensibilidad que ellos para oír ciertos sonidos de pájaros que nos alertan sobre la presencia de serpientes. Los que habitamos en grandes ciudades estamos tan acostumbrados a escuchar ruidosos sonidos a poca distancia que hemos perdido el hábito de percibir los lejanos —es casi como si fuéramos cortos de oído—. Los neurocientíficos creen que estas capacidades para el reconocimiento de pautas están inscritas en las vías de nuestro cerebro. Pero, para los laikas, el cerebro no es más que el
hardware
; el
software
que lo controla está programado en el punto de encaje, dentro del campo de energía luminosa.

Si viviésemos en perfecta comunión con la naturaleza, nuestro punto de encaje estaría situado sobre el octavo chakra, entre quince y veinte centímetros por encima de nuestra cabeza, en una posición que yo llamo «puente». Cuando nuestro punto de encaje está en «puente», todos nuestros instintos son re-calibrados a su posición original. Desde el puente, podemos mover nuestro punto de encaje al segundo chakra para percibir con los sentidos del jaguar y reajustar los instintos de ese chakra —por ejemplo, ya no nos involucraremos con la gente equivocada sólo porque nos sentimos atraídos hacia los que están heridos igual que nosotros—. Podemos mover nuestro punto de encaje para sentir las cosas desde el nivel de la serpiente cuando sea conveniente, pero no nos quedaremos atascados en él, incapaces de reflexionar con más profundidad sobre nuestras elecciones. Sea cual sea el nivel en que estemos operando, no dejaremos que nuestra visión y nuestros sentidos se nublen.

Como no vivimos en la naturaleza, y también necesitamos funcionar bien en un mundo muy disfuncional, nuestro punto de encaje acaba sesgado hacia una sola dirección. En Occidente, tiende a situarse a un lado de la cabeza porque somos seres muy racionales y controlados por el pensamiento. Nos sentimos atraídos hacia otros que tengan un punto de encaje similar en valencia y posición, porque sentimos una sincronía con ellos. Generalmente consideramos que las personas con puntos de encaje muy distintos de los nuestros son extrañas o tontas, y puede que incluso pensemos que son estúpidas porque no pueden percibir lo mismo que nosotros, o raras porque captan cosas que nosotros no podemos. No nos damos cuenta de que nuestras percepciones están limitadas por nuestras creencias y experiencias vitales. Al igual que esos ciegos que examinaron un elefante en aquella vieja historia, uno de nosotros siente la cola y concluye que la criatura es como una cuerda, otro siente un colmillo e insiste en que es una especie de espada, mientras que el tercero abraza una de las piernas de la bestia y asegura que el elefante es como un árbol. Para cada uno de ellos, la limitada realidad que percibe parece ser la única.

Tu punto de encaje generalmente permanece en la misma posición a lo largo de tu vida —un lugar al que llamo la posición de «acceso» porque a partir de ahí accedes a tu realidad ordinaria—. Pero puedes aprender a moverlo y alterar tus percepciones, y así cambiar tu percepción de la realidad. En el ejercicio que sigue, aprenderás a localizar tu punto de encaje y moverlo, primero a la posición de puente y luego a la de cada uno de los cuatro chakras asociados con los cuatro niveles de percepción.

Una vez muevas tu punto de encaje a la posición de puente, podrás acceder a cualquiera de los otros cuatro niveles de percepción. De hecho, la única forma de cambiar de nivel es pasando por el puente (por eso lo llamamos así). Es útil imaginar éste como el centro de una rueda, y los cuatro niveles de percepción como los cuatro puntos cardinales (norte, sur, este y oeste). También lo puedes imaginar como la posición neutra del cambio de velocidades de un coche.

Al final del ejercicio, devolverás el punto de encaje a la posición de acceso, su ubicación original. Si lo dejaras en la posición puente, experimentarías un estado extático, pero no podrías responder muy bien a estímulos externos, como el perro que está ladrando para salir o el sonido del teléfono. Aunque es excelente meditar en la posición puente o permanecer en ella durante algún tiempo y residir en el espacio de tu alma, se trata de un estado poco práctico en el que pasar largos períodos… a menos que te encuentres en un monasterio y no necesites sacar el perro a pasear ni comunicarte con el mundo.

El propósito de este ejercicio consiste en aprender a pasar con más facilidad de un nivel a otro. Requerirá práctica —pero cuando domines esta técnica, podrás cambiar el estado energético de cualquier situación en la que te encuentres y resolver los problemas desde un nivel más elevado—. La paradoja es que sólo podrás cambiar el mundo cuando comprendas que es perfecto exactamente como es
para ese nivel
. Ésta es la comprensión que alcanzas cuando percibes un problema desde un nivel superior al que lo ha creado. Desde este nivel, únicamente verás posibilidades y tendrás la libertad para cambiar cualquier cosa.

EJERCICIO: MOVER TU PUNTO DE ENCAJE

Busca un lugar tranquilo y confortable donde te puedas sentar y no seas interrumpido. Desconecta el teléfono, acomódate en una silla o encuentra una posición cómoda en el sofá. Deja de aferrarte a los pensamientos que circulan por tu mente. Inspira de manera profunda y espira. Inspira lentamente de nuevo, concentrándose en tu respiración… y espira otra vez.

Coloca ambas manos en posición de plegaria en el centro del pecho. Respira lentamente algunas veces y luego levanta las manos juntas hacia arriba, por encima de la cabeza, llevándolas lo más alto que puedas hasta entrar en el octavo chakra, un disco dorado de energía que flota varios centímetros por encima de tu cabeza y dentro de tu CEL. Este chakra es el alma; existe fuera del tiempo y es eterno.

Separa los brazos y extiéndelos hacia fuera, con las palmas de las manos orientadas en direcciones opuestas, como un pavo real desplegando la cola. Intenta expandir tu octavo chakra de modo que envuelva todo tu cuerpo. Al hacer esto, estarás expandiendo tu CEL desde su estado contraído y encapsulado, y extendiendo tu luz para formar una burbuja en torno a ti.

Sigue respirando lentamente mientras vuelves a colocar las manos en posición de plegaria sobre el pecho; luego extiende los brazos para expandir tu campo de energía luminosa hacia los lados. Repite este movimiento a la altura de tu barriga, de tu pecho, de tu pelvis, expandiendo tu CEL con la imaginación y las manos. Toma conciencia de esta burbuja de luz que te rodea, pulsando a medida que extrae energía del suelo y la inyecta en tus piernas, columna, pecho, brazos y cabeza. Siente la energía bajando desde lo alto de tu cabeza, de vuelta al suelo, y subiendo de nuevo a través de tus pies.

Usando las manos, explora el interior de tu CEL hasta detectar un punto que te produzca una sensación distinta —un cosquilleo o una impresión de más calor o de más frío que en el resto de tu campo de energía—. Recuerda que tu punto de encaje estará localizado probablemente cerca de la cabeza, a un lado o a otro, y lo sentirás como una pelota del tamaño de un pomelo. Cuando lo encuentres, sube la otra mano y siente su forma esférica (usa tu imaginación). ¿Qué sensaciones experimentarás al tener en las manos el punto de encaje? Como indican a veces mis alumnos, puede que sientas una inesperada alegría, o incluso náuseas o desorientación. Esto no es infrecuente, ya que estás a punto de cambiar la forma en que percibes el mundo. (Otros alumnos no han sentido nada, y simplemente han imaginado cómo sería tener en las manos esta esfera de energía. Si éste es tu caso, no hay ningún problema.)

Ahora mueve tu punto de encaje llevando tus manos hasta el octavo chakra, exactamente por encima de la cabeza, en la posición puente. Respira profundamente algunas veces, manteniendo tu punto de encaje en su estado natural, y advierte las sensaciones de tu cuerpo; por ejemplo, no es raro experimentar sentimientos de paz y comunión en esta posición. Les suelo recomendar a los alumnos que tienen dificultades para meditar que intenten hacerlo después de haber movido su punto de encaje a la posición puente, un lugar en que la contemplación y la meditación suceden naturalmente. En esta posición, la mente se aquieta, y una hora transcurre en lo que parecen ser cinco minutos.

Continúa respirando lenta y profundamente, y suelta tu punto de encaje. Advierte si permanece en tu octavo chakra o si regresa a su posición habitual (acceso). (Ten en cuenta que necesitarás varios intentos antes de que puedas dominar la técnica de mantenerlo en la posición puente.) Después, bájalo hasta tu primer chakra, el reino de la serpiente, que está situado en la base de la columna, cerca del cóccix. Este vórtice de energía se abre hacia fuera, extendiéndose algunos centímetros más allá de tu cuerpo. Mantén ahí tu punto de encaje. Como la serpiente está localizada en tu primer chakra, se trata de un estado muy primordial, muy instintivo —toma conciencia de cómo cambia tu respiración, y lo fácilmente que puedes entrar en sintonía con tu frecuencia cardíaca, las sensaciones de tu piel y tu fisiología.

Cuando te encuentres listo, devuelve tu punto de encaje a la posición puente. Descansa ahí brevemente. Inspira profunda y lentamente, y luego espira. Ahora lleva tu punto de encaje hasta tu segundo chakra, el vórtice de energía situado debajo del ombligo. Permanece ahí, experimentando el nivel sensorial del jaguar. Como la percepción del gato está situada en tu segundo chakra, pueden surgir emociones e incluso sentimientos sexuales. Toma conciencia de qué emociones residen ahí, y de lo fácilmente que puedes sentir rabia, excitación o miedo, así como bondad, generosidad y pasión. Continúa respirando lenta y profundamente, y devuelve tu punto de encaje a la posición de puente.

Mueve lentamente tu punto de encaje hasta el sexto chakra, en medio de la frente, el reino del colibrí. Descansa en este nivel de percepción, consciente de los muchos caminos por los que la vida te ha llevado. Aquí puedes observar cómo todo lo que te ha sucedido, bueno o malo, ha tenido un significado y un propósito. Como el sexto chakra es el reino de la visión interior, es posible que tengas una sensación de quietud, similar a la de un colibrí flotando en el aire. En este estado de percepción, las experiencias telepáticas son frecuentes, y un Guardián de la Tierra puede presentir lo que un ser amado está haciendo o cómo se está sintiendo, incluso a una distancia de cientos de kilómetros.

Cuando estés listo, devuelve tu punto de encaje de vuelta a la posición puente. Respira profundamente algunas veces… y luego traslada tu punto de encaje al noveno chakra, situado por encima de la cabeza y fuera de tu campo de energía luminosa, el reino del Espíritu y del águila. Experimenta la extática conexión con todas las cosas: con los ríos y los árboles, con la gente que vive hoy en día y con tus antepasados, con la lluvia y el viento, con las estrellas y el sol. Siente tu unidad con la divinidad y con toda la creación, más allá de los límites del tiempo y del espacio.

Cuando estés listo, devuelve tu punto de encaje a la posición puente. Respira profundamente, y luego llévalo de nuevo a la posición acceso. Ahí, reingresas en tu realidad cotidiana y vuelves a funcionar normalmente en este mundo. Termina el ejercicio volviendo a colocar las manos en la posición de plegaria durante tres respiraciones profundas.

*****

Cuando domines el arte de desplazar tu punto de encaje, podrás intervenir en otros niveles de realidad para curarte a ti mismo o para recuperar la extraordinaria creatividad que tenías cuando eras joven. Una vez trabajé con niños en un programa de preparación para el comienzo del año preescolar, antes de que se acostumbraran a las reglas de la escuela, y le pedí a cada uno de ellos que dibujara una casa. Sus dibujos eran de una naturaleza realmente fantástica—casas que flotaban en el aire, entrelazadas con las raíces de un árbol o navegando sobre ríos—. Pero hacia el final del año, estos niños y niñas habían aprendido las reglas de la percepción ordinaria, y pasaron a creer que una casa «como Dios manda» estaba formada por un gran cuadrado con pequeñas ventanas cuadradas y un tejado angular coronado por una pequeña chimenea rectangular de la que salía una columna de humo. Incluso los niños que vivían en grandes edificios de apartamentos dibujaban casas así porque habían aprendido los filtros perceptivos de su cultura. Inconscientemente, estaban entrando en el mismo trance cultural en que todos hemos sido educados. Se habían convertido en ciudadanos del aburrido y plano mundo de la realidad ordinaria.

Cuando nuestro punto de encaje se ajusta en su sitio y sintoniza las otras frecuencias de la realidad, lo llamamos «madurez». En otras palabras, ya no vemos hadas jugando en el arroyo o monstruos debajo de la cama —en lugar de eso, vemos problemas y no oportunidades—. Por esta razón, alguien que trabaje en la publicidad, un sector que exige un alto nivel de creatividad, llenará su oficina o cubículo con juguetes, pelotas de espuma y canastas de baloncesto, y usará estos elementos para volver a entrar en contacto con el niño creativo que fue, en lugar de con el adulto lógico y razonable en que se ha convertido.

Desplazar el punto de encaje hasta cada uno de los cuatro estados perceptivos nos permite salirnos de la perspectiva plana de la realidad y abrirnos a una gama infinita de posibilidades. Y cuando accedamos al estado del águila, podremos resolver los problemas en el momento en que nacen, y contemplar las cosas con los ojos que han visto el nacimiento y la muerte de las galaxias.

Tuve la oportunidad de experimentar esto en mi propia vida. Mi maestro laika, don Antonio, solía decirme que yo era el decorador interior de mi propia psique. Una vez que viajábamos a un lago alimentado por el río Amazonas, me explicó que yo era como ese lago —me veía a mí mismo como algo separado del gran río de la vida, y reunía madera flotante y restos de naufragios para construir palacios de ensueño en las orillas de mi lago—. Estaba intentando enseñarme que me encontraba atrapado en el nivel de la serpiente, tratando de cambiar el mundo en su grado más denso y material, y que esto absorbía el 95% de mi energía. Cuando mis castillos se derrumbaban, me llevaba la madera al otro extremo de la playa y comenzaba a construirlos otra vez, iniciando una nueva relación, un nuevo proyecto o incluso una nueva carrera, todo lo cual suponía muchos meses de esfuerzo.

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