Read Marea oscura II: Desastre Online

Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Ciencia ficción

Marea oscura II: Desastre (26 page)

Wedge Antilles estaba junto al almirante Kre'fey en el puente de mando del
Ralroost.
Ambos contemplaban la pantalla frontal y el brillante punto del sistema que era Garqi. Parecía muy lejano, pero un simple salto en el hiperespacio podía llevar la nave hasta allí en un instante.

Y
meternos de cabeza en una emboscada.
Wedge negó con la cabeza lentamente.

—¿Tú crees que nos están esperando?

El almirante bothan se encogió de hombros, nervioso.

—Todavía hay muchas cosas que desconocemos de ellos, Wedge. Sabemos que si mandamos un mensaje desde aquí a Garqi tarda tres minutos y cuarto estándar en llegar a los nuestros. No sabemos si los yuuzhan vong tienen medios para comunicarse más rápidamente. Hará unas doce horas nos llegó un mensaje de Corran solicitando la recogida. Puede que los yuuzhan vong hayan reaccionado ante su operación y hayan pedido apoyo. ¡Babas de sith!, ni siquiera sabemos si los yuuzhan vong pueden viajar por el hiperespacio como nosotros, o si son más rápidos que nuestras naves. Ni siquiera sabemos lo cerca que están de Garqi, o cuál puede ser su tiempo de reacción.

—De vivir se aprende…

Los colmillos de Kre'fey relucieron cuando sonrió.

—Si vivimos, aprenderemos —sin mirar atrás, gruñó una pregunta—. Sensores, ¿no hay ninguna lectura anómala en el sistema?

—No, almirante, todo está dentro de la normalidad. Las lecturas de la fluctuación gravitatoria no indican ningún incremento de masa oculto cerca de las lunas o los cinturones de asteroides. Si los yuuzhan vong tienen naves escondidas, han de ser muy pequeñas.

—Gracias, sensores —el bothan se dio la vuelta e hizo un gesto con la cabeza al oficial de vello oscuro del panel de comunicaciones—. Teniente Arr'yka, envíe un mensaje al coronel Horn. Dígale que hemos venido a recogerle. Solicite que transmita durante la salida los informes que haya elaborado. Active una señal repetidora de comunicaciones aquí para captar y enviar la información en caso de que haya problemas.

—A sus órdenes, almirante.

El bothan albino miró a Tycho Celchu, que estaba en el centro de orden de operaciones de vuelo.

—Coronel, sea tan amable de poner a los cazas en alerta.

Enseguida, almirante.

Kre'fey se dio la vuelta, entrecerrando los ojos.

—Podría parecer que la decisión de avanzar es difícil, pero la verdad es que no lo es. El trato que hicimos con Horn y los suyos fue una ganga. Ellos se adentran en el peligro, nosotros los sacamos de él. Y yo mantendré mi parte del trato.

—Creo que es lo que debe hacer, aunque haya quien pueda cuestionar esa decisión en caso de que los vong nos estén esperando —Wedge le dedicó una sonrisa sombría al bothan—. Si bien es cierto que las críticas a posteriori siempre se basan en el exceso de imaginación a priori. Lo que deberíamos haber sabido se tomará como hechos que optamos por pasar por alto.

—Si cree que estoy pasando algo por alto, hágamelo saber.

—Así lo haré, almirante —Wedge señaló hacia Garqi—. Ahora mismo, lo único que quiero ver es el horizonte de Garqi y una nave acercándose hacia nosotros.

—Estoy de acuerdo. Timonel, ejecute la ruta de la trayectoria inversa primaria. Espabilaos todos, tenemos unos héroes que rescatar.

Jaina Solo, enclaustrada en la cabina de su Ala-X, percibió con menos intensidad el microsalto al interior del sistema Garqi que la sensación de malestar de los miembros de la tripulación a los que no les gustaban los saltos.

Mientras esas impresiones se disipaban, recibió de inmediato una autorización de despegue, y aceleró a fondo. El caza salió disparado por el tubo de lanzamiento y emergió al exterior por debajo del vientre del
Ralroost,
situándose entre la nave y la rotante esfera de Garqi.

Jaina llevó el Ala-X al lado de babor de Anni Capstan, y ambas comenzaron a orbitar.

—Chispas,
sensores al máximo, filtro de características de vuelo de los vong.

El androide silbó a modo de respuesta.

Jaina se aguantó las ganas de emplear la Fuerza para ver si percibía a su hermano. Ya había sufrido cuando el equipo de trabajo fue introducido en Garqi. Racionalmente, podía comprender la necesidad de seguridad en la operación, y recordaba la impresión que recibieron todos a bordo del
Ralroost
al pensar que el equipo había muerto. Gavin se comportó correctamente con respecto a la tragedia, y la posterior revelación de la verdad creó un sentimiento de unidad entre la tripulación y los pilotos. El hecho de no saber les había unido, y emplear en este momento la Fuerza sería violar la confianza ganada.

El último informe decía que había heridos, incluido un Jedi.
Sabía que no era su hermano. Estaba segura de que cuando su gemelo muriera ella lo sabría, independientemente de lo lejos que estuviera de él. Y sabía reconocer la enorme diferencia existente entre heridos y bajas, pero en alguna parte de su mente pensaba que los Jedi eran, de algún modo, especiales, y no el tipo de héroes que caen en combate. Por lógica, y basándose en la historia Jedi reciente, sabía que eso no era estrictamente cierto, pero la imagen del heroísmo en la tradición Jedi le permitía aceptar a nivel emocional esa fantasía como cierta.

Ahora mismo la única posibilidad que debes tener en mente es la de acabar con unos cuantos vong para que el
Mejor Suerte
pueda volver a casa.
Comprobó los sensores, pero seguían limpios.

—Nada por aquí, Uno.

Anni Capstan, su compañera de vuelo, informó en la frecuencia táctica del escuadrón.

—Aquí Doce. Tengo un contacto procedente de Garqi. Parecen ser los nuestros.

—Bien, aguantad ahí.

Jaina estaba a punto de pedir a
Chispas
que contactara con Anni, cuando el androide soltó un berrido. Su monitor del sensor primario se encendió mostrando un enorme contacto, y luego otros más pequeños, y todos ellos comenzaron a dividirse en contactos todavía menores. Jaina alzó la mirada a través del cristal de la cabina y se le quedó la boca seca.

—¡Por los huesos negros del Emperador!

Los yuuzhan vong habían llegado, y con todo su potencial.

Capítulo 21

Corran Horn pilotó el
Mejor Suerte
derecho hacia el
Ralroost
y le alegró ver a los Ala-X saliendo de la nave bothan. Una sonrisa iluminó su rostro. Activó el sistema de comunicación de la nave.

—¡Ahí está! Ya estamos en casa.

Oyó un grito ahogado de Jacen y percibió la angustia que brotaba repen-tinamente del joven.

—¡Mira eso! Corran, tenemos problemas.

—Gracias por la introducción, Jacen; ahora, si no te importa, extiéndete un poco más —puso la suficiente firmeza en su tono para que Jacen volviera a concentrarse—. ¿Cuántos, qué y dónde?

—Lo siento, Corran —Jacen exhaló bruscamente—. Tengo uno grande, siete pequeños y coralitas por todas partes, al menos sesenta y cuatro, pero cada vez llegan más. Los pequeños son del tamaño de una corbeta, el grande es un crucero yuuzhan vong. Todos se dirigen hacia nosotros. Su ritmo de avance indica que nos alcanzarán antes de que lleguemos al
Ralroost.

—Gracias. Supongo que debo darlas —Corran conectó con la frecuencia táctica del crucero de asalto bothan—. Aquí el
Mejor Suerte
llamando al
Ralroost.

Podemos desviarnos y salir de aquí. Marchaos.

—Negativo,
Mejor Suerte,
seguid acercándoos.

Corran reconoció la voz del almirante Kre'fey.

—Con todos mis respetos, señor, aquí hay vong suficientes para formar un cinturón de asteroides. No vale la pena arriesgar el
Ralroost
por nosotros.

—A pesar de su humildad, coronel Horn, soy yo quien toma aquí las decisiones. Vengan lo más rápido que puedan —el almirante bothan hizo una pausa—. Esto no nos coge desprevenidos.

En su cabina del
Orgullo Ardiente,
con la máscara de cognición conectándole al aparato sensorial de la nave, Deign Lian dejó que se le pasara la sorpresa inicial que le había provocado encontrar fuerzas de la Nueva República en Garqi. Había propuesto a Shedao Shai una expedición a Garqi, principalmente para comprobar los progresos de Krag Val en el experimento de conversión de esclavos. Basándose en informes de sus propios agentes de la estación de Garqi, quería demostrar que no se había eliminado del todo a la resistencia, y así avergonzar a Krag Val poniendo en tela de juicio a su señor.

Shedao Shai le había concedido permiso para la expedición, pero exigiendo a Deign que llevara consigo un nutrido séquito bélico. Las preguntas de Deign sobre el motivo de la escolta recibieron una mirada por toda respuesta. Accedió a la petición porque sabía que sería un desperdicio de recursos que mancillaría el honor de Shedao Shai.

Y, de alguna manera, él lo sabía..
Deign Lian se estremeció y se concentró en lo que pasaba. Los sensores de la nave le proporcionaron una impresión holográfica del sistema y de las naves. Su entrenamiento le permitió reconocer que la nave más valiosa era la que escapaba de Garqi y de sus fuerzas, aquella hacia la cual enviaban sus cazas los infieles.

La orden fue emitida a la vez que pensada. Sus fuerzas se orientaron hacia la pequeña nave que huía de Garqi.
Cogedla, destruidlas luego destruid al resto.

En el puente de mando del
Ralroost,
el almirante Kre'fey se alejó de la pantalla de visualización cuando los escudos antiproyectiles comenzaron a cerrarse. Caminó hasta el panel de comunicación con paso firme, pero sin mostrar ansiedad, y sonrió a la bothan allí sentada.

—Teniente, por favor, invite al Grupo Martillo a adoptar las posiciones designadas en Caso Delta.

—A sus órdenes, almirante.

Mientras ella conectaba las frecuencias tácticas adecuadas y empezaba a emitir órdenes, Kre'fey se giró hacia Wedge.

—Vaya jueguecito que nos ha tocado..

—Nuestros refuerzos serán útiles, pero no bastarán.

—No intentamos ganar la batalla, Wedge, sólo algo de tiempo —Kre'fey señaló hacia su puesto en el puente—. Sensores, quiero una visión holográfica del sistema y que envíen todos nuestros datos tácticos a Coruscant mediante el satélite que estacionamos al borde del sistema.

—Configurando, almirante.

—Bien, muy bien —una sonrisa de depredador se dibujó lentamente en su cara. Su garganta dejó escapar un gruñido grave, apelando a una parte fundamental de su mentalidad bothan. Era algo que solía disimular cuando trataba con humanos porque ellos siempre lo veían como algo negativo en cuestiones de política bothan.
Somos depredadores por naturaleza, y ahora yo necesito utilizar esa naturaleza.

—Quédate aquí conmigo, Wedge Antilles —las palabras de Kre'fey resonaron graves, procedentes de sus mismas entrañas—. Quizá no pretendamos a matar a estos yuuzhan vong, pero podemos hacerles daño, y eso ya es bastante.

Jaina describió un giro a babor con su Ala-X, desviándose luego a estribor.

Siempre a babor de Anni, las dos iniciaron una serie de disparos con contra un escuadrón de coralitas.

—Cuando tú digas, Doce.

Anni hizo doble clic en el intercomunicador a modo de respuesta. Ambas ajustaron la ruta, virando un poco más a estribor, y se acercaron a un escuadrón de seis cazas enemigos que acechaba al
Mejor Suerte.
Con una llamarada azul, el Ala-X de Anni lanzó un torpedo de protones. Una milésima de segundo después, un segundo misil salió disparado del caza.

Jaina entrecerró los ojos.

Si esto funciona…

El primer torpedo de protones se acercó al grupo de coralitas, que respondió generando vacíos que se tragaron el misil antes de que colisionara contra ellos.

Imitando una táctica que demostró ser efectiva en la batalla de Dantooine, la Nueva República había programado la detonación prematura de los torpedos de protones si detectaban una anomalía gravitatoria, que es lo que hizo el misil.

Los coralitas se encontraron dirigiéndose de cabeza a una titánica nube de energía. Eso destrozó la formación. Los pilotos yuuzhan vong se dispersaron como pájaros, haciendo virar sus naves en ángulos cerrados. Algunos volaron por debajo y otros volvieron al ataque. Dos de ellos se separaron y ascendieron, demostrando así la eficacia de la nueva táctica.

El problema inherente al diseño de los coralitas estribaba en que los dovin basal que manipulaban las ondas de gravedad para proporcionarles impulso también eran los que generaban los vacíos defensivos. Los investigadores de la Nueva República se dieron cuenta de que la capacidad de maniobra de los cazas enemigos se veía mermada cuando se creaban los vacíos. Por tanto, los pilotos del Escuadrón Pícaro habían llegado a la conclusión de que pasaría lo mismo al revés.

Other books

Versace Sisters by Cate Kendall
The Detective and the Devil by Lloyd Shepherd
Season of Death by Christopher Lane
Rubyfruit Jungle by Rita Mae Brown
Checkmate in Amber by Matilde Asensi
Braveheart by Wallace, Randall
Our Lady of Darkness by Peter Tremayne
Freaks by Tess Gerritsen
Knotted Pleasure by Powerone
The Lesson by Bella D'Amato