Incluso aunque consiguiese salir victorioso de aquí, lo cual es más que improbable puesto que el enemigo nos supera en número por bastante, lo único que conseguiría sería postergar lo inevitable y ver a los síndicos destruir la flota mientras se recomponen para atacar finalmente a las fuerzas debilitadas de la Alianza que defienden nuestro espacio
.
Desjani se estaba mordiendo el labio inferior, con expresión decidida. Haría lo que Geary ordenase, segura de que fuese lo que fuese, los llevaría a la victoria. Este echó un vistazo al resto de las personas que había en el puente del
Intrépido
, y lo que vio fueron variantes del mismo miedo en cada uno de los consultores, acompañado de la valentía que permitiría a aquella tripulación cargar hacia el enemigo sin importar el temor que sintiesen. Avanzarían hacia la muerte si Geary se lo pedía, de eso no había duda, dando el máximo para conseguir la victoria, por muy difícil que fuese conseguirlo.
Sin embargo, ya había visto a lo que ese tipo de actitudes podían conducir. La
Paladín
había mostrado los mismos deseos de lucha hasta la muerte, y ese precisamente había sido el resultado. No podía pedirles que se sacrificasen solo porque estuviesen dispuestos a obedecerle con todas las consecuencias. Tenía que asegurarse de que habría alguna posibilidad razonable de que su sacrificio sirviese de algo.
Vale, ¿qué opciones hay?
Acabar con la formación síndica con la que habían estado luchando antes de que llegase la nueva, y luego escapar a Branwyn. No funcionaría a menos que la persona al mando de aquella fuerza síndica fuese un idiota redomado, y no parecía ser el caso. Además, les habían ordenado claramente que no entablasen combate con Geary a menos que la flota de la Alianza intentase escapar antes de que la nueva flotilla síndica llegase.
¿Enfrentarse a la nueva fuerza enemiga? ¿Cargar contra ellos y esperar que una estrategia mejor compensase la superioridad numérica enemiga? Aquello era hilar fino, sobre todo teniendo en cuenta que la flotilla a la que se habían enfrentado ya se abalanzaría sobre ellos, y tal y como le había dicho a Rione, podía alcanzar más velocidad que la Alianza. Al final acabaría enfrentándose a los dos a la vez, y teniendo enfrente a dos formaciones como aquellas, seguramente serían capaces de eliminar las naves auxiliares aunque Geary consiguiese evitar que destruyesen al resto de la flota.
¿Y si escapaba como alma que lleva el diablo? ¿Hacia dónde? Incluso si obviaba el hecho de que gran parte de sus oficiales se opondrían a huir del enemigo en aquellas circunstancias, el no poder alcanzar más velocidad que los síndicos era un problema, y, además, salir por el punto de salto de T’negu los metería de lleno en un laberinto de minas, con las fuerzas enemigas justo detrás de ellos. Era posible que avanzando hacia el espacio profundo evitase a los síndicos, pero también significaría suicidarse poco a poco puesto que se quedarían sin células de combustible y sin ninguna estrella cercana.
Siempre quedaba la opción de volver al punto de salto de Ixion, aunque la fuerza que habían dejado atrás seguramente aparecería por allí en cualquier momento y...
Vale. Tenemos una opción. Quizá no sea la opción que Black Jack elegiría, pero yo tampoco soy Black Jack
.
Por lo tanto, el plan era correr hacia la salida, probablemente más segura, fuera del sistema estelar, sin que pareciese que estaba escapando. Por suerte, y por una vez, el hecho de esperar refuerzos enemigos le ofrecía la posibilidad de sacar provecho y ocultar sus verdaderas intenciones, no solo a sus enemigos, sino también a su propia flota.
—Necesitamos más tiempo, y necesitamos enfrentarnos a esas flotillas por separado —dijo Geary a la vez que se daba cuenta de que todo el mundo estaba esperando que hablase—. La única forma de conseguirlo es engañarlos para que nos sigan. Podemos hacerlo si nos enfrentamos a los refuerzos síndicos que van a llegar a este sistema.
Señaló el visor.
—Volvemos a... avanzar hacia el punto de salto de Ixion. Esperaremos a que en cualquier momento aparezca por el punto de salto la fuerza síndica que dejamos atrás. Si estamos lo suficientemente cerca cuando aparezcan, los machacaremos. —Esta solo estaba formada por cuatro acorazados y cuatro cruceros de batalla—. La flotilla enemiga con la que hemos estado luchando intentará rescatar a la recién llegada, lo cual nos permitirá destrozarlas a los dos.
—Pero todavía quedaría la flotilla grande —dijo Rione.
—Sí, en efecto. Tenemos que ver cómo reacciona y atacarla en cuanto tengamos oportunidad. —No les mientas. Allana el terreno para una huida de este sistema estelar—. No podemos enfrentarnos a todas a la vez. Tenemos que hacerlo una a una.
La capitana Desjani estudió el visor durante un rato, y luego sonrió.
—No vamos a retirarnos.
—No, capitana —respondió Geary sonando lo más convincente que pudo—. Solo cambiamos de objetivo.
Repitió la frase en la reunión de oficiales de la flota, preparada unos diez minutos después de que la Alianza alterase su curso hacia el punto de salto de Ixion.
—Estamos cambiando nuestro objetivo.
La respuesta fue un largo silencio, en parte porque los oficiales al mando tenían que entender el nuevo plan, y en parte porque la señal necesitaba tomarse su tiempo para viajar hasta los diferentes puntos de la formación.
—No sabemos si la otra fuerza síndica va a salir por ese punto de salto —afirmó la capitana Crésida. Aunque le era leal, quería luchar contra los síndicos.
—Espero que lo hagan, y creo que tenemos buenas razones para pensar que será así (razones posibles, al menos). Tenemos que forzar a la flotilla síndica Bravo a establecer voluntariamente combate, puesto que nosotros no podemos perseguirlos dado el estado de nuestras reservas de células de combustible. —Varios oficiales se giraron para mirar a los de las auxiliares, como si fuese culpa suya—. Si luchamos contra la flotilla síndica de Ixion, se verán superados por bastante, por lo que la Bravo acudirá en su ayuda. Si no es así, la destruiremos.
Geary se esforzó por mostrar confianza, y sonrió.
—Por supuesto, pretendemos eliminar la flotilla que viene de Ixion y luego encargarnos de la Bravo en cuanto intente salvar a sus compañeros.
Tulev asintió con la cabeza, con más determinación incluso de la normal.
—Tenemos que eliminar las flotillas enemigas poco a poco, una a una. Si se unen o se acercan lo suficiente como para coordinar sus ataques, estaremos en una situación bastante comprometida.
—No es momento de mostrarse tímidos —objetó el capitán Casia—. Si viramos y perseguimos a la flotilla con la que ya hemos estado peleando, podemos acabar con ellos y centrarnos en los demás.
—Nos dejarían sin combustible, y luego iríamos a la deriva hasta que nos hiciesen añicos —dijo Duellos visiblemente enfadado—. Se llama física. Puede hacer una simulación usted mismo si quiere. Acaba de perder un acorazado de su división porque una oficial pensó que ser atrevida era lo mismo que ser inteligente. ¿Es que no ha aprendido nada de la pérdida de la
Paladín
?
—¡La flota de la Alianza lucha! —insistieron otros oficiales—. ¡No huiremos!
—¡Modificar la táctica no es lo mismo que huir! —afirmó la comandante Gaes—. ¡Estamos en Lakota! Hemos atacado un sistema estelar potente. ¿Le llaman a eso huir?
—Debemos replantear el ataque —dijo la comandante Yin de repente.
Geary la miró inquisitivamente, sorprendido de que volviese a atraer la atención después de pasar relativamente tranquila las últimas reuniones. También era cierto que la capitana Midea había ejercido de líder del bando de oficiales problemáticos las últimas veces, al mismo tiempo que perdía el control cada vez más. Ojalá se hubiese dado cuenta de lo que Midea estaba haciendo, de la falta, cada vez mayor, de discreción. Ojalá hubiese encontrado una razón para relevarla antes del último combate. Pero tampoco podía haberlo hecho porque todo el mundo lo vería como un intento por silenciar a cualquiera que dijese algo que no quería escuchar. Así pues, respondió de forma calmada y firme.
—Explíquese, por favor.
Yin miró en varias direcciones bastante rápido, nerviosa.
—Es evidente que los movimientos de la flota se ven condicionados por algunas de las naves. Algunas no son tan rápidas como otras, y eso nos limita a la hora de luchar. —Aquello era verdad, pero Geary esperó, sin dejarse llevar por la tensión que observaba en la comandante Yin—. Algunas de las naves, las auxiliares, son más lentas por el mero hecho de su diseño. Otras lo son temporalmente debido a los daños sufridos, como mi propia nave, la
Orión
.
Gran parte de los oficiales la escuchaban mirándola con los ojos entreabiertos, como preguntándose adónde quería llegar. Yin tragó saliva, y continuó:
—Es evidente. Envíe las naves más lentas a un lugar seguro de modo que el resto de la flota pueda pelear sin obstáculos.
—¿Un lugar seguro? —preguntó Duellos.
—Ixion. Ya estamos yendo hacia allí de todos modos. Acerquémonos al punto de salto, que una formación con las naves dañadas y las auxiliares salten hacia Ixion, y el resto de la flota podrá maniobrar y luchar con mayor libertad.
La respiración de la comandante Yin se había acelerado, mientras miraba sus nerviosas manos juguetear sobre la mesa.
No era una sugerencia totalmente ilógica, si es que alguien confiaba en la comandante Yin. Su comportamiento delataba que incluso ella misma estaba preocupada sobre cómo reaccionarían los demás oficiales. Después de un largo e incómodo periodo de silencio, Duellos volvió a tomar la palabra con un tono engañosamente apacible.
—Interesante. Podría decirse incluso que el propio capitán Numos habla por su boca. La voz de la comandante Yin, pero en apariencia las palabras de Numos. Qué extraño, ¿verdad?
Yin se revolvió en su asiento.
—El capitán Numos es un oficial veterano curtido en mil batallas.
—A las que sobrevivió gracias a escapar —dijo bruscamente la capitana Crésida—. ¡Exactamente lo mismo que pretendía en el sistema nativo síndico! ¡La flota a cambio de su cuello!
Entonces se formó un tumulto. Algunos gritaban contra Yin, otros contra Crésida. Geary buscó los controles y pulsó todos los botones, lo cual hizo que la sala entera quedase en silencio. La posibilidad de hacer que todos se callasen, tal y como había hecho ese mismo instante, era de las pocas cosas que le gustaban de estar al mando.
—Escúchenme todos. Este tipo de discusiones no conducen a ninguna parte. Nuestros enemigos son los síndicos. Capitana Crésida, es verdad que se ha acusado al capitán Numos de abandonar sus responsabilidades mientras la flota se enfrentaba al enemigo, pero todavía no ha sido condenado.
Crésida pareció contrariada, pero asintió con la cabeza.
—Lamento haber hecho ese comentario sobre un compañero oficial, señor.
—Gracias. En estos momentos, comandante Yin, se supone que el capitán Numos tiene solo el contacto humano necesario como para continuar con su tratamiento. Por lo tanto no debería dar consejos sobre cómo debe actuar su nave o esta flota. ¿Es que ha realizado alguna consulta con él sobre estos temas?
Yin miró en todas direcciones excepto en la que se encontraba Geary.
—No. No, señor.
Deseaba llevarla abajo, a la sala de interrogatorios de la sección de Inteligencia del
Intrépido
, para comprobar lo que los sensores decían de afirmaciones como esa. Estaba seguro de que mentía. Duellos tenía razón: aquellas palabras y aquella sugerencia sonaban demasiado al capitán Numos. Este lo habría recitado con tono casi despectivo en lugar de aquella ansiedad que había mostrado la comandante Yin, pero también era cierto que Geary sospechaba que Numos tenía mucha más experiencia en aquello de mentir para sacar provecho.
Si Geary necesitase la confirmación de que Numos seguía operando en su contra, pese a ser relevado del cargo de la
Orión
y de estar arrestado, la tenía.
Duellos volvió a hablar con tono profesional y distante.
—Yo recomendaría que no siguiésemos la sugerencia que la comandante Yin acaba de darnos. ¿Cómo podemos estar seguros de que vamos a poder reunirnos con las naves dañadas y las auxiliares? Esa fuerza estará en una situación bastante cómoda, con toda la capacidad de reabastecimiento para ella, con la que incluso podrían llegar al espacio de la Alianza. Claro que esto es solo una hipótesis, puesto que sé que la comandante Yin nunca consideraría la opción de abandonar al resto de la flota. Aunque claro, el resto estaría aquí luchando a muerte, y seguramente no habría muchas unidades síndicas preparadas para salir tras ellos al momento para perseguirlos en cuanto marchasen hacia Ixion. Ahora, claro está, como ya he dicho, esto es solo una teoría que seguramente no se le pasaría por la cabeza a ninguno de los oficiales de la flota.
Yin miraba a Duellos, pálida como un cadáver. Había pronunciado su nombre de forma que dejaba clara la idea de que algún otro oficial de la flota podría intentar abandonarlos. Numos estaba arrestado en la
Orión
, pero si esta se separaba del resto de la flota, ¿seguiría estándolo?
A pesar de obligar a Crésida a que se disculpase, Geary sabía de sobra que Numos escaparía como una rata si asumía el mando de esa formación y de las naves auxiliares, con sus suministros incluidos.
Nadie dijo nada. Rione miró a Geary impaciente, y luego movió la cabeza como queriendo recordarle que la reunión seguía adelante.
Este, por su parte, estudió las expresiones de los oficiales que había en torno a la mesa. Se sintió liberado al ver que aparentemente casi nadie apoyaba la sugerencia de la comandante Yin.
—Gracias, comandante —dijo, sin más—, pero no creo que sea adecuado seguir su sugerencia. Esta flota se mantendrá unida, y volverá unida al espacio de la Alianza. —Por las caras que habían puesto sus oficiales, se dio cuenta de que había dicho lo correcto—. Sé que todos están excitados y enfadados por los sacrificios de la
Afamada
y la
Paladín
. Destruyamos más naves síndicas en el nombre de esas aguerridas naves. —Se sintió como un hipócrita alabando a la
Paladín
, aunque su tripulación había muerto con coraje. No debía tenerla en baja estima solo porque su capitana les hubiese fallado—. Pero aprendamos al mismo tiempo de su ejemplo. Juntos, si nos mantenemos unidos, podremos destruir a los síndicos, pero si no lo hacemos, serán ellos quienes nos destruyan a nosotros.