—Espero que no sea usted la única que ha aprendido —le dijo a Desjani.
—Por supuesto que no, señor.
Geary volvió a mirar el visor, donde la flotilla síndica Bravo seguía acelerando hacia la flota de la Alianza. Con un poco de suerte, no habrían aprendido demasiado viendo las batallas que Geary había librado.
Según pasada el tiempo se hizo evidente que aunque los síndicos habían aprendido algo, no era suficiente. Se estaban acercando a la flota de la Alianza en la misma formación de caja rectangular que habían mantenido desde que llegaron a Lakota, con uno de los lados anchos orientado hacia la Alianza, como si la caja se deslizase de lado y en dirección descendente hacia la flota enemiga.
Geary asintió con la cabeza, y vio a Desjani y a los consultores que tenía a la vista sonreír al verlo. Fue entonces cuando se percató de que él también sonreía.
—Mantendremos esta formación. No, haré un cambio.
La flota de la Alianza mantenía las cinco subformaciones con forma de moneda con las que había entrado en Lakota. En aquel momento, las cinco monedas estaban orientadas hacia adelante, hacia la formación síndica, del mismo modo que los síndicos apuntaban hacia ellos. La Eco Cinco Cinco, con las naves dañadas y las naves auxiliares, estaba situada detrás del cuerpo principal Eco Cinco Cuatro. Geary realizó varias operaciones con el sistema de navegación para que le diese las órdenes correctas, y luego se las transmitió a los demás.
—A todas las unidades de la Eco Cinco Cinco, aumenten su velocidad para unirse a la formación Eco Cinco Cuatro y ocupar posiciones tal y como les detallo.
Desjani, intrigada, comprobó las órdenes por sí misma.
—Está ordenando que la antigua Cinco Cinco maniobre para situarse en el extremo posterior de la Cinco Cuatro, ¿no?
—Exacto.
—¿Con la Séptima División de Acorazados situada justo pegada al borde de la antigua Cinco Cuatro? —Volvió a sonreír—. Estoy deseando verlo.
Quedaba algo más de una hora para establecer contacto, y las flotas estaban separadas por unos diez minutos luz. Geary vio a las naves de la Eco Cinco Cinco alcanzar con lentitud a sus compañeros y ocupar su nueva posición. Sabía que los síndicos verían aquella maniobra en unos diez minutos y que probablemente no les preocuparía, puesto que la parte principal de la flota de la Alianza y la formación en caja síndica seguían su curso hacia el punto de colisión.
Cuando quedaba media hora para el contacto, Geary emitió otra orden:
—Formaciones Eco Cinco Dos y Eco Cinco Tres (las dos monedas situadas a los lados del cuerpo principal), que sus formaciones pivoten sobre su eje vertical noventa grados en cinco cero. A la vez, giren horizontalmente cuarenta y cinco grados, de forma que sus bordes se inclinen hacia Eco Cinco Cuatro.
No podría haber dado aquellas órdenes si un ser humano tuviese que ejecutarlas. Le habría resultado demasiado complejo tener tantas naves maniobrando hacia sus nuevas posiciones en el eje horizontal y vertical a la vez, incluso aunque los sistemas de navegación les mostrasen un gráfico exacto de lo que Geary quería.
—Formaciones Eco Cinco Uno y Eco Cinco Cuatro —continuó Geary—, que sus formaciones pivoten noventa grados en dirección frontal sobre su eje horizontal en cinco cero.
Las maniobras se realizaron como un número de danza en tres dimensiones, increíblemente complicado, mientras las monedas de la formación de la Alianza se movían de manera que los planos de la vanguardia y del cuerpo principal apuntaban hacia la formación síndica que se acercaba en dirección contraria. Al mismo tiempo las formaciones de los flancos se escoraban hacia sus lados, con los bordes de los planos orientados también hacia delante, pero inclinados con respecto al cuerpo principal. Era extrañamente bello ver a cientos de naves participar en un baile tan difícil.
Las maniobras se completaron cuando quedaban quince minutos para el contacto.
—Los síndicos van a vernos modificar la formación —comentó Desjani.
—Sí.
Geary permaneció sentado, observando el visor, calculando adecuadamente el siguiente movimiento. Los síndicos verían lo que hacía cada vez con menor retardo, por lo que tenía que calcular sus movimientos de modo que el enemigo reaccionase en el momento indicado pero de la forma equivocada. Habían visto sus primeros movimientos, sin considerar necesario alterar su curso ni su formación, pero eso iba a cambiar.
En aquel instante los síndicos estaban a solo dos minutos luz de distancia, a poco más de doce minutos de establecer contacto, a una velocidad de encuentro combinada de cero con diecisiete c.
—A todas las unidades, aumenten su velocidad hasta una décima de la velocidad de la luz en uno cinco.
La flota de la Alianza aceleró y pivotó, inclinándose en dirección ascendente. Desjani sonrió casi con fiereza.
—¡Ya lo entiendo! Pero su comandante lo verá a tiempo para reaccionar.
—Cuento con ello. —Geary hizo una pausa, contando los segundos, dependiendo del instinto para calcular su próxima maniobra, observando la posición relativa de los síndicos con respecto a sus naves—. A todas las formaciones, alteren el curso diez grados en dirección ascendente, cero un grados a estribor en uno nueve.
Un minuto después comprobó que los síndicos reaccionaban ante las primeras maniobras, haciendo pivotar la caja en dirección ascendente para volver a encarar el cuerpo principal de la Alianza, con los dos grupos de naves sobrepasándose formando un ligero ángulo, a una velocidad combinada de poco menos de cero con dos c. Si fuesen más rápido, la distorsión relativista complicaría enormemente la tarea de localizar las naves enemigas, pero si se mantenían por debajo de cero con dos, los sistemas de combate deberían ser capaces de compensar unas velocidades que cambiaban literalmente la apariencia del universo exterior.
Desafortunadamente para los síndicos, la segunda maniobra que Geary había realizado en dirección ascendente cambió otra vez el ángulo de encuentro, y esta vez demasiado cerca del límite de tiempo de contacto, de modo que la persona al mando de la flotilla síndica no pudo verlo y reaccionar a tiempo.
—A todas las unidades, entablen combate en escuadrones y divisiones con metralla y lanzas infernales cuando estén dentro su campo de tiro. Abran fuego en cuanto los tengan a tiro.
Aquella orden debería valer para asegurarse de que cada escuadrón o división de la Alianza tuviese como objetivo una sola nave enemiga, lo cual incrementaba las posibilidades de impactar más veces durante el instante en el que ambas flotas estuvieron a suficiente distancia como para dispararse.
—Misiles enemigos y metralla pasando bajo la flota de la Alianza —informó el consultor del sistema de combate con regocijo según las salvas síndicas se dirigían hacia el lugar donde se supone que debería estar la flota de la Alianza.
El momento de contacto llegó, y pasó. Si el ojo y el sistema nervioso humano fuesen capaces de reaccionar lo suficientemente rápido, habrían visto las caras planas de la vanguardia de la Alianza y las monedas del cuerpo principal desplazarse sobre el borde superior de la formación en caja de los síndicos, concentrando sus disparos sobre las, relativamente poco numerosas, naves situadas cerca de este, mientras que el enemigo solo podía responder con aquellas pocas naves mientras las unidades aliadas pasaban incesantemente sobre ellos. Las monedas de los flancos se deslizaron sobre las esquinas superiores de la caja, concentrando sus disparos más todavía.
Geary pestañeó, preguntándose si los destellos que había visto eran realmente el fuego del armamento y los disparos ejecutados durante aquella fracción de segundo, cuando los sistemas de puntería habían disparado más rápido de lo que los humanos podrían siquiera imaginar. En cuanto las naves síndicas y las de la Alianza se separaron, los consultores comenzaron a informar sobre los daños causados en las naves enemigas y los recibidos en las propias.
—Les hemos hecho daño —dijo Desjani.
En la pantalla se veían los restos de dos cruceros de batalla síndicos que se separaban del resto de la flotilla, junto con los de un acorazado, cinco cruceros pesados, y numerosos cruceros y naves de caza asesinas destrozados. Las fuerzas de apoyo del borde superior de la formación síndica habían sido prácticamente aniquiladas. También habían recibido impactos otras naves enemigas, pero ninguno había sido crítico.
Con respecto a la flota de la Alianza, los escudos habían llegado casi al límite, y algunas unidades ligeras habían sufrido daños. Por suerte, todas podían seguir todavía al resto de la flota.
Geary asintió con la cabeza y dio más órdenes, previamente calculadas.
—A todas las formaciones, alteren su curso base veinte grados en dirección ascendente en dos cuatro.
Menos de un minuto después, la formaciones de la Alianza se elevaron, curvándose en una media «C» e invirtiendo su orientación anterior.
Tal y como Geary esperaba, los síndicos efectuaron una maniobra de oscilación para volver a establecer contacto, elevándose también, imitando el movimiento de la Alianza. Puesto que ambas formaciones estaban realizando la maniobra a la vez, el resultado volvió a ser que la Alianza se hallaba otra vez sobre uno de los bordes de la caja síndica, esta vez el de abajo. Desafortunadamente para las naves síndicas, que antes habían estado en el borde superior y que habían sufrido el fuego enemigo, su situación en aquel momento era el borde inferior, en tanto que su formación también se había invertido al ejecutar el movimiento.
Una vez más, las formaciones de la Alianza avanzaron sobre el borde y las esquinas de la formación síndica, y de nuevo la superioridad de la Alianza causó en los síndicos mucho más daño del que estos pudieron devolverle a la Alianza.
—¡Dos acorazados síndicos menos! —dijo Desjani, exultante—. ¡Y hemos destruido otro crucero de batalla!
—También hemos sufrido más daños.
Dos destructores, la
Azagaya
y la
Estocada
, perdieron sus sistemas de armamento, aunque seguían pudiendo maniobrar. Varios cruceros ligeros y cruceros pesados recibieron bastantes impactos, y algunos disparos alcanzaron a algunos cruceros de batalla. Incluso mientras daba la siguiente orden, los ojos de Geary observaban uno de aquellos cruceros.
—A todas las unidades, viren noventa grados en dirección descendente en tres cuatro.
La flota de la Alianza comenzó a curvarse hasta formar una «S» a la vez que los síndicos volvían a virar en su dirección.
No obstante, uno de los cruceros de la Alianza no siguió la maniobra, sino que se deslizó lentamente y dando vueltas fuera de la formación, en dirección al rumbo que seguían los síndicos.
—¿Qué le pasa a la
Afamada
? —preguntó Geary.
Uno de los consultores ejecutó rápidamente una recreación de la última ráfaga a cámara lenta, de forma que el ojo humano pudiese apreciarla. Esa vez los síndicos sabían perfectamente por dónde pasaría la flota de la Alianza y dispararon con precisión. La
Afamada
, situada muy cerca del enemigo en uno de los flancos de la formación, recibió varios impactos, que hicieron que sus escudos delanteros colapsasen. Al desviar automáticamente el sistema de combate, la energía procedente de los escudos de popa hacia proa, los misiles síndicos viraron para impactar sobre esa zona. Los tres primeros agotaron los escudos de popa hacia proa, y los tres siguientes destruyeron los sistemas principales de propulsión.
Debido a lo anterior, la
Afamada
se escoró hacia atrás y hacia un lado, puesto que ya no podía maniobrar para seguir con la flota principal.
En aquel momento era un crucero de batalla sin la capacidad para actuar con velocidad, que se supone que era lo que compensaba su escasa defensa y sus débiles escudos, y además estaba fuera de la formación, sin la protección de sus compañeros.
—Según los informes de la
Afamada
, el tiempo estimado necesario para la recuperación de forma limitada de los sistemas principales de propulsión es de treinta minutos —informó un consultor.
Nadie necesitaba las estimaciones del sistema de navegación para saber que la
Afamada
no dispondría de ese tiempo. La formación síndica la alcanzaría en unos diez minutos.
Geary suspiró profundamente. Podía intentar dar la vuelta, hacer que las naves virasen para llegar hasta el crucero de batalla antes que los síndicos. Seguramente no serían capaces. La física no lo permitiría.
—Pero ¿qué está haciendo la
Paladín
? —se preguntó Desjani en voz alta.
Geary se giró súbitamente para verlo. En la parte posterior del cuerpo principal, la
Paladín
había visto a la
Afamada
recibir los impactos, y tuvo tiempo para reaccionar. En aquel momento el acorazado estaba trazando una curva tan acusada que los compensadores inerciales tenían que estar gritando de cansancio.
No podía hacer que toda la flota imitase tal maniobra. Teniendo en cuenta que sería un giro pivotando sobre los ejes centrales de la formación, las unidades situadas en los extremos tendrían que atravesar mucho más espacio que las situadas en el centro. La única manera de alcanzar la
Paladín
era deshacer la formación, lo cual implicaba tomar el camino hacia el desastre, dado que los síndicos sí mantenían la suya.
—
Paladín
—comenzó a decir Geary con tono severo—, vuelva a su posición en la formación inmediatamente. —Él mismo tenía que ajustar el curso de la flota curvándolo en dirección descendente para responder ante una maniobra de deslizamiento lateral realizada por los síndicos—. A todas las formaciones, viren a la derecha veinte grados, en cuatro uno.
—¿Qué podemos hacer? —dijo Rione desde la parte trasera del puente, más suplicando que preguntando.
Era evidente que se refería a la
Afamada
.
—Nada —respondió Geary con una voz poco más alta que un susurro—. Si dejo que la formación se deshaga, seguramente no lleguemos a tiempo con las suficientes naves como para salvarla, y al final sufriríamos muchas más bajas.
—La
Afamada
informa de que le ha ordenado a todo el personal no esencial que abandone la nave en cápsulas de escape —informó un consultor de combate del
Intrépido
.
Geary asintió con la cabeza, sin atreverse a decir nada. Él había dado la misma orden hace un siglo, para él hace unos meses, en Grendel.