Read Por prescripción facultativa Online

Authors: Diane Duane

Tags: #Ciencia ficción

Por prescripción facultativa (8 page)

—Yo tengo estructura —dijo de pronto el ornaet.

McCoy lo miró mientras se preguntaba qué quería decir.

—Claro que la tiene, Hhch, muchacho. Pero no se parece a nada que yo haya visto en toda mi larga vida. Oiga, Chekov —dijo el doctor tanteando a sus espaldas—, hágame un favor y realice un estudio químico. Eso de ahí me parece un núcleo neurotransmisor, ¿ve esa estructura?… no, en la siguiente pantalla… correcto… ponga el módulo de análisis molecular en eso y vea si al final de esa estructura hay algunos componentes que tengan aspecto de estar dispuestos a desenmarañarse. O de no estarlo —agregó con aturdimiento—. Parece que dentro de este muchacho ocurre de todo. Cielos, vaya un informe que voy a redactar…

—Doctor —dijo Spock desde el otro lado de la sala, donde aún conversaba con el ornaet que había salido a recibirlos—, para escribir informes de éxito uno debe comprender primero qué es lo que escribe… al menos lo suficientemente bien como para formular teorías que tengan una posibilidad de sostenerse.

—De momento no diga nada, Spock —respondió McCoy, que se sentía contento por primera vez desde que había comenzado aquella misión—. Para cuando llegue el momento de comenzar a escribir, puede apostar que ya tendré unas cuantas teorías.

«Así lo espero con toda mi alma», pensó.

Spock alzó una ceja y no le dijo nada más a McCoy, sino que volvió a la conversación que mantenía con el ornaet. McCoy sonrió y volvió a concentrarse en su trabajo.

—Bueno, pues —le dijo a Hhch—, veamos qué clase de nervios tiene usted…

—¿Dónde está el doctor McCoy? —preguntó Kirk, mientras recorría con los ojos la mesa de la sala de reuniones, bastante sorprendido.

Era tarde por la noche, hora de la nave. El grupo de descenso había regresado algunas horas antes y un segundo había bajado para estudiar la flora local y otras actividades de la fase nocturna del planeta. En aquel momento, todos los miembros del primer grupo se hallaban en torno a la mesa con sus jefes de departamento; todos excepto McCoy.

—Teniente Burke —preguntó—, ¿dónde está?

Ella parecía agitada.

—Capitán, la última vez que tuve noticias suyas aún estaba en la superficie del planeta. Sabía a qué hora iba a celebrarse la reunión, y me pidió que asistiera en su lugar. Yo supuse que iba a reunirse conmigo aquí.

Kirk suspiró. Aquello era algo que debía haber abordado antes, en el caso de McCoy; podía protestar por el exceso de trabajo de la gente de su departamento o de otras secciones de la nave, pero ni siquiera se detenía a pensar cómo se agotaba él mismo. Kirk pulsó el interruptor del intercomunicador que había sobre la mesa y dijo:

—¿Puente? Teniente Brandt.

—Señor —respondió la voz del oficial de comunicaciones del turno de noche.

—Busque a McCoy. Le estamos esperando.

—Sí, señor.

Kirk se recostó en el respaldo.

—Podemos dedicarnos al menos a algunos preliminares. Spock, la situación es diplomática en el momento presente.

Spock se cruzó de brazos.

—Señor, como ya sabíamos, los esfuerzos serios en ese sentido tendrán que esperar hasta que hayamos calibrado el traductor con mayor exactitud. Pero estamos sin duda en mejores condiciones esta noche de lo que estábamos con la información proporcionada por el grupo de investigación; nuestros datos son mucho más exactos y pormenorizados.

Kirk sonrió; ahí estaba Spock, dejando clara su postura. No había nadie a bordo de la nave que detestara tan minuciosamente los datos inexactos.

—Pasé la mayor parte del tiempo que estuve en el planeta intentando refinar nuestros conocimientos sobre el concepto que los ornae tienen de sí mismos y sobre sus relaciones con las otras especies inteligentes del planeta —prosiguió Spock—, y puse una especial atención a cualquier cosa que pudiéramos descubrir sobre sus estructuras organizativa y política. Hay muchísimas cosas más que quedan por descubrir… a la espera, una vez más, como ya he señalado, de que mejoremos los algoritmos del traductor… Pero, a grandes rasgos, creo que podemos confiar en la siguiente información. En primer lugar, los ornae parecen percibirlo casi todo como cosas fluidas: las relaciones, el idioma, como se ha mencionado antes, y las estructuras tanto físicas como no físicas. Les sorprende bastante nuestra rigidez, y se me antoja que les resultamos no necesariamente inaceptables, pero sí un poco anormales. No obstante, tienen lo que para nosotros sería una disposición insólitamente abierta a aceptar cosas nuevas, significativa en unos seres que nunca, hasta hace muy poco, habían visto otras especies inteligentes, lo que posiblemente sea también producto de su carácter fluido y la forma en que afecta a su forma de pensar. No les importa que seamos tan rígidos como somos, pero nos observan muy estrechamente, como esperando que en cualquier momento renunciemos a nuestras formas físicas aparentes y adoptemos otras distintas.

—Detesto tener que decepcionarles —dijo Kirk—. Van a tener que aceptarlo. ¿Cree usted que eso podrá ser un problema?

—No me lo parece —replicó Spock—. Pero diría que vamos a tener problemas más que suficientes en otros terrenos. Tras algunas conversaciones, se hizo evidente que esos seres no tienen estructura organizativa alguna parecida a la nuestra. Nadie gobierna el planeta: las decisiones que se toman son de índole estrictamente personal, lo cual probablemente es una medida sabia, puesto que cualquiera puede cambiar de forma o planes en el momento menos pensado. Se dan períodos de cooperación, como pudimos ver en el edificio que hallamos en el planeta… estructuras cuya finalidad no he podido descubrir hasta el momento. Esas criaturas no parecen tener necesidad alguna de cobijo en el sentido clásico de la expresión. El medio ambiente es en general incapaz de dañarlas, y no parecen necesitar protegerse del mismo. Pero en cualquier caso, cada individuo decide si quiere o no formar parte de la comunidad; tienen poca influencia los unos sobre los otros, y ninguna sobre las otras especies, a las que describen con palabras para las que de momento no tenemos aún referentes.

—¿Parece amistoso el tono con el que las describen? —inquirió Uhura, que se hallaba sentada a la mesa, un poco más lejos.

—Es difícil saberlo —replicó Spock—. Aún no disponemos de la suficiente información de vocabulario para realizar la calibración emotiva del traductor. Puede que aún tardemos unos días en conseguirlo. Este pueblo no es intencionadamente vago en su forma de hablar, pero su estructura mental es decididamente muy distinta de la humanoide; tardaremos algún tiempo en establecer las bases comunes.

Uhura asintió con la cabeza.

—Los ornae —prosiguió Spock— no parecen tener concepto del trabajo ni necesidad del mismo. Aparentemente sobreviven mediante la absorción directa de energía del medio ambiente circundante, aunque de momento desconocemos cuál es el mecanismo mediante el que lo consiguen. No comen, ni beben, ni defecan; no necesitan cobijo, como ya he dicho; aparte de los traumas accidentales, no parece haber nada en el planeta que pueda afectarles de manera adversa. No tienen necesidades físicas, según las consideramos normalmente nosotros. Parecen tener una vida social rica, pero sabemos muy poco sobre lo que realmente ocupa su tiempo diario. No son en forma alguna ociosos, pero la mayoría de las cosas que a nosotros nos resultan importantes sospecho que a ellos les parecerán inútiles o estúpidas. Eso, por supuesto, afectará de alguna forma los resultados diplomáticos.

«De alguna forma —pensó tristemente Kirk—. ¿Qué incentivos se pueden ofrecer a una especie para que se comprometa con algo, cuando no necesita nada y no entiende por qué otro sí necesita cosas?»

—Creo que yo continuaré a partir de aquí —dijo Uhura. Spock le hizo un gesto de asentimiento con la cabeza para indicarle que él había acabado de momento—. Capitán, el idioma de este pueblo, según lo que tenemos recopilado hasta este momento, deja bien claro que los ornae serían un nuevo miembro maravilloso para la Fundación… si pudiéramos persuadirles para que ingresen en ella. Este pueblo tiene una densidad verbal en su idioma hablado superior a la de cualquier otra especie de la galaxia. Dadas las indiferencias en la estructura de las frases, la densidad relativa es a veces de diez verbos para cada dos sustantivos. Sus pronombres son todos verbos… lo que supongo que no debería sorprendernos cuando se considera que esta gente hace herramientas y edificios con sus propios cuerpos. Les es imposible imaginar la no actuación sobre el entorno, lo que nos plantea la pregunta: ¿cómo actuar sobre él?, puesto que no necesitan comer, beber ni trabajar. Ni tampoco dormir, a lo que parece.

Burke adoptó un aire pensativo.

—Quizá sea mediante esa rica vida social. Actúan los unos sobre los otros.

—Así parece. Ese comportamiento de construir edificios, como el que hemos presenciado hoy, podría ser una indicación en ese sentido. O actúan sobre las otras especies.

La teniente Kerasus asintió con la cabeza.

—Cuando comenzamos a entrar en los temas interespecíficos —dijo— obtuvimos una avalancha de verbos nuevos muy superior a la que éramos capaces de asimilar…

—Pidió usted verbos nuevos —la interrumpió McCoy al entrar en la sala— y los obtuvo. Será mejor que tenga más cuidado con lo que pide. Ruego disculpas por llegar tarde.

—Siéntese, Bones —le pidió Kirk—. Todavía no hemos avanzado mucho.

«Tiene un aspecto fatal», pensó Kirk. McCoy parecía exhausto; su cara reflejaba las consecuencias de la deshidratación de quien no se había detenido para comer ni beber durante varias horas.

Kerasus le dedicó una ligera sonrisa de arrepentimiento a McCoy.

—En cualquier caso, tiene usted razón —le dijo—. Los verbos interespecíficos son de gran complejidad y extensión… acción verbal sobre acción verbal, de forma que toda una secuencia de actividades está encerrada en un solo concepto.

—Teniente, ¿cuán cerca estamos de un nivel de traducción en el que podamos confiar lo bastante como para comenzar a dar algunos pasos en el terreno diplomático? —preguntó Kirk.

Kerasus y Uhura se miraron la una a la otra, y luego menearon la cabeza a la vez.

—Le mentiría si le dijera una fecha o un límite de tiempo concretos —respondió Uhura—. Señor, necesitaremos acumular una buena cantidad de vocabulario antes de estar preparados para hablar de algo más complicado que el estado del tiempo.

—Bueno —dijo Kirk—, no podemos precipitarnos, así que hagan todo lo necesario a su propio ritmo. Doctor —continuó—, indudablemente estaba usted absorto en la recolección de datos, debe tener algo fascinante que contarnos.

—Bueno —contestó McCoy mientras miraba la libreta de notas que había traído consigo, y seguidamente la apartaba de sí, como si le irritase—, es ciertamente fascinante, aunque no necesariamente ilustrativo. Los ornae tienen una de las fisiologías más mutables que jamás haya visto o sobre la que haya tenido noticia. Realicé cuatro exámenes muy minuciosos del mismo ser, cada uno separado del anterior por unas tres horas, y me encontré con que importantes porciones de su fisiología habían cambiado en el tiempo transcurrido entre un examen y el anterior. Se les da el nombre de mecanismos transportadores de energía, fluido plásmico, corrientes neuronales. Intentaba descubrir si esos cambios eran voluntarios o involuntarios, pero esa buena criatura no parecía conocer la diferencia ni creer en ella. No sé hasta qué punto es o no un problema del traductor. —Miró a Uhura y Kerasus.

Ambas volvieron a negar con la cabeza.

—Doctor —intervino Kerasus—, también nosotros hemos perseguido esa pregunta en círculos. Para comenzar, la idea ornae de la causalidad es bastante peculiar. Parecen pensar que ellos son la causa de todo lo que les sucede. Incluso las cosas que desconocían o no podían prever, como la llegada del primer grupo de investigación… y la nuestra propia. —Rió entre dientes—. Se sorprendieron al vernos, pero nos dijeron que ellos nos habían hecho venir hasta aquí. O algo así; sin disponer de más vocabulario y más sentimientos por lo que se refiere a la estructura verbal, es difícil saber si es eso lo que ellos quieren decir en realidad, o si nosotros sencillamente hemos equivocado los lugares del par sujeto/objeto.

McCoy asintió con la cabeza.

—Eso era lo que me temía. Bueno, pues lo único que puedo decir es que, si alguna de las otras especies del planeta comparte esa mutabilidad, vamos a tener una pesadilla ante nosotros para poder comprender la organización física de esos seres. Deseo desesperadamente que exista una pauta para los cambios fisiológicos que he presenciado, pero requerirá algunos días de controles para determinar si ése es el caso. Vamos a necesitar muchísimos exámenes físicos realizados diariamente, porque una idea horrible que se me ha ocurrido es que cada individuo ornaet por separado podría tener sus propias pautas de cambio, o tipos de cambios.

Kirk asintió con la cabeza.

—Tomo nota. ¿Spock? ¿Qué hay de las otras especies?

—Les preguntamos a los ornae si ellos estaban dispuestos a proporcionarnos algunas reuniones con representantes de los lahit y los ;at —replicó Spock—. Estuvieron de acuerdo, hasta donde puedo saber; al menos, el ornae con el que yo hablé me dijo que podía hacerse y que se haría. Pero las otras especies parecen rodeadas por una atmósfera de reticencia, especialmente los ;at. No tengo ni idea del porqué, y formular la pregunta errónea en este momento con la intención de llegar al fondo del problema podría hacer más daño que bien.

—De acuerdo —comentó Kirk—. Lo tomaremos como venga. Pero resultará complicado negociar un documento de asociación con esos pueblos, si son todos igualmente desorganizados… —Se interrumpió—. Disculpen, ese término es un poco sentencioso. Si tienen todos una orientación no organizativa como la que en apariencia ofrecen los ornae.

—Podría resultar imposible —dijo categórico Spock—, al menos establecer un solo acuerdo para todo el planeta. Una sola de las especies no podría firmar por todas las demás.

La Flota Estelar había dejado bien claro en las órdenes entregadas a Kirk que querían a todas las especies representadas en un solo acuerdo, y que considerarían un acuerdo con una o dos de las especies como una alternativa verdaderamente muy pobre. Kirk suspiró. «A veces la política me hace la vida imposible —pensó—. Haremos lo que podamos. Si quieren algo más, deberán arreglárselas solos.»

—Ya comprendo, señor Spock —le respondió al vulcaniano—. ¿Cuándo pensaba el ornaet que los lahit y los ;at podrían estar disponibles?

Other books

The Two and the Proud by Heather Long
Brenton Brown by Alex Wheatle
Friday Afternoon by Sylvia Ryan
Misery Bay: A Mystery by Chris Angus
Echo-Foxtrot by Clare Revell
Nothing but Gossip by Marne Davis Kellogg
Touched by Death by Mayer, Dale