—Eres malo, Enrique. ¡Muy malo!
—No, Bety, no soy malo. ¡Soy escritor!
A la atención de José M.ª Sert, Rue de Rivoli, 252
De Misia Godebska
12 de abril de 1944
Querido Jo:
¡Me tienes abandonada! No sé qué te ha dado últimamente que pasas más tiempo viajando de aquí para allá que en París y, cuando estás, es como si no estuvieras, metido todo el día en tu taller pintando esas inacabables pinturas para la catedral de Vic.
No digo que debas estar conmigo continuamente, pues ambos conocemos bien cuál es nuestra relación actual. Fui tu esposa, como ahora soy tu más querida amiga. ¡Pero debieras dignarte a visitarme, sacarme a pasear o a cenar en Maxim’s! Te echo de menos, y echo de menos aquello que siempre va contigo: tu amor a la vida, tu energía inacabable, ese espíritu vigoroso que se proyecta en todos los que te rodean.
Desde que he perdido visión me apetece menos salir de visita, prefiero recibir a los pocos de entre nuestros amigos que todavía permanecen en la ciudad. Por culpa de estos estúpidos invasores nos vemos recluidos en nuestras casas, como si el pasado glorioso de Francia se hubiera esfumado con la derrota. Me niego a que esto ocurra y, en la pequeña medida de mis posibilidades, quisiera rebelarme contra esta situación. Por este motivo daré una pequeña recepción aquí, en casa, y, si bien no puedo exhibir en los balcones las banderas de mi querida Francia, será en el interior donde contribuyan con sus tres alegres colores a decorar el salón. Mi piano, fiel amigo que jamás me abandona, servirá de sonoro acompañamiento y, si bien mi vista falla con frecuencia, mis manos continúan igual de hábiles y las partituras están grabadas en mi memoria.
¿Podrás venir? Quisiera verte a mi lado, como antes, como siempre. ¡Y si traes unas botellas de ese champán que atesoras en las bodegas de tu casa-taller, mejor que mejor! El racionamiento hace difícil que pueda conseguir los productos necesarios para agasajar a mis invitados, y no quisiera quedar mal ante ellos. ¡No, no me riñas por esta iniciativa! Eres generoso en demasía conmigo al ayudarme como siempre lo haces. ¿Crees que desconozco el origen del dinero que recibo cada mes en mi cuenta? ¡Sé bien que procede de ti! No quiero malgastarlo, pero me niego a que estos estúpidos nazis nos impidan vivir como siempre lo hemos hecho.
¿Cuento contigo?
Te espera impaciente tu
MISIA
PD: He oído rumores inquietantes sobre algunos amigos. También he sabido, por otros, que tu influencia en determinados círculos de las fuerzas de ocupación se mantiene incólume. ¿Puedes ayudarlos? ¿Será tan grande tu generosidad? ¿O, quizá, más que tu generosidad, lo será tu atrevimiento?
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A la atención de D. José M.ªSert, Rue de Rivoli, 252
De Maurice Wendel
14 de abril de 1944
Estimado José María:
Permíteme, en primer lugar, saludarte con todo afecto. Hace tiempo que no tengo el gusto de hacerlo en persona, pero ya sabrás que las circunstancias personales que afectan a los míos se han agravado, y todas mis energías van encaminadas a tratar de paliar la terrible situación en la que nos hallamos inmersos. Nuestro origen, del que siempre nos sentimos orgullosos, se ha convertido en un estigma que nos acompaña en todo momento.
Son momentos estos de máxima dificultad. Los buenos tiempos se han esfumado con todo aquello que los acompaña: bienestar, fortuna y tranquilidad. Queda algo de ello, ¡cómo no, si siempre fui hombre previsor!, pero ahora debe estar destinado a lograr el objetivo único que origina esta carta: ayer se llevaron a mi hija al campo de concentración de Sarrebruck-puisdes Fresnes, cerca de Lyon.
¡Qué puedo hacer, José María! Tú no has sido padre, pero has amado de tal manera que no puedes por menos que comprenderme. ¿Qué sentiste cuando conociste el incendio de la catedral de Vic y la profanación de la tumba de tu amigo el obispo Torras i Bages? Ese sentimiento de pérdida, infinito para ti, sería nada al lado del que yo siento ahora por la pérdida de mi querida hija.
Como dije antes, queda algo, lo suficiente para forzar una salida, mas, ¿cómo hacerlo? ¿A quién dirigirme de entre nuestros invasores que me pueda ofrecer una garantía? En mi actual posición, a nadie. Mi influencia se ha desvanecido; es una sombra de la que, en su día, me abría todas las puertas de los hombres poderosos de París.
Pensé en ti, José María; como recuerdo de épocas mejores, en las que siempre te apoyé, reconociendo tu enorme genio creador. Pero, sobre todo, pensé en ti como amigo.
Sabes dónde encontrarme, pero no deseo comprometerte. Esta carta te llegará por un amigo de toda confianza, burlando cualquier control de los que nos oprimen. Si lo deseas, iré a verte, y te expondré cómo podría compensar los esfuerzos de quienes nos ayudaran. Esto, forzosamente, debe hacerse en persona.
Espera ansioso noticias tu amigo,
MAURICE WENDELL
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A la atención de Misia Godebska
14 de abril de 1944
Queridísima Misia:
Recibí tu carta de antes de ayer, y te pido mil perdones por mi falta de tacto. Sabes que nada aprecio más que tu compañía, pues solo tú me comprendes por completo y con nadie más soy capaz de reírme como contigo. Pero ocurre que el trabajo se me acumula en tal medida que apenas dispongo de tiempo: no solo son los murales de Vic, sino también el encargo de Juan March para la residencia de Mallorca. Paso innumerables horas al día trabajando con los diferentes bocetos y diseños, y el trabajo me absorbe en tal manera que los días se suceden los unos a los otros sin darme el menor margen a detenerme.
Misia mía, debo comunicarte que, por desgracia, no podré asistir a tu soirée. Tal y como apuntaste en tus letras, ha surgido una complicación que afecta muy directamente a un buen amigo de ambos y, por el bien de este, me veo obligado a asistir a una reunión imprevista que me ocupará buena parte de la noche.
Ten por seguro que, de no tratarse de quien es, bajo ningún concepto hubiera dejado de asistir. Cuenta con mis mejores deseos para el éxito de la misma y, como no solo de buenos deseos vivimos las personas, recibirás por mediación de mi secretario Boulos Ristelhueber el material necesario para que todo sea un éxito: champán, paté y caviar, todos ellos de primera calidad.
¿Cómo está nuestra común amiga, Coco? He oído que continúa con ese loco romance tan desaconsejable… Tú, que eres su más fiel amiga, harías bien en insistirle en que reflexionara; los tiempos están cambiando, y más le valdría apartarse de quienes han invadido este maravilloso país.
Prometo acudir a visitarte en cuanto consiga solucionar el problema antes mencionado. Te relataré todo lo relacionado con esta triste historia, pero en persona, no en estas misivas; así tendré el placer de visitarte y entretenerte con novedades.
Besos y abrazos, todos, para ti, de tu
JO
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A la atención del Generalleutenant Freiherr von Boineburg
De José María Sert
Cuartel general Wehrmacht
16 de abril de 1944
Generalleutenant:
Por la presente le comunico mi interés en poder charlar con usted de un asunto personal y por tanto privado que, sin embargo, puede ser de un máximo interés para ambos.
Queda a su disposición,
JOSÉ MARÍA SERT
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A la atención de D. José María Sert
Del Major Rilke, secretario del
Generalleutenant Freiherr von Boineburg
Rue de Rivoli, 252
4 de mayo de 1944
Estimado señor Sert:
En atención a su misiva del día 16, le comunico que el Generalleutenant Freiherr von Boineburg le recibirá en su despacho el próximo día 8 de mayo, a las once de la noche.
Reciba cordiales saludos,
MAJOR RILKE
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A la atención de Maurice Wendel
De José María Sert
9 de mayo de 1944
Querido Maurice:
Te hago llegar esta breve nota por el canal habitual. Quiero que sepas que las gestiones parecen ir por el buen camino. No será este fácil, pues existen inconvenientes que ya te contaré en persona, pero, por el momento, debes saber que la orden de traslado de tu preciosa niña ha sido archivada y que, pese a no haber obtenido aún su deseada liberación, confío en obtenerla según todos los flecos relativos al asunto queden cerrados.
¡Espera paciente!
Tu amigo, en quien puedes confiar,
JOSÉ MARÍA SERT
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A la atención de José María Sert
De Maurice Wendel
Rue de Rivoli, 252
17 de mayo de 1944
Querido amigo: ¡No hay suficientes palabras en el mundo para manifestarte mi gratitud! El mero hecho de que mi hija Ségolène continúe en el campo de Sarrebruck y no haya sido llevada a esos otros lugares de los que comienzan a llegarnos los más terribles rumores ha calmado nuestros inmediatos temores.
Calmado, ¡pero no apagado! Tememos por ella, porque, mientras esté allí internada, todo es posible.
De momento, tal y como me dijiste, he obrado; la mercancía fue llevada al lugar previsto y allí, me imagino, cambió con éxito de manos. Has hecho mucho por nosotros, pero debo pedirte que hagas aún más. Logramos, tras ímprobos esfuerzos, reunir más material. Más allá de esto, nada nos queda. Creo que su cantidad será más que suficiente para satisfacer las exigencias de tu interlocutor y lograr la definitiva liberación de la niña.
¿Puedo pedirte, José María, a ti, en quien más confío, que nos ayudes de nuevo? Debemos vernos para así explicarte todo lo necesario.
Las lágrimas de mi esposa me acompañan todas las noches, junto a nuestros rezos al Creador para que te cubra con sus parabienes.
Tu amigo,
MAURICE WENDEL
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A la atención del Major Rilke, secretario del Generalleutenant Freiherr von Boineburg
De José María Sert
Cuartel general Wehrmacht
23 de mayo de 1944
Major Rilke:
Por la presente le comunico que desearía mantener una nueva conversación con usted en referencia al asunto que nos ocupa.
Confiando en ser atendido con prontitud, le saluda,
JOSÉ MARÍA SERT
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A la atención de José María Sert
De Major Rilke
Rue de Rivoli, 252
24 de mayo de 1944
Le envío esta nota para comunicarle que seré yo quien acuda a su casa-taller mañana por la noche, día 25, al objeto de hablar sobre el particular.
No vuelva a enviar cartas al cuartel general.
Destruya esta nota.
Cumpla estas instrucciones al pie de letra o las circunstancias cambiarán no solo para aquella de quien hablamos, sino para otras terceras personas, incluido usted mismo.
MAJOR RILKE
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A la atención de Maurice Wendel
De José María Sert
27 de mayo de 1944
Maurice:
Las circunstancias han cambiado radicalmente. La baza ha cambiado de mano. Si deseas tu objetivo, tendrás que asumir el riesgo. No puedo decir más.
Por otra parte te comunico que, debido a una reciente enfermedad que la ha postrado en su lecho, me veo obligado a permanecer las próximas noches al lado de mi queridísima Misia haciéndole compañía en su domicilio.
Recibe mis más cordiales saludos,
JOSÉ MARÍA SERT
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A la atención de José María Sert
De Misia Godebska
Rue de Rivoli, 252
7 de junio de 1944
¡Jo!
¡Querido mío!
A estas horas habrás escuchado, como todo París, las noticias que proceden de la costa normanda: ¡los aliados han desembarcado por fin abriendo el segundo frente! Todo es confusión, pero no cabe duda: ¡la hora de los nazis se acerca a su final! Acosados como están en el frente ruso, tendrán ahora que dividir sus fuerzas, y todos, hasta el más inculto de los hombres, sabe que eso los desangrará por completo. ¡Es cuestión de tiempo que París sea liberado y recuperemos nuestra libertad! He brindado con Marie, mi criada, abriendo una de las botellas que en su día me enviaste, ¡y jamás me ha sabido mejor cualquier bebida!
¡Tengo ganas de bailar, de saltar, de vivir en definitiva! Los rostros de todos los que me rodean reflejan esta expectación… ¡pero también cierto miedo ante lo que pueda venir!
Me gustaría volver a verte pronto, como esos días atrás en los que tan gentilmente acudiste a acompañarme cuando estaba enferma. Por cierto, me agradó sobremanera volver a recibir a Maurice Wendel, al que tanto tiempo llevaba sin ver; fue muy gentil por tu parte comunicarle mi indisposición. Volver a ver a los viejos amigos es un tónico para mi alma.
¡Te espero, Jo, cuanto antes! ¡Es como si volviera a tener veinte años! ¡Ven a verme!
Tuya,
MISIA
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A la atención de José María Sert
De Misia Godebska
Rue de Rivoli, 252
12 de julio de 1944
¡Queridísimo Jo!
Faltan dos días para la celebración de la fiesta nacional de nuestra maravillosa Francia, fiesta que ha sido prohibida por los nazis desde la derrota de nuestras tropas. ¡Pero su tiempo se acaba! Sabrás, como todos y aún mejor, que el avance aliado es ya irrefrenable: la libertad se acerca a París a marchas forzadas. No veremos este año la ciudad engalanada, pero no me resigno a celebrar la efeméride en la privacidad de mi domicilio. He invitado a unos buenos amigos, ¿puedo contar con que vengas?
¡Ven, querido mío!
¡Te espero!
TU MISIA
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A la atención de Misia Godebska
De José María Sert
Hotel ———
15 de julio de 1944
Querida mía:
Lamento decirte que me será imposible asistir. Un compromiso ineludible lo impide. Disculpa la brevedad de esta nota, pero el tiempo se me echa encima y tengo mucho que hacer.
Iré a verte en cuanto regrese.
Besos,
JO
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A la atención de José María Sert
De Maurice Wendel
Rue de Rivoli 252
25 de julio 1944
José María:
La confusión nos rodea y el tiempo apremia. El avance de las tropas aliadas puede ser tan beneficioso como perjudicial. París será liberado, seguro, pero ¿cuándo? Dos divisiones de las SS se han trasladado a la ciudad para reforzar la guarnición y todos imaginamos cuál será su objetivo: la destrucción, la muerte y el caos. ¿Quién no recuerda lo ocurrido en Varsovia? ¡Es preciso tomar una inmediata determinación! Dile a tu contacto que todo está preparado. No regatearé esfuerzo alguno. Tengo la mayoría de los Trescientos; pese a las dificultades para obtenerlos y a los riesgos, que no han sido pocos. Lo pongo todo en tus manos, querido amigo.
MAURICE WENDEL