Fabulosas narraciones por historias (12 page)

—¡Qué grande lo tienes, cariño! Me estás haciendo daño —dijo suavemente y llevó su mano hacia atrás para mostrarle a Martini el ritmo de la penetración. Cuando su mano tropezó no con un amoroso y caliente dedo, sino con un objeto frío y metálico, comprendió que lo que el tuerto le estaba metiendo era el cañón de una automática. Pero no pudo quejarse. Martiniano, que en ese momento tenía la polla del Olivitas en la boca, cerró los ojos y apretó los dientes con toda su alma, dando un brutal golpe de nuca hacia atrás.

Fue tan estremecedor e inesperado el alarido del Olivitas que el Cantos y los Saharauis creyeron al principio que no habían oído nada. Luego levantaron la cabeza y vieron que Martiniano escupía al suelo un pedazo de carne que todos reconocieron con un escalofrío. El Olivitas chillaba y sangraba como un cerdo, e intentaba cortar la hemorragia con ambas manos. Y Martini sonreía con los labios rojos, como pintados, mirando la escena con inocencia y empuñando la pistola que le había metido en el culo.

«Desde hace un siglo padece Europa una perniciosa propaganda en desprestigio de la fuerza. Sus raíces, hondas y sutiles, provienen de aquellas bases de la cultura moderna que tienen un valor más circunstancial, limitado y digno de superación. Ello es que se ha conseguido imponer a la opinión pública europea una idea falsa sobre lo que es la fuerza de las armas. Se la ha presentado como cosa infrahumana y torpe residuo de la animalidad persistente en el hombre. Se ha hecho de la fuerza lo contrapuesto al espíritu, o, cuando más, una manifestación espiritual de carácter inferior.

»El buen Heriberto Spencer, en expresión tan vulgar como sincera de su nación y de su época, opuso al espíritu guerrero el espíritu industrial, y afirmó que era éste un absoluto progreso en comparación con aquél. Fórmula tal halagaba sobremanera los instintos de la burguesía imperante, pero nosotros debiéramos someterla a una severa revisión. Nada es, en efecto, más remoto de la verdad. La ética industrial, es decir, el conjunto de sentimientos, normas, estimaciones y principios que rigen, inspiran y nutren la actividad industrial, es moral y vitalmente inferior a la ética del guerrero. Gobierna a la industria el principio de la utilidad, en tanto que los ejércitos nacen del entusiasmo. En la colectividad industrial se asocian los hombres mediante contratos, esto es, compromisos parciales, externos, mecánicos, al paso que en la colectividad guerrera quedan los hombres integralmente solidarizados por el honor y la fidelidad, dos normas sublimes. Dirige el espíritu industrial un cauteloso afán de evitar el riesgo, mientras el guerrero brota de un genial apetito de peligro. En fin, aquello que ambos tienen de común, la disciplina, ha sido primero inventado por el espíritu guerrero y merced a su pedagogía injertado en el hombre.

»Sería injusto comparar las formas presentes de la vida industrial, que en nuestra época ha alcanzado su plenitud, con las organizaciones militares contemporáneas, que representan una decadencia del espíritu guerrero. Precisamente lo que hace antipáticos y menos estimables a los ejércitos actuales es que son manejados y organizados por el espíritu industrial. En cierto modo, el militar es el guerrero deformado por el industrialismo.

«Medítese un poco sobre la cantidad de fervores, de altísimas virtudes, de genialidad, de vital energía que es preciso acumular para poner en pie un buen ejército. ¿Cómo negarse a ver en ello una de las creaciones más maravillosas de la espiritualidad humana? La fuerza de las armas no es fuerza bruta, sino fuerza espiritual. Ésta es la verdad palmaria, aunque los intereses de uno y otro propagandista les impidan reconocerlo.»

José Ortega y Gasset,
España invertebrada,
Madrid, Revista de Occidente, 15.ª ed., 1967 (1.ª ed. 1921), págs. 46-48.

A la mañana siguiente el comedor era un hervidero de rumores, conjeturas y expectación. El Temario se subió a una mesa y empezó a gritar:

—Compañeros, traigo noticias frescas. Como todos sabéis, hace unos días,
La Libertad
me hizo una interview en la que denuncié el tema de la situación de extrema dictadura que estamos viviendo. Paco Martínez Johnson y la gente del periódico me mostraron en todo momento su apoyo. La Dirección está dando señales de vida a nuestras acciones de protesta. Ayer por la noche el compañero Martiniano Martínez fue agredido brutalmente por el Sindicato. El compañero Martiniano supo defenderse, le cortó los dos cojones y el rabo al Olivitas, y le paseó por la Residencia como un pincho moruno, con una pistola metida en el culo. La violencia sólo engendra violencia y la sangre es mala venga de donde venga, pero después de tanta opresión como estamos sufriendo, uno no puede reprimir un grito de euforia cuando se entera de que el Olivitas se ha quedado sin pelotas. Pero, compañeros, hay que tener cuidado: vienen a por nosotros. Mañana puedo ser yo o cualquiera de vosotros. Hay que unirse, unirse como un solo hombre. Sólo así podremos conseguir que Juan Ramón Jiménez se vaya; sólo así podremos conseguir que no vuelvan a agredirnos. Repito: la lucha que se avecina va a ser muy dura. Solidaridad, compañeros; hemos de tener solidaridad, porque unidos jamás seremos vencidos. El compañero Martiniano está retenido en casa del director, y no debemos permitir que sea entregado a la Guardia Civil. Desde aquí quiero gritar: compañero Martini, estamos contigo y exigimos tu libertad: ¡Bien metida, Martiniano, esa pistola por el ano!

«Martínez, usted sabe que el idearium de esta casa es: Diversidad, Minorías, Cultura y Atletismo. Su brutalidad no casa con ninguno de estos cuatro principios, y desde luego no me explico cómo es posible que sea usted familia de ese artífice genial del estilo que es su tío, con lo callado que parece. En fin. Supongo que sabrá que podríamos no sólo expulsarle, sino incluso denunciarle y llevarle a juicio. No se puede responder de ese modo a una inocente novatada entre compañeros. Sin embargo, hay muchos motivos por los que preferimos tomar las cosas con calma. El primero es la consideración que nos merece su tío. Él ha confiado en esta institución, y no queremos decepcionarle. El segundo es el respeto que sentimos por nuestro invitado, el exquisito poeta Juan Ramón Jiménez. Si damos la impresión de que estamos peleándonos todo el tiempo, la España negra se echará sobre nosotros para despedazarnos. Usted es nuevo y no sabe la cantidad de enemigos que tiene La Casa. Este asunto es muy manipulable, como usted sabe, y puede decirse, qué sé yo, que hay una guerra civil entre residentes por el asunto de la dichosa visita, cuando lo único que ha sucedido, ¿verdad?, es que le han hecho una novatada y usted ha respondido desmesuradamente. No queremos que nuestro invitado se sienta incómodo. Y por último, nosotros no queremos expulsarle ni tampoco ponerle una denuncia, porque ninguna de estas medidas es satisfactoria desde el punto de vista pedagógico. Preferimos hablar con usted, que usted reconozca la brutalidad y la desmesura de su respuesta a una simple novatada, que visite a Fidel en el hospital y que todo quede olvidado. Olvidado por ambas partes. Si por casualidad algún reportero le pregunta algo, nosotros diremos que no ha sucedido nada y usted hará lo mismo. Ante todo, que nuestro ilustre visitante no se sienta incómodo. ¿Está usted de acuerdo?»

«EL SOBRINO DE AZORÍN DENUNCIA TORTURAS EN LA RESIDENCIA DE ESTUDIANTES Y DECLARA: "ME ARREPIENTO DE LO QUE HICE".

»En entrevista exclusiva de Paco Martínez Johnson para
La Libertad,
Martiniano Martínez, sobrino del gran maestro del habla española, de ese artífice genial de un estilo que refleja la diversidad y la profundidad del alma española, de ese escritor sensible a los más imperceptibles matices de la observación que es el maestro Azorín, se declara arrepentido de su agresión y explica los motivos que le empujaron a cometerla.

»Lo importante para cada uno es mantener la sangre en su estado normal de pureza y viscosidad, activar la circulación de manera que se facilite la eliminación de los residuos, de los elementos morbosos que se acumulan en el organismo y en las articulaciones. El medio de conseguirlo es, no obstante, sencillísimo, y será preciso una cura de DEPURATIVO RICHELET, que pone al organismo en un perfecto estado de defensa contra el enemigo, siempre al acecho, y que equivale a un seguro contra la muerte. Testimonios de millares de enfermos curados, que han deseado dar a conocer los resultados inesperados que habían obtenido; estímulos fervorosos, recibidos de todas partes del mundo; y recomendaciones que emanan de notabilidades médicas, maravilladas por las curas realizadas, nos dispensan de insistir.

»El escándalo continúa. El pasado mes (ver
La Libertad,
30-IX), el representante de los residentes, Cristóbal Heado, denunció públicamente la corrupción generalizada de la Residencia de Estudiantes de la calle Pinar. Ayer mismamente este reportero tenía conocimiento de un hecho escalofriante. Un residente, conocido como Fidel el Olivitas, había sido ingresado de urgencia. Según el parte médico, presentaba sección total de las partes pudendas. Este reportero localizó al presunto autor de la agresión: Martiniano Martínez, sobrino del gran maestro del habla española, de ese artífice genial de un estilo que refleja la diversidad y la profundidad del alma española, de ese escritor sensible a los más imperceptibles matices de la observación que es el maestro Azorín, y consiguió hacerle una breve interview, en la que denuncia la terrible presión y el estado de permanente tortura psicológica al que estaba siendo sometido. Martiniano es un joven tímido, apocado, que no mira nunca a los ojos, tal vez a causa de un parche que le tapa el ojo izquierdo.

»PACO MARTÍNEZ JOHNSON: ¿Qué le pasó en el ojo?

»MARTINIANO MARTÍNEZ: Me lo saltó mi tío un año que saqué malas notas, pero no quiero hablar de eso.

»PMJ: ¿Qué clase de barbarie se está viviendo en la Residencia de Estudiantes para que un ser humano seccione las partes pudendas de otro ser humano?

»MM: Arriba estamos viviendo una pesadilla, no se lo puede ni imaginar, una verdadera guerra civil entre residentes a causa de la dichosa visita de Juan Ramón Jiménez. Me arrepiento de haber hecho lo que hice, pero después de varios años de sufrir torturas, abusos, así como vejaciones físicas y morales, alentadas desde la Dirección; después de haber vivido durante los diez años que llevo en la Residencia bajo una presión constante, amenazado de muerte todos los días, extorsionado y vejado hasta unos límites que no puedo describir ahora porque me emociono, no tuve más remedio que seccionarlas. Eso es lo triste, que no tuve opción.

PMJ: ¿Dice usted que lleva diez años en la Residencia? Pensé que éste era su primer año.

MM: No, no. Llevo ya una temporada.

PMJ: ¿Cómo sucedieron los hechos?

MM: ¿De verdad quiere que se lo cuente detalladamente?

PMJ: Nuestros lectores querrán saberlo; y usted, al fin y al cabo, lleva la narración detallada en la sangre.

MM: Como quiera. Todo sucedió muy deprisa…»

La Libertad,
22-X-1923, pág. 12.

2

«El viernes, cinco de octubre, a las ocho de la noche, tendrá lugar una conferencia magistral impartida por el ilustrísimo señor catedrático de Metafísica, don José Ortega y Gasset, el incansable luchador por la europeización cultural de España; a la que seguirá una recepción en su honor en la que se servirá un mosto de la tierra. La conferencia lleva el título de "Diálogo sobre el arte nuevo", y en ella el incansable don José expondrá sus conocidas ideas sobre el objeto artístico que para él sólo es arte en la medida en que no es verosímil y, por lo tanto, no puede ser interpretado por todos. Asistirán a la magistral y susodicha conferencia: nuestro ilustre invitado, el exquisito poeta y refinado prosista Juan Ramón Jiménez; el ilustrísimo señor catedrático don Miguel de Unamuno, la más fuerte personalidad de la generación del 98; don Santiago Ramón y Cajal, el ilustre neurólogo de fama mundial; don Gregorio Marañón, que junto a una ingente labor científica cultiva los estudios históricos; don Eugenio d'Ors, célebre por su pseudónimo "Xenius"; el ingenioso escritor don Ramón Gómez de la Serna; y don Ramón Pérez de Ayala, nacido y educado en Oviedo. Tras la recepción, en la que se habrá servido el arriba mencionado mosto de la tierra, Federico, el mejor intérprete del alma de Andalucía, nos obsequiará con una lectura pública de sus últimos poemas y con un recital de su música.

«Calificación de la asistencia: Recomendable históricamente para el normal desarrollo del individuo en una sociedad democrática (sube dos puntos la nota final, hecha la media de todas las asignaturas).

»Firmado: la Dirección / el Sr. Iglesias, ordenanza y bedel por concurso público de méritos, P. A., a 1 de octubre de 1923.

«DIVERSIDAD, MINORÍAS, CULTURA Y ATLETISMO.»

—Leer no es fácil; se necesita mucha humildad. Si uno lo piensa bien, se dará cuenta de que leer es cosa de mujeres —aseguró Ventura Tunidor, e inmediatamente fue abucheado porque entre los Ultraístas que habían acudido a la tertulia después de haber leído el anuncio publicado en
El Sol,
había muchos jovencitos con bigote de alférez que pensaban de sí mismos que eran buenos aficionados a la lectura. Uno de éstos, el que parecía más machito, le preguntó que si podía saberse por qué.

—Porque el libro antes de ser leído está fuera del lector; y, una vez leído, está dentro, es decir, ha penetrado en él. Porque la lectura siempre modifica al lector; porque el lector nunca modifica el libro. Porque si yo leo
Los años climatéricos
después de que usted lo lea, leo el mismo libro; pero si usted habla conmigo antes y después de mi lectura, no habla con el mismo hombre —explicó sin amedrentarse el jefe de Archivos del Museo de Antropología.

—¿Y acaso es usted tan ingenuo como para creer que
Los años climatéricos
será en 1995 el mismo libro que leemos hoy? Don Ventura: dentro de setenta años tal vez no quede un solo ejemplar de
Los años climatéricos
sobre la faz de la tierra —le contestó un jovencito de aspecto apocado que tenía, sin embargo, un modo de hablar decidido.

—No me importa lo que usted diga, Garfias; yo pienso que el libro es el catalizador, no el lector. De todos modos, para calmar a estos escritores frustrados e impotentes, una especie que abunda entre los aficionados a la lectura, se está inventando un nuevo género que consiste en hacer creer a estos medio hombres que durante la lectura también se puede penetrar. Este espejismo copulativo se consigue leyendo ladrillos. Quien consigue terminar un libro como el del tuberculoso ese o ese otro del inglés ese que no me acuerdo de cómo se llama, o las
Soledades
de Góngora, que ahora resulta que son una obra maestra, lo hace efectivamente con la sensación de haber penetrado en ellos. Pero esta literatura que hoy defiende la gente joven es literatura de sodomitas activos. A mí estos híbridos llamados lectores-macho me recuerdan a los padres de familia que se enfadan si no son ellos los que guían la berlina —dijo, sarcástico, Tunidor. El machito con bigote de alférez quiso agredirle, pero sus correligionarios consiguieron detenerle.

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