—No puedo evaluar el plan militar de captura del Arca que imagino que es el mejor posible en esas circunstancias, pero sí que debo añadir a las palabras del general Kammler que una correcta sincronización de sus movimientos allí con la Campana nos resulta absolutamente necesaria. De lo contrario, no podremos traerles hasta aquí de nuevo y deberán permanecer allí hasta que podamos enviar una patrulla de rescate que indique unas nuevas coordenadas de traslado. Y eso puede ser complicado, no quiero engañarles.
El doctor Gerlach miró a sus colegas científicos, que también mostraban una cierta preocupación.
—Piensen que poner en marcha la Campana requiere una gran cantidad de energía que debemos preparar de antemano. Además, tal como está la situación en el frente, tenemos previsto el traslado de todo nuestro equipo a las cercanías de Praga en el Protectorado de Bohemia y Moravia, que es una zona tranquila actualmente.
Horst contestó.
—Por nuestra parte, doctor Gerlach, y basándonos en sus palabras, hemos previsto un máximo de provisiones para 96 horas y 15 personas, como medida de precaución. Sé que suena a mucho tiempo, pero a partir de ese momento, y si tardaran más en recogernos, tendríamos que salir adelante por nuestros propios medios y con material y provisiones locales. Eso puede ser peligroso por bacterias y microbios para los que no estamos preparados —miró a Kammler—. Con las dos horas que nos concede para toda la operación, general, no tenemos margen de maniobra y, si hemos de improvisar, podremos tener problemas.
Kammler lo tenía claro.
—No puedo darles más tiempo, señores. Las circunstancias avanzan a gran velocidad y la guerra no permite titubeos ni nos da el tiempo que quizás necesitaríamos. La Operación Etiopía hoy no solo es la más secreta del Reich, sino que su éxito y rapidez de ejecución son absolutamente necesarias. Debemos disponer del arca inmediatamente y ponerla en combate. Por ello, y ante la nueva situación que les estoy mostrando, no deberán llevar tantas provisiones, ya que no podrán fallar en la ejecución. Ustedes son profesionales, son los mejores y disponen de todo lo necesario para la buena consecución de la misión. Trabajen sobre dos horas de tiempo.
Gross, que estaba de acuerdo con Horst, no tuvo más remedio que aceptar la nueva situación, pero intentó también prolongar el tiempo de estancia en Etiopía.
—General Kammler, para mis hombres y para mí es la primera experiencia en el tiempo y comprenderá la ansiedad que nos provoca una misión de estas características —Kammler escuchaba con atención, indicando a Gross que prosiguiese—. Me imagino que el equipo científico, del cual dependemos absolutamente, tiene muy clara la forma de trasladarnos allí y volver a traernos con la misión cumplida. Mi pregunta, ante el nuevo marco temporal que acabamos de asumir es qué sucedería si fuéramos trasladados por error a un punto alejado de nuestro objetivo. No tendríamos la posibilidad de comunicarnos con el presente, y aquí no se sabría que nos hallaríamos a bastante distancia del objetivo, con lo cual consumiríamos el tiempo que nos ha dado y quizás no habríamos llegado ni siquiera a la iglesia. ¿Es preciso el sistema de traslado y sus coordenadas de llegada al lugar de interés? —a Horst le pareció una excelente puntualización, que agradeció con una sonrisa a su compañero.
Kammler asumió esa posibilidad y miró al doctor Gerlach que, nuevamente, deseaba contestar a la pregunta.
—Una pregunta muy interesante, Sturmbanführer Gross. Puedo comprender su duda y la del resto del equipo. Para su tranquilidad, nuestro equipo es de muy alta precisión tanto en el tiempo como en el lugar en el que se prevé arribar. La precisión es del orden de 20 metros alrededor del lugar previsto de llegada. Creo que con este dato contesto a su pregunta sobre la base técnica y quiero que sepan también que ese ha sido uno de los puntos que más ha mejorado de nuestro programa, ya que sin él no podríamos llevar a cabo con éxito ninguna misión. Por otro lado, y haciendo referencia a la precisión temporal, hablamos de un ajuste del 98%, lo cual es muy elevado. Estén tranquilos, ya que están en buenas manos y somos los primeros que queremos que todo salga bien.
El equipo de Horst, y sobre todo los hombres de Gross, parecieron más tranquilos ante la explicación del máximo responsable técnico del proyecto. Kammler parecía contento con la respuesta del doctor Gerlach y quiso rematar sus palabras con algunos aspectos casi filosóficos de todo el proyecto.
—Me ha parecido muy bien la libertad que han demostrado al plantear preguntas que tienen sentido y que ayudan a la mejor comprensión de todo lo que estamos haciendo, sobre todo por la confianza que pueden tener en nuestro excelente equipo técnico. Quiero que sepan que estos científicos que tienen ante ustedes son los mejores del mundo y que, sobre todo, lo son por la motivación con la que trabajan, que les hace superar problemas aparentemente irresolubles —las palabras de Kammler mostraban un orgullo no disimulado. Sabía que trabajaba con los mejores—. Están trabajando sobre conceptos muy complejos. Porque ¿qué es el tiempo? ¿Y cómo alguien puede viajar a través de él a un ritmo superior o inferior al tic-tac de un reloj? Grandes pensadores, filósofos, físicos y psicólogos han tratado de dar respuesta, durante la Historia, a esa pregunta aparentemente fácil. Experimentamos el tiempo como una de las cosas fundamentales de nuestra vida, pero es difícil para cualquiera definirlo en términos físicos. Hemos oído que el tiempo es la experiencia continuada en la cual todo sucede de futuro a presente y a pasado. Eso no nos dice mucho, caballeros. Ni siquiera cuando nos preguntamos por la hora la respuesta indica lo que el reloj mide. Siendo más sofisticados, parece que el tiempo es la cuarta dimensión, junto a las tres dimensiones espaciales, que explica un acontecimiento físico. Esta res puesta yo creo que es más matemática, más específica, pero sigue sin explicar qué es el tiempo —todo el equipo técnico confirmaba las palabras de Kammler.
—Nuestros científicos nos han dado una respuesta operativa que encaja con nuestro trabajo y nuestros avances. De hecho, se basan en ese simple criterio: tiempo es la medida de un movimiento. ¿En qué se basa este criterio? Para medir el tiempo necesitamos un movimiento periódico y repetitivo. Nuestro planeta, orbitando alrededor del sol, tiene un movimiento periódico repetitivo que nosotros utilizamos para medir el tiempo. La rotación de la Tierra sobre su eje es otro movimiento que utilizamos para la medición del tiempo. A cualquier aparato que utilicemos para medir el tiempo le llamamos reloj. La ciencia busca relojes cada vez más precisos para medir con gran exactitud el tiempo y observar que, durante cada ciclo del reloj, hay una cierta desviación de período a período. Estamos trabajando sobre relojes cuyo funcionamiento se basa en la frecuencia de una vibración atómica. Sabemos que podemos utilizar elementos naturales para este tipo de reloj, como pueden ser el hidrógeno, el amoníaco o el cesio. Estos elementos naturales absorben y emiten radiación electromagnética a una frecuencia específica fija. Los más precisos son los de Cesio-133 y, como pueden imaginar, ya tenemos uno operativo en la Universidad de Heidelberg desde 1942.
Horst no podía ni imaginar algo así y trató de figurárselo sin éxito.
—Sé que estamos trabajando sobre ideas, teorías y realidades que van más allá de la comprensión humana normal. Aquí solo trabaja gente extraordinaria. ¿Cuántas veces hemos oído que era imposible un traslado en el tiempo? La física judía ni siquiera contemplaba esta posibilidad. No entraba en sus esquemas. Nosotros lo hemos conseguido. También se decía que un barco de hierro no podía flotar. Solo se trataba de un problema técnico. También los físicos en el siglo pasado creían que el cuerpo humano no podría resistir una velocidad superior al galope de un caballo. ¡Imagínense! Incluso se predijo que los cohetes no podrían viajar por el espacio porque sus gases de escape no podían impulsarse sobre algo tangible. Errores tremendos que la tecnología ha ido resolviendo con el paso del tiempo. Durante mucho tiempo, el ser humano ha vivido en un mundo de tres dimensiones espaciales: largo, ancho y alto. Nuestros científicos ya habían añadido el tiempo como cuarta dimensión. Inmediatamente nos pusimos a trabajar en cómo dominarlo, al igual que ya dominamos las tres anteriores. La mecánica cuántica ha sido la llave de acceso a todo ello. Ya en 1913, un físico danés llamado Nils Bohr tuvo la brillante idea de aplicar las nuevas reglas de la mecánica cuántica al átomo. Funcionó perfectamente. Como pueden suponer, era cuestión de tiempo que otro científico llegase con una completa teoría cuántica. En realidad fueron dos científicos quienes llegaron a ello, bajo diferentes ópticas de una misma física. Uno fue nuestro compatriota y colega de los doctores aquí presentes, el físico Werner Heisenberg, que se estaba recuperando de su asma al polen en Heliogoland en el mar del Norte, cuando creó su teoría de la mecánica matricial, que fue la primera formulación coherente en el mundo sobre la teoría cuántica. Y realmente era sorprendente. Por ejemplo, en álgebra, A multiplicado por B es lo mismo que B multiplicado por A. O bien 3 x 4 es lo mismo que 4 x 3. En la mecánica matricial esto no es así. Heisenberg y otros científicos lo han confirmado. Dicen el orden en que midas o calcules algo en el mundo sub-atómico tiene influencia en el resultado final. El otro científico era un físico austríaco con problemas en su matrimonio, llamado Erwin Schrödinger —Kammler sonrió, como todos los presentes—. Se fue con su mujer a los Alpes suizos con la intención de arreglar su matrimonio y de paso creó la teoría de la mecánica de ondas. Esta teoría describe el mismo fenómeno que la de Heisenberg pero desde un punto de vista diferente. Habían llegado a las mismas conclusiones por caminos distintos. El nacimiento de la física cuántica ya era un hecho. Llegar a la energía de gravedad cero también era una cuestión de tiempo. Y lo hemos conseguido. Pero no todo ha sido fácil. La gravedad siempre ha sido un problema en la aplicación práctica de nuestras investigaciones, que siguen los principios de Heisenberg y Schrödingen. También un alumno de Heisenberg, Friedrich Von Weizäcker, ayudó de forma decisiva con su Teoría de las Turbulencias. Describimos gravedad como la curvatura del espacio-tiempo inducida por una tensión de energía aplicada. Si la energía de gravedad cero tiene una enorme densidad, como hemos calculado y hemos comprobado, cualquier pequeño cambio en su funcionamiento puede curvar el espacio-tiempo produciendo una anomalía cronológica que es mensurable y nos permite monitorizar el tiempo con gran precisión. Es decir, podemos enviar equipos, como hemos hecho hasta ahora, a épocas y años exactos en el pasado y en el futuro. La singularidad es una construcción matemática en la cual ciertos valores alcanzan el infinito. La ciencia judía considera las singularidades un fracaso de su teoría. Craso error. Nadie ha constatado una singularidad en el mundo real en el que vivimos, pero eso no quiere decir que no existan. Nosotros sabemos que los agujeros negros que hemos demostrado a través de la física cuántica son singularidades que sí existen y que provocan universos paralelos.
Horst no podía creer los conocimientos que el general Kammler estaba demostrando y su profundo saber de todos y cada uno de los elementos de estos complejos sistemas.
—Solo quiero nombrarlo de forma rápida, pero creo que es necesario que tengan una pequeña información sobre uno de los pilares del éxito de todo este trabajo: la energía de gravedad cero. Creemos que la energía de gravedad cero es el punto de partida primario de la física. Entonces ¿puede convertirse en una fuente de energía inagotable? Comprendo que este principio puede parecer una violación en la conservación de la energía, pero ese no es el caso en realidad. Nuestros científicos se han centrado en la segunda ley de la termodinámica, la ley de la entropía, en la cual se analiza cómo un sistema basado en fluctuaciones caóticas de la energía se convierte en un sistema ordenado. De hecho, han de darse tres características: debe ser no lineal, estar lejos del equilibrio y debe tener un flujo de energía a través de él. Bajo ciertos escenarios posibles que hemos desarrollado en nuestros laboratorios, la energía de gravedad cero en su relación no lineal con la materia puede ser manipulada para lograr esas tres condiciones que antes les citaba y convertirse en una fuente inagotable de energía limpia. ¡Imagínense una Alemania sin dependencia de la materia y la energía de otros países! ¡Una energía limpia, inagotable y potente! —Kammler parecía exultante ante esta posibilidad—. La doctora Adler ha logrado trabajar matemáticamente y demostrar que un sistema no lineal puede absorber energía de algunos tipos del espectro total de la energía de gravedad cero. Esta física única, señores, nos ha abierto la puerta a posibilidades enormes, desconocidas y arriesgadas, como el dominio del tiempo y otras que no puedo desvelar ahora, pero que tenemos el deber de trabajar, desarrollar y aplicar en nuestros objetivos como nación, movimiento político y filosofía.
Un silencio sepulcral de todos los presentes fue la nota final a las palabras de Kammler.
—Estoy impresionado, general —acertó a decir el doctor Kurt Debus, que hasta ese momento había permanecido callado, pero siguiendo atentamente el desarrollo de la reunión.
—Reconozco que sus conocimientos superan con mucho los de mucha gente preparada precisamente en esos temas. Le felicito —concluyó Debus. Sin lugar a dudas, el general Kammler era alguien fuera de serie en cualquier asunto de carácter técnico y, aunque era doctor en ingeniería, era capaz de entrar en temas muy complejos y alejados de su formación técnica.
—General Kammler —Horst intervino ante un asunto que le interesaba y por el que sentía cierta curiosidad—. Por las palabras que he oído de usted hoy, sobre todo en nuestra reunión anterior, he creído entender que ha habido o quizás hay ahora mismo otras misiones temporales llevadas a cabo por otros equipos. ¿Es eso cierto o estoy equivocado? —un asistente de Kammler miró al general y sonrió a continuación.
—Muy perspicaz,
Haupsturmführer
Bauer —dijo Kammler—. Efectivamente, tiene usted razón y en este mismo instante ha habido y hay equipos trabajando en otros espacios temporales de la Historia de la humanidad. No veo el problema en que todos ustedes conozcan esto. Por ejemplo, Egipto. Estamos muy interesados en saber quién construyó las pirámides y qué eran en realidad. Tenemos un equipo científico en este momento allí, a 12.000 años de distancia temporal. Hubo dos más que han estado a 4.500 y 8.000 años respectivamente, y las pirámides ya estaban allí. No son construcciones ni egipcias ni funerarias. Jamás se enterró allí a nadie y menos a un faraón. Las pirámides son otra cosa, tenían otra función. Creo que esto les puede gustar —Kammler solicitó su maletín de cuero a un asistente.