Extrajo un sobre grande con la palabra GEKADOS impresa sobre en su solapa. Era alto secreto. En el sobre había varias fotografías que fueron mostradas a todos los presentes. En ellas aparecían las pirámides en todo su esplendor. Estaban recubiertas por unos paneles blancos que cubrían cada una de sus cuatro caras. Eran de un brillo espectacular y no se veían las enormes piedras que hoy podemos ver en ellas, ya que estaban debajo de esos paneles. Era muy chocante para todo el equipo de Horst ver aquello, ya que rompía completamente las imágenes que tenían hasta ese momento de los monumentos. Un pequeño piramidón remataba todo el conjunto en su parte superior. Una de las fotos había sido hecha desde la cúspide, con una espectacular vista de todo el conjunto, donde podían apreciarse edificaciones junto a las pirámides, hoy desaparecidas, la esfinge y una segunda esfinge más al sur. Las esfinges marcaban una enorme línea recta, de varios kilómetros, visible desde lo alto de la pirámide. Todo el conjunto arquitectónico tenía un aspecto muy tecnificado, muy futurista.
Kammler añadió sus comentarios.
—Estas fotos han sido hechas por el equipo que las visitó hace 4.500 años, por lo tanto hasta esa época tenían ese aspecto. Aquí tienen las del equipo que fue al Egipto de hace 8.000 años, verán que no hay gran diferencia —así era. Las fotos no demostraban un gran cambio en todo ese tiempo, aunque se podían observar vestigios de una gran inundación que habría sucedido antes—. En esta foto se puede ver el nivel que alcanzó el agua en la esfinge. ¿Fue el diluvio universal del cual hablan muchas civilizaciones del pasado en sus leyendas? Creemos que sí, y sucedió con anterioridad, sobre 9.000 o 10.000 años antes. Nuestra tercera expedición está en el Egipto de 12.000 años atrás, para ver qué aspecto tenía todo antes de la inundación y si ya estaban construidas las pirámides. Creemos que son más antiguas, sobre los 30.000 años de antigüedad. No pueden ni imaginarse la cantidad de datos, objetos e información que hemos conseguido. Revolucionaremos la Historia escrita hasta ahora.
—¿Qué datos técnicos han descubierto en las pirámides, general? —preguntó Gross, con mucho interés.
Kammler movió la cabeza, dando a entender algo complejo.
—Es una pregunta muy amplia para ser respondida fácil y rápidamente. Creo que lo mejor es que el responsable técnico de la Operación Egipto, el doctor Alfred Schlegelmilch, les indique a todos ustedes algunas de las sorpresas que hemos podido hallar y verificar técnicamente.
Tras estas palabras de introducción, el doctor Schlegelmilch se puso en pie y se dirigió al centro de la sala, a la vista de todos. Hasta ese momento había estado en un segundo lugar, siguiendo todo lo que allí se comentaba pero sin participar. Debía de tener unos cincuenta años, era calvo y de rostro enjuto. Su bata blanca era de corte perfecto.
—Agradezco sus palabras, general Kammler —comenzó Schlegelmilch—. Es cierto que las expediciones temporales que se han llevado a cabo hasta ahora han aportado información valiosísima de la cultura egipcia que de otra forma hubiese sido muy difícil, por no decir imposible, conocer y analizar. Nuestras observaciones contemplan varios aspectos técnicos de esas edificaciones que, en algunos casos, son similares a las pirámides que podemos encontrar en otras culturas a lo largo del mundo. Los estilos cambian, pero la mano que las diseñó fue la misma —se giró hacia la pizarra que estaba a su espalda y tomó una de las tizas. Con fuerza, comenzó a escribir.
—Por ejemplo —continuó—. Hemos utilizado un equipo completo de niveles ópticos, teodolitos de alta precisión, herramientas con calibres micrométricos y goniómetros adaptados a ángulos de 90º, 51º 50’ y 26º 20’ para poder medir científicamente las pirámides por dentro y por fuera —escribió estos datos mientras iba mencionándolos.
—En las mediciones sobre el supuesto sarcófago de Keops, en una longitud de 2,70 metros, los errores promedio de paralelismo de las aristas estaban por debajo de 0,17 mm, es decir 0,06mm/metro. En la curvatura de los planos en menos de 0,05 mm, pudimos calcular el error angular en 10”. En nuestros días estas medidas son consideradas como normalizadas para +/–0,03 mm/metro. En el sarcófago de Kefren, el error promedio es de 0,2 mm/metro. En ambos casos puedo afirmar con rotundidad que fueron extraordinarios trabajos micrométricos. Y lo mejor es que en este segundo caso el sarcófago está solamente aserrado, sin haber recibido el pulimento final de modo que, tecnológicamente hablando, representa una hazaña comparable al ajuste logrado sobre el sarcófago pulido en granito rosa de Sesoris II. Para un trabajo así son necesarias una tecnología y una maquinaria de alta precisión inconcebibles entonces. Son resultados increíbles y demuestran que los egipcios no tenían esa tecnología. Lo hemos constatado sobre el terreno —bebió un poco de agua y siguió—. Una estructura prismática con tolerancia de +/–0,03 mm/metro en el paralelismo de sus aristas y una curvatura de 0,05 mm en planos de 3 metros cuadrados, como es el caso, corresponde a lo que nuestra industria alemana actual considera como óptica de precisión. Lo que se denomina óptica comercial admite tolerancias diez veces superiores.
Horst y sus hombres estaban totalmente impresionados por los datos. Horst no pudo contenerse a preguntar algo que le había llamado poderosamente la atención.
—Algo que me parece muy sorprendente es el aspecto de las pirámides en esa época. Ese color blanco, casi radiante. ¿Cómo era posible doctor Schlegelmilch?
—He de reconocer que ha sido uno de los puntos más increíbles de nuestro trabajo —afirmó Schlegelmilch—. Era un revestimiento calcáreo blanco de alta pureza, y los que analizamos sobre la pirámide en su cara norte mostraron que eran bloques de 16 toneladas de peso cada uno, con superficies planas de hasta 3 metros cuadrados y mostraban un paralelismo, a lo largo de sus aristas de 1,90 metros, del orden de 0,05 mm/metro. Los bloques estaban colocados de forma yuxtapuesta, con una aproximación entre ellos de 0,05 mm, en íntimo contacto en otras palabras, y la apertura promedio de la junta es del orden de 0,5 mm —el dibujo, en la pizarra, de una de estas placas ayudaba a mejorar la comprensión de la explicación. Las fotos también corrían de mano en mano—. Piensen que colocar en su correcta posición bloques de esas dimensiones y peso es muy delicado y difícil, pero hacerlo con cemento en las juntas se nos antoja imposible. No se notan en la superficie de las placas huellas que indiquen arrastre de esos bloques, ni tampoco en los bloques mismos puntos de engarce para cuerdas o grúas. Cómo pudieron colocar esos bloques en el plano inclinado de las pirámides es para nosotros un misterio absoluto —reconoció el doctor Schlegelmilch—. A medida que vayamos entrando en épocas cada vez más distantes, creo que podremos ver cómo lo hicieron.
—Con otros colegas —siguió el doctor Schlegelmilch— hemos estudiado en el laboratorio posibles sistemas de colocación de los bloques calcáreos en la superficie. Hemos analizado su colocación de dentro hacia afuera. Sabemos que esta explicación resolvería muchas dudas de colocación e implicaría que las pirámides comenzaron a construirse ubicando primero los bloques exteriores en su sitio y, a continuación, los internos de granito adosados a los primeros. No hemos encontrado, hoy por hoy, otra explicación al hecho de que la cara exterior de los bloques de la gran pirámide, por ejemplo, forme una línea recta de 230 metros de longitud en la que no hubo ningún retoque o corrección ulterior, como lo prueban los ángulos de 90º exactos que forman los diedros de los bloques calcáreos. La construcción de bloques prefabricados para una línea recta de 230 metros de longitud presupone un control de la angularidad del orden de un segundo de error. ¡Es impresionante, señores! Para quien tenga cierta familiaridad con la medición de precisión, todos los datos de los que disponemos son totalmente imposibles para una cultura de la Edad de Piedra. Las fuentes de error en este tipo de mediciones son numerosas y si el conocimiento del nivel, la lupa y el nonius son indispensables para realizarlas, no son suficientes y se requieren conocimientos adicionales de física y termología. Si descartamos que todas estas medidas que les he explicado sean resultado del azar, se nos plantea un serio problema imposible para los egipcios de entonces.
Kammler agradeció al doctor Schlegelmilch su explicación.
—Extraordinario, doctor —luego, mirando al grupo, añadió—. Y eso son solo pequeños apuntes de información extraordinaria que revolucionarán por sí mismos el mundo científico.
—Agradecemos su explicación, doctor, que creo que nos resulta casi increíble. Pero, general Kammler —espetó Horst—. Por lo que creo adivinar estamos interactuando en esa época. ¿Puede haber algún problema, algún cambio?
—No se preocupe,
Haupsturmführer
Bauer; los científicos que participan y la pequeña guardia que les acompaña no están teniendo ningún problema. El pueblo egipcio es muy amable y nos tratan como a dioses, pero ese pueblo no inventó nada y, desde la forma en que iban vestidos hasta sus ceremonias, eran reminiscencias de alguna civilización previa, que no conocemos, pero de la que ellos copiaron casi todo. Hacia el sur de Egipto hay varias pirámides que sí fueron construidas por los egipcios y no tienen nada que ver con las originales, son de muy mala calidad y mucho más pequeñas. De hecho, están en ruinas actualmente. Las pirámides siempre estuvieron allí y los egipcios las respetaron, pero no conocían su función, ya que así lo hemos comprobado. Evidentemente, y de cara a la obtención de información, les hemos suministrado algunas imágenes de nuestro armamento y otros adelantos en dibujos muy simples y algunas pequeñas maquetas sin más importancia. Casi ha sido un juego, como el de Colón al llegar a América frente a los indígenas subdesarrollados y su admiración por las baratijas.
—Y entonces, general, ¿qué eran las pirámides? ¿Cuál era su función? —preguntó Gross.
Kammler extrajo un sobre que estaba dentro del primero y que había permanecido en su interior.
—Pirámide es una palabra griega que quiere decir
fuego en el centro,
lo cual resulta muy significativo. Creemos que no solo era como una fábrica de energía, sino que podía tener que ver con una radio-baliza para naves voladoras que llegaban hasta allí.
Horst estaba asombrado.
—Pero general, ¿de qué está hablando? ¿Qué naves podía haber en aquel momento? ¿Naves extraterrestres?
—Es posible… —Kammler sonreía con tranquilidad sabiendo que lo que explicaba sonaba increíble—. Bueno, no sabemos si eran extraterrestres o de la propia Tierra… —mostró tres fotografías que habían sido tomadas en una caverna inmensa. En ellas se veía desde varios ángulos una nave aérea, escorada sobre el lado izquierdo y con lo que parecía el tren de aterrizaje semi enterrado. Se podían ver un ojo de buey en el fuselaje y lo que parecía la cabina totalmente acristalada en la proa y un extraño signo debajo de ella. La nave en su conjunto tenía una forma triangular, rematada con una cola de la misma forma triangular y desproporcionadamente grande. No se apreciaba ningún sistema de propulsión evidente.
Kammler continuó.
—Esta nave, según los propios egipcios, está ahí desde el principio de los tiempos y se trata de una caverna que está en el Valle de los Reyes. Posiblemente se averiase y allí se quedó para siempre. Los egipcios no saben ni qué es ni, por supuesto, cómo funciona. Hubo otra civilización que desconocemos que hizo grandes cosas adelantándose mucho a su tiempo.
—Esto es fantástico, general —exclamó Horst, observando las fotografías con detenimiento.
—
Haupsturmführer
Bauer —dijo Kammler— el análisis detallado de esta nave efectuado por mi equipo científico a través de estas fotografías ha determinado que su sistema de propulsión tiene que ver con la energía de gravedad cero en la que estamos trabajando nosotros en estos momentos. Es una nave que utiliza la antigravedad para su funcionamiento. Es el camino en el que nosotros ya estamos trabajando.
Visiblemente satisfecho, Kammler continuó.
—Nuestros científicos están descubriendo que las pirámides de los diferentes continentes tienen un origen común y un uso específico que para nuestra patria puede ser del máximo interés. Era una casualidad incomprensible que civilizaciones alejadas entre sí construyesen edificaciones tan similares sin, teóricamente, haberse relacionado entre sí. En la última misión, de hace 4.500 años, trajeron un documento en una lengua que no tiene nada que ver con los jeroglíficos egipcios pero que, gracias a la ayuda de los propios egipcios, pudo llegarse a saber qué decía. En resumen, el documento explica que la Tierra es una gigantesca planta de energía y que este tipo de edificaciones, que estaban situadas en la superficie terrestre, en lugares específicos, forman parte de ese sistema de obtención de energía inagotable. Las pirámides aprovechaban la vibración de la Tierra y la convertían en energía eléctrica a través del cristal de cuarzo en la propia pirámide. Si se comprime y descomprime de forma alternada, el cuarzo produce electricidad.
—¡Parece increíble, general! —exclamó Gross.
—Pero es cierto, Sturmbanführer Gross —dijo de repente el doctor Debus— Si me permite, general Kammler, intentaré explicar ese principio a nuestro grupo de asalto.
Kammler no tuvo inconveniente.
—Por supuesto, doctor Debus.
El doctor Debus se dirigió a una pizarra situada a la izquierda de la amplia mesa.
—Todos sabemos que los micrófonos y otros aparatos de sonido trabajan bajo este principio que indicaba el general Kammler. Si ustedes hablan a través de un micrófono su voz, que es vibración mecánica, se convierte en impulsos eléctricos —dibujó un pequeño esquema explicativo mientras hablaba—. Lo mismo sucede al revés, los impulsos eléctricos son convertidos en vibración mecánica. En el caso de las pirámides, que pueden imaginarse que estamos estudiando en profundidad, ya que las conclusiones que obtengamos de esta investigación pueden ser decisivas para Alemania, el cuarzo se convierte en un transformador. Es decir, transforma un tipo de energía en otro diferente. Entendiendo este principio, señores, las pirámides eran máquinas enormes de energía que aprovechaban las inagotables fuentes de la compresión y expansión mecánica de la Tierra convirtiéndola en energía eléctrica a través de los cristales de cuarzo. ¿No se han preguntado nunca por qué no hay restos de humo en los techos de los templos e incluso en cámaras cerradas donde aparecen dibujos? ¿Cómo podían dibujar y pintar en aquellas condiciones, si no era con luz eléctrica?