»«Cómo es posible tal cosa?», gruñó Barbanegra entre volutas de humo al tiempo que guiñaba un ojo de manera amenazadora, sugiriendo así que más le valía a Job «decir la verdad o te hago mil pedazos y te envío de vuelta al infierno, de donde saliste, villano».
»«No soy ningún villano», declaró Job. «De donde vengo es de Carolina del Norte, no del infierno, y allí tengo muchos amigos y parientes. Pero es posible que no se sepa que los habitantes de esta buena isla somos originarios de Carolina del Norte y conseguimos esca… par y salvar la vida porque hubo una sequía terrible que agotó las cosechas y cuarteó nuestras lenguas, dejándo… nos sin provisiones, de forma que nos apiñamos en em… barcaciones y nos trasladamos aquí, sin dejar más aviso que la palabra `crotoanos' grabada en un poste de la va… lla y la sílaba `cro' tallada en un árbol para que se pensa… ra que nos habíamos ido a vivir con los crótanos».
»Barbanegra le recordó a Job que una cosa eran los indios crótanos y otra lo que habían escrito, «crotoa… nos», a lo que Job replicó: «Sí, eso es bien cierto, pero no fui yo quien grabó la palabra, sino otro con menos ins… trucción que yo».
—Insinúas con eso —pregunté a Fonny Boy— que los isleños descienden de los colonos perdidos que desa… parecieron después de que sir Walter Raleigh los dejara en la isla Roanoke? Bien —continué la reflexión para mí mismo, está comprobado que cuando Walter Raleigh salió para el Nuevo Mundo el 8 de mayo de 1587, su plan era buscar una ubicación en la bahía de Chesapeake, pero los vientos huracanados lo obligaron a anclar al sur de Roanoke. Así pues, los colonos perdidos no llegaron a Carolina del Norte por propia voluntad, para empezar. Supongo que si uno fuera a reubicarse, estudiaría su ob… jetivo original y Tangier es descrita como una isla boni… ta, pero carente de reservas de agua potable.
»No obstante —proseguí—, la cronología hace im… posible que Job le dijera todo eso a Barbanegra, porque los colonos perdidos ya estaban perdidos cuando Smith se dirigió a Virginia y, supuestamente, descubrió esta isla en 1608. Así pues, me veo obligado a descartar por completo esa teoría. Además, no podemos demostrar, al menos a mi satisfacción, que cuando Smith tocó tierra en Tangier no estuviera en realidad en la isla Limbo y que todos vosotros fuerais limbonianos.
Fonny Boy, con su mirada vacía de nuevo, se acurru… có en el sillón de dentista, ausente y retorciéndose lige… ramente. La silla chirrió de nuevo al fondo del consulto… rio para estrellarse a continuación en el suelo con gran estrépito, derribada al parecer por el perro del dentista, que también debía de estar soñando, o así lo creí yo.
—Bien, debo marcharme —le dije a Fonny Boy—. Veré qué más puedo descubrir de los tangierianos y por qué sólo Job Wheeler y Barbanegra sabían la verdad y las mentiras respecto al pasado de Tangier. Y también por qué, una vez muerto Job y después de que Barbane… gra encontrara su merecidísimo final violento, esos se… cretos y otros quedaron ocultos en el libro de cuentas de la buhardilla de Spottswood.
A Fonny Boy se le aceleró el movimiento ocular hasta quedar en una mirada fija, como en pleno trance, y el muchacho se agarró a los brazos del sillón de dentista como si estuviera contemplando una emocionante pelí… cula de aventuras. Era inútil probar a comunicarse con él otra vez y abandoné el centro médico. Tomé un coche de golf que hacía el servicio de taxi y volví al aeródromo mientras teorías y especulaciones se agitaban en mi ca… beza sin cobrar mucho sentido porque no soy historia… dor ni novelista histórico, aunque conozco gente que sí lo es. Cuando emprendí la vuelta a casa en el helicópte… ro, sin sobrepasar los 3.500 pies para evitar la zona res… tringida R 4006 y dirigiéndome después al sur para evi… tar la zona restringida R 6609, advertí que era justo y sensato que continuase mi ardua investigación histórica sobre los inicios de este país y sobre su historia posterior.
—Cuidado con ese pájaro de ahí. —Mi copiloto se… ñaló una gaviota que, al parecer, no advirtió nuestra pre… sencia hasta el último segundo.
—¡Vaya, ése ha pasado cerca! —comenté mientras el ave descendía ante nosotros, rozando un patín con la cola—. Espero que no le haya dado.
Desvié el helicóptero unos grados al oeste para echar un vistazo a la gaviota mientras se alejaba, dando la impresión de volar hacia atrás porque, naturalmente, nosotros íbamos bastante más deprisa que ella.
P. D.: Quienquiera que tenga retenida a Popeye, que se ponga en contacto conmigo lo antes posible. Y muchas gracias por las pistas que ustedes, fieles lectores, me han enviado sobre Trish Trash.
¡Tengan cuidado ahí afuera!
Cuando Windy Brees irrumpió en el despacho de Hammer, ésta supo que había problemas.
—¡Por todos los santos! ¿Ha visto lo que el Agente Verdad acaba de publicar en su página web? —le pre… guntó Windy.
—Sí —respondió Hammer. Si, he leído el artícu… lo que colgó esta mañana.
—¡No! ¡Acaba de colgar otro y no va a creer lo que cuenta!
—¿Un artículo nuevo? —Hammer estaba descon… certada, pero no quería que se notara que tenía conoci… miento previo del horario de publicación del Agente Verdad—. Qué interesante —comentó—. Pensaba que sólo colgaba uno al día.
—Pues no —dijo Windy—. Sea quién sea, se trata de un escritor muy «proliferante». Me gustaría saber cómo es y cuántos años tiene. Debe de ser muy viejo porque sabe mucho, de historia y todo eso me refiero.
—¿Qué te hace pensar que el Agente Verdad es un hombre? —le preguntó Hammer mientras accedía al si… tio web.
—Que sea tan listo.
Hammer empezó a leer el ensayo y ordenó a Windy que saliera de su despacho y cerrase la puerta. Luego lla… mó a Andy por teléfono.
—¿«Eso es»? —le susurró, indignada.
—Es una expresión muy común en Tangier —le contó Andy. «Eso es» significa que la persona que ha… bla quiere decir, en realidad, que lo que sea «no es asun… to tuyo». Por ejemplo, si te pregunto si estás enfadada conmigo porque no te he dicho nada de mi misión secreta o si te enfadarás porque te cuento que anoche al… guien dejó algo horrible en mi casa y tú me respondes: «Eso es», quieres decir que…
—Tenemos que vernos ahora mismo en… —lo inte… rrumpió ella, para interrumpirse a su vez al no saber dónde citarlo.
En Richmond no había ningún lugar donde reunirse sin llamar la atención, sobre todo ellos dos juntos.
—En el aparcamiento del supermercado Ukrop, dentro de un cuarto de hora —decidió Hammer, malhu… morada.
—¿Qué Ukrop? —preguntó Andy al otro lado del hilo—. Y puedo explicártelo todo.
—Por teléfono, no. El Ukrop de Stonypoint. Ha… blaremos en el coche.
Major Trader también leyó el ensayo y llegó reso… plando a la oficina del gobernador tras el esfuerzo de desplazar a toda prisa su gran envergadura.
—¡Gobernador! —exclamó Trader al irrumpir en el despacho sin llamar—. ¡El Agente Verdad ha estado en Tangier y afirma que un chico de la isla llamado Fonny Boy ha tomado al dentista como rehén! ¡El Agente Verdad es un periodista enmascarado!
—Qué? —preguntó con voz débil el gobernador mientras salía de su baño privado y se alisaba el chaleco de tela escocesa, asegurándose de que tenía en el bolsillo el antiguo reloj familiar que había pasado de una generación a otra—. ¿El chico de la isla es periodista? ¿Qué chico de la isla? ¿Qué demonios me está contando? Ade… más, ya sabe que debe llamar antes de entrar.
—Se llama Fonny Boy. Un chico de la isla llamado Fonny Boy, y tenernos su descripción —explicó Trader, excitado. Y no; el Agente Verdad fue quien se disfrazó de periodista, no Fonny Boy.
—¿No se disfraza de Fonny Boy, sino de periodista? —Crimm rescató su lupa de la oficina de entre un mon… tón de papeles—. Se supone que usted es el secretario de prensa, maldita sea, y en cambio no hace otra cosa que masacrar el inglés del rey; sencillamente lo masacra. Sin cesar y a conciencia. Y por el amor de Dios, a ver si lleva los trajes a la tintorería. ¿Su mujer no se queja? —Con el ojo tras la lupa, el gobernador observó al desaliñado y obeso secretario. Tiene una mancha de salsa en la camisa y la corbata es demasiado corta. Parece usted un parrandero después de una colosal curda. ¡Estoy pen… sando seriamente en despedirlo!
—¡Gobernador, por favor! —gritó Trader—. No mate al mensajero. No he sido yo quien filtró toda esa información reservada y embarazosa en Internet.
—Eso ya lo sé. —El gobernador se sentó tras su es… critorio y, con una seña, indicó a Trader que no chillara y se sentara—. Sea quien sea ese Agente Verdad, por lo menos es un buen escritor.
—Esto me lo tomo corno algo personal —dijo Trader—. Ha sido muy desagradable por su parte insultarme de ese modo. Creo que debería pedirme disculpas por herir mi sensibilidad creativa.
—Lo único que tiene usted de creativo es su mani… pulación de la verdad —le espetó el gobernador—. Si no estuviese ocupado en asuntos más importantes, entre ellos mi salud, desenmascararía más a menudo sus mentiras y tomaría medidas al respecto.
—Por cierto, ¿cómo se encuentra hoy? —preguntó Trader con falsa amabilidad.
—¿Me ha traído este último ensayo?
Trader desdobló la hoja donde lo había impreso, la alisó y la plantó ante los ojos del gobernador. Este per… maneció largo rato en silencio, moviendo la lupa sobre las palabras del Agente Verdad mientras soltaba ocasio… nales gruñidos y otros sonidos inarticulados de desapro… bación, sorpresa e incomodidad constitucional.
—Sólo cabe hacer una cosa —dijo con su más regio tono de voz—. Hay que buscar un operativo especial que descubra quién es ese Agente Verdad y lo lleve ante la justicia.
—Ante la justicia? ¿Por qué, gobernador? No creo que haya cometido ningún delito.
—Mire, creo que tal vez haya cometido traición, ¿usted no? Ese Agente Verdad está metiendo las narices en asuntos estatales y dice que mis planes de acción son una estupidez. Además, no me gusta su incansable obse… sión por los piratas, cuando nosotros llevamos tanto tiempo trabajando para quitarle importancia. Ahora ha… bla incluso de Barbanegra, y el pirata está en la mente de todos.
—Lo sé, lo sé. —Trader estaba por completo de acuerdo con el gobernador mientras pensaba, regocijado, en el sitio web del capitán Bonny—. Lo que no nos interesa es que el público crea que Barbanegra fue bien recibido en Virginia. No queremos que crea que estuvo allí ni siquiera una vez. Lo que debemos subrayar es que entre Barbanegra y Carolina del Norte había muy bue… nas relaciones y que fue nuestro propio gobernador Spottswood el que…
—Ya sabe lo que opino de Spottswood —replicó el gobernador al tiempo que su submarino se ponía en es… tado de alerta—. No quiero que obtenga más fama de la que ya tiene, ¿me oye? Tengo que convivir con sus supuestos descendientes y estoy harto de que me inviten a asados de cerdo y huevos de sábalo en la plantación, y de tener que oír historias apócrifas sobre el gobernador Spottswood que, probablemente, era un fanfarrón y tenía gota y gonorrea. —El gobernador sacó de nuevo su reloj—. Se está haciendo tarde. ¿Por qué no viene a la mansión a cenar para discutir mejor todo esto y traza… mos un plan?
Andy ya tenía un plan, pero cuando vio que Ham… mer salía de su coche y cruzaba el aparcamiento del Ukrop en dirección a él, se dio cuenta de que estaba de… masiado enfadada para contárselo.
—Desenchufa ese sitio web de inmediato —dijo ella mientras abría la puerta de su Caprice sin distintivos. «¡Eso es!» Estás absolutamente loco. ¿Tengo que creerme que estuviste en Tangier en misión secreta y no me lo explicaste? ¿Y qué es eso tan horrible que apareció anoche en tu casa?
—Lo siento. Cometí un error al no contarte nada de esa misión, pero temía que me frenaras —dijo Andy con toda tranquilidad—. Y un sitio web no puede desenchu… farse, jefa; puedo cerrarlo, pero seguro que no quieres que lo haga. Confía en mí, hay mucho en juego.
—Pues a mí me parece que, ahora mismo, lo único que está en juego es mi carrera, mi buen nombre y la vida de un dentista.
—Un bribón de dentista. Deberías ver el expedien… te médico que yo vi. ¿Y Popeye, qué? —preguntó Andy.
El dolor volvió a invadir a Hammer y la dejó sin palabras.
—Me parece que en el secuestro de la perra hay mucha premeditación; para mí, lo más probable es que sea obra de alguien que tiene algo personal contra ti —le dijo Andy.
—Medio mundo tiene algo contra mí —replicó ella, desconsolada.
—No lo han hecho por dinero, al menos no directamente. Si fuera por dinero —prosiguió Andy—, ya se habrían puesto en contacto contigo hace tiempo. Creo que hay alguien que tiene un plan realmente malvado. Y he recibido algunas pistas, unos correos electrónicos sospechosos, gracias al Agente Verdad. Creo que si con… tinúo publicando mis ensayos y siguiendo todas las pis… tas que recibo, llegaremos al fondo de esta cuestión y de algunas otras. Y te juro que si Popeye está viva, tela traeré.
—Me resisto a hacerme demasiadas ilusiones —dijo ella, estoicamente. ¿De veras crees que está viva?
—No es más que una intuición, pero sí. Por un lado, los terrier de Boston no son un bocado apetecible para los ladrones de perros. Tienen orejas de murciélago, ojos saltones que miran hacia las paredes… y esa pequeña protuberancia en forma de sacacorchos que es la cola no oculta nada importante, ya sabes a qué me refiero. Eso por no hablar de la cara plana que tienen, la tenden… cia a perder pelo y sobre todo la inteligencia que, casi siempre, supera a la de sus dueños, sin incluirte a ti por supuesto. Yo diría que los ladrones prefieren los labradores, los collie miniatura, los cocker spaniel y quizá los dachshund.
—Entonces habrán secuestrado a Popeye como parte de un plan mucho más amplio que todavía no conoce… mos —dedujo Hammer.
—Exacto. —Andy asintió. La conversación había empañado los cristales.
—Pero hacerte pasar por periodista e ir a Tangier ha sido muy arriesgado, imprudente y estúpido por tu parte —dijo Hammer.
—Mira —replicó él—, a partir de un mensaje elec… trónico dirigido al Agente Verdad, antes incluso de ir allí a pintar el control de velocidad supe que la Policía Estatal iba a ser el chivo expiatorio de un error político a fin de desviar la atención del gobernador, a quien se consi… dera cada vez más un potentado que no sirve para nada, un inútil, por culpa de ese imbécil de Major Trader. Ese individuo desaseado y exasperante lo manipula de una forma tan descarada que… Pero el pobre viejo no lo ve sencillamente porque no ve nada. No creerías las histo… rias que oí el año pasado, cuando estuve fisgando por ahí.