—Saqueamos Sancere para conseguir todas las materias primas que pudiésemos necesitar. Se supone que los almacenes de las auxiliares deberían estar a rebosar.
Desjani frunció el ceño y comprobó las cifras por sí misma.
—Según los informes, todas las auxiliares deberán detener pronto la producción de células de combustible debido a la escasez de materiales básicos, pero no tiene sentido. Las auxiliares cargaron un montón de algo en Sancere.
La situación parecía demasiado buena para ser cierta y, por supuesto, no lo era. Geary, maldiciendo para sus adentros, contactó con el buque insignia de la división de auxiliares. La
Hechicera
estaba a unos quince segundos luz de distancia, lo que causaba un retardo bastante molesto mientras el mensaje se dirigía hacia la otra nave a velocidad luz, y regresaba. Solo en las vastas extensiones del espacio la luz parece lenta.
Finalmente, apareció la imagen de la capitana Tyrosian, con el aspecto de alguien que tiene que dar malas noticias. Sin embargo, todo lo que dijo fue:
—Sí, señor.
Al menos, el retardo le había dado a Geary el tiempo suficiente para plantear la cuestión de forma diplomática.
—Capitana Tyrosian, estoy viendo los informes del estado de sus naves, y todos ellos muestran una falta preocupante de materiales básicos.
Se sucedió otra pausa. Al final, la imagen de Tyrosian sacudió la cabeza, lamentándose:
—Sí, señor, así es.
A Geary se le escapó una mueca al ver que la respuesta de Tyrosian no era precisamente alentadora.
—¿Cómo es posible? Pensé que todas las auxiliares habían repuesto sus reservas con materias primas en Sancere. ¿Cómo puede ser que nos hayamos quedado sin ellas en tan poco tiempo?
Los segundos pasaron lentamente, demasiado lentamente como para ignorarlo, pero a la vez demasiado rápido como para permitir, al tiempo, hacer otra cosa. Tyrosian sacudió de nuevo la cabeza, mostrándose esta vez más compungida aún.
—Los informes son correctos, capitán Geary. He estado intentando averiguar cuál es el problema. Estoy casi segura de que se debe a las listas que proporciona el sistema automático de logística.
Hubo otra pausa. A Geary le costó evitar golpear el brazo de su asiento a causa de su frustración.
—¿Cómo puede el sistema automático haber cometido semejante error a la hora de calcular los suministros que las auxiliares necesitarían para elaborar bienes tan básicos para la flota? ¿Siguieron sus naves las recomendaciones del sistema de logística?
Geary pasó el rato que tardaría en llegar la respuesta imaginando lo que podría hacer con la capitana Tyrosian por haber incurrido en tal falta. Y tampoco es que le ayudase a tranquilizarse el hecho de que la capitana probase la vieja creencia de que los ingenieros no son precisamente los mejores a la hora de comunicarse verbalmente. La capitana procedió a explicárselo de forma que dejaba en el tintero información básica, como si esperase que él tuviese los mismos conocimientos que ella.
Cuando le tocó responder, Tyrosian habló como hablan los ingenieros cuando exponen sus valoraciones profesionales:
—Seguimos las recomendaciones. Esa es la causa del problema, capitán Geary. El sistema nos proporcionó recomendaciones erróneas.
Geary vaciló, desconcertado ante aquella afirmación, a pesar de que su enfado era cada vez mayor.
—Explíqueme eso. ¿Cómo es posible que el sistema les diese recomendaciones erróneas? ¿Me está diciendo que, de algún modo, han saboteado el sistema y que por eso no ofrece información fiable?
Las implicaciones eran muy serias. Si el sistema automático de logística que ayudaba a la flota dejaba de ser fiable, o había sido
hackeado
de algún modo, la flota quedaría tan lastrada como si se hubiesen quedado sin combustible o sin armamento.
No obstante, Tyrosian negó con la cabeza al responder:
—No, señor. No ha sido saboteado, ni le pasa nada al sistema de logística. Funciona exactamente como debería. El problema reside en las previsiones del sistema con respecto a las necesidades de la flota. —Tragó saliva, claramente incómoda, y continuó con su informe—: El sistema basa nuestras futuras necesidades en pronósticos de uso y pérdidas. Esos pronósticos, a su vez, se basan en patrones históricos. —Tyrosian hizo una mueca—. Bajo su mando, la flota no ha experimentado usos de munición ni pérdidas navales según esos patrones, por eso el sistema de logística previó que habría menos naves que necesitasen reponer suministros y, por lo tanto, se requeriría menos munición y menos células de combustible.
A Geary le costó un momento entenderlo.
—¿Me está diciendo que debería haber perdido más naves en combate? ¿Qué no debería haber gastado tanta munición o que debería haber maniobrado menos?
Pasaron varios segundos antes de que Tyrosian respondiese.
—Esencialmente, sí. Hemos luchado más de lo normal, y hemos perdido menos naves de las que había previsto el sistema. Los combates han sido más complejos, por lo que se ha necesitado más combustible. También se ha usado más armamento de largo alcance de lo normal. Ninguno de nosotros pensó en que eso cambiaría las necesidades previstas. En consecuencia, el sistema previó una necesidad mayor de materiales para reparar el daño producido durante la batalla y otra menor de suministros para las naves supervivientes. Tenemos más que suficiente para reparar los daños en la
Guerrera
, la
Orión
y la
Majestuosa
, pero nos faltan algunas materias primas usadas en pequeñas cantidades para bienes como células de combustible o misiles espectro.
Maravilloso. Absolutamente maravilloso
. Pese a estar acostumbrado a las perversidades del universo, le costó entender que tenía problemas porque había estado luchando demasiado bien. Geary miró a Desjani.
—Estamos en problemas porque la flota no ha tenido suficientes bajas en combate.
Para su sorpresa, a Desjani solo le hizo falta un instante para entenderlo.
—Debemos adaptar los sistemas a usted, señor. Debería haberme dado cuenta.
Geary sonrió adustamente. Era como si Desjani aceptase inmediatamente una parte de responsabilidad, tanto si realmente tenía algo de culpa como si no. Justo al contrario que la capitana Tyrosian, que parecía no tener nada que ver, y permanecía expectante esperando las órdenes de Geary sin ofrecer ninguna sugerencia.
—Tanya —dijo, usando el nombre de pila de Desjani para destacar la confianza que depositaba en ella—, ¿qué recomienda?
—¿Todas las auxiliares andan escasas de materiales básicos?
Desjani comprobó de nuevo los informes detallados del estado de las auxiliares y puso los ojos en blanco. Estaba claro lo que pensaba de que unos ingenieros dirigiesen naves. La mayor parte del resto de capitanes bajo el mando de Geary estaría de acuerdo.
—Las existencias de esos materiales en la
Genio
son algo superiores a las de la
Hechicera
—observó en voz alta—. Las de la
Trasgo
son un poco inferiores, y las de la
Titánica
son aproximadamente como las de la
Hechicera
.
Geary intentó no pensar en todos los materiales que podían haber cogido en Sancere, en lo fácil que les habría resultado cargar mucho más de lo que precisaban.
—Necesitamos más —concluyó Desjani.
—Ya lo suponía —dijo Geary intentando no sonar desagradable ante la obviedad de la observación de Desjani—. ¿Cómo podemos conseguirlos?
Desjani señaló hacia el visor del sistema.
—Los síndicos tienen minas en este sistema estelar. Seguramente tienen lo que queremos.
Geary sonrió al sentirse liberado de repente.
Mi cabeza aún estaba en Sancere. Gracias a nuestros antepasados que tenemos a Desjani en Baldur
.
—Señora copresidenta —comenzó a decir.
Ella se adelantó a la pregunta y dijo, frunciendo el ceño:
—Ya nos hemos enfrentado a sabotajes síndicos antes, capitán Geary. Podría ser un grave error pedirles los materiales, incluso dejar que sepan que los necesitamos. No creo que podamos contar con la diplomacia en este caso.
Geary reflexionó un momento y después se giró hacia la pantalla en la que esperaba la imagen de Tyrosian. La capitana de ingeniería estaba visiblemente nerviosa pero preparada para la reprimenda, o incluso algo peor, que probablemente esperaba. La imagen hizo que Geary se calmase un poco. Quizá Tyrosian no fuese la oficial más lista ni la más capaz de la flota, pero conocía su trabajo, sabía de ingeniería y cumplía bien su tarea. No había previsto el problema, pero también es verdad que los sistemas automáticos crean dependencia en sus usuarios. Es algo que todo el mundo sabe. Al menos tenía suerte de que Tyrosian fuese capaz de identificar el problema, en lugar de, simplemente, aferrarse a los datos erróneos del sistema de logística.
Geary se obligó a mostrar confianza en ella, como si nunca hubiese dudado de su capacidad para ocuparse del asunto.
—Vale, en resumen, todas nuestras naves auxiliares se enfrentan a una escasez seria de materias primas básicas. A menos que consigamos materiales pronto, tendremos que detener la producción de componentes vitales. ¿Hay materias primas disponibles en este sistema? —Al recordar el retardo cada vez más molesto en las respuestas, añadió—: ¿Podría haber algo disponible en algún lugar de la zona de actividad minera que hemos detectado?
Unos treinta segundos después vio que la cara de Tyrosian casi se iluminaba.
—Sí, señor. Los sensores de la flota ya han detectado y analizado la actividad minera en los asteroides y las cercanías de los gigantes gaseosos. El lugar más adecuado para encontrar lo que necesitamos es... eh..., es este punto en la cuarta luna del segundo gigante gaseoso.
Apareció una segunda ventana, en la que se mostraba el lugar que Tyrosian había señalado.
—¿Qué opina de exigir a los síndicos que nos entreguen lo que necesitamos?
Tyrosian se alarmó de forma evidente.
—Eso no sería prudente, señor. Sabrían por qué necesitamos esos materiales en particular. Son elementos traza, encontrados y usados en pequeñas cantidades. Los síndicos podrían contaminar o destruir fácilmente las reservas existentes, puesto que no serían demasiadas.
La situación no hacía más que mejorar. Geary volvió a dirigir sus ojos hacia la pantalla. Tenía que saquear las instalaciones síndicas por sorpresa, lo cual le resultaría bastante más fácil si los síndicos no pudiesen ver a cada una de las naves de la Alianza acercándose durante días antes de llegar a su objetivo.
—¿Hay algo más que deba saber, capitana Tyrosian? ¿Algo más que necesiten las auxiliares? ¿Algún problema que pudiese impedirles producir células de combustible o munición para la flota?
Tampoco es que quisiese escuchar más malas noticias, pero las cosas no iban a mejorar porque las ignorase. De hecho, si ignoras las malas noticias, la situación suele empeorar.
Tyrosian negó con la cabeza.
—No, señor, nada más que yo sepa. En el peor de los casos, haré que cada departamento de las auxiliares se ocupe de realizar previsiones, solo para asegurarnos.
—Bien.
¿Qué debería hacer con Tyrosian? Se había equivocado totalmente y había dejado que Geary lo descubriese en vez de contárselo. Ese error había expuesto a la flota a un riesgo mayor, y con esta huyendo a través del espacio profundo síndico, aumentar el riesgo era bastante complicado.
No obstante, había hecho un buen trabajo, o por lo menos uno decente, hasta el momento. Además, ¿a quién pondría en su puesto si la relevase? El capitán de la
Titánica
mostraba una muy buena actitud, pero todavía era joven e inexperto. En una flota en la que el honor y la jerarquía tienen tanta importancia, ascenderlo y ponerlo al mando de las auxiliares causaría bastante resentimiento, y ni siquiera había garantías de que pudiese cargar con esa responsabilidad tan pronto. El capitán de la
Trasgo
poseía una hoja de servicio destacable para lo mediocre que era. El oficial al mando de la
Genio
hacía poco que había asumido ese cargo después de que relevase a su predecesor. Y su predecesor, el capitán Gundel, había mostrado un desinterés tan descarado por atender las necesidades de la flota que podría estar perfectamente sirviendo a los fines del enemigo. Así, había sido apartado en alguna pequeña oficina de la
Titánica
, bajo la orden de producir un estudio exhaustivo de las necesidades de la flota, con el único objetivo de que dejase de molestar a Geary, incluso aunque tardase años en llegar a casa.
Recordar a Gundel hacía más fácil la toma de decisiones. Tyrosian podía no ser perfecta, pero todas las alternativas parecían peores.
Y, qué coño, por lo que sé, lo ha hecho lo mejor que ha podido
.
—Capitana Tyrosian, lamento que nos tengamos que enfrentar a esta situación, y hubiese preferido que me informase de esto antes, pero ha analizado la causa del problema y confío en que esté tomando las medidas necesarias para que no se repita.
Al menos estaba seguro de que tomaría esas medidas en cuanto le escuchó mencionarlo.
—Necesito la mejor estimación que pueda hacer de nuestras necesidades, y quiero un equipo de ingenieros preparado para tomar tierra en cualquier instalación minera síndica y evaluar las reservas. Ponga a punto lo que le acabo de decir.
Tyrosian parpadeó, sorprendida.
—Sí, señor.
¿Se había dado cuenta de que corría el riesgo de ser relevada? Probablemente. Puede que no fuese de sus mejores oficiales, pero era suficientemente buena como para entender el concepto de responsabilidad. Al contrario que sus peores oficiales. Ojalá los más idiotas estuviesen dispuestos a presentar su dimisión cuando cometiesen errores importantes. Ahora, por supuesto, no lo harían, ni siquiera aunque se percatasen de que habían cometido un error garrafal. Esa era una de las razones por las que eran idiotas.
Geary apoyó a Tyrosian con otra muestra de confianza.
—También necesito un plan de reabastecimiento y reposición del combustible de la flota con el que las auxiliares puedan producir por el camino, priorizando las naves que tengan el nivel más bajo de reservas de combustible y de munición.
—Sí, señor, sin problema. ¿Se podría ajustar la formación de la flota para ello?
—Sí. Quiero que el reabastecimiento se realice tan pronto y tan eficientemente como sea posible.