Esta vez, después de que la mayoría de las siluetas de los oficiales desapareciesen con rapidez, quedaron cuatro, además de Geary. Una era la capitana Desjani, obviamente, pero además estaban el capitán Badaya, Duellos y Tyrosian.
Tyrosian miró sorprendida a Badaya y a Duellos. Luego habló con rapidez.
—Tan solo quería agradecerle, capitán Geary, que aprecie el papel que asumimos. Hemos trabajado para algunos comandantes que solo veían los problemas que las naves auxiliares ocasionan. Es bueno saber que trabajas para alguien que cree que somos importantes.
—Yo me alegro de tener a la
Hechicera
, a la
Titánica
, a la
Genio
y a la
Trasgo
en la flota —afirmó Geary—. Su labor es inestimable, y el esfuerzo que han puesto en su trabajo ha sido extraordinario. Por favor, comuníqueselo a las demás naves.
La capitana Tyrosian asintió con la cabeza, se despidió con un saludo militar, y luego desapareció.
El capitán Badaya frunció el ceño al mirar a la capitana Desjani.
—No debería entrar en discusiones sin sentido con alguien como Midea. Hace tres años casi la juzgan ante un consejo de guerra por comportamiento inadecuado con su oficial jefe, y hace un rato insinuó que ha actuado incorrectamente.
Desjani hizo una mueca.
—No me preocupan las palabras de alguien como ella.
—La flota estaría mejor si fuese relevada de su puesto —dijo Badaya—. Cuando no se contiene, tiende a realizar acciones impulsivas sin pararse a pensarlo demasiado. No habría demasiadas objeciones si decidiese relevarla, capitán Geary. No goza de una buena reputación. Aunque tampoco Casia.
—Ni Numos —comentó Duellos—. No obstante, muchos escuchan lo que dice.
—Es cierto —admitió Badaya—, pero el número de los que lo hacen no aumenta precisamente. No soy yo quien está al mando de la flota, ni presumo de decirle lo que hay que hacer, pero quiero informarle de que no tiene por qué aguantar las tonterías de Midea. También me gustaría añadir que lamento el asunto de la capitana Desjani, aunque supongo que hay cosas peores que ser la elección del capitán Geary.
La capitana Desjani se sonrojó. Se vio claramente que aquel comentario no le había agradado en absoluto, aunque Badaya pareció no percatarse.
—Gracias, capitán Badaya —dijo en un tono en absoluto cálido.
Badaya sonrió, se despidió rápidamente, y luego desapareció.
Desjani asintió con la cabeza, y dijo apesadumbradamente:
—Supongo que no debería quedarme sola con usted, señor —le dijo a Geary enfadado—, por lo que me marcho antes de que lo haga el capitán Duellos.
Duellos dio un paso al frente.
—Tanya, la gente que te conoce no hace caso de esos rumores.
Ella asintió con la cabeza.
—Gracias, pero los que me preocupan son precisamente los que no me conocen. —Se despidió y salió de la habitación sin dilación.
Geary la miró mientras se iba, con cara de pocos amigos.
—No se lo merece.
—No —coincidió Duellos—. No obstante, al contrario de lo que cree el capitán Badaya, sacar de en medio a la capitana Midea no va a mejorar las cosas. De hecho, creo que hacer algo parecido extendería el rumor de que intenta silenciarla.
—Seguramente tenga razón. Sobre eso que dijo Badaya de que convendría atarla en corto, ¿qué opina?
Duellos asintió con la cabeza.
—Es irónico, ¿no cree? El capitán Numos, que tan poca reputación como capitán tiene entre los oficiales, ha conseguido manipular a Midea de tal modo que ni siquiera hubo rastro de su temeridad mientras estuvo al mando de la división de acorazados.
—Es irónico, sí. Nunca pensé que tendría evidencias para pensar que Numos puede tener dotes de líder —dijo Geary apesadumbrado, mirando el lugar en el que se había sentado Desjani—. ¿Cómo puedo acallar esos rumores? La mejor y única opción que se me ocurre para ayudarla es seguir tratándola como una oficial colega y nada más.
—Opino lo mismo, aunque tampoco creo que hayan ayudado precisamente las torpes palabras de Badaya con las que prácticamente insinuaba que es su compañera. Aunque no lo dijo abiertamente, tener a una política a su lado no es algo que le guste a demasiada gente.
—¡A quien tenga a mi lado es solo asunto mío! Mientras siga comportándome de forma honorable y no viole ninguna norma, claro está —añadió.
—No lo pongo en duda, pero no es un simple oficial al mando. Además, nadie confía en los políticos, ni siquiera en aquellos de los que se dice que son honrados, como la copresidenta Rione. Los que piensan como Badaya creen que lo mejor que podría hacer es dejarla por Desjani. Dos oficiales de la flota al mando de la Alianza. —Duellos hizo una pausa antes de seguir hablando—. ¿Qué le parece?
—¿El qué? —Geary miró fijamente a Duellos—. ¿Cómo puede siquiera hacerme esa pregunta? Ya he dicho que nunca le haría a Desjani nada por el estilo.
Duellos mostró una mueca burlona, sonriendo levemente.
—Lo siento. Me ha quedado claro lo de Desjani. Yo me refería a la oferta que recientemente le ha hecho el capitán Badaya.
—Ah. —Geary se calmó, y sacudió la cabeza—. No. Ni he aceptado la oferta ni lo haré, ya se lo dije. ¿Cuánta gente más lo sabe?
—Seguramente todos y cada uno de los oficiales de la flota. —Duellos lo miró fijamente a los ojos—. Me alegro de ver que lo tiene tan claro. Yo mismo siento desencanto y frustración con nuestros líderes políticos, pero me tomo en serio mi deber con la Alianza. No podría apoyarlo si aceptase. Me vería obligado a oponerme.
Geary asintió con la cabeza. Por supuesto, Duellos le sería fiel al gobierno.
—¿Es cierto lo que dice Badaya? ¿Me seguiría la flota si hiciese algo como eso? Espero que diga que no.
—Siento desilusionarlo. Posiblemente dos tercios de la flota lo aceptarían como dictador, aunque las razones precisas de cada uno podrían variar. —Duellos miró en otra dirección durante un momento—. Además, las tripulaciones depondrían a los que no lo apoyasen, o al menos a una parte de ellos, para poner a alguien de su bando en ese lugar.
Geary se frotó la frente, intentando pensar.
—Ni siquiera se lo he comentado a la coronel Carabali por miedo a que crea que intento tantearla.
—¿Se refiere a los infantes de marina? —Duellos frunció el ceño, reflexivo—. Sería una jugada arriesgada. Le son realmente fieles, de eso no hay duda, pero su lealtad hacia la Alianza es legendaria. —Se encogió de hombros—. Sin embargo, tampoco es que importe demasiado. Si las tripulaciones lo apoyan, no habrá suficientes infantes para controlarlas.
—No me puedo creer que esté hablando de esto. —Geary agitó la cabeza, caminó lentamente hasta una esquina de la sala, y luego se dio la vuelta. Tenía que mantenerse firme, tanto de puertas para afuera como para adentro—. No voy a aceptar la oferta.
Duellos sonrió.
—Bien. Conste que no es que creyese que lo haría, pero hay tanto en juego que es agradable escucharle decir eso. No me gustaría estar en el bando opuesto.
—Pues ya somos dos —respondió Geary con otra sonrisa—. Creo que siempre estaremos en el mismo lado.
—Tanya Desjani lo seguiría. Se sentiría destrozada, pero le sería fiel.
—¿Por qué me dice eso?
—Porque no creo que le pida nunca que rompa su juramento, y seguramente no lo haría bajo ninguna otra circunstancia, pero me gustaría que supiese que lo haría si usted se lo pidiese.
—Gracias. —No estaba seguro de por qué Duellos quería que supiese aquello—. ¿Qué le parece lo de ir a Lakota? ¿Sigue preocupado?
Duellos volvió a sonreír ligeramente.
—¿Usted no? Es un riesgo. De hecho, vayamos donde vayamos, correremos riesgos. Pero creo que merece la pena. Antes o después, no importa lo bien que lo planeemos, se nos acabará la suerte, y tendremos problemas serios. Mejor morir luchando como guerreros en el firmamento, que como ratones escondidos en las sombras.
—Aunque la flota se encuentre con muchos síndicos en Lakota, no tiene por qué desaparecer.
—Espero que no, pero si así fuese, nos ha hecho llegar lejos contra todo pronóstico después del desastre en el sistema nativo síndico. Si nos llevamos con nosotros a los suficientes síndicos, la Alianza todavía tendría una oportunidad. —Duellos se despidió—: Hasta Lakota.
—Tenemos compañía, señor.
Geary se despertó bruscamente en su oscuro camarote al oír el sonido de la voz de Desjani. Acto seguido golpeó el panel de mandos para aceptar el mensaje.
—¿Cuántos?
—Han llegado ocho buques capitales a Ixion procedentes del punto de salto de Dansik. Cuatro acorazados y cuatro cruceros de batalla, acompañados de seis cruceros pesados y el aglomerado habitual de cruceros ligeros y naves de caza asesinas. Están a unas dos horas luz, manteniendo la distancia con nuestra línea de estribor, mientras se mueven a una velocidad de cero coma uno velocidad luz desde hace dos horas.
—Seguramente se volverán hacia nosotros.
—Así es, señor. Ahora mismo estamos viendo que empiezan a hacerlo, pero no creo que intenten interceptarnos. Estamos a cuatro horas y diez minutos del punto de salto hacia Lakota.
—No lo creo, no —Geary estaba de acuerdo. A una velocidad luz de cero coma uno les llevaría unas veinte horas recorrer una distancia de dos horas luz. Teniendo en cuenta que además no avanzaban hacia la flota de la Alianza en línea recta, la distancia sería incluso mayor—. Nos seguirán hasta ver qué salida tomamos y luego vendrán detrás. —Habían avistado al enemigo, pero no podían hacer nada. Dar la vuelta para interceptarlos sería incluso peor que no hacer nada, puesto que la flota enemiga simplemente evitaría entrar en combate a la espera de más refuerzos—. Gracias por la información. Sigan el rumbo marcado hacia el punto de salto de Lakota.
—Sí, señor —dijo Desjani.
Volvió a acostarse, sintiéndose culpable. Desjani estaba en el puente, controlando la situación y vigilando al enemigo, mientras él estaba en la cama de su camarote. Tampoco es que tuviese algo que hacer allí, pero no por ello dejaba de sentirse mal.
Una de las manos de Rione se deslizó lentamente sobre su pecho.
—¿Van a seguirnos hasta Lakota? —le dijo, susurrándole al oído.
—Sí. Perdona que te haya despertado.
—No pasa nada. Seguramente te costará volver a quedarte dormido. —Su mano se deslizó hacia abajo—. Ambos estamos despiertos, y no merece la pena desaprovechar la ocasión, ¿verdad?
Las noticias de que estaban llegando naves síndicas al sistema estelar en el que se encontraban no parecieron preocupar a Rione. O quizá intentaba distraerlo. También era posible que estuviese realmente preocupada por lo que podría pasar en Lakota y no quería desaprovechar el tiempo que compartían.
Después de un rato, dejaron de interesarle las motivaciones de Rione.
Geary se sentó en el puente del
Intrépido
y miró al visor que mostraba la flota. Había ordenado que se dispusiesen según una antigua formación llamada Eco Cinco, que consistía en cinco subformaciones, parecidas a monedas, orientadas hacia adelante con un poco de punta. Liderando la formación iba Eco Cinco Uno, construida con los restos de la Quinta División de Cruceros de Batalla de la capitana Crésida, más la mermada Séptima División de Cruceros de Batalla. En total, cinco naves juntando dos divisiones. El mero hecho de pensarlo era deprimente. No obstante, con los cruceros pesados, los cruceros ligeros, y los destructores, la vanguardia tenía una potencia de combate decente.
A cada lado de la formación estaban Eco Cinco Dos y Eco Cinco Tres. La Dos estaba formada por ocho cruceros de batalla de la Primera y Segunda División, además de un montón de unidades más ligeras. Por su parte, la Tres había sido construida alrededor de los ocho acorazados de la Segunda y la Quinta División, además de otras naves de apoyo más ligeras. En la retaguardia estaba situada la Eco Cinco Cinco, que contenía a las naves auxiliares y a las naves dañadas, entre las que se incluían la
Guerrera
, la
Orión
y la
Majestuosa
, además de la
Infatigable
, la
Atrevida
y la
Audaz
, de la Séptima División de Acorazados.
Los cinco cruceros de batalla restantes, entre los que se incluía el
Intrépido
, los otros trece acorazados, y las dos naves de reconocimiento, formaban el núcleo del cuerpo principal de Zorro Cinco Cuatro, con el resto de los cruceros pesados, los cruceros ligeros y los destructores escoltándolos. En conjunto, la flota de la Alianza debía ser capaz de enfrentarse a lo que pudiesen encontrarse al salir por el punto de salto de Lakota.
—Todas las unidades han reducido su velocidad hasta cero coma cero cuatro velocidad luz —le informó la capitana Desjani—. Todas las unidades han informado de que ya están preparadas.
Geary asintió lentamente con la cabeza, deseando no estar cometiendo finalmente el error que tanto había temido desde que asumió el mando de la flota.
—A todas las unidades, prepárense para luchar en cuanto salgamos en Lakota. Salten de inmediato.
Cinco días y medio para llegar a Lakota. Otros cinco días y medio mirando la nada gris e infinita del espacio de salto.
—¿Estás bien? —le preguntó Rione.
—Estoy preocupado —respondió Geary, con los ojos fijos en el visor.
Ella se sentó a su lado, y también posó los ojos en la pantalla.
—Cuéntame, ¿cómo era estar en las luces del espacio de salto?
—Muy divertido.
—Te lo estoy preguntando en serio. —Rione suspiró profundamente—. ¿Recuerdas algo?
La miró.
—¿Te refieres a lo que soñé durante la hibernación?
—Sí. Fueron cien años. No hay mucha gente que haya estado en suspensión tanto tiempo y haya sobrevivido. De hecho, yo solo conozco a una persona.
—¡Qué suerte tengo! —Geary se paró a pensar en lo que le había preguntado—. La verdad es que no lo sé. A veces creo que me vienen a la mente sueños, pero realmente podrían ser recuerdos de sueños de antes de la batalla de Grendel. Me lancé a la cápsula de escape cuando mi nave iba a saltar por los aires, sin tiempo para pensar en la batalla o en lo que había pasado, y cuando los médicos de la flota me despertaron, fue como si solo hubiese estado dormido durante un instante. La verdad es que al principio no me lo creía. Pensé que era algún truco de los síndicos. No me podía creer que todas las personas que había conocido estuviesen muertas, que todo lo que había conocido se había perdido cien años en el pasado.