Rama II (7 page)

Read Rama II Online

Authors: Arthur C. Clarke y Gentry Lee

Tags: #Ciencia Ficción

—Le estoy pidiendo que cancele la simulación adicional, que establezca un momento definido para su entrevista personal, y que hable con Nicole apoyándome.

El general frunció el entrecejo. Estaba a la vez fastidiado e irritado por la presunción de Francesca. Iba a decirle que los programas de entrevistas publicitarias personales no ocupaban ningún lugar alto en su lista de prioridades. Pero algo lo retuvo. Tanto su sexto sentido como toda una vida de experiencia en tratar con la gente le aconsejaron que vacilase, que había más en aquella conversación de lo que había oído hasta ese momento. Temporizó cambiando de tema.

—Incidentalmente, debo decirle que cada vez me siento más preocupado acerca de la magnitud de esa fiesta de fin de año que sus amigos del gobierno y de la coalición comercial italianos están preparando. Sé que aceptamos al principio de nuestro entrenamiento que participaríamos, como grupo, en esa función social. Pero no tenía ni idea de que iba a ser presentada como "la fiesta del siglo", como fue llamada la semana pasada por una de esas revistas norteamericanas que se ocupan de las personalidades. Usted que conoce a toda esa gente, ¿no puede hacer nada para frenar un poco esa celebración?

—La gala era otro de los puntos de mi agenda —respondió Francesca, evitando cuidadosamente el impacto del comentario—. Aquí también necesito su ayuda. Cuatro de los cosmonautas Newton dicen ahora que no tienen intención de asistir, y dos o tres más han sugerido que tal vez tengan otros compromisos..., pese a que todos llegamos a un acuerdo en mareo respecto de la fiesta. Takagishi y Yamanaka desean celebrar las fiestas con sus familias en Japón, y Richard Wakefield me dice que ha hecho reservas para ir a practicar escafandrismo en las islas Caimán. Y luego está de nuevo esa mujer francesa, que simplemente dice que no va a asistir y se niega a ofrecer ningún tipo de explicación.

Borzov no pudo reprimir una sonrisa.

—¿Por qué tiene tantas dificultades con Nicole des Jardins? Pensé que, puesto que ambas son mujeres, podría hablar con ella más fácilmente que con los demás.

—Se muestra enteramente en contra del papel de la prensa en esta misión. Me lo ha dicho varias veces. Y es muy testaruda acerca de su intimidad. —Francesca se encogió de hombros. —Pero el público se siente completamente fascinado con ella. Después de todo, no sólo es doctora y lingüista y una antigua campeona olímpica, sino que también es hija de un famoso novelista y la madre de una hija de catorce años, pese a no haberse casado nunca...

Valeri Borzov estaba consultando su reloj.

—Sólo para mi información —interrumpió—, ¿cuántos otros asuntos tiene en su agenda, como lo llama usted? Tenemos que estar en el auditorio dentro de diez minutos.

—Le brindó una sonrisa. —Y me veo obligado a recordarle que Madame des Jardins se salió hoy de su rutina para acomodarse a su petición de cobertura de prensa para esa reunión.

Francesca estudió al general Borzov durante varios segundos.
Creo que ahora está preparado
, pensó para sí misma. Y,
a menos que lo haya juzgado mal, comprenderá de inmediato
. Sacó un pequeño cubo de su maletín y se lo tendió por encima del escritorio.

—Éste es el único otro punto de mi agenda —dijo. El comandante en jefe del Proyecto Newton pareció desconcertado. Hizo girar el cubo entre sus manos.

—Un periodista independiente nos lo vendió —dijo Francesca en un tono muy serio—. Se nos ha asegurado que era la única copia existente.

Hizo una momentánea pausa mientras Borzov cargaba el cubo en el lugar apropiado del ordenador de su escritorio. Palideció visiblemente cuando el primer vídeo del cubo apareció en el monitor. Contempló los salvajes desvaríos de su hija Natacha durante unos quince segundos.

—Deseaba mantener esto fuera de las manos de la prensa sensacionalista —añadió suavemente Francesca.

—¿Cuánto dura la cinta? —preguntó en voz baja el general Borzov.

—Casi media hora —respondió ella—. Yo soy la única que la ha visto entera.

El general Borzov dejó escapar un suspiro. Ése era el momento que su esposa Petra había temido desde que se hizo oficial que él iba a ser el comandante en jefe del Proyecto Newton. El director del instituto en Sverdlovsk había prometido que ningún periodista tendría acceso a su hija. Ahora, ahí había una videocinta con una entrevista de treinta minutos con ella. Petra se sentiría mortificada.

Miró por la ventana. Estaba evaluando mentalmente lo que le ocurriría a la misión si la esquizofrenia aguda de su hija era exhibida ante el público. Sería embarazoso, concedió, pero la misión no se vería perjudicada de ninguna manera seria... Miró a Francesca. Odiaba hacer tratos. Y no estaba seguro de que la propia Francesca no hubiera encargado la entrevista con Natacha. De todos modos...

Borzov se relajó y forzó una sonrisa.

—Supongo que debo darle las gracias —dijo—, pero, de algún modo, no me parece apropiado. —Hizo una breve pausa. —Aunque supongo que se espera que demuestre cierta gratitud.

Todo bien por ahora, pensó Francesca. Era demasiado lista para decir nada en aquellos momentos.

—Muy bien —siguió el general tras un largo silencio—. Cancelaré la simulación extra. Hay otros que también se han quejado al respecto. —Hizo dar vueltas el cubo entre sus manos. —Y Petra y yo acudiremos pronto a Roma, como usted sugirió en una ocasión, para la entrevista personal. Recordaré mañana a todos los cosmonautas lo de la fiesta de fin de año, y les diré que es su deber asistir. Pero ni yo ni nadie puede exigirle a Nicole des Jardins que hable con usted de nada excepto de su trabajo. —Se puso bruscamente de pie. —Ya es hora de que acudamos a esa reunión de biometría.

Francesca se puso de puntillas y lo besó en la mejilla.

—Gracias, Valeri —dijo.

8 - Biometría

La reunión informativa médica había empezado ya cuando Francesca y el general Borzov llegaron. Todos los demás cosmonautas estaban presentes, así como veinticinco o treinta ingenieros y científicos adicionales asociados con la misión. Cuatro periodistas y un equipo de televisión completaban la audiencia. En la parte frontal del pequeño auditorio se hallaba Nicole des Jardins, como siempre con su atuendo de vuelo gris y con un puntero láser en la mano. A su lado había un japonés alto con traje azul. El hombre estaba escuchando atentamente una pregunta de la audiencia. Nicole intervino para dar la bienvenida a los recién llegados.


Sumimasen, Hakamatsu-san
—expresó. Déjeme presentarle a nuestro comandante, el general Valeri Borzov de la Unión Soviética, así como a la cosmonauta-periodista Francesca Sabatini.

Se volvió hacia los recién llegados.


Dobrii Ultra
—le dijo al general, moviendo rápidamente la cabeza al mismo tiempo en dirección a Francesca—. Éste es el estimado doctor Toshiro Hakamatsu. Él diseñó y desarrolló el sistema de biometría que vamos a utilizar en el vuelo, incluidas las pequeñas sondas que serán insertadas en nuestros cuerpos.

El general Borzov alargó la mano.

—Me alegra conocerle, Hakamatsu-san —manifestó—. Madame des Jardins nos ha hablado mucho de su magnífico trabajo.

—Gracias —respondió el hombre, haciendo una inclinación a Borzov tras estrechar su mano—. Es un honor para mí formar parte de este proyecto.

Francesca y el general Borzov ocuparon las dos sillas vacías en la parte delantera del auditorio, y la reunión prosiguió. Nicole señaló con su puntero hacia un teclado a un lado del pequeño podio, y una imagen holográfica tridimensional de un modelo masculino, a escala natural y multicolor, del sistema cardiovascular humano, con las venas marcadas en azul y las arterias en rojo, apareció en la parte delantera de la sala.

Pequeños marcadores blancos circulaban en el flujo de los vasos sanguíneos, señalando la dirección y la velocidad de la sangre.

—El Consejo de Ciencias Vitales de la AIE dio la semana pasada su aprobación definitiva a las nuevas sondas Hakamatsu como nuestro sistema clave de monitorización de la salud para la misión —estaba diciendo Nicole—. Retuvieron su aprobación hasta el último minuto a fin de poder evaluar adecuadamente los resultados de los tests de resistencia, en los cuales se exigió de las nuevas sondas que actuaran en una amplia variedad de situaciones no nominales. Incluso bajo esas condiciones, no hubo signo alguno de que se produjeran mecanismos de rechazo en ninguno de los sujetos sometidos a los tests.

"Somos afortunados de poder utilizar este sistema, porque haría la vida mucho más fácil tanto para mí, al ser oficial de ciencias vitales, como para ustedes. Durante la misión no estarán sometidos a la rutina de las técnicas de implantación/escáner, utilizadas en anteriores proyectos. Esas nuevas sondas serán implantadas una vez, quizá dos como máximo, durante nuestra misión de cien días, y no necesitan ser reemplazadas.

—¿Cómo se resolvió el problema del rechazo a largo plazo? —Una pregunta de otro módico en la audiencia interrumpió la cadena de pensamientos de Nicole.

—Hablaré de esto en detalle durante nuestra reunión especializada esta tarde — respondió—. Por ahora, deberá ser suficiente que mencione que, puesto que las claves químicas que gobiernan el rechazo se enfocan sobre cuatro o cinco parámetros críticos, incluida la acidez, las sondas se hallan revestidas con productos químicos que se adaptan a la química local en el lugar de la implantación. En otras palabras, una vez que la sonda llega a su destino, comprueba no invasivamente el ambiente bioquímico de su entorno, y luego exuda una delgada capa para sí misma diseñada para que sea compatible con la química del anfitrión, con lo que evita el rechazo.

"Pero estoy adelantándome demasiado —prosiguió, volviéndose para contemplar el modelo a tamaño natural que mostraba la circulación de la sangre en el cuerpo humano—. La familia de sondas será insertada aquí, en el brazo izquierdo, y los monitores individuales se dispersarán según sus programas preestablecidos de guía hasta treinta y dos puntos locales del cuerpo. Allí se insertarán en el tejido del receptor. —La parte interior del modelo holográfico se animó a medida que ella hablaba, y la audiencia contempló cómo treinta y dos luces parpadeantes se iniciaban en el brazo izquierdo y se dispersaban por todo el cuerpo. Cuatro fueron al cerebro, tres más al corazón, cuatro a las glándulas primarias del sistema endocrino, y los restantes veintiún monitores se esparcieron a una serie de localizaciones y órganos que iban desde los ojos hasta los dedos de las manos y los pies.

"Cada una de las sondas individuales contiene una disposición de sensores microscópicos para comprobar los parámetros de salud más importantes y un sofisticado sistema de datos que primero almacena y luego trasmite la información grabada a solicitud de una orden del escáner. En la práctica, espero efectuar esa exploración en ustedes y recoger toda la telemetría de su estado de salud una vez al día, pero las grabadoras pueden manejar datos que cubran incluso hasta cuatro días.

—Nicole se detuvo y miró a la audiencia. —¿Hay alguna pregunta? —quiso saber.

—Sí —dijo Richard Wakefield en la primera fila—. Veo cómo este sistema reúne billones de bits de datos. Pero ésa es la parte sencilla. No hay forma de que usted o cualquier otro ser humano pueda revisar toda la información. ¿Cómo son sintetizados o analizados los datos de modo que usted pueda decir si está ocurriendo o no algo irregular?

—Ha dado usted en la tecla, Richard —sonrió Nicole—. Ése es mi próximo tema. — Alzó un objeto pequeño, delgado y plano, con un teclado. —Esto es un escáner estándar programable que permite que la información monitorizada sea presentada en muchas formas distintas. Puedo pedir un vaciado completo de cualquiera y/o todos los canales, o puedo pedir sólo la trasmisión de los datos de advertencia...

Nicole vio muchas expresiones confusas en su audiencia.

—Será mejor que haga marcha atrás y empiece de nuevo esta parte de la explicación —dijo—. Cada medición efectuada por cada instrumento posee una "fluctuación esperada", una que por supuesto varía de individuo a individuo, y una "fluctuación de tolerancia" mucho más amplia, usada para identificar una auténtica emergencia. Si sólo una medición en particular excede de la fluctuación esperada, es entrada en el archivo de advertencia, y ese canal específico es marcado con un identificador de alarma. Una de mis opciones al usar el escáner es leer sólo esos listados de advertencia. Si un cosmonauta en particular se siente perfectamente bien, mi procedimiento normal será sólo ver si hay alguna entrada en el buffer de advertencia.

—Pero si obtiene una medición fuera de la fluctuación de tolerancia —interrumpió Tabori—, entonces alerta. El monitor conecta automáticamente su transmisor de emergencia y utiliza toda su energía interna para lanzar un "bip-bip" que es algo aterrador. Lo sé. Me ocurrió a mí durante una corta prueba con lo que resultó ser solamente un valor de tolerancia impropiamente entrado. Pensé que me estaba muriendo. —Janos era el oficial de refuerzo de ciencias de la vida. Su comentario causó risas generales. La imagen del pequeño Janos yendo de un lado para otro emitiendo un agudo bip era divertida.

—Ningún sistema es a prueba de errores —prosiguió Nicole—, y éste es sólo tan bueno como el conjunto de valores que es entrado en él para desencadenar tanto las advertencias como las emergencias. Así que pueden ver ustedes por qué la calibración de los datos es esencial. Hemos examinado cada uno de sus historiales médicos con extremo cuidado y entrado los valores iniciales en los monitores. Pero debemos ver los resultados reales con las auténticas sondas insertadas en sus cuerpos. Ésa es la razón de la actividad de hoy. Insertaremos hoy su conjunto de sondas, monitorizaremos su actuación durante los cuatro ejercicios de simulación finales que empezarán el jueves, y luego actualizaremos los valores de reacción si es necesario, antes del auténtico despegue.

Hubo algunos involuntarios gestos de desagrado cuando cada cosmonauta pensó en la perspectiva de pequeños laboratorios médicos incrustados indefinidamente en Dios sabe qué partes de sus cuerpos. Estaban acostumbrados a las sondas regulares de investigación que eran situadas en el cuerpo para obtener alguna información específica, como la cantidad de placa que bloqueaba las arterias, pero esas sondas eran siempre temporales. El pensamiento de una invasión electrónica permanente era, por decirlo suavemente, inquietante. El general Michael O'Toole formuló dos preguntas que preocupaban a la mayor parte del equipo.

Other books

Blind Wolf by Rose, Aubrey
Capture (Butch Karp Thrillers) by Tanenbaum, Robert K.
The Weird Sisters by Eleanor Brown
Bennett (Bourbon & Blood #1) by Seraphina Donavan
Oria's Gambit by Jeffe Kennedy
Amethyst by Lauren Royal
Perfect Match by Monica Miller