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Authors: Pablo Tusset

Tags: #humor

Sakamura, Corrales y los muertos rientes (14 page)

—Al grano, José Ignacio, joder, que estamos ante una emergencia nacional...

—Naturalmente que es interesantísimo: estos ejemplos de intercambio de roles parentales son de un valor incalculable para la equiparación de la mujer en todos los planos...

—... agricultura, caza, pesca, ganadería..., artesanía... «Progresiva y recientemente, el turismo está formando parte del modo de vida sami...», bla, bla, bla... Pues no: parece que de combustibles no hay nada: ni fósiles ni alternativos.

—En todo caso será interesantísimo para la equiparación de los transexuales, ano?, porque las mujeresmujeres serán siempre madres —porfiaba Pachorra del Cuajo.

—No importa: la idea era buena, sólo hay que buscar en otro sitio. A ver, ¿quieres mirar el Yukón, que tampoco creo que haya muchos periodistas por allí...?

—Oggg, por favor, José Miguel: no seas antiguo... Si te oye decir eso alguien de la prensa, se nos va a echar encima el colectivo transexual en pleno.

—¿Antiguo yo, que pongo Jimi Hendrix en el coche oficial? Lo que pasa es que a vosotras se os va un poco la pinza con la cosa de los roles...

—No, espera —dijo el Ministro de Administraciones—. «Tras la posguerra, Laponia fue devastada y empezaron a explotarse nuevos yacimientos mineros de cobre y níquel. A finales de los años sesenta se instalan algunas industrias químicas y papeleras, y también centrales nucleares como la de Imandra, en la Laponia rusa.» ¿No nos valdría algo de eso?

—Lo de las centrales nucleares rusas ni nombrarlo elijo Berto.

—A los que se les va la pinza con los roles, eh, es a cierta generación de varones al borde de la andropausia, que al parecer aún arrastran resabios patriarcalistas...

—Ah, sí: pues ahora resuélveme un problema, tú que eres tan lista y tan moderna: qué pasará cuando al hijo de un transexual se le ocurra hacerse transexual, ¿eh?...

—Desde luego nada de nucleares..., pero lo de los yacimientos de hierro y níquel no suena nada mal dijo el Ministro de Exteriores.

—A ver, mira a ver para qué demonios sirve el níquel —instó Berto.

—Oggg: ya está el ala conservadora buscándole tres pies al gato...: pues según el sujeto sea en cada momento hombre o mujer, será hijo o hija de su pa dre o madre según el sexo que éste o ésta tuviera o tuviese en el momento del nacimiento de su hijo o hija... Más claro, el agua.

—Ya lo tengo: «Aproximadamente el 65 por ciento del níquel consumido se emplea en la fabricación de acero inoxidable austenítico, y el otro 12 por ciento en superaleaciones de níquel. El restante 23 por ciento se reparte entre otras aleaciones, baterías recargables, catálisis, acuñación de moneda, recubrimientos metálicos y fundición».

—Clarísimo: con esa explicación y un simple astrolabio los críos ya sabrán con cuál de sus ocho transexuales les toca pasar el fin de semana...

—Algo de níquel seguro que tienen las vías del AVE, ¿no?... —dijo el Ministro de Exteriores, entreviendo una solución—. Yo lo tengo claro: el Presi dente ha tenido que viajar repentinamente a Laponia en busca de un número todavía no confirmado de toneladas de níquel imprescindibles para terminar el trazado del AVE. Más verosímil imposible...

—Oggg, José Miguel, de verdad: qué de pueblo que suenan tus chistecitos..., ¿qué demonios se supone que es un astrolabio?, ¿un apero de labranza?

—Pero si el trazado del AVE lo terminamos el año pasado... —opuso Berto.

—Bueno: quedan las Canarias y las Baleares... —¿Quieres que digamos que vamos a construir un nuevo trazado del AVE en las islas?

—Hombre, en Cabrera no, pero si buscamos una que sea grandecita, tipo Tenerife... ¿No te acuerdas que los canarios lo estuvieron pidiendo durante media legislatura pasada? Así de paso los contentamos...

De pronto se oyó un golpeteo de nudillos en la puerta y las dos líneas de conversación se interrumpieron simultáneamente.

Tras ser exhortado a pasar por la voz de Berto, asomó por el quicio el director general de la Policía Nacional:

—Lo tenemos —dijo, casi sin aliento y sin hacerse de rogar para anunciar tan esperada nueva—: hemos encontrado al Presidente saliendo del metro de la Moncloa, hace un cuarto de hora escaso.

—Gracias a Dios —exclamaron los resabios patriarcalistas de Pachorra del Cuajo.

—¿Está bien? —se interesó de inmediato Berto, que en poco más de tres horas de intenso estrés ya tenía suficiente experiencia como presidente en funciones.

—Bueno, lo que se dice físicamente está bien —contestó el director general de la Policía, con el aliento todavía entrecortado.

Aquella especificación era cualquier cosa menos tranquilizadora.

—Y... psicológicamente... —quiso saber la Ministra de Sanidad.

—Psé, también... Bueno..., casi...

Se hizo un silencio de tanatorio británico, hasta que Pachorra del Cuajo aportó su veteranía en cargos públicos para romper el encantamiento con la pregunta clave:

—Vale: ¿alguien de la prensa sabe algo?

—Que nosotros sepamos, no erijo el director general de la Policía.

—Ufff —soltaron aire al unísono los seis ministros.

Seguido al trote por Corrales, el inspector Salcamura se había dirigido a toda prisa desde la academia de idiomas hasta la comisaría de los Mossós, distante unos quinientos metros. Allí, como Corrales no había todavía sido puesto al día de los últimos avances de la investigación —y de todas maneras habría necesitado un buen rato para recuperar el aliento—, el inspector trató de explicarse por sí mismo ante el agente que lo atendió.

—Mucho peligro personale dijo.

El hombre, a seis meses de su jubilación anticipada, levantó la vista sobre sus gafas de cerca y vio un monigote sin ojos que apenas sobresalía del mostra dor. Pero algo brillaba en la mano alzada del monigote; se puso las gafas de lejos que le colgaban de un cordón sobre el uniforme y miró mejor. Lo que brillaba parecía una placa de policía, el monigote parecía un japonés de edad indefinida, y los ojos seguían sin aparecer.

—Mani...?le dijo en catalán coloquial al japonés sin ojos.

—Mucha prisa. Interpol. Una cosa sola: ¿tú concede papel lápiz?

El proceso de entenderse fue lento. Cuando el agente de los
Mossos
entendió que debía darle al japonés sin ojos un trozo de papel y algo para escri bir, el japonés sin ojos, concentrándose en la fotografía mental que le había hecho al horario de lecciones de la Académia Costa Brava, escribió el nombre de los seis asistentes al Curs Intensiu de Catalá, que todavía no habían sido hallados muertos de risa.

Después de un cuarto de hora de explicaciones, el agente entendió que aquellas personas corrían peligro, y también que el japonés sin ojos quería obtener sus respectivas direcciones y teléfonos.

En este punto, Corrales había recuperado el aliento y solicitó ser informado de qué demonios estaba pasando, de modo que el inspector trató de pormenorizarle a Corrales cómo se había desarrollado su inspección de la academia mientras él se quedó fuera impedido para entrar por Mister Propper. Entretanto, el agente de uniforme asistió a estas explicaciones alternando sus gafas de cerca y de lejos según el inspector se acercaba o se alejaba en el ejercicio de la mímica explicativa.

Terminada la pantomima, el inspector insistió ante el agente en obtener las direcciones y teléfonos. El agente dijo que no tenía acceso a esa información y que tendría que hablar con algún superior. El inspector, dando ya pequeños botes de impaciencia
Zen
, solicitó la presencia de algún superior. Compareció un superior, escuchó lo que pedía el inspector, leyó detenidamente la lista de nombres de extranjeros, y se la llevó a su despacho. Tardó en salir lo que Corrales tardó en volver a tener ganas de fumarse un Ducados. Salió el superior y explicó que había hablado con sus superiores y le habían informado de que esas personas se hallaban en ese momento en paradero desconocido. El inspector Sakamura opuso con elocuentes gestos que ello no era óbice para que le facilitaran sus señas. El superior volvió a meterse en su despacho para volver a llamar a sus superiores. Corrales preguntó al agente si no podría fumarse un cigarrito. El agente negó. Salió de nuevo el superior y le comunicó al inspector que según sus superiores no se disponía en aquel momento de la información que se les solicitaba. El inspector, ya un poco Gouda de irritación, exigió que la página con la lista de nombres, así como con un breve mensaje que él mismo escribió en ideogramas japoneses, fuera escaneado de inmediato y enviado a la dirección electrónica de la Brigada de Investigaciones Especiales de la Interpol, concretamente a la atención del comisario FréreJacques, a lo que el superior procedió al comprender que, de todas maneras, aquel extraño japonés sin ojos hubiera podido enviar la información a sus superiores desde cualquier cibercafé.

Después del fatigoso trámite, Corrales y el inspector salieron a la calle.

—Mucho raro, policía catalana de ocultación dijo el inspector.

—Raro por qué... Chist, vista a las diez, Maestro —dijo Corrales.

»Morena: te voy a convidar a algo pa'brir boca, que es la hora del aperitivo...

»Y ahora adónde vamos, Maestro —preguntó sin dejar de mirar cómo se alejaba la morena y temiendo que, llegados a este punto sin salida de la in vestigación, el inspector se volviera a la central de Lyon y él a su oficina de aduanas, donde rara vez tenía oportunidad de cambiar impresiones con veraneantes en bikini.

—Aaaah: ahora busca Innombrable robo misterioso —contestó el inspector.

—Ahí está: con un par... Pero dónde los buscamos, porque esta peña se mueven por el mapa como diablos.

—Aaaah, gran koan, sí. Tú y yo investiga mucho coche de Jazmín.

—Ah, cojonudo dijo Corrales.

Aunque ignorante del secuestro del Presidente en Madriz, el asalto de los Innombrables a la academia de idiomas de Calabella era razón de sobra para que el
President
de la Generalitat reuniera a su propio gabinete de crisis en el cuartito de la fotocopiadora del Parlament de Catalunya.

Asistían al encuentro los socios de gobierno, el líder de la oposición y un monje capuchino. Tan sorprendente selección se debía a que todos ellos esta ban al tanto de la puesta en marcha del Experimento Catalonia, cuyo germen se fraguó discretamente en Montsecret siendo anfitrión mosén Recaredo. La idea del Experimento era demostrar al mundo que aprender catalán también tenía interés para los extranjeros, ya fueran turistas o inmigrantes, la inmensa mayoría de los cuales, muy desconsideradamente, se instalaban en Cataluña limitando sus esfuerzos a aprender castellano y alegando la estúpida excusa de que ello les permitía entenderse con más de 300 millones de hablantes repartidos por medio mundo, incluido el 99,999 Por ciento de los catalanes.

La cuestión es que, en previsión de que los numerosos fascistas mesetarios opusieran alguna clase de objeción al uso del Reconector Neuronal, todo se pla neó bajo el más estricto secreto. De ahí que el lugar de reunión elegido para este segundo encuentro fuera tan marcadamente informal como el cuartito de la fotocopiadora del Parlament, y que, como de costumbre, quedara excluido de ella cualquier grupo que no fuera probadamente catalanista, lo que dejaba fuera a los
Citizens of swing
—partido minoritario de sospechosa vocación cosmopolita— y desde luego el Partido Español Por Excelencia de Cataluña —brazo regional del PEPE estatal—, presidido por un personaje que no separaba sus apellidos con vocal alguna, cuya higiene personal era cuanto menos dudosa, y que, en pocas palabras, era aborrecido por los catalanes ortodoxos hasta el extremo de ser apodado Gollum.

—¿Y a
Madrit
saben algo del Experimento? —preguntó Felip Rentafigues 1 Pastorets, de Unió Paradoxal de Catalunya, una vez que el
President
Andreu los hubo puesto a todos en antecedentes de lo acaecido la última semana.

—De momento, yo diría que no —respondió el
President
—. Pero la prensa ya habla esta mañana de cuatro cadáveres en Calabella, eso sin contar con que tenemos a ese cony de policía japonés hurgando por el pueblo, ni con que los Innombrables sabían exactamente dónde tenían que ir a buscar el Reconector... La prensa no ha relacionado todavía los cuatro muertos y el asalto a la academia de idiomas, pero cruzando información pueden hacerlo en cualquier momento, así que tenemos que estar preparados por si todo el asunto se hace público.

Déu nos en guard... —se santiguó mosén Recaredo.

Intervino Manel Gonsales 1 Lopes, de los Rojos Verds, que años antes de catalanizarse el nombre se había licenciado en Derecho para defender a los pro letarios iletrados de su Santa Coloma de Gramenet natal:

—Pero los voluntarios del Experimento firmaron un contrato, ¿no?: asumían que había un riesgo, y si son tan tontos que no leyeron la letra pequeña es culpa de ellos, ningún juez puede condenarnos por eso.

Interrumpió la reunión el sonido de un teléfono: Paraules d'amor senzilles 1 tendres, no en sabiem mes...

Procedía del móvil del
President
, y el politono en concreto le indicaba que la llamada era de la Agente 69, de modo que se apresuró a contestar alejándose todo lo que pudo en un rincón del angosto espacio: —Sí, hola... ¿hoy?, aq de julio... ¿Me llamas sólo para preguntarme eso?

Los demás siguieron su charla:

—El problema no va a ser ninguna sentencia judicial contra nadie en concretodijo la Montse Gutierres 1 Fernandes, de Esquema Pertinaz de Cata lunya—, el problema es que en Mordor nos quieren ver humillados, y Sauron aprovechará cualquier excusa para lanzarnos a los Jinetes Negros.

En cierta jerga muy del gusto de los jóvenes simpatizantes de Esquema PertinaC, «Sauron», o también «el Señor Oscuro», eran algunos de los sobre nombres de Fernández Plancha, secretario general del PEPE en Madriz y por tanto superior inmediato de Gollum. En cuanto a los Jinetes Negros, se podía nombrar así indistintamente a los miembros más conservadores del Tribunal Constitucional o a ciertos periodistas especialmente viperinos, entre los que José Domingo de la Cascada gozaba de una posición destacada.

—Fills meus: y si lo confesamos todo y pedimos perdón a las familias de los difuntos —propuso con humilde contrición mosén Recaredo, que estaba acostumbrado a redimirse de sus malas acciones mediante este tipo de fórmulas, tan sencillas como eficaces.

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