Las curiosas ballenas «astadas» que descubre la tripulación del Gnod en las costas de poniente son, en realidad, narvales. Y es cierto que uno de sus colmillos, recordando a los cuernos de los unicornios, se proyecta desde su boca hasta superar el metro de longitud. Además, estos misteriosos animales han sido siempre fuente de extravagantes historias entre los marinos.
Por otro lado, hablando de cuernos, no parece haber ningún hallazgo arqueológico que certifique la clásica imagen de los cascos vikingos, tocados con grandes cuernos, algo que, acorde a los textos de muchos estudiosos, se debe, más bien, al legado cinematográfico de Hollywood y no a la realidad histórica.
Y en cuanto al Gnod, permítaseme aclarar que yo no he tenido constancia de que ninguno de los barcos vikingos encontrados hasta el presente tuviera un bote auxiliar como el que describo, sin embargo, en las sagas se hace frecuente mención a los denominados «botes de remolque». Aunque no he hallado explicaciones más concretas sobre la técnica de transporte de estas falúas.
El tipo de duelo denominado
hólmgang
es una versión más civilizada de la antigua tradición del
einvigi
que Víkar clama, en el que no había juez ni límites y que solía terminar con la muerte de uno de los contrincantes, lo que provocaba, de hecho, una espiral de muerte y venganza entre los familiares de uno y otro luchador.
La boda entre Assur y Thyre la he contado respetando muchas de las cosas que, a día de hoy, se aceptan como ciertas en esas ceremonias, sin embargo, hay varios aspectos que he tenido que retocar. Por ejemplo, he pasado de puntillas sobre el asunto del «pago por la novia», porque me ha parecido algo difícil de aceptar para el lector de hoy en día; incluso a pesar de haber intentado dejar claro que la mujer tenía una preponderancia en la sociedad vikinga muy superior a la de épocas más modernas en otros lugares del mundo. Por ejemplo, aunque el matrimonio fuese concertado, no se solía aceptar que la novia estuviese en contra, pues se sabía que sería una pareja condenada al fracaso. Además, la mujer tenía el derecho a divorciarse y, como se ha mencionado en la novela, era la mujer la que guardaba la casa y se hacía responsable de la hacienda.
Por último, y para todos aquellos que quieran saborear algo de ese mundo vikingo del que se habla en
Assur
, permítanme que les proponga visitar la península escandinava y, muy especialmente, Noruega. Aunque, dicho esto, me une a mi tierra una obligación moral que no me perdonaría olvidar: hay en esta vieja Hispania desde la que escribo un lugar mágico que, todos los veranos, encuentra un día para festejar la libertad que consiguieron sus habitantes enfrentándose a los temibles demonios normandos: un lugar llamado Catoira, en las costas gallegas, un pueblo cuyas maravillosas gentes nos recuerdan cada agosto cómo aquellos difíciles tiempos de sangre y lucha marcaron el destino de las generaciones venideras con una sonada representación de un ataque vikingo. Vaya entonces para el Ayuntamiento y las gentes de Catoira mi más sincera felicitación y mi más sentida dedicatoria.
Escribiendo estas últimas líneas me siento también en la obligación de recordar a todo el que lo desee que, aunque su planta no es la de la época en la que transcurre la novela, el castillo de Sarracín, en la preciosa vega del río Valcarce, sigue ahí, en pie, para quien desee visitarlo y contemplar las mismas montañas de las que se habla en esta novela.
Y, cómo no, tampoco puedo dejar de recomendar el viaje a Santiago de Compostela, que hoy en día sigue siendo tan mágica y bella como en el siglo X. Una visita obligada, ya sea por una de las rutas de peregrinación establecidas (como el camino de los ingleses o norteño que sigue Assur), o por el mero placer del turismo.
Seguro que algo se me queda en el tintero, en cualquier caso, permítame, querido lector, recomendarle que se acerque a algunas de las referencias aquí hechas, estoy seguro de que encontrará tantas satisfacciones como yo mismo.
Por lo demás, gracias, de todo corazón, gracias.
Mapa de Galicia (siglo X)
Mapa de Vinland