Authors: Antonio Salas
Jorge Verstrynge Rojas nació en Tánger (Marruecos) en 1949. Político y politólogo, comenzó su carrera en el seno de la extrema derecha francesa. Fue diputado nacional (1982-1989) del partido Alianza Popular, precursor del actual Partido Popular que gobernó en España hasta 2004, y entre 1979 y 1986 secretario general de dicho partido, aunque con anterioridad había ocupado la Secretaría de Acción Territorial (1976-1978) y la Secretaría de Organización (1978-1979). Tras ser obligado a dimitir el 1 de septiembre de 1986 por su enfrentamiento con Manuel Fraga Iribarne, ex ministro de Francisco Franco durante la dictadura en España y después fundador de Alianza Popular, evolucionó ideológicamente hacia posturas políticas socialistas y europeístas. Posteriormente formó parte del Partido Socialista Obrero Español, aunque sin ocupar ningún cargo de importancia. En la actualidad forma parte de la Fundación de Investigaciones Marxistas y del Grupo Investigador THEORIA, y es profesor titular de Sistemas Políticos Comparados en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid. Además, es autor de diferentes libros como
Entre la cultura y el hombre
(1981);
Los nuevos bárbaros: centro y periferia en la política de hoy
(1997);
Frente al Imperio: guerra asimétrica y guerra total
(2007) o su autobiográfico
Memorias de un maldito
(1999).
Sin embargo, era otra de sus obras,
La guerra periférica y el Islam revolucionario. Orígenes, reglas y ética de la guerra asimétrica
(2005), la que me había llevado hasta el salón de su casa. Este libro, publicado inicialmente en España por la editorial El Viejo Topo, lo reeditó tiempo después en Venezuela la Fuerza Armada Nacional, con una tirada especial de treinta mil ejemplares, que se repartieron entre generales, jefes y oficiales, así como entre un selecto grupo de funcionarios de diversos ministerios. Esto motivó que Verstrynge visitase Venezuela para reunirse con el presidente Hugo Rafael Chávez Frías en varias ocasiones, prestando sus conocimientos y experiencia a la revolución bolivariana. De hecho, poco tiempo antes había participado en el I.er Foro Militar sobre Guerra de Cuarta Generación y Conflicto Asimétrico que se dictó en la Academia Militar de Caracas, donde había encandilado, me consta, a toda la audiencia con su verbo ágil y sus sólidos conocimientos políticos.
Durante unos minutos, mientras nos acomodábamos en el salón, charlamos espontáneamente. Y espontáneamente también me presentó a su hija y a su actual esposa, Mercedes, que tuvo la audacia de responderle a Hugo Chávez, «Un coñazo muy largo», cuando el presidente le preguntó qué le había parecido el discurso que acababa de pronunciar. En España,
coñazo
es un término coloquial para referirse a una cosa pesada y tediosa, pero su uso como calificativo para un discurso presidencial es cuando menos atrevido.
8
Como atrevidas serían muchas de las respuestas de Jorge Verstrynge a mis preguntas, en aquella primera conversación, que transcribo literalmente.
—¿Qué es la guerra asimétrica?
—Es la alternativa.
Pero la guerra asimétrica no permite ganar, solo permite hacer que el otro pierda. En la guerra asimétrica tú no vas a derrotar al Imperio, vas a hacer que al Imperio no le interese intervenir, porque al final él va a perder. El matiz es importante. Porque una guerra, al fin y al cabo, es una apuesta de riesgo calculado, en la que el beneficio que se espera es mayor a ese riesgo... Por tanto, si a través de la guerra asimétrica tú consigues que el riesgo sea mayor al beneficio, el Imperio no vendrá, porque no le compensa.
—La estrategia del desgaste. Los yanquis en Vietnam, Egipto o el Yemen, los judíos en Líbano, Indonesia en Timor Oriental... ¿son todos ejemplos de cómo es la guerra asimétrica?
—Sí, se trata de desgastar al contrario sin desgastarte tú. Nada de choque frontal. ¿Que pasa una columna de blindados? Pues que pase... ya nos ocuparemos de la retaguardia, de los abastecimientos, las patrullas que circulan... Es, por ejemplo, lo que está pasando en Iraq. La guerrilla no ha ganado, pero los americanos ya han perdido. Esto no significa que países como Venezuela, Irán u otros tengan que renunciar a los fundamentos básicos de la soberanía nacional: uno es que no haya bases extranjeras en tu territorio y el otro es la bomba atómica... Yo recuerdo los grandes movimientos pacifistas de los años sesenta gritando: «¡La bomba va a traer la guerra...!». Y al final la bomba trajo la paz. Porque al que la tiene no le ponen la mano encima. Es la garantía de la independencia total. Es el arma más democrática que existe, porque iguala al pequeño que tiene la bomba con el grande que también la tiene.
—¿Cómo se te ocurrió escribir un libro sobre el Islam revolucionario?
—El Islam revolucionario no era originalmente mi vocación, pero mi especialidad en la facultad, mi tesis, fue sobre la sociología de la guerra. Y, después, sobre el Islam revolucionario; es porque yo nací en un país árabe y les comprendo. Yo nací en Marruecos y después viví en Argelia. ¿Tú eres musulmán? —me pregunta directamente, y yo asiento—. Yo, la verdad, porque soy ateo, pero, si fuese creyente, habría sido musulmán. Sin ninguna duda.
—¿Y por qué relacionar guerra asimétrica e Islam?
—Son dos temas distintos en mi labor académica, pero que al final confluyen. Si analizamos la historia de las guerras, en Europa, vemos que tiene una evolución curiosa basada en una ley bélica que se llama «ascenso a los extremos». Es decir, cuando dos o más países se enfrentan entre sí siguen dos reglas: una se llama «Ley del duelo lógico», es decir, que por muchos bandos que haya, al final todos se reúnen en dos. Y la segunda, la de «ascenso a los extremos», dice que a lo largo del conflicto los bandos van a terminar utilizando el total de su poder bélico y la totalidad de la población de que disponen con tal de que ese sistema pueda seguir funcionando. Pero, claro, en 1945 el ascenso a los extremos lleva al máximo punto, que es la bomba atómica. Ya no puede ir a más, y a partir de ese momento se produce un descenso al extremo inferior, es decir, se moviliza más a la población y en lugar de acudir a medios de destrucción más masivos se acude a medios más sencillos: la guerrilla, el kamikaze, etcétera. Y la guerra del futuro es la guerra asimétrica. Y entonces me di cuenta de que la guerra asimétrica es una cosa muy antigua. Y que los árabes la habían utilizado ya, mucho antes incluso del nacimiento del Islam. Es una táctica bélica que han utilizado otros pueblos, pero los árabes fueron los primeros. En la actualidad, digamos que es la forma en que el Islam se defiende de las nuevas cruzadas, fundamentalmente norteamericanas, ya que no tiene otra, dado que cada vez que un país islámico ha intentado acceder a la bomba, se le ha impedido. Fue lo que dijo Yasser Arafat cuando le decían: «Es que usted hace atentados terroristas», y respondió: «Denme ustedes la aviación que tiene Israel, y yo no haré atentados terroristas».
—La guerrilla latinoamericana, que tiene tanta tradición, sería un ejemplo de guerra asimétrica...
—No creo. Yo creo que los que nos están dando la gran lección son los árabes. No hay comparación. Es decir, lo que está haciendo, por ejemplo, el pueblo iraquí en estos momentos, frente al Imperio, no tiene comparación en América Latina... Quizás en Cuba, pero solo en Cuba. Espero que nunca en Venezuela se llegue a ese punto. Y para no llegar a ese punto lo mejor es prepararse bien. Pero lo que está haciendo el pueblo iraquí es para decir: chapó. Está empantanando lo que se supone que es la primera potencia del mundo. Y yo, que soy medio francés, te digo que los franceses salimos de Argelia, después de estar allí ciento cincuenta años y meter casi seiscientos mil hombres, con el rabo entre las piernas, pero los gringos van a salir de Iraq sin rabo. Y eso es importante para la humanidad, porque le demuestra al gringo que no es el dueño. Y demuestra además que lo infinitamente débil es lo infinitamente fuerte.
—Hablamos de Islam revolucionario y mencionamos el ejemplo de Iraq, pero ¿no crees que en Iraq, más que hablar de un componente religioso en la resistencia, habría que hablar de una cuestión política, de un pueblo que defiende su tierra de un invasor extranjero, independientemente de la religión que tengan?
—No te quepa ninguna duda. Hablamos del país árabe más nacionalista. Del primero que se subleva contra el Imperio británico. Hasta tal punto que pidieron ayuda a los alemanes en 1940. Por tanto tuvieron dos cojones, con perdón. Iraq siempre fue el país más avanzado de Oriente Medio, donde hubo una revolución de clase media bastante avanzada, que respetaba la religión pero era laica, y siempre ha sido muy nacionalista. Pero el Imperio es tan imbécil que le ha entregado el país en bandeja a Ben Laden, cuando Iraq no tenían nada que ver antes con Ben Laden. Si los norteamericanos están empeñados en que Ben Laden sea Robin Hood, que así sea.
—En Palestina muchos pensamos que el apoyo de Israel a Hamas para que ganase las elecciones no solo se debía a un intento del MOSSAD para perjudicar a Al Fatah, sino que, incluyendo a Hamas en el listado de organizaciones terroristas internacionales antes de las elecciones, justificaría después el veto a las ayudas humanitarias para el pueblo palestino, que ahora sufrimos...
—No lo sé. No llego a tanto. Pero lo que sé es que Hamas fue en gran parte una creación del Estado de Israel para contrarrestar a Al Fatah, de la misma forma que Ben Laden fue una creación de la CIA para contrarrestar a los pro-soviéticos en Afganistán. Y que en ambos casos les ha salido mal. Como ha salido mal después en Iraq. Dijeron: «Vamos a ayudar a los chiies para cargarse a Saddam Hussein». Y les salió mal, como en Afganistán o en Palestina, porque estos son más duros de roer que los socialistas panarabistas de Nasser. Y no digamos ya cuando una persona como
Carlos
, Ilich Ramírez Sánchez, hace la síntesis entre los dos. Eso es puro explosivo, y no lo digo negativamente. Si una persona logra hacer la síntesis entre un Islam revolucionario y lo que el marxismo podía aportar y aportó durante un tiempo, como mecanismo de independencia de los pueblos, imagínate lo que eso puede dar de sí. Pero no es malo. En un momento en el que el derrumbamiento de la URSS hace que la ideología de la periferia, que era el marxismo, ya no pueda serlo, por ejemplo en Cuba, solo quedan dos alternativas. O el Islam, digamos que en el viejo continente, o la revolución bolivariana, en el nuevo continente. Esas son las dos únicas alternativas que hay actualmente al comunismo como ideología de la periferia, frente al Imperio.
Era un regalo del cielo que fuese el mismo Verstrynge quien sacase espontáneamente el tema de Ilich Ramírez en la entrevista. Así que aproveché ese guiño de la fortuna para profundizar en el tema:
—¿Y no crees que Comandante Carlos es el punto en común entre esas dos alternativas?
—No lo sé. Yo he leído a Ilich Ramírez Sánchez y me parece un tipo particularmente interesante. Me parece que es honesto en lo que dice, independientemente de los errores que haya podido cometer en el pasado. Yo soy medio francés, así que imagínate la gracia que me hace a mí Ilich Ramírez Sánchez desde el punto de vista terrorista. Pero debo reconocer que, intelectualmente, lo que él dice no es ninguna estupidez. Si la pregunta es si Ilich Ramírez es capaz de hacer una síntesis entre marxismo e Islam, yo creo que la ha hecho ya. Si la pregunta es si Ilich es capaz de hacer una síntesis entre bolivarianismo e Islam, pues ya no lo sé.
—¿Cómo dibujas tú la figura de Ilich Ramírez Sánchez, políticamente hablando?
—Yo creo que él lo ha sintetizado bastante bien en su libro
El Islam revolucionario
, cuando él dice que el Islam le trae al marxismo esa espiritualidad e idealismo y el marxismo le aporta al Islam esa capacidad analítica. Desde ese punto de vista, Ilich Ramírez Sánchez, si se le lee, puede aportar mucho. Pero no estoy seguro de que se le vaya a leer mucho. Ilich está en la cárcel, es un hombre marginado, y por mucho que tú puedas leerte su libro, o yo me lo lea, o hagamos algo sobre eso, yo creo que la única aportación que puede hacer Ilich Ramírez Sánchez es doctrinal. Seguir pensando sobre este tema, y seguir perfeccionando esa especie de síntesis entre Islam revolucionario y marxismo que él ha hecho. Como comprenderás, Ilich Ramírez ha sido lo suficientemente peligroso como para que no se le deje mover ahora ni una pestaña. De hecho, durante mucho tiempo no se le dejaba ni escribir en la cárcel.
—Estuvo dos años incomunicado, en un país europeo y «democrático», y ha sido multado por decir cosas como que la guerra de guerrillas que practicaba produce muchas menos víctimas que la guerra convencional...
—Sí, es verdad. Sobre todo el kamikaze produce pocas víctimas. O sea, el V. M., el llamado «voluntario de la muerte»... que ojalá no haya que recurrir nunca a él en Venezuela, porque es una cosa terrible. Pero Ilich Ramírez Sánchez tiene razón en una cosa, el V. M. sustituye un enfrentamiento de horas. Y ni siquiera es necesario que lleve una bomba. Puede haberse inoculado la peste, llega, te da un abrazo y acaba contigo. Claro, entonces el número de bajas disminuye considerablemente. Por ejemplo, si en un país enfrentado a una invasión «imperialista terrorista», intentas enfrentarte a él con medios militares convencionales, vas a tener miles de muertos. Como ocurrió en Iraq durante la primera guerra del Golfo, que hubo sesenta mil muertos, por cierto con bombas de aire-combustible con las que los americanos les bombardeaban cuando se estaban retirando de Kuwait. Sesenta mil muertos iraquíes y solo seis muertos en el bando americano. Evidentemente, enfrentarte al Imperio sobre la base de sus leyes de guerra es una locura, no puedes. Tu población va a ser aniquilada, o al menos de tu ejército no va a quedar nada. ¿Qué es lo único que puedes hacer? Cambiar las reglas. Yo no voy a enfrentarme contigo como tú quieres, sino como tú no quieres, y desde ese punto de vista la guerra asimétrica ahorra vidas. Claro que ahorra vidas, muchísimas vidas.
—Ilich habla también del atentado, o de la acción de guerra no convencional, como un marcador psicológico o ideológico...
—Bueno, todo el mundo sabe que la guerra asimétrica se basa en el terror, o sea, en la posibilidad de aterrorizar al que te ataca. Es a eso a lo que se refiere con lo de marcador psicológico. Por eso yo digo muchas veces a mis alumnos que aquel atentado terrorista que no se reivindica por aquel que usted cree que lo ha hecho, si no es reivindicado, es que no ha sido cometido por quien usted cree. Porque el que comete un acto terrorista inmediatamente dice: «He sido yo, yo soy quien tiene la capacidad del terror y por eso vas a negociar conmigo». Pero un atentado terrorista no reivindicado no sirve para nada.