Observadores del pasado: La redención de Cristóbal Colón (49 page)

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Authors: Orson Scott Card

Tags: #Ciencia Ficción

Esa noche llegó una docena de hombres a la aldea. Entre ellos se encontraba el propio Pinzón, herido en una pierna y llorando porque su hermano Vicente, capitán de la
Niña,
había muerto. Cuando su herida terminó de ser atendida, insistió en suplicar públicamente perdón al capitán general, cosa que Cristóforo concedió de buena gana.

Eliminada la última resistencia, las dos docenas de hombres que quedaban en el fuerte se aventuraron a salir para capturar algunos tainos, para convertirlos en esclavos o prostitutas. Fracasaron, pero dos tainos y un español murieron en la pelea. Guacanagarí envió a Diko un mensajero.

—Ahora los mataremos —dijo el mensajero—. Sólo quedan los malvados.

—Le dije a Guacanagarí que cuando llegara el momento estaría claro. Pero porque esperaste, sólo serán unos pocos, y los derrotarás fácilmente.

Los amotinados restantes que dormían confiados en la seguridad de su empalizada despertaron por la mañana y encontraron a sus guardianes muertos y el fuerte lleno de tainos armados y furiosos. Descubrieron que la amabilidad de los tainos era sólo una faceta de su carácter.

Cuando llegó el solsticio de verano de 1493, todo el pueblo de Ankuash había sido bautizado y se permitió a los españoles que habían aprendido suficiente taino para comunicarse bien que empezaran a cortejar a las mujeres de Ankuash o de otras aldeas. Igual que los españoles aprendían las costumbres tainas, también los aldeanos aprendían de los españoles.

—Están olvidándose de ser españoles —se quejó Segovia a Colón un día.

—Pero los tainos también se están olvidando de ser tainos —replicó Cristóforo—. Se están convirtiendo en algo nuevo, algo que el mundo ha visto rara vez antes.

—¿Y qué es eso? —demandó Segovia.

—No estoy seguro. Cristianos, creo.

Mientras tanto, Cristóforo y Ve-en-la-Oscuridad hablaban muchas horas cada día. Gradualmente él empezó a comprender que a pesar de todos los secretos que Diko conocía y todos los extraños poderes que parecía tener, no era un ángel ni ninguna otra clase de ser sobrehumano. Era una mujer, todavía joven, pero con mucho dolor y sabiduría en los ojos. Era una mujer y era su amiga. ¿Por qué debería sorprenderle eso? Era siempre gracias al amor de mujeres fuertes por lo que había encontrado las alegrías de su vida.

13. RECONCILIACIONES

13

RECONCILIACIONES

F
ue un encuentro que perduraría en la historia.

Cristóbal Colón era el europeo que había creado la Liga del Caribe, una confederación de tribus cristianas en todas las tierras que rodeaban el mar Caribe al este, norte y sur.

Yax era el rey zapoteca que, siguiendo la obra de su padre uniendo todas las tribus zapotecas y formando una alianza con el imperio tarascano, conquistó a los aztecas y llevó su sabiduría en la construcción de barcos y el uso del hierro al nivel cultural más alto conseguido en el hemisferio occidental.

Sus logros eran notablemente paralelos. Ambos hombres habían puesto fin a la prolífica práctica de los sacrificios humanos en las tierras que gobernaban. Ambos hombres habían adoptado formas de cristianismo que se fundieron fácilmente cuando se encontraron. Colón y sus hombres habían enseñado la navegación europea y algunas técnicas para construir barcos a los tainos y, cuando se convirtieron al cristianismo, también a los caribes. Con Yax, los barcos zapotecas comerciaban a todo lo largo y ancho de ambas costas del imperio. Aunque las islas caribes eran demasiado pobres en hierro para que igualaran los logros de los herreros taráscanos, cuando Colón y Yax unieron sus imperios en una sola nación todavía quedaban suficientes miembros de la tripulación española que sabían tratar el metal para ayudar a los taráscanos a dar el salto hacia la fabricación de armas de fuego.

Los historiadores contemplaban el encuentro en Chichén Itzá como el más grande momento de reconciliación de la historia. Imaginad lo que habría sucedido si Alejandro, en vez de conquistar a los persas, se hubiera unido a ellos. Si los romanos y los partos se hubieran convertido en una sola nación. Si los cristianos y musulmanes, si los mongoles y los chinos....

Pero eso era inimaginable. El único motivo por el que podían creer que fuera posible con la Liga del Caribe y el Imperio Zapoteca era que en efecto sucedió.

En la gran plaza central de Chichen Itzá, donde antiguamente se torturaban y sacrificaban seres humanos en ofrenda a los dioses mayas, el cristiano Colón abrazó al pagano Yax, y luego lo bautizó. Colón presentó a su hija y heredera, Beatriz Tagiri Colón, y Yax presentó a su hijo y heredero, Ya-Hunahpu Ipoxtli. Se casaron en el acto, mientras Colón y Yax abdicaban en favor de sus hijos. Naturalmente, ambos seguirían siendo el poder tras el trono hasta la muerte, pero la alianza se mantuvo y así nació el estado conocido como Caribia.

Fue un imperio bien gobernado. Mientras se permitía que todas las tribus diferentes y los grupos lingüísticos que lo componían se gobernaran a sí mismos, se impusieron una serie de leyes uniformes, permitiendo el comercio y el libre movimiento por toda Caribia. El cristianismo no se estableció como religión del estado, pero los principios de la no-violencia y el control comunitario de la tierra fueron uniformes, y los sacrificios humanos y la esclavitud quedaron terminantemente prohibidos. A causa de esto, los historiadores fecharon el principio de la era humanista en el momento de ese encuentro entre Yax y Colón: el solsticio de verano del año 1519, según el cómputo cristiano.

La influencia europea producida por Colón fue poderosa, considerando que sólo él y un puñado de hombres y oficiales tuvieron oportunidad de difundir su cultura. Pero habiendo llegado a Haití, una tierra sin escritura, no debería haber resultado sorprendente que se adoptara el alfabeto español para escribir los lenguajes taino y caribe, o que el español fuera adoptado con el tiempo como el lenguaje del comercio, el gobierno y los registros históricos de toda la Liga del Caribe. Después de todo, el español era el idioma que ya tenía el vocabulario para tratar con el cristianismo, el comercio y la ley. Sin embargo, en modo alguno fue una conquista europea. Fueron los españoles quienes renunciaron a la idea de la propiedad privada de la tierra, que había sido siempre una gran causa de desigualdades en el antiguo mundo; fueron los españoles quienes aprendieron a tolerar diferentes religiones y culturas sin tratar de forzar la uniformidad. Cuando la conducta de la expedición española de Colón se compara con el registro de intolerancia marcado por la Inquisición, la expulsión de los judíos y la guerra contra los moros en la propia España, queda claro que aunque la cultura española proporcionó unas cuantas herramientas útiles (una
lingua franca,
un alfabeto, un calendario) fueron los tainos quienes enseñaron a los españoles lo que significaba ser cristiano.

Había otra similitud entre Yax y Colón. Cada uno de ellos tenía un enigmático consejero. Se decía que el mentor de Yax, Un-Hunahpu, venía directamente de Xibalba, y ordenó a los zapotecas acabar con los sacrificios humanos y buscar un dios sacrificado que más tarde identificaron con Jesucristo. El mentor de Colón era su esposa, una mujer de piel tan oscura que decían que era africana, aunque por supuesto eso no podía ser cierto. La mujer era llamada por los tainos Ve-en-la-Oscuridad, pero Colón (y la historia) la conocían por Diko, aunque el significado de su nombre, si lo tenía, se perdió. Su papel no estaba tan claro a los ojos de los historiadores como el de Hunahpu, pero se sabía que cuando Colón huyó de los amotinados fue Diko quien lo aceptó, lo cuidó, y al abrazar el cristianismo le ayudó a iniciar su gran obra de conversión entre los pueblos del mar Caribe. Algunos historiadores especulaban con que fue Diko quien domó la brutalidad de los cristianos españoles. Pero el propio Colón era una figura tan poderosa que resultaba difícil imaginar a nadie a su sombra.

Ese día de 1519, cuando terminaron las ceremonias oficiales, mientras los festines y danzas por la unión de los dos reinos se continuaban durante la noche, hubo otra reunión, de la que no fueron testigos más que los participantes. Se encontraron en la cima de la gran pirámide de Chichén Itzá, una hora antes del amanecer. Ella acudió primero y lo esperó en la oscuridad. Cuando él llegó a lo alto de la torre y la vio, al principio se quedó sin habla, igual que ella. Se sentaron uno frente a otro. Ella había traído esterillas para que no tuvieran que sentarse sobre la dura piedra. Él había traído un poco de comida y bebida, que compartieron. Comieron en silencio, pero el verdadero festín fue la forma en que se miraban.

Finalmente, ella rompió el silencio.

—Has tenido más éxito del que soñábamos, Hunahpu.

—Y tú también, Diko.

Ella sacudió la cabeza.

—No, no fue difícil después de todo. Él cambió solo. Los Intervencionistas eligieron bien cuando lo convirtieron en su herramienta.

—¿Y eso es lo que hemos hecho de él? ¿Nuestra herramienta?

—No, Hunahpu. Yo lo convertí en mi marido. Tenemos siete hijos. Nuestra hija es reina de Caribia. Ha sido una buena vida. Y tu esposa, Xoc. Parece una mujer amable y amorosa.

—Lo es. Y fuerte. —Él sonrió—. La tercera mujer más fuerte que he conocido.

De repente, las lágrimas corrieron por el rostro de Diko.

—Oh, Hunahpu, echo tanto de menos a mi madre.

—Yo también la echo de menos. Todavía la veo a veces en mis sueños, extendiendo la mano para conectar el interruptor.

Ella estiró la mano y la colocó sobre la rodilla de él.

—Hunahpu, ¿olvidaste que una vez nos amamos?

—Ni un solo día. Ni una sola hora.

—Casi pensé: Hunahpu estará orgulloso de mí por haber hecho esto. ¿Fue deslealtad por mi parte? ¿Anhelar el día en que pudiera mostrarte mi trabajo?

—¿Quién más podría haber comprendido lo que conseguí? ¿Quién podría saber más que yo cuan por encima de nuestros sueños has tenido éxito?

—Cambiamos el mundo —dijo ella.

—Por ahora, al menos —dijo Hunahpu—. Todavía pueden encontrar medios para cometer los mismos viejos errores.

Ella se encogió de hombros.

—¿Se lo dijiste? —preguntó Hunahpu—. ¿Quiénes somos y de dónde venimos?

—Tanto como pudo comprender. Sabe que no soy un ángel, al menos. Y sabe que hubo otra versión de la historia, donde España destruyó al pueblo caribe. Lloró durante días cuando lo comprendió.

Hunahpu asintió.

—Yo traté de contárselo a Xoc, pero para ella había poca diferencia entre Xibalba y Vigilancia del Pasado. Llámalos dioses o investigadores, no vio mucha diferencia práctica. ¿Sabes?, yo tampoco veo ninguna diferencia significativa.

—No parecían dioses cuando estábamos entre ellos. Eran sólo mi padre, mi madre y sus amigos —dijo Diko.

—Y para mí era un trabajo. Hasta que te encontré. O tú me encontraste a mí. O comoquiera que ocurriese.

—Ocurrió —dijo ella tajante.

Él ladeó la cabeza y la miró, para hacerle saber que sabía que hacía una pregunta capciosa.

—¿Es cierto que no vas a ir con Colón cuando navegue hacia el este?

—No creo que España esté preparada para un embajador casado con una africana. No los hagamos tragar demasiado.

—Es un anciano, Diko. Puede que no viva para regresar a casa.

—Lo sé.

—Ahora que vamos a convertir a Atetulka en la capital de Caribia, ¿vendrás aquí a vivir? ¿A esperar su regreso?

—Hunahpu, no estarás esperando que a nuestra edad empecemos a dar mal ejemplo, ¿verdad? Aunque admito sentir curiosidad por las doce cicatrices que según le leyenda llevas en tu... persona.

Él se echó a reír.

—No, no te estoy proponiendo un romance. Amo a Xoc y tú amas a Colón. Los dos tenemos todavía demasiado trabajo por hacer para ponerlo en peligro. Pero esperaba tu compañía. Para conversar.

Ella lo pensó, pero al final sacudió la cabeza.

—Sería demasiado... duro para mí. Esto ya lo es. Verte me devuelve a otra vida. Una época en que fui otra persona. Tal vez de vez en cuando. Cada pocos años... Navega hasta Haití y visítanos en Ankuash. Mi Beatriz querrá venir a la casa en la montaña. En Atetulka debe de hacer mucho calor.

—Ya-Hunahpu está deseando ir a Haití. Se ha enterado de que las mujeres no llevan ropa.

—En algunos sitios aún van desnudas. Pero los colores fuertes son la última moda. Creo que se sentirá decepcionado.

Hunahpu le cogió la mano.

—Yo no lo estoy.

—Ni yo.

Mantuvieron así las manos durante largo rato.

—Estaba pensando en el tercero que se ganó un sitio en lo alto de esta torre —dijo Hunahpu.

—Yo también pensaba en él.

—Rehicimos la cultura para que Europa y América, Caribia, pudieran encontrarse sin que ninguna quedara destruida —dijo Hunahpu—. Pero él es quien nos concedió el tiempo necesario para hacerlo.

—Murió rápidamente —dijo Diko—. Pero no sin plantar las semillas de la sospecha entre los españoles. Su muerte debió de ser grandiosa. Pero me alegro de habérmela perdido.

Las primeras luces del amanecer habían asomado sobre la jungla, al este. Hunahpu lo advirtió, suspiró y se puso en pie. Entonces Diko lo imitó. Al verla, Hunahpu se echó a reír.

—Había olvidado lo alta que eres.

—Me estoy encorvando un poco últimamente.

—No me sirve de consuelo.

Bajaron de la pirámide por separado. Nadie los vio. Nadie descubrió que se conocían.

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