Psicoanálisis de los cuentos de hadas (55 page)

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Authors: Bruno Bettelheim

Tags: #Ensayo

El hecho de intentar despojar al marido de su naturaleza animal, atándole a su existencia humana con una cuerda es un detalle insólito. Es mucho más frecuente el tema de la mujer a la que se prohíbe iluminar o ver el secreto del hombre. En «Eros y Psique», es una lámpara de aceite la que alumbra lo prohibido. En el cuento noruego «Al este del sol y al oeste de la luna» es la luz de una vela la que muestra a la esposa que su marido no es un oso blanco, apariencia que asume durante el día, sino un hermoso príncipe que ahora debe abandonarla.
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El título indica lo lejos que llegó la esposa en su búsqueda antes de poderse reunir con su marido. En estas historias, es evidente que el esposo hubiera recuperado su forma humana en un futuro inmediato —el oso de «Al este del sol y al oeste de la luna» tarda un año, mientras que el cerdo encantado necesita sólo tres días— si la esposa hubiera sabido contener su curiosidad.

Nos damos cuenta de que la mujer desea averiguar algo, referente a la naturaleza animal del marido, porque el error fatal que comete en gran parte de las historias consiste en arrojar luz sobre el marido mientras duerme. Este hecho no se menciona directamente, pero hay siempre algún personaje que induce a la mujer a actuar en contra de las advertencias del marido. En «Eros y Psique» el oráculo y las hermanas de la protagonista le aseguran que Eros es un terrible dragón; en «Al este del sol y al oeste de la luna», es la madre quien dice a la muchacha que es probable que el oso sea un duende, con lo que le indica implícitamente que debería intentar descubrir algo sobre su existencia. La bruja que propone la idea de sujetar una cuerda alrededor de la pierna del marido en «El cerdo encantado» es asimismo una mujer vieja. Así pues, los cuentos de hadas insinúan que son las mujeres maduras las que inculcan a las jóvenes la idea de que los hombres son semejantes a las bestias; y que las angustias sexuales no son el resultado de las propias experiencias sino de las de otros que se las han transmitido. Las historias postulan también que, si las muchachas atienden y creen estas indicaciones, su felicidad conyugal puede peligrar. El hechizo del animal-esposo suele ser obra de una mujer vieja: Afrodita, que quería vengarse de Psique, ofreciéndola a una abominable bestia; una madrastra que hechiza al oso blanco, y una bruja que convirtió a un hombre en cerdo. Este acontecimiento es una repetición del tema central: es una mujer madura la que hace que los hombres tengan la apariencia de animales a los ojos de las muchachas.

Si el «animal-esposo» es un símbolo de las angustias sexuales de la muchacha, dejando aparte si ella misma las provocó o si son consecuencia de influencias externas, sería lógico esperar que este animal-esposo fuera una persona normal durante el día, pero no durante la noche. ¿Qué pretenden mostrar las historias cuando afirman que el protagonista se presenta bajo la forma de un animal a plena luz del día, mientras que por la noche, en la cama, aparece como una criatura adorable?

Estoy convencido de que estos cuentos dan a conocer profundas percepciones psicológicas. Gran parte de las mujeres que, consciente o inconscientemente, experimentan el sexo como algo «semejante a un animal» y están resentidas con el hombre que las privó de su virginidad se manifiestan de modo muy distinto cuando disfrutan durante la noche con el hombre que aman. Pero una vez éste se separa de ellas, las angustias y resentimientos vuelven a aparecer a la luz del día, junto con los celos experimentados frente al sexo opuesto. Lo que es agradable durante la noche se ve de manera diferente durante el día, sobre todo cuando reaparece el mundo de actitudes críticas respecto al placer sexual (advertencia de la madre de que el marido puede ser un duende). Asimismo existen gran número de hombres que se sienten de un modo determinado durante sus experiencias sexuales y de otro muy distinto cuando los resentimientos y las angustias arcaicas no están sometidos al placer momentáneo.

Las historias del ciclo animal-esposo aseguran al niño que el temor que siente frente al sexo, visto como algo peligroso y brutal, no es, en absoluto, algo que sólo él experimenta, sino que muchas otras personas comparten esta sensación. El niño irá descubriendo, a pesar de sus angustias, que su pareja sexual no es una criatura horrible sino una persona encantadora, a medida que los personajes de la historia van desvelando su secreto. A nivel preconsciente, este tipo de cuentos transmite al pequeño que gran parte de su ansiedad le ha sido inculcada por lo que otros le han dicho, y que las cosas pueden ser muy distintas cuando uno las experimenta directamente, en lugar de observarlas desde el exterior.

A otro nivel, los cuentos parecen indicar que el hecho de arrojar luz sobre este tema no resuelve el problema, aunque demuestre que la ansiedad que uno experimentaba no tenía fundamento alguno. Es un largo proceso —y el intentar acelerarlo no hace más que posponerlo— que exige un considerable esfuerzo. Para superar las angustias sexuales, es necesario llegar a ser una persona total, lo cual no puede conseguirse más que a través de grandes sufrimientos.

Otra de las conclusiones que se desprende de estas historias, quizá menos importante hoy en día que en otros tiempos, es que el hombre debía conquistar a la mujer, al igual que el cerdo viene de lejos para conseguir a la princesa, y el enorme oso blanco tiene que hacer todo tipo de promesas para obtener a su esposa. Sin embargo, de acuerdo con el relato, esto no es suficiente para que el matrimonio sea plenamente feliz. La mujer tiene que esforzarse tanto como el hombre y tiene que ir en su búsqueda al igual que él.

Es posible que el oyente no capte los otros matices psicológicos de estas historias, pero, a nivel inconsciente, pueden hacer mella en él, sensibilizándolo a las dificultades que pueden entrañar las relaciones con otras personas, cuando no se entienden correctamente. Por ejemplo, cuando el cerdo se revuelca deliberadamente en el barro y pide que su esposa le bese, se comporta como la persona que teme no ser lo suficientemente aceptable y se pone a prueba presentándose peor de lo que es en realidad, porque sólo así, siendo aceptado bajo esta desagradable apariencia, se siente seguro. Es decir, en estas historias del ciclo animal-esposo, se yuxtaponen las ansiedades del hombre, que teme que su esposa no acepte su tosquedad, con las angustias de ésta acerca de la naturaleza brutal del sexo.

Muy distinto es el detalle que permite a la esposa del cerdo encantado reunirse con su marido. Para superar la última etapa, la muchacha se ve en el trance de tener que cortarse el dedo meñique. La «llave» de su felicidad se basa en su sacrificio personal y definitivo. Evidentemente, se trata de un sacrificio simbólico —la historia no menciona en absoluto que su mano quede mutilada ni que de su herida salga sangre— que sugiere que en un matrimonio feliz es más importante la relación entre ambos cónyuges que la completa integridad del cuerpo.
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Sin embargo, el significado de la habitación secreta, en la que no hay que penetrar si se quiere evitar cualquier desgracia, queda todavía por comentar. Es mejor analizarlo en función de las mayores calamidades que entraña esta transgresión en otras historias cuyo tema gira en torno a esta prohibición.

«Barbazul»

Barbazul es el más monstruoso y salvaje de todos los maridos de los cuentos de hadas. En realidad, esta historia no es un verdadero cuento de hadas, pues con la única excepción de la huella indeleble de sangre en la llave, que demuestra que la esposa de Barbazul ha entrado en la habitación secreta, no sucede nada extraordinario ni mágico a lo largo del relato. Y lo que es más, tampoco observamos ningún proceso de desarrollo en los personajes; aunque al final el malo sea castigado, esto no aporta ningún consuelo ni alivio. «Barbazul» es una historia inventada por Perrault, por lo que no existen antecedentes de ella en los cuentos populares, al menos en los que hasta ahora se conocen.
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Hay tan sólo unos pocos relatos cuyo tema central sea el de una habitación prohibida en la que están guardadas todas las mujeres que han sido asesinadas previamente por su curiosidad. En algunos cuentos rusos y escandinavos, quien impide la entrada en el cuarto es un animal-esposo, hecho que indica una cierta relación entre las historias del ciclo animal-novio y las del estilo de «Barbazul». De estas últimas, las más conocidas son «El pájaro de Fitcher» de los hermanos Grimm y el cuento inglés «Sr. Zorro».
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En «El pájaro de Fitcher» un hechicero rapta a la mayor de tres hijas. La advierte de que puede entrar en todas las habitaciones que desee menos en una, que sólo se puede abrir con la llave más pequeña. La muchacha debe prescindir de este cuarto si no quiere ser castigada con la pena de muerte. Además, el brujo entrega a la niña un huevo, que debe llevar siempre consigo, porque si lo pierde la desgracia se cernirá sobre ella. No pudiendo resistir a la tentación, la muchacha abre la puerta prohibitiva y penetra en una sala repleta de sangre y de cadáveres. Con su espanto deja caer el huevo, que se ensucia de sangre y ya no se puede lavar. Esta es la prueba que la traiciona ante el hechicero que termina matándola como a todas las otras. Acto seguido, el malvado ser se apodera de la hermana mediana, que corre la misma suerte que la muchacha.

Por último, arrebata a la pequeña y se la lleva a su escondite. Pero ésta logra engañarle dejando el huevo cuidadosamente fuera de la habitación antes de entrar a explorarla. Al descubrir a sus hermanas, une de nuevo sus miembros, devolviéndoles así la vida. A su regreso, el hechicero cree que la niña ha sido fiel y, como recompensa, le dice que se convertirá en su mujer. Pero la muchacha vuelve a engañarle devolviendo a sus hermanas, cargadas de oro, a casa de sus padres. Luego se unta el cuerpo de pega y lo cubre de plumas hasta parecer un extraño pájaro —de ahí el título del cuento—, que escapa fácilmente. Al final, el hechicero y todos sus compinches son quemados en una hoguera. En los cuentos de hadas de este estilo, en el último momento son resucitadas todas las víctimas, y el personaje malvado no es ningún ser humano.

«Barbazul» y «El pájaro de Fitcher» se comentan en este apartado porque se trata de historias que llevan hasta su forma extrema el tema de que la mujer, como prueba de confianza, no debe fisgonear en los secretos del hombre. Pero, vencida por su curiosidad, la muchacha hace caso omiso de la prohibición, cosa que le acarrea graves consecuencias. En «El cerdo encantado» las tres niñas invaden la habitación en la que se encuentra un libro que predice su futuro. Como «El cerdo encantado» tiene este aspecto en común con «Barbazul», comentaremos ambas historias a la vez para clarificar mejor el significado de la habitación prohibida.

En «El cerdo encantado», lo que las muchachas descubren en el libro oculto es la información sobre sus respectivos matrimonios. Así pues, la verdadera prohibición del padre se refería concretamente al conocimiento carnal; actualmente también se impide a los niños que consulten libros que contengan información sexual, guardándolos fuera de su alcance.

Tanto en el caso de Barbazul como en el del hechicero de «El pájaro de Fitcher», parece evidente que cuando un hombre entrega la llave de una habitación a la mujer, advirtiéndole al mismo tiempo de que no entre en ella, pone a prueba su fidelidad respecto a sus órdenes y, en sentido más amplio, respecto a él mismo. A continuación, el personaje masculino parte o finge partir durante un tiempo para comprobar si ella es capaz de resistir la tentación. Al volver inesperadamente, se encuentra con que su confianza ha sido traicionada. La naturaleza de la traición se puede inferir del castigo que recibe el culpable: la ejecución. En otros tiempos, en algunos lugares del mundo, el marido castigaba un único delito de la mujer con la muerte: la infidelidad sexual.

Teniendo en cuenta este hecho, consideremos ahora qué es lo que delata a la mujer. En «El pájaro de Fitcher» se trata de un huevo, mientras que en «Barbazul» es una llave. Ambos son objetos mágicos, en el sentido de que, una vez manchados de sangre, no pueden lavarse con nada. Este tema es muy antiguo. Sea cual sea el contexto en que los encontremos, son siempre un signo de que se ha cometido una acción malvada, normalmente un asesinato.
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El huevo es un símbolo de la sexualidad femenina que, por lo que parece, debía ser conservado intacto por las protagonistas de «El pájaro de Fitcher». La llave que abre la puerta de una habitación secreta provoca asociaciones con el órgano sexual masculino, en especial con las primeras relaciones sexuales, cuando se desgarra el himen y se impregna de sangre. Si este es uno de los significados ocultos, parece lógico que no se pueda eliminar con nada: la desfloración sexual es irreversible.

En «El pájaro de Fitcher», la fidelidad de las protagonistas se pone a prueba antes de contraer matrimonio. El hechicero planea casarse con la hermana menor porque ha sido capaz de engañarle, haciéndole creer que no le ha desobedecido. En la historia de «Barbazul» de Perrault, se nos cuenta que tan pronto como el protagonista emprende su viaje fingido, se celebra una gran fiesta, a la que asisten invitados que nunca hubieran osado entrar en la casa estando presente el dueño. Lo que sucedió entre la mujer y sus invitados, en ausencia de Barbazul, se deja a nuestra imaginación, pero la historia deja bien sentado que todo el mundo se divirtió lo que pudo. El huevo y la llave manchados de sangre indican que la mujer tuvo relaciones sexuales. Por lo tanto, podemos comprender su fantasía angustiosa que le hace imaginar cadáveres de mujeres asesinadas por cometer este mismo delito.

Todas estas historias ponen de manifiesto las irresistibles tentaciones que llevan a la mujer a hacer lo que se le ha prohibido. Es difícil concebir una manera más eficaz de seducir a una persona que con estas palabras: «Estaré fuera durante un tiempo; en mi ausencia puedes visitar todas las habitaciones excepto una. Esta es la llave de la puerta prohibida que no debes abrir». Así pues, a un nivel oculto tras los detalles repugnantes de la historia, «Barbazul» es un cuento que trata de las tentaciones sexuales.

A un nivel mucho más evidente, este relato trata de los aspectos destructivos del sexo. Pero si observamos la historia con detenimiento, nos damos cuenta de que existen en ella extrañas discrepancias. Por ejemplo, en el cuento de Perrault, la esposa de Barbazul no pide ayuda a ninguno de los invitados después del macabro descubrimiento. No le confía el secreto ni siquiera a su hermana Ana, ni la llama para que acuda en su ayuda; todo lo que le dice es que salga a esperar a los hermanos que están a punto de llegar. Por último, la esposa de Barbazul no escoge el camino que parecería más evidente: no corre para ponerse a salvo, ni trata de esconderse o de disfrazarse. Esto es lo que sucede exactamente en «El pájaro de Fitcher» y en un cuento de hadas paralelo de los Hermanos Grimm, «El novio ladrón», en el que la protagonista se esconde primero, y escapa después, para acabar engañando a los ladrones asesinos para que acudan a una fiesta en la que son desenmascarados. La conducta de la esposa de Barbazul parece indicar dos cosas: que lo que ve en el cuarto prohibido no es más que producto de su imaginación; o que ha traicionado a su marido pero tiene la esperanza de que él no podrá descubrirlo.

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