Psicoanálisis de los cuentos de hadas (57 page)

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Authors: Bruno Bettelheim

Tags: #Ensayo

El palacio de la Bestia, en el que todos los deseos de Bella se cumplen inmediatamente, tema ya comentado en «Eros y Psique», es una fantasía narcisista típica de los niños. Es raro el niño que no haya deseado alguna vez una existencia en la que no se le exija nada y en la que todos sus deseos se realicen con sólo pronunciarlos. El cuento de hadas advierte de que una vida semejante, lejos de ser satisfactoria, se convierte en algo vacío y monótono, hasta el punto de que Bella llega a desear ardientemente las diarias visitas de la Bestia, que, en un principio, la aterrorizaban.

Si nada interrumpiera este sueño narcisista, no tendría sentido continuar con esta historia; se nos muestra que el narcisismo, a pesar de su aparente atractivo, no comporta una vida de satisfacciones: ni siquiera es vida. Bella vuelve a la vida cuando se entera de que su padre la necesita. En algunas versiones de este relato, el hombre ha caído gravemente enfermo, en otras sufre por la ausencia de su hija, pero, en cualquier caso, su situación sigue siendo desesperada. Esta noticia altera la no-existencia narcisista de Bella, con lo que empieza a actuar de nuevo y, tanto ella como la historia, tienen una nueva vida.

Sumida en el conflicto entre el amor por su padre y la necesidad de la Bestia, Bella abandona a esta última para acudir junto a su padre. Pero, gracias a ello, se da cuenta del afecto que siente por la Bestia, símbolo del debilitamiento de las relaciones con su padre y de la transferencia de su amor hacia la Bestia. Tan sólo después de la decisión de Bella de abandonar el hogar paterno para reunirse con la Bestia —es decir, después de haber resuelto los vínculos edípicos con el padre—, el sexo, que antes era experimentado como repugnante, se transforma ahora en algo sumamente hermoso.

Lo dicho constituye un remoto precedente de la opinión de Freud de que el niño debe experimentar el sexo como algo repulsivo, en tanto que sus anhelos sexuales estén vinculados al progenitor, porque sólo mediante esta actitud negativa respecto al sexo puede evitar la transgresión del tabú del incesto, que posibilita la estabilidad familiar. No obstante, en un desarrollo normal, los impulsos sexuales, una vez que se han desligado del padre para dirigirse a una pareja más adecuada, dejan de parecer algo brutal para convertirse en una hermosa experiencia

«La bella y la bestia», al ilustrar los aspectos positivos del vínculo edípico, mostrando lo que tiene que suceder a lo largo del desarrollo, merece los elogios que Iona y Peter Opie le dedican en
The Classic Fairy Tales.
Lo califican de «el cuento más simbólico y satisfactorio después de Cenicienta».

«La bella y la bestia» comienza con la visión inmadura que atribuye al hombre una existencia dual: la animal y la espiritual, simbolizada por Bella. En el proceso de maduración, estos aspectos artificialmente aislados de nuestra personalidad han de llegar a unirse, pues sólo así podremos alcanzar la completa autorrealización humana. En «La bella y la bestia» no hay secretos sexuales que deban permanecer ignorados, y cuyo descubrimiento precise de un largo y penoso viaje en busca de sí mismo antes de obtener la felicidad final. Por el contrario, en este cuento no hay secretos ocultos, sino que se desea ardientemente que se ponga de manifiesto la verdadera naturaleza de la Bestia. El averiguar lo que el animal es en realidad, o mejor dicho, el descubrir la encantadora y amable persona que se esconde tras esa apariencia, conduce directamente al final feliz de la historia. La esencia del relato no es únicamente el creciente amor de Bella por la Bestia ni la transferencia al animal del afecto que la muchacha siente por el padre, sino su propio proceso de desarrollo. Bella pasa de la creencia de que tiene que elegir entre el amor por su padre y el amor por la Bestia, al descubrimiento de que el considerar como antagónicos estos dos afectos comporta una visión inmadura de las cosas. Al transferir el amor edípico original a la Bestia, Bella otorga a su padre un afecto mucho más satisfactorio para éste. Así, puede recuperarse de su enfermedad y vivir una existencia feliz al lado de su querida hija. Este mismo hecho devuelve a la Bestia su carácter humano, con lo que da comienzo una vida de felicidad conyugal para ambos.

La unión de Bella con la Bestia, que ha recobrado ya su apariencia humana, simboliza la reconciliación de los aspectos espirituales y animales que coexisten en el hombre y que antes habían sido disociados. En el cuento, esta separación se describe como una enfermedad, pues, tanto el padre como la Bestia, al estar alejados de Bella y de lo que ésta representa, llegan casi al borde de la muerte. Este elemento marca también el punto final de la evolución de una sexualidad inmadura y centrada en sí misma (es decir, una sexualidad fálico-agresivo-destructiva) a otra que encuentra plena satisfacción en una relación humana de mutua y profunda entrega: la Bestia está a punto de morir por la nostalgia que siente al estar separada de Bella, que representa tanto la mujer amada como Psique nuestro espíritu. Se describe el desarrollo de una sexualidad primitiva, egoísta y agresiva hacia otra que sólo se completa si es parte integrante de una relación amorosa libremente elegida. Por esta razón, la Bestia acepta a la muchacha en lugar del padre; pero sólo después de estar segura de que Bella ha consentido voluntariamente a este cambio. También acepta pacientemente su rechazo cada vez que la pide en matrimonio, sin aproximarse a ella hasta que por fin la muchacha le declara su amor.

Traduciendo el lenguaje poético de los cuentos de hadas en términos psicoanalíticos, la boda de Bella y la Bestia no es más que la humanización y la socialización del ello por parte del super-yo. En consecuencia, resulta muy apropiado que en «Eros y Psique» el fruto de una unión semejante sea un vástago; llamado Placer, es decir, un yo que nos proporciona las satisfacciones necesarias para una vida placentera. A diferencia del mito, el cuento de hadas no expone abiertamente las ventajas de la unión de los protagonistas, sino que se vale de una imagen mucho más expresiva: un mundo en el que los buenos viven completamente felices y los malos —las hermanas— pueden redimirse.

Todo cuento de hadas es un espejo mágico que refleja algunos aspectos de nuestro mundo interno y de las etapas necesarias para pasar de la inmadurez a la madurez total. Para aquellos que se sienten implicados en lo que el cuento de hadas nos transmite, éste puede parecer un estanque tranquilo y profundo que a simple vista refleja tan sólo nuestra propia imagen, pero detrás de ella podemos descubrir las tensiones internas de nuestro espíritu, es decir, sus aspectos más ocultos y el modo en que logramos la paz con nosotros mismos y con el mundo externo, que es la recompensa que recibimos por todas nuestras luchas y esfuerzos.

La elección de las historias que aquí se han comentado fue prácticamente arbitraria, aunque en cierto modo nos hemos servido de la popularidad de que gozan dichos cuentos. Puesto que cada uno de ellos refleja una parte de la evolución interna del hombre, la segunda parte del libro está encabezada por cuentos en los que el pequeño protagonista lucha por obtener su independencia: en algunos casos, esta búsqueda se lleva a cabo en contra de su voluntad, como en «Hansel y Gretel», mientras que en otros, como en «Jack y las habichuelas mágicas», el niño actúa de modo espontáneo. Caperucita Roja, en la barriga del lobo, y Bella Durmiente, que juega con la rueca en el castillo, se exponen prematuramente a experiencias para las que todavía no están preparadas; aprenden, así, que tienen que esperar algún tiempo hasta llegar a la madurez, y cómo alcanzarla. En «Blancanieves» y «Cenicienta», las protagonistas sólo pueden obtener su propia identidad tras vencer al progenitor. Si el libro hubiera terminado con estas dos historias, nos hubiéramos quedado con la sensación de que no existe ninguna solución feliz al conflicto generacional, que, como muestran estos relatos, es tan viejo como la humanidad. Además, afirman que si se producen estos problemas se debe únicamente al egoísmo del progenitor y a su carencia de sensibilidad ante las legítimas necesidades del niño. Como padre, he preferido terminar con un cuento que narre que el amor de un padre por su hijo es también tan viejo como la humanidad, al igual que el amor del hijo por su progenitor. Gracias a este afectuoso sentimiento surge un amor muy distinto que, una vez que el niño esté preparado para ello, le unirá al ser amado. Sea cual fuere la realidad, el niño que está habituado a escuchar muchos cuentos llega a imaginar y creer que su padre, por el amor que le profesa, está dispuesto a arriesgar su vida para ofrecerle el regalo que más anhela. Este niño cree también que es digno de tal entrega, porque está dispuesto, a su vez, a sacrificar su vida por amor hacia su padre. Así pues, el niño crecerá y podrá proporcionar paz y felicidad incluso a aquellos cuyos sufrimientos les hacen parecer monstruosos. Al actuar así, una persona conquistará su propia felicidad y la de su pareja, con lo que aportará alegría a la vida de sus padres. Vivirá en paz consigo mismo y con el mundo.

Esta es una de las mayores verdades que los cuentos de hadas nos revelan; verdad que guiará nuestras vidas y que es tan válida hoy en día como lo era érase una vez.

Bibliografía

La información bibliográfica acerca de los cuentos de hadas y de otros libros mencionados en esta obra se incluye en las Notas y
no
se repite aquí.

Los trabajos correspondientes a los cuentos de hadas son tan extensos que nadie ha intentado siquiera recopilar todos los cuentos. Probablemente la colección más útil en inglés es la de Andrew Lang, publicada en doce volúmenes con los siguientes títulos:
The Blue, Brown, Crimson, Green, Grey, Lilac, Olive, Orange, Pink, Red, Violet
y
Yellow Fairy Book.
La publicación del original corrió a cargo de Longmans, Green and Co., Londres, 1889 y ss.; estos libros se han publicado de nuevo recientemente en Dover Publications, Nueva York, 1965 y ss.

La obra más amplia en este sentido es la colección alemana
Die Märchen der Weltliteratur.
Se comenzó su publicación en 1912 bajo la dirección de Diederichs, en Jena, y con Friedrich von der Leyen y Paul Zaunert como editores. Hasta ahora han aparecido setenta volúmenes. Con algunas excepciones, cada volumen se dedica a los cuentos de hadas de una sola lengua y cultura; de ahí que se incluya únicamente una pequeña selección de cuentos de hadas de cada cultura. Tenemos un ejemplo en la colección que hizo Leo Frobenius,
Atlantis: Volksmärchen und Volksdichtungen aus Afrika,
Forschungsinstitut für Kulturmorphologie, Munich, 1921-1928, que consta de doce volúmenes y, no obstante, contiene solamente algunos de los cuentos de dicho continente.

La literatura
acerca
de los cuentos de hadas es casi tan extensa como la
de
los cuentos. Cito a continuación algunos de los libros de interés general y algunas publicaciones que me sirvieron para preparar esta obra y que no he mencionado en las notas.

Aarne, Antti A.,
The Types of the Folktale,
Suomalainen Tiedeakatemia, Helsinki, 1961.

Archivio per lo Studio delle Tradizioni Populari,
28 vols., Palermo, 1890-1912. Arnason, Jon,
Icelandic Folktales and Legends,
University of California Press, Berkeley, 1972.

Bächtold-Stäubli, Hans, ed.,
Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens,
10 vols., De Gruyter, Berlín, 1927-1942.

Basile, Giambattista,
The Pentamerone,
2 vols., John Lane the Bodley Head, Londres, 1932.

Basset, René,
Contes Populaires Berbères,
2 vols., Guilmoto, París, 1887. Bediers, Joseph,
Les Fabliaux,
Bouillou, Paris, 1893.

Bolte, Johannes, y Georg Polivka,
Anmerkungen zu den Kinder und Hausmärchen der Brüder Grimm, 5
vols., Olms, Hildesheim, 1963.

Briggs, Katherine M.,
A Dictionary of British Folk Tales,
4 vols., Indiana University Press, Bloomington, 1970.

Burton, Richard,
The Arabian Nights' Entertainments,
13 vols., H. S. Nichols, Londres, 1894-1897.

Cox, Marian Roalfe,
Cinderella: Three Hundred and Forty-five Variants,
The Folk-Lore Society, David Nutt, Londres, 1893.

Folklore Fellows Communications,
ed. para los Folklore Fellows, Academia Scientiarum Fennica, 1910 y ss.

Funk and Wagnalls Dictionary of Folklore, 2
vols., Funk and Wagnalls, Nueva York, 1950.

Grimm, Hermanos,
Grimm's Fairy Tales,
Pantheon Books, Nueva York, 1944.

—,The Grimm's German Folk Tales,
Southern Illinois University Press, Carbondale, III, I960.

Hastings, James,
Encyclopedia of Religion and Ethics,
13 vols., Scribner's, Nueva York, 1910.

Jacobs, Joseph,
English Fairy Tales,
David Nutt, Londres, 1890.

—,More English Fairy Tales,
David Nutt, Londres, 1895.

Journal of American Folklore,
American Folklore Society, Boston, 1888 y ss.

Lang, Andrew, ed.,
The Fairy Books,
12 vols., Longmans, Green, Londres, 1889 y ss.

—,Perrault's Popular Tales,
At the Clarendon Press, Oxford, 1888.

Lefftz, J.,
Märchen der Brüder Grimm: Urfassung,
C. Winter, Heidelberg, 1927. Leyen, Friedrich von der, y Paul Zaunert, eds.,
Die Märchen der Weltliteratur,
70 vols., Diederichs, Jena, 1912 y ss.

Mackensen, Lutz, ed.,
Handwörterbuch des deutschen Märchens, 2
vols., De Gruyter, Berlín, 1930-1940.

Melusine,
10 vols., París, 1878-1901.

Opie, Iona y Peter,
The Classic Fairy Tales,
Oxford University Press, Londres, 1974.

Perrault, Charles,
Histoires ou Contes du temps passé,
París, 1697.

Saintyves, Paul,
Les Contes de Perrault et les récits parallèles,
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Schwab, Gustav,
Gods and Heroes: Myths and Epics of Ancient Greece,
Pantheon Books, Nueva York, 1946.

Soriano, Marc,
Les Contes de Perrault,
Gallimard, París, 1968.

Straparola, Giovanni Francesco,
The Facetious Nights of Straparola,
4 vols., Society of Bibliophiles, Londres, 1901.

Thompson, Stith,
Motif Index of Folk Literature,
6 vols., Indiana University Press, Bloomington, 1955.

Other books

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