Ash, La historia secreta (44 page)

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Authors: Mary Gentle

Tags: #Fantasía

Esta contiene las traducciones de todos los anteriores, excluyendo el «Pseudo-Godfrey» (y, por supuesto, el «Fraxinus») CMM sí que incluye los poemas del siglo XVII escritos por Lord Rochester supuestamente basados en episodios de la VIDA de del Guiz; una investigación posterior indica que no es muy probable. CMM era un estudioso muy culto y acreditado de su época y ocupaba la Cátedra de Historia Medieval de Oxford.

Vaughan Davies (ed.) ASH: UNA BIOGRAFÍA,
Víctor Gollancz Ltd
, 1939. No se volvió a publicar. Planchas perdidas.

Contenidos iguales a los de CMM. También se rumoreó que existía una edición de bolsillo pirata, una edición facsímil hecha por la
Starshine Press
de San Francisco (1968) pero yo no la he visto.

La edición original de 1939 en sí existe solo de forma incompleta en la Biblioteca Británica. El almacén del editor sufrió un bombardeo durante la guerra que destruyó las existencias e interrumpió la popularidad del libro de Vaughan Davies, después de todo no son muchos los libros de historia escritos por un hombre con esas credenciales como científico, al tiempo que como historiador.

Eso es todo lo que tengo archivado; quizá existan una o dos menciones que lo confirman en cartas de la época pero no tengo los datos conmigo.

Ya he terminado la siguiente traducción del material «Ash» de del Guiz / Angelotti y te lo enviaré después de esto.

Isobel, claro está, insiste en que le termine DE FORMA INMEDIATA el «
Fraxinus me fecit
» y quiere que la traducción se haga con meticulosidad... yo también, creo; pero eso ya lo sabe.

Por favor, ponte en contacto conmigo. NO ENTIENDO lo que está pasando aquí. Hace veinte años que estoy en el mundo académico; no creo que pueda cometer un error (o una serie de errores) de esta magnitud.

Pierce.

Mensaje: #73 [Pierce Ratcliff / misc.]

Asunto: Ash, documentación

Fecha: 13/11/00 a las 10:03 p.m.

De: Longman@

Formato y otros detalles borrados e irrecuperables

Otros detalles encriptados con una clave personal no descifrable

Pierce:

Me tomé un día de permiso y lo pasé en la Biblioteca Británica. No me apetecía mucho explicar en la oficina que podría haber problemas con tu libro, no cuando lo hemos puesto en el catálogo de primavera.

Tengo problemas graves con lo que he averiguado.

Algunos de los documentos que mencionas, no los encuentro: el Pseudo-Godfrey y el Cartulario (diario del centro, supongo) del tal monasterio de Santa Herlaine. Tampoco encuentro ningún archivo del citado monasterio.

He conseguido rastrear la «Vida» de del Guiz en alemán, pero no te va a gustar, Pierce.

En 1890 estaba clasificado bajo el epígrafe, «Historia del Medioevo Tardío». Es obvio que Charles Mallory Maximillian estaba haciendo un trabajo completamente legítimo cuando hizo su traducción. Pero para 1939 se había reclasificado, esta vez como «Literatura Romance», ¡junto con el
Nibelungenliend
! Encontré una referencia a tu edición americana de 1968 de Vaughan Davies, que contiene el manuscrito de del Guiz, ¡y todo ello está clasificado como «Ficción General»! Y en lo que ahora se refiere a la Biblioteca Británica, no tienen ningún registro de ningún ejemplar.

Tampoco tienen ningún registro de ningún manuscrito medieval escrito por un tal «Angelotti».

Por lo que he visto, en la década de los años 90 del siglo XIX, se pensaba que este material era genuino, se descubrió que era una falsificación a finales de la década de los años 30 del siglo XX, y Vaughan Davies se limitó a hacer caso omiso. Lo que no entiendo, Pierce, es por qué has hecho caso omiso TÚ.

A menos que me des una explicación convincente, voy a tener que hablar sobre esto con mi Director Ejecutivo.

Anna Longman.

Mensaje: #60 [Anna Longman / misc.]

Asunto: Ash, descubrimientos arqueológicos

Fecha: 14/11/00 a las 11:11 p.m.

De: Ngrant@

Formato y otros detalles borrados e irrecuperables

Otros detalles encriptados con una clave personal no descifrable

Anna:

Yo no he pasado nada por alto.

La última vez que consulté estos documentos, en la Biblioteca Británica, hace menos de dos meses, estaban clasificados bajo el epígrafe «Historia Medieval». NO existía ninguna indicación de que pudieran ser alguna otra cosa.

Por favor, no te precipites.

Si estos documentos son tan poco fiables, ¡¿por qué los están respaldando las PRUEBAS ARQUEOLÓGICAS?!

Pierce.

CUARTA PARTE

13 de agosto, 1476 — 17 de agosto, 1476

El Jardín de la Guerra

Capítulo 1

EL CUERPO DE una joven yacía sobre un colchón relleno de plumón de ganso. Que fuera demasiado blando o ella no estuviera acostumbrada, era cosa imposible de saber. Permanecía inconsciente. Pero aun así la mujer rodaba un poco de lado a lado y cuando giraba la cabeza se podía ver que tenía un trozo afeitado sobre la oreja izquierda, el cabello trasquilado en el cráneo hinchado. Una fina pelusa plateada estaba volviendo a crecer.

Para evitar que se moviera, la ataron con tiras de hilo al armazón de madera de la cama. Parecía tener calor, tenía fiebre y estaba inquieta. Alguien le lavó, le peinó y le trenzó el resto del pelo en dos trenzas flojas para que no se convirtiera en una maraña impenetrable pegada de sudor.

A veces oía sobre ella voces airadas. Juramentos de diablos o una riña fiera entre mujeres de voz suave. Alguien derramó aceite sobre su frente, que le rodó por el puente de la nariz y por la mejilla acuchillada. Cuando se retiró la sábana de hilo, tenía la mitad del cuerpo salpicada de cardenales negros y una cataplasma de consuelda y albahacar atada al tobillo derecho y otro a la muñeca derecha.

Alguien le lavó el cuerpo con agua de una jofaina plateada.

Las abejas entrelazaban sus vuelos por la habitación, bajo el aire brillante encerrado entre las paredes blancas y volvían luego al alféizar donde asentían las flores trepadoras. El murmullo suave, rítmico, de unas palomas se oía más allá de la ventana. Cuando la lavaban y la giraban, veía por la ventana los pájaros, cuyo color blanco refulgía al sol, una de ellas con haces dorados brillándole sobre la cabeza, la espalda y el ojo dorado: el Espíritu Santo anidaba en el palomar con las otras palomas. Luego hubo fuego, dolor y gritos, y volvieron a atarla a la cama con tiras nuevas y el mundo desapareció con el sonido de una voz enfadada que elevaba los registros de un contralto hasta llegar al alto y gritar.

Y en todo momento había luz.

Siempre llegaba con un fulgor frío rosa y amarillo a través de las contraventanas que cerraban por la noche. Crecía, sesgada, hasta convertirse en barrotes de luminosidad: tan brillantes como la luz que baja por el borde de una hoja afilada. Y la luz salía de la superficie del agua de la jarra que había sobre un cofre de madera que tenía al lado de la cama, bailaba en los reflejos manchados que se elevaban hasta el yeso blanco y curvado del techo.

Una vez le rozó un ala, blanca y rígida como las plumas de un cisne, pero toda cañones de plumas bordeadas de oro como las hojas de un manuscrito. Dos voces hablaban sobre su cama, debatían sobre ángeles y esos espíritus vagabundos del aire que son demonios, o quizá antiguos dioses paganos debilitados por falta de culto.

Vio más allá del techo de la celda blanca una hacina elevada de círculos, círculos dentro de círculos, cada uno bordeado de rostros y alas, y detrás de los rostros de los santos, finos aros de oro, tan finos como el arañazo de un cuchillo, con los halos tan calientes como el metal que se vierte en el horno de un orfebre. Buscó, pero no pudo encontrar, un león.

La luz, que se sesgaba hacia el otro lado, bañó la habitación en oro. Los escalofríos la hacían estremecerse y unas manos levantaron las sábanas de hilo. Un rostro penetrante de piel clara se inclinó sobre ella, el pelo corto se convirtió en oro rosado.

—D...

Un graznido demasiado bajo: y el agua de una copa de madera se le vertía por la boca y la barbilla, le empapaba las sábanas, se le filtraba por la boca y encontraba una forma de entrar entre las superficies de piel deshidratada. Sintió en un instante que la atravesaba el rugido de dolor. Le dolía la pierna, le dolía el brazo, el cuerpo maltrecho y la mano sin vendar se sacudía entre las tiras de hilo.

La liberaron unos dedos. Palpó fintas partes de su cuerpo como pudo alcanzar. Cuerpo, entero; no más daños en la pierna y el brazo de los que ya había sufrido con anterioridad. Una explosión de dolor en la cabeza. Se tocó la mejilla, que estalló de dolor y sondeó con la lengua para encontrar las raíces destrozadas de dos muelas en la parte izquierda superior de la boca.

—¿Y Thomas...?

—¡Thomas Rochester está vivo! Está vivo. Y los otros. Nena...

Más agua en los labios, esta hedía a alguna hierba. Bebió, quisiera o no, pero se quedó echada luchando contra el sueño durante todo el tiempo que le llevó a la luz volver a salir, bañada por el rocío y fría, tras las contraventanas.

Los recuerdos de la oscuridad la envolvían, de un cielo negro y una noche interminable y las tierras que se quedaban frías como el invierno en plena época de la cosecha.

—Nos seguirán...

—Calla...

El sueño se la llevó tan rápido que lo que dijo resultó un balbuceo, incomprensible para todos los presentes:

—¡No me llevarán a Cartago!

Capítulo 2

DESESPERTO SUDOROSA Y acalorada. Un sueño terrorífico se deslizó de su cuerpo, como el agua que se desvanece en la arena. Ash abrió los ojos cuando el delirio se convirtió en una claridad repentina:

¡Mierda! ¿Cuántos días llevo enferma? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que la Faris venga a por mí o envíe un escuadrón para raptarme...?

La voz de Floria del Guiz, sobre ella, dijo:

—Te pisoteó un caballo.

—Lo que es la gloria de una batalla... —Ash se esforzó por enfocar los ojos abiertos—. A la mierda con esta partida de soldados
[71]
.

—Maldita idiota.

El armazón de madera de la cama crujió cuando se depositó un peso sobre él. Ash sintió que unos brazos cálidos y fuertes la levantaban. El tiempo dio un bote; creyó sentir otro cuerpo en la cama además del suyo; entonces se dio cuenta de que el torso y los pechos cálidos que se apretaban contra su mejilla eran los de Florian: la cirujana estaba acunándola y su cuerpo estaba tan débil como el agua.

Florian le hablaba en voz baja y su voz zumbaba en el oído de Ash, transmitida más por la vibración de la carne y los huesos del cuerpo del cirujano que por el sonido.

—¿Supongo que quieres una respuesta honesta sobre la gravedad de tus heridas? ¿Teniendo en cuenta que eres el jefe?

—No...

—Desde luego que no, joder...

Deberías haberte lavado
, pensó Ash, un poco confusa, al oler un hedor cálido a sudor añejo en las ropas del cirujano. Dejó que la cabeza le cayera floja contra los pechos de Florian, la celda blanca y brillante rielaba ante sus ojos.

—Oh, mierda...

El peso de los dos cuerpos las estaba apretando sobre el colchón de plumón de ganso, empujándolas hacia un valle del centro de la cama. Ash levantó la vista y contempló el techo blanco enyesado, sus ojos seguían el punto negro de una abeja que entró zumbando en la habitación. Le resultaba difícil expresar lo mucho que agradecía la presión de los brazos de la mujer alrededor de su cuerpo.

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