Buenos Aires es leyenda 2 (13 page)

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Authors: Víctor Coviello Guillermo Barrantes

Tags: #Cuento, Fantástico

Anotamos: Explosión y 1910.

¿Estaríamos ante mitos o leyendas aletargados o desactivados y que una circunstancia o un persona determinada los sacaron de su letargo?

Alguien nos llamó por nuestros nombres, un muchacho de rasgos orientales que se presentó como Andrés.

—Yo soy el de la carta —dijo secamente.

—No esperábamos…

—Sí, un pendejo con cara de chino que hable perfecto castellano y encima se llame Andrés, ¿no?

—Nosotros…

—Miren, para empezar, no soy chino, sino de ascendencia coreana. Mis padres vinieron a principios de los ochenta. Tengo una hermana mayor que ya tiene un hijo. Sería la tercera generación. Así que yo soy más argentino que el dulce de leche y el mate juntos. Eso no quiere decir que no siga ni respete las tradiciones. De hecho, vivimos todavía en el
Corea Town
.

—Sabíamos que se agrupaban en algunos barrios de la capital como el Once pero no conocíamos el término en Parque Chacabuco.

—Bueno, así le dicen a esta zona, entre Eva Perón, Carabobo, Castañares y que sigue por avenida La Plata. Digamos que están en mi territorio —afirmó Andrés un poco menos tenso.

—Tratamos de armar el acertijo de tu carta. Estuvimos en Butteler. Ahí nos contaron extrañas historias sobre ese sub-barrio, el año que pasó el cometa Halley muy cerca de la Tierra. Pero no logramos acertar un nexo entre ellos y Fosforito.

Andrés tragó saliva y sacó un papel y escribió dos palabras. Nos pidió que las leyéramos pero no en voz alta:
L
OS
Í
GNEOS
.

—Lo están haciendo pasar por loco, pero Li (Quinz Hong) encontró la forma de detectarlos y expulsarlos.

—Sea como fuere estaba cometiendo delitos contra la propiedad, incluso podría haber habido víctimas humanas. Lo que vos estás haciendo es apología del delito.

—¡Claro, y permitir que se sigan alimentando de nosotros! —casi gritó Andrés, más parecido a un samurai que a un adolescente porteño.

Por un momento pensamos que no había sido tan buena idea haber aceptado hacerle la entrevista.

—¡Gracias a personas como él —continuó, cambiando el tono levemente amarillento de su rostro por un morado fuerte— es que estamos un poco mejor, liberándonos de a poco de su yugo! Admiro su valor.

Le pedimos que se calmara y bebiera un poco de agua mineral. Andrés se disculpó y más sereno intentó explicarnos sobre lo que él llama «Los Ígneos».

—Sé que puede sonar a delirio y tal vez ustedes piensen que yo también debería estar en un manicomio, pero
ellos
existen. Existieron desde siempre. Básicamente, son parásitos, y prácticamente indetectables, pero están, se los puedo asegurar. Y no son humanos.

—Estamos hablando de extraterrestres, entonces.

—Es que, en la antigüedad, astutamente se hicieron pasar por muchas cosas. Fueron confundidos con dioses que bajaban del cielo, con ángeles caídos. En realidad, son como vampiros energéticos extraterrestres. Sé que suena ridículo, pero no encuentro otra forma de definir a estos seres.

—Y Fosforito sería una especie de Van Helsing.

—Algo así. Pero déjenme aclararles que a diferencia de los vampiros humanos, que temen a los símbolos religiosos, ellos se manejan con un lenguaje universal, con unos códigos universales, digamos. Además, insisto, no son humanos, vienen de las estrellas.

Uno de nosotros, sin inmutarse, le citó una película llamada
La fuerza siniestra
(
Lifeforce
, 1985), donde astronautas que analizaban justamente un cometa, en este caso el Halley próximo a la Tierra en esa época, se traían una forma de vida parasitaria que devoraba la energía vital o el alma.

—Sí, claro que la vi. Pero hay muchísimas diferencias. Para empezar, los astronautas de la película encontraban una nave supuestamente alienígena ¡con humanos dentro!
Ellos
utilizan los cometas como transporte. No les interesan las almas, son conceptos humanos. Ellos simplemente se alimentan de la energía vital, y te van desgastando.

—¿Por qué el nombre de
Los
…?

—Por favor.

—Perdón.

—Se los llama así a causa de su fascinación por el fuego. El fuego es energía y cuando no están dentro de un cuerpo, se sienten cómodos ahí.

—Vos nos comentaste que eran indetectables.

—Bueno, no cuando mueren. Porque no son inmortales, mueren como cualquier organismo vivo, del material que están hechos. ¿Oyeron hablar de las combustiones humanas espontáneas?

—Sí.

—En el barrio tuvimos una hace unos años. Pregunten a los bomberos del destacamento de Chacabuco, está registrado.

Por supuesto que verificaríamos.

—¿Y por qué elegirían sólo Parque Chacabuco para llegar?

—¿Yo dije en algún momento eso? Hay muchas entradas en el mundo. En Buenos Aires, la que yo conozco es Butteler, pero hay muchas por todos lados, obviamente urbanas. Buenos Aires tiene una gran concentración de gente. Sin ir más lejos, cuando la policía allanó la pensión de Li (Quinz Hong), encontró un mapa con doscientos cincuenta lugares a los cuales…

—Quemaría.

—Conjuraría es la palabra correcta. Doscientos cincuenta puntos de reunión por donde poder alejarlos. Me imagino que saben que le encontraron una piedra. Bien. Esa piedra con «extrañas inscripciones» lleva el código que permite hacerles perder poder. Y hay que recuperarla. Por eso necesito entrevistarlo y ustedes me van a acompañar. Con el caso de Solaris
[23]
están cancheros y yo sé algo de mandarín.

Nos despedimos con la promesa de acompañar a Andrés en su visita al Borda para ver a Fosforito.

¿Pero acaso basaríamos nuestra investigación en dos jubilados orgullosos de su barrio y un adolescente afiebrado?

Fuego.

Como mencionamos antes y por nuestra experiencia habíamos tomado nota rigurosamente de la explosión de la Fábrica Nacional de Pólvora, apodada el «Polvorín de Flores» en 1898. Y no equivocamos el pálpito.

En la Biblioteca Estanislao del Campo en De Las Artes al 1200 (una calle de dos cuadras que forma parte de otro pintoresco sub-barrio inicialmente pensado también como barrio obrero con casas iguales, algunas de las cuales se conservan), encontramos material sobre historias del barrio, y todo tipo de órganos vecinales. El dramático episodio del Polvorín tuvo lamentablemente varias muertes y unos cuantos heridos. Jamás se supo bien qué pasó. Y como ya hemos aprendido, todo hecho trágico genera historias. Tibiamente, empezaron a comentarse apariciones, quejidos, incluso ruidos o un fuerte olor a pólvora, sobre todo en la noche. Una nota registrada en 1903 habla de las «almas en pena del Polvorín de Flores». Después de 1910 (otra vez) todo desaparece.

Nos instalamos en Parque Chacabuco y descubrimos la evolución del mito.

J
ULIANO
(mantenimiento del Parque): «A mí no me pasó pero a un compañero que terminaba el turno, sí. Eran las 6 y media de la tarde. En invierno, a esa hora, ya oscurece. De repente, y en el medio del parque, ve algo quemándose. Mi compañero enseguida fue a mirar. A medida que se acercaba se dio cuenta de que había una persona prendida fuego. Entonces fue rápido a buscar una lona al depósito del Parque para tratar de apagarle las llamas. Cuando volvió, ya no había nadie».

R
UBÉN
: «Todos los días a esta hora salgo a correr por el parque. Solía entrenar a la nochecita, hasta que una vez, cuando estaba terminando de hacer ejercicio, pasó algo verdaderamente extraño. Al principio pensé que se trataba de esos muchachos que hacen malabares y utilizan fuego también, esos que se paran en los semáforos y se ganan unos mangos. El problema era que el fuego lo tenían encima. Eran tres. Me pegué tal cagazo que debo haber batido el récord en 100 metros llanos. Por eso, ahora entreno de día».

Fuego.

Qué mejor entonces que remitirnos al Cuartel de Bomberos de la zona, en la calle Riglos 959, debajo de la Autopista 25 de Mayo.

Allí obtuvimos un valioso testimonio de un bombero, que prefirió no dar su nombre y al que llamaremos Carlos.

—Historias siempre hay. Para nosotros de por sí el fuego tiene vida propia. Le tenemos mucho respeto. Aclaro que hablo de respeto y no de miedo.

»La otra vuelta me contaron que se produjo un choque (no hubo que lamentar víctimas fatales, gracias a Dios) en el tramo de la 25 de Mayo a la altura de Emilio Mitre. Parece que el conductor vio a una persona en medio de la autopista. Dicen que era uno de los fantasmas del Polvorín de Flores, porque el sujeto iba dejando una estela de humo a su paso. Cada tanto recibimos llamadas de gente que asegura que ve personas quemadas en una calle o prendidas fuego. Muchas son bromas aprovechando la joda de los fantasmas, pero otras, usted nota que en la llamada hay miedo, se da cuenta en la voz.

Le preguntamos a Carlos si podía comentarnos algo acerca del linyera carbonizado de la calle Senillosa, mencionado por Andrés y Juan. Carlos sonrió un poco y se rascó la nariz. Dio un hondo suspiro y se largó:

—Nos llamaron una tarde, me acuerdo porque era muy cerca de fin de año y pensamos enseguida que sería un incendio provocado por pirotecnia.

»Era sobre Senillosa, muy cerca de avenida La Plata, en una casa abandonada. Los vecinos aseguraban que había olor a carne quemada y yo puedo afirmar que si a algo uno no se acostumbra en esta profesión es a ese olor. Puede quedar por días en la nariz. Por supuesto, hay varios métodos para sacárselo. Yo huelo alcohol y se me pasa, pero conozco compañeros que nunca lo pudieron superar. Volviendo al episodio, llegamos bastante rápido. Entramos, la puerta estaba abierta y me encontré con algo que jamás me voy a olvidar: la víctima despedía una llamarada de casi medio metro a través de su tórax. El sujeto, sin embargo, ya estaba carbonizado. Todo era muy raro. Un segundo antes de apagar esa llama alcancé a detectar el orificio de fuga: era afirmativamente el tórax. Parecía que el fuego salía de adentro de ese cuerpo. Un colega me habló de que podría ser una combustión humana espontánea.

La combustión humana espontánea es un fenómeno que inicialmente tiene pocas explicaciones lógicas. Consiste en la total o parcial destrucción de un cuerpo humano debido a una muy intensa fuente de calor. En palabras sencillas, un cuerpo se quema hasta quedar reducido a cenizas en un tiempo brevísimo y sin mediar provocación alguna. Se han registrado más de 200 casos históricamente. Incluso hay uno citado por el escritor Charles Dickens en su obra
Bleak House
.

La explicación racional indica que la persona, generalmente de edad avanzada, por acción de barbitúricos o de alcohol, se queda dormida y en algunos casos, se quema con un cigarrillo. Y por los efectos antes mencionados, no puede reaccionar. Pero hay un problema: para que un cuerpo humano se incinere por completo o casi por completo se necesita una temperatura muy elevada (aproximadamente 1.000 grados) y un período de 2 a 3 horas. En los casos de combustión espontánea, ésta se produce en cuestión de minutos y lo que es más extraño, la superficie contigua al cuerpo rara vez aparece dañada.

Carlos nos confesó que había revisado las pericias y los propios peritos no llegaban a una conclusión satisfactoria. Eso nos llevaba al punto inicial.

Intentamos hasta ahora tener una entrevista con Fosforito pero los esfuerzos no dieron resultado.

Mientras, le preguntamos a Andrés por qué no debíamos nombrar a Los Ígneos.

—Los despertás. Esos días que te sentís pesado, aplastado es porque
ellos
se están alimentando y nunca se cansan de comer. Lo mejor que tenés que hacer en esos casos es encender un fuego o una vela. Una vela está bien. Muy bien.

Villa Soldati

El rock del averno

Dale, Inés, otro soy

Necesito otra voz

Inés, volvé, eterna sos

Amo tanto amarte

Necesito aquel sudor

El sueño distinto, imposible

Otro soy.

Así dice el estribillo de Inés, canción perteneciente al desaparecido grupo Karras, integrado por jóvenes de Villa Soldati.

¿Qué tiene de especial todo esto?

Volvamos al estribillo y destaquemos las iniciales de cada palabra:

D
ale,
I
nés,
o
tro
s
oy

N
ecesito
o
tra
v
oz

I
nés,
v
olvé,
e
terna
s
os

A
mo
t
anto
a
marte

N
ecesito
a
quel
s
udor

E
l
s
ueño
d
istinto,
i
mposible

O
tro
s
oy.

Ahora bien, si juntamos dichas letras obtenemos lo siguiente:

diosnovivesatanasesdios

Y separándolas debidamente llegamos a la inquietante afirmación que reza:

Dios no vive. Satanás es Dios.

¿Casualidad? ¿Coincidencia? No es justamente lo que piensan los habitantes de Villa Soldati.

C
ECILIA
B. (ama de casa): «Mi hijo era amigo de uno de los que formaban el grupo. Creo que del baterista. Ese chico se fue transformando, se fue destruyendo. Venía a casa cada vez más pálido. Hasta que un día no vino más. Mi hijo decía siempre que era por la música que tocaba».

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