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Authors: Larry Niven

El protector (25 page)

Las bombas guiadas de que disponían eran muchas y muy variadas. Algunas eran simples bombas de fusión; otras arrojaban estallidos de plasma en el campo del impulsor, o vapor de carbono para producir aumentos repentinos en la tasa de fusión, o media tonelada de gas radón presurizado en un campo de éstasis. Muerte simple o complicada. Algunas eran meros señuelos, globos plateados.

Roy aprendió.

La ruina de Kobold estaba casi tres meses detrás de ellos, y ahora Roy estaba en guerra. Por entonces había comenzado a disfrutar de aquellas batallas simuladas, pero no estaba disfrutando de ésta. Brennan le estaba arrojando todo a la vez. Los exploradores Pak habían usado una impulsión de tres ge hasta que cruzaron su estela, y entonces ¡Bang! Seis ge y acercándose.

Algunos de los misiles que les lanzó se habían vuelto locos; los exploradores habían hecho algo a sus cerebros guías. Los Pak esquivaron su láser con tal facilidad que él había decidido apagar la maldita cosa. Ahora ellos también usaban láseres, disparando no sólo a la nave sino también a la constricción del campo donde los átomos de hidrógeno se encontraban y se fundían, de modo que el Protector quemaba tan desparejo que comenzó preocuparse por las monturas del generador. Le arrojaban bombas a velocidades increíbles, probablemente a través de un acelerador de masas. Debía esquivarlas en lentas curvas al azar; el Protector no era lo que se puede llamar maniobrable.

Llevaba tres días corridos en el módulo del sistema de vida, comiendo y bebiendo allí, y usando píldoras estimulantes en lugar de dormir…, jugando el juego de Brennan. Estaba completamente furioso. Dentro de esas naves que sólo podía ver por los instrumentos, imaginaba caras duras como la del ex humano.

Detectó a dos exploradores que se acercaban desde atrás. Finalmente impactó a uno con el campo magnético dirigido y vio su reactor destellar y disiparse. Entonces se dio cuenta de que en realidad había dos parejas de naves en tándem. ¡Maldito Brennan! Había impactado a la nave de adelante, pero la seguidora estaba aún allí… y frenando. De algún modo, la destrucción de la nave delantera la había frenado. Roy se concentró en el segundo equipo, que aún se acercaba.

Intentó una curva. Dos naves enlazadas debían ser menos maniobrables que una… y una hora después él supo que había acertado en eso. Había girado sólo unos segundos de arco, pero ellos habían girado aún menos. Por lo tanto podría mantener su ventaja, y girar por dentro de ellos.

Lanzó algo de su armamento a la nave solitaria tras él. Entonces la mitad de su tablero de armas se puso en rojo, y tuvo que adivinar qué sería lo que había explotado en la cabina remolcada. Probablemente el maldito proyector: había estado tratando de perforar un agujero en el campo impulsor de la nave solitaria. Apostaba su nave a que estaba en lo correcto, y doblaba la apuesta a que la explosión había dañado el láser, porque de otro modo lo hubiera podido activar. Arrojó un voleo de bombas por el lado de la cabina de carga opuesto a la explosión. La nave de proa del par remanente destello y murió.

Eso dejaba dos, las dos naves remolcadas de cada par, ambas a menor aceleración que la propia. Él tembló un poco y luego fue por ellas, esquivando misiles y rayos láser.

Los exploradores caían lejos. Él los veía menguar… y entonces, uno ya no estaba menguando, y finalmente descubrió en su coleto que ése de algún modo había conseguido mayor aceleración, y se le acercaba desde atrás a algo así como ocho ge.

El primer impulso de Roy fue gritar: «¡Brennan! ¿Qué estás tratando de probar?»

Ya lo había hecho antes, pero esta vez se contuvo porque había adivinado la respuesta: ¡la segunda nave estaba quemando los propios gases de escape del Protector! No importaba cómo: eso era, ésa era la causa de que se movieran en tándem.

Arrojó dos bombas de radón de media tonelada, con los impulsores desconectados. El radón tiene una vida media muy corta: debe mantenerse en éstasis. El generador de campo estaba fuera de la carcasa de la bomba, y era parcialmente de hierro dulce. El campo del impulsor enemigo lo destrozaría, liberando el gas. Un minuto después, el radón estaba en la constricción del enemigo, e increíbles cosas estaban pasando: radón fusionándose en elementos transuránicos, luego fisionando inmediatamente. La constricción explotó. El campo del impulsor chispeó como un árbol de Navidad vuelto loco. La nave Pak destelló en un pequeño punto blanco, apagándose.

El último navío Pak estaba bastante atrás. Alejarse de él era un proceso lento. Roy tuvo que decirse a sí mismo: esto no es real, sólo es un juego.

Saltó violentamente cuando la extraña cabeza de Brennan sobresalió a través del twing. Entonces gritó:

—¿Qué demonios era eso de antes, ellos quemando mi escape?

—Recién supe que lo han logrado —dijo Brennan—. Te lo diré en detalle, pero primero hablemos de la batalla.

—¡Al diablo la batalla!

—Lo hiciste bien —dijo Brennan—. No queda mucho de tu cabina de armas, pero no será problema si no te encuentras con más exploradores. Sin embargo, no tienes reserva de combustible para ponerte en órbita alrededor de Wunderland; usaste demasiado. Pero puedes abandonar el Protector y aterrizar con la nave de carga.

—Eso es lindo. Muy tranquilizador. ¡Ahora dime cómo mierda una nave exploradora Pak puede quemar mi propio escape y llegar rompiendo mi tubo de cola!

—Hay una configuración posible. En realidad, es la única que voy a buscar, porque debe ser fácil de encontrar. Te lo puedo mostrar mejor con diagramas.

Roy se había calmado un poco para cuando llegó al cuarto de control del Holandés Volador. Pero había comenzado a temblequear. Tres días continuos en la silla de control del Protector lo habían dejado exhausto. Brennan lo miró pensativamente.

—¿Lo dejamos para después?

—No.

—Okey, lo diré rápido. Vamos a ver, ¿qué hace tu campo de impulsor? Recoge el hidrógeno interestelar en un sendero de cinco mil kilómetros de ancho; lo guía a través de campos magnéticos y lo comprime lo bastante fuerte y por suficiente tiempo como para producir algo de fusión. Lo que sale por tu escape es helio, algo de hidrógeno restante y algunos productos de fusión de más alto orden.

—Correcto.

—Sale en una corriente bastante estrecha y caliente. Eventualmente se dispersará hasta la nada, como cualquier escape de cohete. Pero supón que otra nave te está siguiendo, aquí.

Brennan hizo dibujos en la pantalla: dos diminutas naves, la segunda siguiendo a la primera a unos cientos de kilómetros. Dibujó un ancho cono delante de la primera nave, convergiendo casi hasta un punto por detrás de la nave. Una forma de aguja con la nave en la punta (el campo de protección de la nave) llevaba el hidrógeno entrante hasta una constricción en forma de anillo.

—Tú estarás recogiendo el combustible para él. Su campo de impulsor es de sólo unos cientos de kilómetros de ancho… —Brennan dibujó un cono mucho más estrecho— …y eso le da un control más fino sobre su flujo de combustible, que es tu escape. Ya viene caliente y denso; se quema mejor, en fusión de altos órdenes. Su propio escape debe ser rico en berilio.

»Es sólo una de las cosas que aquellos últimos Pak pueden haber intentado. La nave delantera viene a ser sólo un ariete: sin combustible interno, sin motor orbital, sin carga. Deberá ser remolcada hasta velocidades de reactor. La nave trasera es más pesada, pero consigue mayor impulso.

—¿Piensas que eso es lo que viene?

—Tal vez. Hay otras formas de hacerlo. Por ejemplo, dos naves independientes, sujetas juntas en tándem por un generador de gravedad. En un apuro pueden separarse. O la nave delantera puede ser la verdadera, con la posterior como posquemador. De cualquier forma que sea, puedo hallarlas, dado que producirán frecuencias de berilio como un cartel luminoso en el cielo. Todo lo que debo hacer es construir el detector.

—¿Necesitas ayuda?

—Eventualmente. Ahora vete a dormir; haremos otra prueba en un mes o algo así.

Roy se detuvo en el pasillo.

—¿Tanto tiempo?

—Sólo es para mantenerte en forma. Ya estás tan listo como nunca lo estarás. Pero tendrás que ser más cuidadoso con ese proyector electromagnético; cuando te levantes te mostraré lo que los exploradores Pak le hicieron.

—Lo que tú le hiciste, dirás.

—Lo que ellos pudieron haberle hecho. Vete a dormir.

Brennan permaneció en el taller por tres días. Tomó sus comidas allí. Si durmió, durmió allí. Lo que fuera que estuviera haciendo, llenaba el taller de herramientas con constantes ruidos y hacía correr un zumbido a través de las rocas del Holandés Volador.

Durante ese lapso, Roy leyó un par de viejas novelas almacenadas en la computadora. Luego flotó desocupado a través de las cavernas y corredores de roca desnuda, y fue oprimido por la sensación de estar bajo tierra. La caída libre le había quitado algo de tono muscular. Tenía que hacer algo acerca de eso, de modo que trabajó hasta quedar exhausto en el cuarto de ejercicios.

Investigó a Wunderland y halló aquello que esperaba. Gravedad: 0,61. Población: 1.024.000. Área colonizada: 7.680.000 kilómetros cuadrados. Ciudad principal: München, población de ¡800! Adiós, vida de ciudad. Pero… en fin; si íbamos al caso, para él München se parecería a Nueva York para cuando llegara allí.

Al cuarto día encontró el taller silencioso, y a Brennan aparentemente dormido. Estaba por irse, cuando Brennan abrió sus ojos y comenzó a hablar.

—Dependes demasiado de esas largas y lentas curvas —dijo—. La mejor manera de evitar el armamento Pak es variar tu impulso, abriendo y cerrando la constricción del campo impulsor. Y cuando ellos envíen un pulso láser a la constricción, ábrela. No habrá fusión si evitas comprimir el plasma.

Roy no se sorprendió por estos comentarios; ya se había acostumbrado al hábito de Brennan de retomar un tema que había sido interrumpido días antes.

—Entonces, esa última nave que destruí pudo haber hecho eso cuando le arrojé la bomba de radón.

—Seguro, pero hubiera debido hacerlo muy rápido. A altas velocidades de reactor, la bomba llegará a la constricción antes de que él se entere, sobre todo si para dificultar la detección no le pones ningún impulsor cohete. Eso estuvo realmente bien pensado. Pero también es un alerta para ti: ni se te ocurra seguir a una nave que está huyendo. Hay demasiadas cosas que se pueden arrojar a tu campo reactor. Esperemos ser de los que escapan, en cualquier batalla que tengamos que dar.

Mucho después, Roy recordaría aquello por lo que vino luego.

—Hace dos días que pasó la hora de cenar. Pensé que yo…

—No estoy hambriento. Mi prisma está en el horno, y debo esperar a que se enfríe.

—Puedo traerte…

—No, gracias.

—Disculpa, pero… ¿esto significa algo?

—¿No te dije que yo era predecible? Si no hay exploradores Pak en la vecindad, quizá tengas que ir solo a Wunderland. La mayor parte de lo que sé acerca de los Pak está almacenado en el computador, y cuando un protector no se siente necesitado, no come.

—Así que un poco estás deseando que encontremos a esos exploradores.

Brennan rió: una carcajada creíble, aunque su boca no se movió. Su cara no era exactamente dura; era como cuero arrugado. Pero su boca sí parecía una dura armadura, y muchas de las expresiones humanas están en la boca.

Por fin salió del taller, en la tarde del mismo día. Arrastraba ciento cincuenta kilos de maquinaria, en la que un gran prisma sólido y cristalino ocupaba la mayor parte. No permitió que Roy lo ayudara a cargarlo, pero ambos lo pusieron en el foco del telescopio del Holandés Volador. Roy le alcanzó un sándwich e hizo que se lo comiera. El papel de
idische mame
lo irritaba, pero temía mucho más la idea de ir a Wunderland solo.

A media tarde del quinto día, cuando Roy llegó a buscarlo, Brennan se había ido. Lo encontró en el único cuarto que tenía prohibido, el jardín hidropónico. Estaba al lado de un tanque abierto, consumiendo una batata tras otra.

El prisma arrojó un espectro de arco iris sobre una superficie blanca. Brennan señaló una línea verde brillante.

—Luz de berilio, corrida al azul —dijo—. Y las líneas de helio están altas en el violeta. Ordinariamente el berilio es infrarrojo.

—Corrido al azul —cualquier escolar sabía lo que significaba—. Viene por nosotros.

—Tal vez no. Viene hacia nosotros, pero tal vez no exactamente. Estamos a sólo un par de semanas luz del Sol, y él está a un año luz; pienso que está decelerando. Deberé controlar para ver si estamos detectando su escape. Pero pienso que está dirigido hacia el Sol.

—Brennan, eso es peor.

—Es tan malo como podía ser. Lo sabremos en un mes. Él se habrá movido para entonces, y tendremos algún paralaje.

—¡Un mes! Pero…

—Espera, cálmate. ¿Qué tan lejos puede ir en un mes? Marcha bien por debajo de la velocidad de la luz; probablemente nosotros estemos yendo más rápido que él. Un mes no nos costará mucho… y yo tengo que saber cuántos hay allí afuera, dónde están y adónde se dirigen. Y debo construir algo más.

—¿Qué cosa?

—Un dispositivo. Algo que imaginé luego de que encontramos la flota Pak, cuando caí en cuenta de que debía haber exploradores Pak en los alrededores.

Roy no temía a la soledad. Más bien, temía a su opuesto. Brennan era un extraño compañero, y el Protector iba a estar atestado cuando finalmente dejaran el Holandés Volador. Por una semana o algo así, Roy se mantuvo alejado del observatorio, saboreando su soledad. En el semivacío cuarto de ejercicios flotaba en medio del aire, moviendo sus brazos y piernas en anchos círculos. Estaba seguro que lo echaría de menos. Aún esta gran bola de roca ahuecada era demasiado pequeña para un hombre que en su lugar podría estar escalando una montaña.

Al tiempo, él sugirió cumplir otra prueba de combate. Los modelos de Brennan de las naves exploradoras Pak podrían ser más adecuados ahora. Pero Brennan no tenía la misma idea.

—Ya sabes tanto como podrás saber acerca de luchar contra los Pak. ¿Eso te asusta?

—Infiernos, sí.

—Es bueno saberlo.

Un día, Brennan no estaba en el laboratorio. Como cada vez, Roy empezó a buscarlo. Cuanto más tiempo le llevaba encontrarlo, más terco se ponía; pero esta vez Brennan no parecía estar a bordo.

Finalmente se preguntó a sí mismo:

—¿Cómo manejaría Brennan esto? Con lógica. Si no está adentro, entonces está afuera. ¿Qué hay afuera que él pueda necesitar?

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