Read Menudas historias de la Historia Online

Authors: Nieves Concostrina

Tags: #Terror

Menudas historias de la Historia (24 page)

Desde 1981, España y los españoles vuelven a disfrutar de una ley de divorcio; una ley que costó mucho sacar adelante, porque la oposición de la Iglesia y los conservadores todavía era muy violenta. La Conferencia Episcopal hizo aquel año una advertencia catastrofista: «El divorcio —dijeron los obispos— se transformará en una puerta abierta a la generalización del mal en España». Pero al final el sentido común se impuso a la intransigencia.

Luego vino la segunda parte, que es la más interesante. Hombre, ya que el divorcio volvía a permitirse, por qué desaprovecharlo. Muchos de los que se opusieron a él tomaron camino del juzgado para disolver matrimonios insoportables. Y un dato para los agoreros: en veinticinco años, la tasa bruta de divorcios en España se situó en torno al 1 por mil, la mitad de la media de la Unión Europea. Y la mejor noticia es que quien no quiere, no se divorcia.

Comienza a instalarse el reloj de la Puerta del Sol

Si alguien no conoce el reloj de la Puerta del Sol es que es noruego. Ahí colocado, en el kilómetro cero del país, con su péndulo de 3 metros y con su bola bajando en el comienzo de cada día. Dando las horas, imperecedero, desde hace más de ciento cuarenta años.

El 6 de noviembre de 1866 su creador, el relojero leonés José Rodríguez Losada, comenzó a montarlo ante el pasmo general de la concurrencia madrileña. Era muy grande, muy bonito y había venido directo de Londres.

Y llegó de Londres porque el relojero Losada, un liberal exiliado, lo construyó allí para luego regalarlo a la reina Isabel II y al pueblo de Madrid. Se decidió colocarlo en la sede del Ministerio de la Gobernación, lo cual dio lugar a bastantes chuflas, porque al principio el reloj no funcionaba con demasiada precisión y enseguida le sacaron coplillas. Esta tiene guasa:

Este reló tan fatal

que hay en la Puerta del Sol,

dijo un turco a un español,

¿por qué funciona tan mal?

Y el turco con desparpajo

contestó cual perro viejo:

este reló es el espejo,

del gobierno que hay debajo.

Dicen los expertos que la maquinaria es una maravilla. Cualquiera de sus piezas se puede cambiar sin tener que desmontar el reloj, y tiene sonería, no sólo de horas, sino de cuartos, lo cual es muy raro pero también muy divertido el día de Nochevieja. El reloj de la Puerta del Sol lleva sonando así casi siglo y medio, y todavía muchos se hacen un lío con los cuartos, las uvas y las campanadas.

Es también uno de los más precisos del mundo, porque sólo se retrasa cuatro segundos al mes, y esto no lo pueden decir todos los relojes. Pero sepan una cosa: en Nochevieja, el reloj de la Puerta del Sol tiene truco. Todos los finales de año se manipula la maquinaria para que el ritmo de las doce campanadas sea más lento y dé tiempo a comerse las uvas, truco este que no se empleó en la Nochevieja de 1996 por un fallo de comunicación entre técnicos, con lo cual media España acabó atragantada porque fue imposible comerse las uvas a tal velocidad. Es trampa, sí, pero una trampa bienintencionada.

Primera escuela de taquigrafía

Luz y taquígrafos, o sea, claridad en los planteamientos y por escrito para que quede constancia. Es una frase que popularizó el cinco veces presidente de Gobierno Antonio Maura cuando dijo aquello de: «Yo, para gobernar, no necesito más que luz y taquígrafos». Pues bien, la taquigrafía nació como cátedra en España el 21 de noviembre de 1802. Fue entonces cuando se creó la escuela oficial de esta técnica de escritura que sólo entiende quien la escribe.

No hay un inventor concreto a quien achacarle esto de la taquigrafía, que es un conjunto de signos con los que se puede representar la palabra simultáneamente a su pronunciación. Pero sí se sabe que el asunto viene de antiguo y que ya el romano Cicerón tenía un esclavo que pillaba los discursos al vuelo gracias a que utilizaba unos garabatos para poder escribir a la misma velocidad que hablaba su jefe. Luego los pasaba a limpio. Bien, pues desde los tiempos de Cicerón hasta ese año de 1802, no habíamos oído hablar en España de la taquigrafía.

Fue Francisco de Paula Martí el que logró que el gobierno de Carlos IV creara la cátedra de taquigrafía y quien publicó uno de los métodos para aprenderla. Se titulaba «Tachigrafía castellana ó arte de escribir con tanta velocidad como se habla». La primera vez que se usó oficialmente fue en las Cortes de Cádiz, o sea, que la transcripción de los debates para la creación de la primera Constitución española,
La Pepa
, salió de los garabatos de los taquígrafos. Y hasta hoy. Los taquígrafos de las Cortes tienen tal importancia, que sin ellos quedaría cojo el
Diario de Sesiones.

Da igual que se vaya la luz, pero los taquígrafos tienen que estar. Acceder al puesto no es fácil. En las oposiciones que se convocan a Cortes aprietan mucho y la mayoría sale cateada. En 2007 se nombró sólo a siete nuevos taquígrafos, todas chicas, por cierto. Lo que sí tienen que tener es mucha calma para aguantarse las ganas de tirarle la máquina de estenotipia a la cabeza a algún orador que no se le entiende ni papa cuando habla. Pero si sobrevivieron a Manuel Fraga, aguantarán lo que les echen.

Día de la Marmota

El asunto va de tradiciones. Nos pilla un poco lejos, pero es una costumbre simpática que comenzó a celebrarse el 2 de febrero de 1887 en Punxsutawney, un pueblito de Pensilvania (Estados Unidos). Es el Día de la Marmota, que consiste en esperar a que un bicho de estos salga de su madriguera y ver qué hace. Si vuelve a meterse, es que aún quedan seis semanas más de invierno. Si se queda fuera, es que la primavera llegará antes de tiempo. Cosas de yanquis.

No está claro si esta tradición la llevaron los irlandeses o los alemanes que se instalaron en el Estado de Pensilvania. Se trataba de un truco doméstico con el que los granjeros pretendían adivinar si era o no buen momento para cultivar los campos. Y se hacía de la siguiente forma. Se buscaba la madriguera de una marmota, ya saben, un roedor grande y rechoncho, de patas cortas y cola peluda, y se esperaba a que saliera del refugio donde había hibernado. La marmota podía tener dos reacciones: quedarse fuera o volverse a la madriguera para dormir unas semanas más. Está claro que si continuaba fuera, es que al invierno le faltaba poco para irse.

Hasta aquí la realidad más rural, y a partir de ahora el festejo y la leyenda. Hace más de ciento veinte años, los vecinos de Punxsutawney se plantearon que por qué no convertir en fiesta esta costumbre, y que en vez de ir a buscar madrigueras, mejor adoptar una marmota y echar unas cañitas a su costa. La marmota de Punxsutawney se llama Phil. Siempre se llama Phil, aunque ya se pueden imaginar que han pasado muchas marmotas con este nombre.

Cada 2 de febrero se mete a Phil en una cuba que hace las veces de madriguera. Entonces se abre sobre un escenario la cuba mientras varios señores con chistera y levita esperan la reacción. Dicen que si el 2 de febrero hace sol, la marmota se asustará de su sombra y volverá al refugio, indicando que aún quedan seis semanas de invierno. Si está nublado y la marmota se queda fuera, la primavera está cerca. Pues muy bien, pero está demostrado que la marmota sólo acierta una vez de cada diez.

Més que un club

El Futbol Club Barcelona lo fundó un suizo, lo presidió un inglés y nació en un gimnasio. Y todo ello ocurrió el 29 de noviembre del año 1899. Al principio el club no tenía banquillo, porque lo componían doce jugadores mondos y lirondos, o sea, que no valía lesionarse porque no había repuesto. Pero éstas son sólo las anécdotas de hace más de un siglo. Hoy lo que cuenta es que el Barça es uno de los equipos más grandes del fútbol mundial. «
Més que un club
», es un sentimiento y una identidad.

El suizo Hans Gamper, rebautizado luego como Joan Gamper, fundó el Barça poniendo un anuncio en el diario
Los Deportes
. Respondieron once: dos suizos, tres ingleses, un alemán y seis catalanes. Hala, ya tenían equipo. Se juntaron en una primera cita aquel 29 de noviembre en el gimnasio Solé y acordaron montar un club de fútbol para divertirse y hacer deporte. Qué tiempos. Divertirse y hacer deporte. A quien se le diga…

El primer partido lo perdieron por un gol a cero, pero es que jugaron con un equipo de ingleses que vivían en Barcelona, y los
british
se las sabían todas en esto del fútbol.

Uno de los mayores misterios del Barça son precisamente sus colores. ¿Por qué el azul y por qué el grana? Pues a día de hoy, ni siquiera los barcelonistas han podido confirmar los orígenes. Una de las teorías, la más simple y quizás la más razonable, dice que la madre de uno de los jugadores, al ver que el equipo no tenía uniforme, hizo fajas de colores azules y granates para que pudieran diferenciarse de los contrarios. No es ninguna tontería, al fin y al cabo siempre son las madres las que acaban encontrando la solución oportuna.

Otra hipótesis decía que el blaugrana lo eligió el propio Joan Gamper, porque ésos eran los colores del escudo del cantón suizo donde nació. Falso. Gamper nació en Winthertur, en el cantón de Zúrich, y los colores del escudo son el blanco y el azul; o sea, que si alguien lleva los colores del pueblo del fundador del Barça, lamentándolo mucho, ése es el Español. Jugarretas del fútbol.

Hora arriba… hora abajo

Alguien se preguntará de dónde viene esto de retrasar una hora los relojes en octubre y volverlos a adelantar en marzo. Pues venir viene de lejos, de principios del siglo XX, y el argumento oficial era el mismo que el de ahora: se trata de aprovechar más horas de sol y ahorrar energía. Los tres primeros países del mundo que adoptaron el cambio de hora fueron Inglaterra, Irlanda y Francia, y el 5 de junio de 1916 aprobó la medida oficialmente uno de ellos: Francia.

La Asamblea francesa acordó como medida de ahorro el adelanto de una hora, para disgusto de los franceses, a quienes molestó sobremanera que les tocaran los relojes. España también se sumó poco después al cambio horario, y con ella varios países, hasta que llegó la Segunda Guerra Mundial y los horarios de invierno y verano se fueron al garete. Bastante tenían los europeos esquivando bombas como para estar pendientes de los relojes.

En 1974, como consecuencia de la crisis del petróleo, la mayor parte de los países industrializados volvió a tomar la misma medida. Todos, salvo uno, el de siempre, Suiza. Los suizos se negaron a cambiar la hora y se convirtieron en un islote horario europeo. Dijeron que ellos no tenían por qué seguir las sugerencias de la Comunidad Econ ómica Europea porque iban por libre y eran más ricos que nadie. Ya. Pues muy ricos y muy independientes, pero acabaron hechos un lío en los aeropuertos y las estaciones de tren, porque las salidas de sus transportes no coincidían con las de los países vecinos. Al final se rindieron y, en 1981, dieron el brazo a torcer.

Pero aunque los ajustes horarios son del siglo XX, las preocupaciones por el ahorro energético vienen de antes, del siglo XVIII, y el primero en dar ideas para aprovechar más el sol y ahorrar energía fue Benjamín Franklin. Lo que pasa es que el señor Benjamín era un poco drástico en sus propuestas. Una de ellas decía que todas las campanas de las iglesias repicaran a la misma hora para que todo el mundo se levantara a la vez. Claro, como él madrugaba mucho porque estaba inventando el pararrayos…

Pedrada extraterrestre a un humano

O el meteorito tuvo mucha puntería o el humano mala suerte. El 30 de noviembre de 1954 es la fecha en la que está registrado el único impacto de meteorito sobre una persona. Aquel día, una piedra extraterrestre y malintencionada de casi cuatro kilos de peso cayó sobre una casa de Alabama, en Estados Unidos, atravesó el tejado, destrozó una radio y de rebote hirió a la señora Hodges. Abraracúrcix, el jefe de la aldea donde vive Astérix, sólo le teme a una cosa: que el cielo le caiga sobre la cabeza, pero, como él dice, eso no va a ocurrir mañana. Pues se equivoca, porque, de hecho, ocurre a diario.

Geólogos y astrónomos calculan que diariamente caen sobre la Tierra 150 toneladas de materia procedente del espacio; lo que pasa es que la inmensa mayoría son proyectiles más pequeños que un grano de arena y no nos enteramos. Otros de mayor tamaño impactan, sobre todo, en océanos y en zonas despobladas, y de los poquísimos que caen en zonas habitadas, la mayoría lo hace sobre casas y coches. Aunque algún animal sí se ha visto dañado. En 1911, un meteorito mató a un perro en Egipto.

Para todos aquellos que disfrutan con la visión de una estrella fugaz y que se apresuran a pedir un deseo, sólo un consejo. Que el deseo sea que no les caiga en la cabeza, porque esa estrella fugaz no es tal, es un cuerpo sólido rocoso o metálico que al entrar en la atmósfera, literalmente, arde y, casi siempre, se desintegra. Cuando no se descompone por completo y logra impactar en la superficie de la Tierra es cuando al pedrusco se le da el nombre de meteorito.

La última caída sonada de un meteorito se registró en Perú en 2006. Tenía el tamaño de una pelota de baloncesto y no dio a nadie, porque cayó en una zona despoblada de Carancas. El cráter que dejó la piedra midió 13 metros de diámetro. Afortunadamente, los científicos aciertan bastante, y sus cálculos dicen que la probabilidad de que un meteorito impacte contra un ser humano es de una vez cada ciento ochenta años. Como a la señora Hodges le arreó uno aquel 30 de noviembre de 1954, ya no caerá otro hasta el año 2134. A nosotros, seguro que no nos da.

El primer No-Do

Qué bonito era el No-Do, con sus inauguraciones de pantanos, con sus señoritas de la Sección Femenina formando a futuras amas de casa, con sus obispos y sus arzobispos bendiciendo grupos de Coros y Danzas, con sus desfiles de la Victoria… El 4 de enero de 1943 las salas de cine españolas estrenaban el primero de los 4.016 Noticiarios y Documentales Cinematográficos que hubo que tragarse por obligación durante los siguientes treinta y tres años. La mayor parte de las veces, el No-Do tenía más ficción en sus guiones que la película que venía después.

El No-Do era la propaganda de la dictadura, el telediario de Franco, y aquel 4 de enero los ciudadanos de posguerra que tenían cuerpo y una perra gorda para ir al cine en plena hambruna vieron un reportaje sobre el ambiente navideño que vivía España. La primera imagen que se vio fue un puesto repleto de pollos con la que se pretendía demostrar la oferta alimenticia que tenían los españoles, cuando gran parte de los españoles se pasaban el día en las colas del auxilio social con la cartilla de racionamiento en la mano.

Other books

Libros de Sangre Vol. 3 by Clive Barker
Mending Fences by Sherryl Woods
Flower Feud by Catherine R. Daly
Starlight Peninsula by Grimshaw, Charlotte
Miles Errant by Lois McMaster Bujold.
Two Guys Detective Agency by Stephanie Bond
After Hours by Rochelle Alers
Acid by Emma Pass