Fabulosas narraciones por historias (19 page)

»Entre los profesores había investigadores tan prestigiosos como el matemático don Expósito Cuadrado; en el laboratorio de Fisiología General estaban el famoso profesor Juan Negrín, que años después sería presidente de la República, y Homero Mur. Tenemos que hablar del profesor Homero Mur en otra ocasión porque su personalidad da para una carta entera. ¿Qué digo para una carta? ¡Para un centenar! Recuerdo también a Luis Caladre, a José María García Valdecasas y a Rodríguez Delgado, que tenía una pata de palo. Todos ellos celebraban, cómo no, tertulias en el sótano de la Residencia.

»El culto a la juventud era tal, que allá por el año veintitantos Juan Ramón Jiménez regresó de Estados Unidos, donde pasaba largas temporadas con su esposa Zenobia, y se alojó en la Residencia. Bueno, pues los residentes, muchos de los cuales no sabían siquiera quién era, levantaron una queja formal por conducto administrativo, exigiendo que los dieciocho años fuera el límite para ser admitido en La Casa. La queja fue desestimada, lógicamente. Ramón Gómez de la Serna también vivía de cuando en cuando en la paradisíaca Residencia. De todos los escritores que luego pasarían a la historia, Ramón era el más conocido. Era adorable; un verdadero showman: simpático, ingenioso, atento y muy divertido. Escribía en los periódicos, hablaba en la radio y, si hubiera habido televisión, hubiera hecho un programa. La gente se mondaba con él. ¡Además tenía una cara tan graciosa…, así, como de mono o de niño mimado y regordete! Lo único que no me gustaba de Ramón era precisamente aquello por lo que ha pasado a la historia, por sus famositas greguerías, que me resultan redichas y repipis, y que además se las copió a Jules Renard. Ramón era muy buen articulista. Su ingenio tenía la medida de una cuartilla, dos a lo sumo. Ése era su género; cuando pasaba de ahí, lo estropeaba todo. Sus novelas, por ejemplo, son insoportables. Eche un vistazo a
El doctor inverosímil,
que tanto éxito tuvo, y lo verá. ¡Esa novela fue el modelo literario de aquella época! En ese libro Ramón, que era también un vanidoso de mucho cuidado, habla por boca de todos los personajes, y lógicamente todos ellos se expresan del mismo modo. ¡Si hasta son laístas como él!

»Lo dicho: para asuntos técnicos y administrativos, así como arquitectónicos o históricos, consulte cualquiera de los libros que tratan de la Residencia. Espero que lo que yo recuerdo de ella le resulte útil.

»Mis mejores deseos. [Firma ilegible.] En Belle Terre, a 5 de agosto de 1986.»

3

«El sábado, cinco de noviembre, a las siete de la tarde, la más fuerte personalidad de la generación del 98, don Miguel de Unamuno, dictará una lección magistral que llevará el título de
Madre española e inmortalidad del Yo,
en la que profundizará más, si cabe, en los clásicos lemas unamunianos de la muerte y la inmortalidad tras aquélla. En esta ocasión los relacionará muy filosóficamente con la idea de su madre, recientemente fallecida. Asistirán a la susodicha y magistral lección: nuestro ilustre invitado, el exquisito poeta y refinado prosista Juan Ramón Jiménez; don José Ortega y Gasset, el incansable luchador por la europeización cultural de España; don Santiago Ramón y Cajal, el ilustre neurólogo de fama mundial; don Gregorio Marañón, que junto a una ingente labor científica cultiva los estudios históricos; don Eugenio d'Ors, célebre por su pseudónimo "Xenius"; el ingenioso escritor don Ramón Gómez de la Serna; y don Ramón Pérez de Ayala, nacido y educado en Oviedo. Tras la lección magistral y mencionada, Federico, el mejor intérprete del alma de Andalucía, nos obsequiará con una lectura pública de sus últimos poemas y con un recital de su música.

»Calificación de la asistencia:

«Trascendente para alcanzar la madurez política (sube tres puntos la nota final, hecha la media de todas las asignaturas).

«Firmado: la Dirección / el Sr. Iglesias, ordenanza y bedel por concurso público de méritos, P. A., a uno de noviembre de 1923.

«DIVERSIDAD, MINORÍAS, CULTURA Y ATLETISMO.»

«De repente, el tío deja de gemir y husmea el ambiente. Huele mal. Todos nos hemos dado cuenta. Le saca la pistola de la boca y le pide a R… que se baje los pantalones. Efectivamente, R… había defecado involuntariamente. Yo los cogí a los dos, que se intentaron resistir, y los puse de patitas en la calle. Si cuento esto no es por afán de protagonismo o por un innoble sentimiento de venganza, sino porque quiero que prevalezca la verdad sobre cualquier otra consideración.»

Carlos Bonifaz,
Los días previos. Memorias
, Barcelona,

Altarriba Editores, 1989, pág. 678.

Pensó que sería mejor: si hacerse el inocente y confesar con las manos en la espalda que se había enamorado de ella, o esperar a que se diera la vuelta para cogerla por detrás, pegarse bien a su culo y con una mano en cada teta besarle el cuello y musitarle al oído la deseo, tía Carmen, la deseo como hacía Paolo, el joven protagonista de
¡Diferencia de edad!,
con Janis, una mujer madura, en una de las últimas daguerrohistorias de
La Pasión.
Sin duda esto era lo más efectivo. Su tía podía resistirse como Betty, la inmadura de
¡Que te folle un pez!;
entonces él podía decirle lo que Giorgo le suelta a Mireille, su profesora de francés en
¡Historias de las lenguas!,
después de confesar que no ha hecho los deberes y antes de hacerle un cunninlingus para compensar su vaguería: «Condéname o absuélveme, yo me tragaré sin protestar todo lo que salga de tus labios». Vaya frase. Si subía a casa de su tía, le apagaba la radio y le decía, mire, tía, me pasa esto, entonces a lo mejor su tía Carmen reaccionaba como Elvira, la mercera de
Tela marinera,
que vendió su modesto negocio y se marchó a Filipinas con el chico de los recados después de que éste la forzara en la trastienda.

La evocación de sus héroes de ficción, de sus trabajos y sus días, infundió en su espíritu, de natural poco emprendedor, el coraje necesario para cruzar la calle y entrar en el portal de su tía, frente al cual llevaba ya media horita entre la indecisión y la lujuria. Y hubiera entrado de no haber sido porque justo cuando él mudado, si no en Cid Campeador, sí en falcón del conde Arnaldos la caza iba a cazar, ella, vestida con un elegante traje chaqueta de tonos perlinos, abandonó el nido como una paloma gris. Y Santos, que, vuelto ya en muchacho, sintió alivio donde debió sentir pesar, caminó tras ella observando la misma e imprecisa distancia que guardaban los detectives en las novelas de la época; una distancia prudencial.

La vio llegar a Santa Ana y torcer a la izquierda. ¿Adónde iría? Tomó el Callejón del Gato en dirección a Carretas, y Santos creyó tener una revelación. ¿Y si su tía, igual que la señora Moss de
¡Secretos de mujer!,
aprovechaba la ausencia de su marido y la estancia de su hijo en Londres para convertirse por las tardes en puta esquinera de la calle Carretas? Podría ser pero, si lo era, o su esquina no estaba en Carretas o se había cogido unos días de permiso, porque la tía Carmen había bajado esa calle sin detenerse y había llegado a Sol. ¿Y no podría tener su esquina en Montera? No: había girado a la izquierda y se dirigía hacia Arenal. O hacia Mayor. En Mayor había algún que otro burdel; si se pensaba bien, era razonable que la tía Carmen no trabajara por su cuenta, sino al amparo de una casa respetable, con una clientela ya hecha. En ese caso todo sería mucho más fácil para él porque entraría en la casa respetable, pediría un vasodilatador y esperaría tranquilamente a que las chicas se presentaran. Cuando su tía entrara descalza en el salón, sorpresa; él repetiría las palabras de Giorgio, y juntos entrarían en un cuarto a cantar
El Príncipe Carnaval.
Pero la tía no tomó Mayor, sino Arenal; y en Arenal, tenía que reconocerlo, no había muchas casas respetables de las que a él le interesaban. Aún estaba a tiempo de subir hacia Callao, lo cual sería formidable. Rezó para que así fuera, pero Dios no le atendió, y lo que hizo la tía Carmen fue entrar en una mercería. A comprarse unas medias negras, concluyó Santos por necesidad o desesperación; pero acto seguido se recriminó contrito sus palabras: debo ser realista, se dijo, y considerar seriamente la posibilidad de que mi tía no sea puta, que haya venido a esta mercería simplemente a comprar unas inocentes cenefas o el tapetito de un vasar y que ahora, hecho el recado, se vuelva a casa como buena esposa y madre amante. Algo desanimado, Santos aguardó su salida. Y ella salió; pero en vez de deshacer lo andado, qué alegría, siguió Arenal hacia abajo, camino del monte. Podría ser que tuviera un amante con el que se encontraba periódicamente en un piso alquilado o en la habitación de algún hotel, en cuyo caso tenía sentido que caminara, como lo estaba haciendo, hacia la plaza de Oriente. De ese modo las cosas también se facilitarían mucho porque él sólo tendría que chantajearla sutilmente para poder tocarle los pies. Se preguntó cómo sería el amante de su tía. ¿Maduro como el tío Marcelino? ¿Jovencito como él mismo? Seguramente maduro. Seguramente jovencito. Cuando una mujer como su tía Carmen decidía cometer una locura, la cometía bien cometida, de modo que seguramente era jovencito. O maduro. Ella había dicho que prefería a los jovencitos. Nunca se sabía.

En estas cavilaciones iba sumergido cuando sucedió. Por todo lo imaginado, por todo lo deseado, por todo lo transcrito más arriba fue por lo que Santos se quedó turulato cuando vio que su tía no se introducía en una casa decente ni en un pisito alquilado ni en el vestíbulo de un hotel, sino que subía grácilmente dos peldaños, se persignaba y entraba con alegría feligresa en la iglesia de San Ginés.

«… En cierta ocasión un loco le pidió un favor a Ramón. No recuerdo ahora de qué se trataba: un enchufe, una recomendación o algo así. Ramón, que para todo eso era muy recto, le dijo que no tenía por costumbre recomendar por recomendar. Ni corto ni perezoso, aquel tipo sacó un Astra y apuntó a Ramón.

»—O me enchufa o le mato —le dijo.

»Todavía resuenan en mí las benevolentes y dignas palabras del maestro:

»—Muy desesperado ha de encontrarse, hermano, para cometer esta tropelía. Ande, guarde la pistola y dígame qué necesita y cómo puedo ayudarle.

»El tipo soltó la pistola y se derrumbó deshecho en lágrimas. Parece ser que era un gacetillero sin trabajo, y que tenía a toda su familia enferma. Un paria, por decirlo así. Ramón lo colocó en
El Sol,
donde trabajó muchos años. Y lo que es la ingratitud de la gente sin estudios: este gacetillero, que tendría que haberle estado agradecido toda la vida, fue diciendo por ahí que Ramón se había comportado como un cobarde. Hoy todavía se pueden leer estas memorias fascistas en alguna parte.»

Julio Puertas,
Mi vida con Ramón,
Madrid, Hacal, 1986, pág. 32.

«CONFIDENCIAL. Junta de Apoyo a la Juventud y las Artes. Actas de la Sesión Ordinaria 2/23. [Siglas sujetas a códigos establecidos.]

»1. La sesión se abrió a las 17:00 sin que se registrara ninguna ausencia.

»2. AJI tomó la palabra para anunciar que la Junta cumplía diez años el día de la fecha y felicitó a sus miembros. Recordó que el empeño de la Junta había sido durante estos años educar, en el más breve plazo posible, a una minoría directora que tomara con pulso firme el timón de un mundo enfermo de anarquía moral, impaciente por tener normas con que regir su vida y ansioso de ser guiado con arreglo a una escala de valores morales. A continuación, tras hacer un balance de la última década, concluyó que el resultado no podía ser más satisfactorio. Por una parte, la Junta estaba consiguiendo acercar la cultura al pueblo sin necesidad de rebajar aquélla, y estaba formando unos ciudadanos siglo veinte que se iban convenciendo de que los folletines de Benito Pérez Galdós constituían lo más truculento que se había escrito en este país, y que eran cada vez más capaces de emocionarse con la poesía, con el arte por el arte, con el arte puro. Por otro lado, los esfuerzos de la Junta habían dado su fruto, y podía decirse que el Proyecto Generación era ya una realidad con ese grupo de artistas jóvenes que vivía en La Casa. Su actividad no había hecho hasta el momento de la fecha sino comenzar, y ya estaba situado en la vanguardia del arte europeo. AJF subrayó que nada de esto hubiera sido posible sin el trabajo de todos y cada uno de los miembros de la Junta. Tras una moderada ovación, JOYG quiso añadir que el esfuerzo que estaban realizando por regenerar la cultura y el gusto artístico de la masa española era el primer paso para conseguir una vertebración social a otros niveles. La Junta, según sus palabras, estaba enseñando a apreciar lo egregio, preparando a la sociedad española para que recibiera a una generación de políticos, artistas y científicos aristocráticos, a una minoría refinada que, sin ese esfuerzo suyo, no sería aceptada a causa del rechazo que sentía la masa hacia todo lo que le recordara su mediocridad. LKB rogó a los miembros que aceleraran el procedimiento y pidió un balance semestral de la estrategia. JMV aseguró que se iban cumpliendo las previsiones. Según él, los últimos rastreos demostraban una caída en la venta de novela y una creciente demanda de género poético y ensayístico. JOYG y Federico eran los más comprados. Las publicaciones de La Casa, así como las de Revista de Occidente, subían. JOYG preguntó si se había rastreado Revista de Occidente en sí. JMV contestó que en el apartado revistas se necesitaba urgentemente un ajuste de la estrategia en vistas a recuperar posiciones. Lo que más se compraba era una revista pornográfica llamada
La Pasión.
LKB preguntó de quién era. Nadie lo sabía. Se encargó a JMV que creara una comisión que investigara este punto y esbozara un proyecto de anulación o compra.

»3. JOYG apuntó la necesidad de detener inmediatamente el deterioro público que estaba sufriendo La Casa, si no querían que el Proyecto Generación y la estrategia se vinieran abajo, y la urgencia de analizar los incidentes que se habían producido en la Residencia. Expresó finalmente su preocupación por la imagen de caos que La Casa estaba proyectando. LKB preguntó qué era lo que estaba sucediendo exactamente. JMV informó de los disturbios. Al mencionar el asunto de las ventosidades, RGDLS preguntó si se había capturado al culpable. JMV dijo que éste no había podido ser sorprendido in fraganti, pero que las ventosidades llevaban la firma de Cristóbal Heado. Todos los incidentes eran causados por la minoría de siempre, manipulada por él. JOYG dijo que para solucionar el asunto de Heado sólo había dos opciones: a) Se marchaba JR de La Casa, b) Se silenciaba radicalmente a Cristóbal Heado. Según su opinión, sería un error táctico de consecuencias fatales que JR se marchara, puesto que eso equivaldría a reconocer la injusticia cometida. Se mostró convencido de que la solución pasaba por callar a Heado. AJF dijo que hacía unos años habían decidido exactamente lo mismo en el caso de Alonso y que no habían conseguido nada. JOYG se sorprendió y dijo que, a no ser que nadie le hubiera informado, Alonso nunca había sido silenciado; todo lo más, intimidado, que era muy diferente. JOYG propuso votar un castigo ejemplar. AJF anunció que se votaba a mano alzada la aplicación a Cristóbal Heado de un castigo ejemplar. A favor: siete. En contra ninguno. La propuesta fue aceptada. Por su parte, CH manifestó su preocupación por la imagen de horror y violencia física que el episodio del muchacho Fidel, llamado Olivitas, había transmitido a la masa española. RGDLS dijo que la novatada era la tortura de la adolescencia, el pellizco del resentimiento, y que JMV debería ser más duro con los veteranos para evitar casos como el presente. CH propuso expulsar a los veteranos de la novatada, dar propaganda a la expulsión y purificar de ese modo la imagen de la Residencia. Ése sería un modo efectivo de regenerar la fama de La Casa. JOYG estuvo de acuerdo. JMV, sin embargo, se opuso radicalmente a eso, y recordó que él era el responsable del funcionamiento interno de La Casa. A él le parecía que a la larga la expulsión de esos veteranos sería perjudicial. CH propuso votar la propuesta, pero JMV pidió ser escuchado antes de la votación. En primer lugar, se quejó de que a los presentes sólo les preocupaba si La Casa desempeñaba o no a la perfección el papel para el que había sido diseñada, sin atender a nada más. En segundo lugar, preguntó si alguien tenía idea de lo que era utilizar en favor de la estrategia un hotel de quinientos señoritos. JOYG le recordó que ése era su trabajo. JMV replicó que eso era precisamente lo que estaba tratando de decir. Él no se interfería en el trabajo de los demás, de modo que exigía idéntico trato para con él. JOYG señaló que, en cierto modo, su incompetencia dificultaba el trabajo del resto. JMV protestó; consideró injusto que se juzgara un trabajo de diez años por los acontecimientos de los últimos meses; e hizo ver a los miembros que, para conseguir que La Casa pareciera una balsa de aceite, era necesario un sistema de cloacas muy sofisticado que triturara cualquier elemento que turbara la superficie. Tal sistema, creado por él, había funcionado perfectamente durante diez años. Los últimos acontecimientos no eran sino anécdotas, si se comparaban con la efectividad que durante una década habían demostrado tener esos desagües. JMV concluyó diciendo que, si esos veteranos eran expulsados, la avería en el mecanismo se tornaría irreparable, y que él se vería obligado a dimitir. Por último, se preguntó si el reportero de
La Libertad,
Paco Martínez Johnson, que todas las noches se dedicaba a difundir calumnias sobre La Casa, no tendría gran parte de la responsabilidad del deterioro de La Casa. Ése era el punto que necesitaba ser resuelto urgentemente. Se comprometió a solucionarlo si la Junta así se lo encomendaba, siempre y cuando ésta votara contra la expulsión de los veteranos. Tras unos instantes de reflexión, AJF anunció que se votaba a mano alzada la expulsión de los veteranos que habían llevado a cabo la novatada a Martiniano Martínez. A favor: ninguno. En contra: seis. Abstenciones: una. La propuesta fue rechazada. A continuación AJF anunció que se votaba a mano alzada encomendar a JMV la solución del problema Martínez Johnson. A favor: siete. En contra: ninguno. La propuesta fue aceptada.

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