Pocos años después, en 1910-1911, Tooson publica
Ie
(
La Familia
), que suele ser encuadrada, con más precisión que la anterior, como prototipo de novela naturalista. El naturalismo que se desarrolla en Japón en el breve espacio de diez años (1902-1912) es, sin embargo, tan diferente del europeo que cabría llamarlo «naturalismo japonés». Notablemente alejado del canon preconizado en 1893 por Kunikida Doppo, un excelente autor de relatos breves y figura precursora del naturalismo, cuando anotaba en su diario que su objetivo «como hombre de letras y poeta» era «describir con mi pluma todo lo que mi alma independiente ha sido capaz de aprender, observar y sentir»
[22]
. Este movimiento fue introducido en Japón a través de la traducción de novelas de Zola en la década final del siglo XIX. Al estudiarlo, los autores japoneses imitaron los aspectos más peculiares del escritor francés, pero no asimilaron completamente las teorías que el mismo Zola desarrollaba en sus ensayos. También la situación de Europa, bajo el azote de las consecuencias sociales de la revolución industrial, y la del Japón de Meiji eran bastante distintas. El resultado fue que la novela naturalista de Japón, tal como la conoció Soseki, no constituyó apenas una literatura de conciencia social, sino más bien un estudio introvertido del individuo, una relación fiel de la vida cotidiana y de las emociones más profundas. La forma autobiográfica, en que las más representativas de ellas fueron escritas, contribuía a acentuar su tono confesional y hacer de ellas un reflejo de la vida de los autores. Tal es el caso de
Ie
, en donde incluso ha desaparecido la crítica social clamorosa de
El precepto roto
. Sin embargo, son del mismo autor y sólo les separan cuatro años.
Los historiadores japoneses de la literatura del siglo XX dividen a los autores en un gran número de escuelas —neorrealistas, naturalistas, sensualistas, modernistas, literatura proletaria de los años veinte, etc.—, escuelas que a su vez subdividen en grupos afiliados a determinadas influencias o asociaciones. Es de destacar el círculo de
Shirakaba
(«Abedules») constituido hacia 1910, menos influyente pero socialmente más visible que el de los naturalistas, y que, por cierto, fue generosamente favorecido por Soseki. Esos autores, como el también mencionado Shiga Naoya (1883-1971), rechazan el «realismo» de los naturalistas y cultivan un humanismo literariamente refinado inspirado en autores como Tolstói y Maeterlink, basado en la estética del arte europeo. Pero nada de eso nos interesa aquí, pues, ajeno a escuelas e influencias directas, Natsume Soseki se yergue por encima de todas ellas, siendo por todas ellas afectado, pero por ninguna moldeado. Hasta esa fecha la atmósfera social de la época de su juventud, las tendencias literarias del momento, tal como aquí han sido indicadas, le habían influido, como efectivamente atestiguará su obra. La pasión por la literatura europea en Japón continuó en muchas direcciones, si bien en la segunda década del siglo se observa un creciente interés por un mundo que quedaba atrás. Pero ya entonces la vida de Natsume Soseki se había apagado.
En el diario íntimo de este autor, que he leído al tiempo que traducía la obra aquí presentada, se destaca un hombre de visión justa, de personalidad sufrida, sin duda debido sobre todo a las graves dolencias físicas que lo afligieron durante gran parte de su vida adulta y que en sus últimos seis años lo pusieron al borde de la muerte varias veces, sometido a fuertes tensiones mentales, padre de muchos hijos e hijo no deseado, esposo infeliz, con una posición social de prestigio y mecenazgo en el mundo literario del momento, de alma profundamente poética y generoso con amigos y parientes, con gusto arraigado por componer
kanshi
[23]
y atención perturbadoramente intensa a los pequeños detalles de la vida cotidiana
[24]
.
Natsume Soseki (pseudónimo de Natsume Kinnosuke), poeta, ensayista y autor de novelas cuyas páginas se incluyen en los libros de texto de los niños y adolescentes japoneses de hoy en día, es el autor moderno, y a la vez clásico por excelencia, de Japón. Su maestría en el dominio de los más diversos estilos, tanto en prosa como en poesía, le elevan por encima de escuelas, círculos y tendencias, y, aunque tuvo discípulos, no creó escuela.
Su prestigio en vida y cien años después se sigue cimentando en su individualidad e independencia creativa. Aunque influido evidentemente por autores chinos y japoneses, y por las lecturas de autores occidentales, especialmente anglosajones, como Georges Meredith y Henry James, y el alemán Hermann Sudermann, su trayectoria literaria ha seguido un curso aparte de la corriente de la literatura japonesa de su época y, por ende, de la literatura de otros países.
Hablando de la obra de Soseki es un tópico mencionar eclecticismo y fusión entre el lirismo descriptivo de hondas raíces japonesas y la capacidad analítica y psicológica de la novela europea de fines del siglo XIX.
Su popularidad, por otro lado, debida en gran parte a sus primeras obras, se ha mantenido inconmovible desde su muerte y sus obras siguen hallando nuevos lectores en Japón y en el extranjero.
Nació en Tokio, entonces llamada Edo, en 1868, un año antes de la Restauración de Meiji. Octavo hijo de su familia de origen, fue dado a una familia adoptiva, los Shiobara, aunque ya antes había pasado dos años en adopción con otra familia. Reintegrado a su familia de origen —al igual que el personaje K de
Kokoro
, con quien tiene varios parecidos—, hubo de sufrir el acoso chantajista de su padre adoptivo una vez que se hizo famoso. Esos cambios siendo niño, así como la muerte de su madre en su adolescencia y de dos hermanos poco después, contribuyeron a conferir a su personalidad un sentido de inseguridad vital.
Su formación académica hasta entrar en la universidad fue la tradicional, obras clásicas chinas y confucianas.
En la universidad estudió literatura inglesa, por la que manifestará rechazo posteriormente, y mostrará interés por la obra de Herbert Spencer, John Stuart Mill y otros filósofos ingleses cuya influencia se observará en sus propios escritos.
Compuso poesía tradicional japonesa, concretamente jaikus, bajo la influencia del gran Masaoka Shiki, desarrollando una afición que, junto con la composición de poesía china, no le abandonaría en la vida.
Antes de graduarse, Soseki escribió un ensayo titulado
Sobre
la poesía de Walt Whitman, un escritor representante del igualitarismo
. Será su primera incursión en la literatura occidental y la primera presentación de ese autor, cuyo optimismo nunca compartió Soseki, ante el público japonés.
En ese y otros ensayos de juventud adopta una actitud hacia la literatura occidental que no le abandonará nunca. Mientras que una mayoría de los japoneses de su época justifica el estudio de la literatura de Occidente en términos de prestar un servicio al país, Soseki censura que el fin de la educación era «desarrollar las capacidad innata del individuo y el cultivo de la propia naturaleza moral»
[25]
y deplora la imitación fácil y los excesos de quienes «ponen una cabeza occidental a un cuerpo oriental».
A los veinticinco años se graduó con honores en Literatura Inglesa en la Universidad Imperial de Tokio y se dedicó unos pocos años a la enseñanza media en diferentes partes del país (Matsuyama y Kumamoto). Pero antes, en 1894, Soseki vomita sangre. Es una tuberculosis leve, enfermedad entonces juzgada como incurable. Soseki busca consuelo en la poesía de Shelley, pero también en la atmósfera de un templo Zen de Kamakura, el Engaku-ji. Como el protagonista de su novela
Mon, la puerta
, no logra la iluminación, pero desde entonces mantendrá un interés creciente por el Zen.
En cuanto a su formación y su experiencia con la literatura inglesa, él mismo nos da cuenta:
Cuando era niño, me gustaba estudiar los clásicos chinos. Aunque el tiempo pasado en este estudio no era muy largo, fue de los clásicos chinos de donde aprendí, aunque de forma algo vaga y oscura, lo que era literatura… Pero lo que lamento es que pese a mi estudio, nunca llegué a dominarlos. Cuando me gradué, fui invadido del temor de que en alguna manera yo había sido engañado por la literatura inglesa.
(
Bungakuron,
de Natsume Soseki, 1907)
[26]
Es tentador suponer que el rechazo que manifiesta, ya de joven, a esa literatura extranjera pudo muy bien obrar como estímulo para, en lugar de quedarse en un buen adaptador de la literatura europea como varios de sus contemporáneos aquí mencionados, emprender vuelos literarios más altos y personales.
En 1900 viajó a Inglaterra para ampliar estudios de literatura inglesa y allí vivió casi tres años como becario del gobierno.
Su estancia en este país, como va a recordar con frecuencia después, será uno de los períodos más sombríos de su vida que le provocará antipatía no sólo por Inglaterra, sino incluso por su literatura. A Soseki le repugnó sobre todo el comercialismo que percibía en la vida social inglesa, lo cual le hizo preguntarse si los japoneses no estaban equivocados en sus deseos de emular a Occidente.
Los siguientes recuerdos ilustran, además, el impacto cultural que en el joven estudioso japonés ejerció el «misterioso Occidente»:
Cuando estaba en Inglaterra, una vez se rieron de mí porque invité a alguien a contemplar cómo caía la nieve.
En otra ocasión, describí a unos ingleses la profundidad con que a los japoneses nos afectaba contemplar la luna, pero mis oyentes se quedaron perplejos…
Una vez me invitaron a quedarme en una mansión de Escocia. Mientras paseaba con mi anfitrión por el jardín, observé la espesa capa de musgo que había en los senderos y comenté admirativamente cómo esos senderos habían adquirido una hermosa pátina del tiempo. Entonces mi anfitrión replicó que muy pronto iba a pedirle al jardinero que limpiara los senderos y arrancara todo ese musgo
[27]
.
Seguramente la causa de las confesadas depresiones y asomos de neurastenia, que padecía en Inglaterra, no fue solamente debida a la reacción de su anfitrión británico, que evidentemente no había visto ni disfrutado los jardines de musgo que hay en Japón, ni debida a los elementos meteorológicos de esa parte de Europa, sino a la soledad y el desarraigo cultural.
Su disgusto por los ingleses fue exacerbado, en el plano de la anécdota, por su conciencia de la diferencia racial entre los «altos y apuestos» ingleses y su propia fisonomía oriental que le llevaba incluso a reírse de su cara cuando la veía reflejada en los cristales de los escaparates londinenses. El sentido del humor, cultivado desde sus tiempos de universitario aficionado a la comicidad de los
rakugo
, narradores tradicionales japoneses de los teatrillos (
yose
), no le iba a abandonar nunca.
De esos años ingleses sería fruto una obra que publicaría en 1907 llamada
Bungakuron
o
Teoría Literaria
basada en «la resolución de pensar primeramente por sí mismo» y no apoyarse en las opiniones literarias de especialistas extranjeros.
De vuelta en Japón en 1903, sustituye al célebre Lafcadio Hearn
[28]
en la Universidad de Tokio como profesor de crítica literaria. En ese período continúa cultivando extensivamente la poesía tradicional japonesa y china, que publica en la revista
Hototogitsu
, fundada por su antiguo compañero Masaoka Shiki.
Será en enero de 1905 cuando esa misma revista le publique serialmente su primera novela, una narración humorística, que titula
Yo, el gato
(
Wagahai wa neko de aru
)
[29]
. Está escrita desde el punto de vista del gato que satiriza la sociedad «civilizada» ofrecida a sus ojos. El título, con el pomposo pronombre personal de
wagahai
o «yo», aplicado a un simple gato, marca el tono de toda la obra, que hace recordar el estilo y humor de los narradores tradicionales de Japón o
rakugo
. La buena acogida dispensada le animó a seguir escribiendo.
Compuso siete relatos breves, entre ellos
Rondon to
o
Torre de Londres
, una fantasía romántica basada en la obra del mismo título de William Ainsworth, de 1840. En ellos se observa ya el estilo contenido y elegante que marcará su prosa en adelante.
El año siguiente publica
Botchan
y
Kusamakura
, que cimentaron su fama como escritor. La primera, la historia de un entusiasta y honrado maestro de escuela de Tokio que va a trabajar a la provincia, un «individualista optimista», sigue siendo especialmente popular entre los más jóvenes
[30]
.
En la segunda (literalmente,
La almohada de hierba
), más un poema en prosa que una obra de ficción, revela Soseki sus opiniones sobre la vida y la literatura. Estas obras, junto con
Nowaki
, de 1907, suelen ser clasificadas como las obras de su primer periodo.
Es la primavera literaria de la obra de Soseki, período de optimismo vital pródigo en obras en que la sátira social tiene su lado amable y a veces ligero. Su popularidad actual se debe sobre todo precisamente a dos de las obras mencionadas y escritas esos años:
Yo, el gato
y
Botchan
: el
Diálogo de los perros
y el
Doña Perfecta
, respectivamente, de la literatura japonesa, como observa Antonio Cabezas
[31]
.
En 1907, convencido de su vocación, abandona la enseñanza y empieza a trabajar en la sección literaria del diario
Asahi Shimbun
. Fue una decisión que causó impacto en círculos intelectuales japoneses, que consideraban excéntrico y, por tanto, anti-social abandonar un puesto en la prestigiosa universidad imperial para trabajar en un periódico.
Soseki ya es un autor popular gracias a sus obras anteriores. De esta popularidad es prueba la decisión de los Grandes Almacenes de Misukoshi de lanzar al mercado una colección de quimonos de verano estampados con diseño de amapolas, pues
La Amapola
o
Gubiyinsoo
(junio de 1907) fue la primera y esperada novela serializada en el
Asahi
por Soseki.