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Authors: Natsume Sōseki

Tags: #Clásico

La traición en esta obra es doble: por un lado,
sensei
sufre de niño la experiencia de ser traicionado por su tío, que se aprovecha de su orfandad. En segundo lugar, su amigo K se siente traicionado por
sensei
en su aspiración a la mano de la misma mujer. La culpabilidad que provoca la segunda experiencia y el aislamiento social que causa la primera en
sensei
precipitan, cuando el momento se juzga maduro, la caída del protagonista. ¿Es el castigo por su
egoism
(término que usa Soseki significativamente en inglés y con frecuencia obsesiva en su obra, y que también aparece en
Kokoro
)?

Estilo

El lenguaje es deliberadamente sencillo, tanto en las dos primeras partes en que narra el estudiante como en el estilo epistolar, directo y llano de la tercera parte. Las frases son cortas, casi nunca de más de tres líneas, y de una concisión lapidaria.

Kokoro
es una obra sobresaliente por el vigor descriptivo de los pequeños detalles. Esta cualidad nos parece que marca el compás de la rigurosa capacidad analítica con la que se escudriñan las motivaciones de los personajes. Vigoroso estilo, pero en todo momento sencillo. A toda costa hemos querido preservar esa diáfana sencillez en la versión española. Y a la vez recoger, siempre que hemos podido, los numerosos momentos de lirismo que hay en la obra, entre ellos uno muy característico: el lirismo del silencio. La dificultad de traducir silencios ya la ponderaba Ortega y Gasset. Hay muchos silencios en esta novela. Expresiones como «me quedé callado», «caminamos en silencio», «nadie dijo nada por un rato», «no contestó nada», «hubo silencio», y otras por el estilo, abundan. En japonés producen la impresión, por un lado, de entradas de aire limpio y fresco en el desarrollo de un discurso cargado de connotaciones psicológicas y emocionales; por otro, de espacios blancos que dan acento y personalidad a la comunicación. Son momentos del diálogo que debemos relacionar con lo que los japoneses llaman
haraguei
o «lenguaje del vientre», aspecto importante en la conversación entre japoneses, especie de vacíos de la conversación o silencios naturales, nada incómodos ni violentos. Sirven, en el código de comunicación de los japoneses, para reflexionar brevemente, más con el corazón que con la cabeza, sobre el significado soterrado de las palabras que se están diciendo. Los silencios especialmente abundantes en el último tramo de la obra, en la comunicación entre
sensei
y K, una vez que este le ha declarado su amor por la joven, están especialmente preñados de significados. Es una práctica oriental que los novelistas japoneses, en su cultivo sistemático de la novela realista de corte occidental, no dejan de revelar en sus obras.

Al lado del lirismo de la obra, hay otro valor de estilo que encumbra esta obra por encima de otras del autor: la tensión dramática de algunas escenas. Tres ejemplos a vuela pluma.

Las páginas finales de la segunda parte, cuando el joven, atado al lecho de su padre agonizante, tiene en la pechera de su quimono la misteriosa carta de
sensei
y consciente de su propia agonía toma la decisión galopante de partir a Tokio en busca de este, son inolvidables.

El apenas imperceptible temblor de los labios del introvertido K, en el capítulo 36 de la tercera parte, cuando está a punto de estallar y confesar su amor, es otro de los momentos climáticos de esa equilibrada tensión entre estilo y desarrollo dramático.

Finalmente, la impresión que producen en
sensei
las manchas de sangre cuando ocurre la tragedia de K y la descripción del cadáver. Y que hace recordar el frío análisis de la novela naturalista tan popular diez años antes en Japón.

Criterios de la traducción

Hemos intentado ceñir la traducción lo más posible al original, a riesgo, por un lado, de tomarnos a veces algunas libertades sintácticas, y, por otro, de nada añadir, de dejar campo libre, en escrupuloso respeto al texto japonés y también a la percepción del lector hispanohablante, de dejar ese hueco en blanco lleno de sugerencias, tan fundamental tanto en la pintura de Sesshu del siglo XV como en su literatura, para degustar una obra artística japonesa. Estas han sido nuestras dos apuestas.

Por ejemplo, en lugar de traducir «metí la carta en el bolsillo de mi vestido», como suele hacerse en otras versiones, hemos traducido «metí la carta en la escotadura de mi quimono». Y si un personaje «sale al jardín» de su casa desde el cuarto de estar, hemos traducido «baja al jardín», explicando en nota al pie que el suelo del jardín y la planta baja de una casa japonesa están a distinto nivel. Son detalles esos y muchos otros, que hemos pensado que confieren sabor a la lectura de una obra como esta, alejada en el tiempo y en la cultura del lector hispanohablante, y que tal vez complazcan al lector exigente.

La atención a los pequeños detalles, hacia los que con frecuencia el autor enfoca o bien su lirismo o simbolismo o valores premonitorios, ha sido también otro de los criterios de esta versión, convencidos como estamos de que los pequeños objetos y gestos —el color exacto de un pez, el movimiento vagamente aludido de unos labios— eran muy del gusto de Soseki, cultivador también de esa poesía de la insignificancia y de la esencia que es la poesía del jaiku.

Hemos conservado en japonés los nombres de objetos «intraducibles» de la cultura japonesa, como prendas de vestir y partes del mobiliario tradicional japonés, aunque siempre explicados en notas al pie la primera vez que aparecen o con definiciones en el glosario que hay al final para aquellas voces que se repiten.

Los términos y nombres propios japoneses aquí utilizados han sido romanizados según el sistema Hepburn, el de mayor difusión en la literatura orientalista. Se basa, a grandes rasgos, en la pronunciación de las consonantes como en inglés y las vocales como en español. Por lo tanto, palabras como
Hase
o
hakama
deben aspirar su primera consonante;
Meiji
se pronuncia con la
j
como en inglés o francés; la
z
de, por ejemplo, Shizu se pronuncia como una
s
sonora no muy diferente a la
s
de la palabra española «mismo»;
geta
con la
g
como la del inglés
get
o del español «guerra».

El texto empleado para esta versión es el de la edición ya citada de Mioshi Yukio (editorial Shin Choo sha, Tokio, 1998).

Es un deber grato reconocer la deuda de esta traducción con algunas personas que han colaborado. El estímulo de ese gran conocedor de la literatura japonesa que es Antonio Cabezas, las recomendaciones de estilo del excelente poeta Antonio Lázaro, el útil plano, amablemente realizado por Sasaki Motoko, y las explicaciones pacientes de Sasaki Yoko sobre numerosos pasajes. Sin su ayuda, esta traducción no hubiera sido posible.

C
RONOLOGÍA

1866 Tolstói:
Guerra y paz
. Verlaine:
Poemas saturnianos
. Alianza de principales señoríos de Japón para derrocar a la dinastía Tokugawa. Guerra austro-prusiana.

1867 Nace Soseki en la actual Tokio. Zola:
Thérèse Raquin
. Karl Marx:
El Capital
.

1868 Nace Maxim Gorki. Restauración de Meiji. Revolución de Septiembre en España.

1876 Fundación de la Institución Libre de Enseñanza. Restauración de la monarquía española.

1895 Soseki, profesor de literatura inglesa. Nace el cine. Unamuno:
En torno al casticismo
. Pérez Galdós:
Nazarín
. Fin de la guerra sino-japonesa. Descubrimiento de los rayos X. Aparecen los primeros ferrocarriles eléctricos.

1900 Estancia en Inglaterra de Soseki. Juan Ramón Jiménez:
Ninfeas y almas de violeta
. Rebelión de los
Boer
en China.

1903 Regreso a Japón. Profesor de literatura inglesa en la Universidad de Tokio. Valle-Inclán:
Sonata de estío
. Thomas Mann:
Tonio Kröger
. Asesinato del rey Alejandro de Serbia. Lenin funda el partido bolchevique. Primer vuelo en aeroplano mecánico.

1904
Yo, el gato
. Azorín:
Las confesiones de un pequeño filósofo
. Joseph Conrad:
Nostromo
. Guerra ruso-japonesa.

1906
Botchan
,
Kusamakura
. Se publica
El precepto roto
, de Shimazaki Tooson. Rehabilitación de Dreyfus. Gran terremoto de San Francisco.

1907 Soseki abandona la enseñanza.
Bungakuron
(
Teoría literaria
),
Nowak Gybiyinso
. Picasso y Braque fundan el movimiento cubista. Jacinto Benavente:
Los intereses creados
. A. Machado:
Soledades, galerías y otros poemas
. Alianza entre Gran Bretaña y Rusia.

1908
Sanshiroo
.
Koofu
. Guerra de los Balcanes.

1909
Sore kara
. «Semana Trágica» de Barcelona.

1910 Soseki enferma gravemente.
Mon
. Se publica
Ie
, de Tooson. Juan Ramón Jiménez:
Laberinto
. Muere Lev Tolstói. Revolución mexicana. República de Portugal.

1912
Higansugi made
. Pío Baroja:
El mundo es ansí
. Muerte del emperador Meiji. Establecimiento de la República China.

1913
Koojin
. Mori Oogai:
Gan
. Marcel Proust:
A la búsqueda del tiempo perdido
. Segunda Guerra de los Balcanes.

1914
Kokoro
. Ortega y Gasset:
Meditaciones del Quijote
. James Joyce:
Dublineses
. Asesinato del archiduque de Austria Francisco Fernando. Primera Guerra Mundial.

1915
Michikusa
. Se publica
Rashoomon y otros cuentos
, de Akutagawa Ryonosuke. Kafka:
La metamorfosis
. Hundimiento del «Lusitania» por Alemania.

1916
Meian
. Soseki muere en Tokio. Falla:
Noche en los jardines de España
. James Joyce:
Retrato de un artista adolescente
. Blasco Ibáñez:
Los cuatro jinetes del Apocalipsis
. Muere Henry James. Batallas de Verdún y Jutlandia. Restablecimiento de la república en China.

B
IBLIOGRAFÍA
S
ELECCIONADA

Obras de referencia

Beasley, W. G.,
Historia Contemporánea de Japón
, trad. de Carlos Rubio, Madrid, Alianza, 1995, págs. 134-143.

Hearn, L.,
Kokoro.
Hints and Echoes of Japanese Inner Life
, Tokio, Tuttle, 1972.

Hiraoka Toshio (ed.),
Soseki Nikki
(«Diario de Soseki»), Tokio, Iwanami Shooten, 13.ª ed., 2000.

Keene, D.,
Dawn to the West (Japanese Literature of the Modern Era. Fiction)
, Nueva York, Columbia U. Press, 1998, págs. 305-354.

Shively, D. H.,
Tradition and Modernization in Japanese Culture
, «Soseki and the Psychological Novel», Princeton, Princeton U. Press, 1971.

Suzuki Tomi,
Narrating the Self: Fictions of Japanese Modernity
, Stanford, Stanford U. Press, 1996.

Ueda Makoto,
Modern Japanese Writers
, Stanford, Stanford U. Press, 1976.

Obras de Natsume Soseki en español

Mon, la puerta
, trad. de José Kozer, Madrid, Miraguano, 1991.

Botchan
, trad. de F. Rodríguez-Izquierdo, Kamakura, Luna Books, 1997.

Yo, el gato
, trad. de E. Vallés, Madrid, Trotta, 2001.

Otras obras de Natsume Soseki traducidas al inglés

Grass by the Wayside
, Chicago, Chicago U. Press, 1969.

And Then
, Tokio, Putnam, 1982.

Light and Darkness
, Tokio, Putnam, 1982.

Sanshiro
, Tokio, Putnam, 1982.

K
okoro

P
RIMERA
P
ARTE

Sensei
y yo

1

Yo siempre le he llamado
sensei
[39]
. Por eso, aquí también escribiré
sensei
sin revelar su verdadero nombre. Y ello, no porque desee guardar el secreto de su identidad ante la sociedad, sino porque me resulta más natural. Cada vez que su recuerdo me viene, enseguida siento el deseo de decir
sensei
. Y ahora, al tomar la pluma, siento lo mismo. Tampoco se me ocurre referirme a él con una fría inicial en letra mayúscula.

Fue en Kamakura
[40]
donde
sensei
y yo nos conocimos. Yo entonces era aún un joven estudiante. Un día recibí la postal de un amigo que pasaba las vacaciones de verano en la playa. En ella me proponía acompañarle. Decidí procurarme un poco de dinero e ir con él a Kamakura. Tardé dos o tres días en juntar el dinero. Sin embargo, apenas habían pasado tres días de mi llegada, cuando mi amigo recibió de repente un telegrama de su familia pidiéndole que volviera de inmediato a casa. En el telegrama se le avisaba de la enfermedad de su madre. Él, sin embargo, no se lo creía. Este amigo mío hacía tiempo que estaba siendo presionado por sus padres, residentes en un pueblo, a aceptar un compromiso matrimonial no deseado por él. Por un lado, se veía demasiado joven para casarse según la costumbre moderna. Además, la persona elegida por sus padres no era precisamente de su agrado. Así que, en las vacaciones de verano, en lugar de volver a su pueblo, como hubiera sido lo más natural, prefirió quedarse entretenido cerca de Tokio y no volver a casa. Mi amigo me mostró el telegrama y pidió mi opinión. Yo no sabía qué decirle, aunque, si realmente su madre estaba enferma, desde luego que debería ir a casa. Finalmente, decidió ir. De esa forma, tras haberme molestado en venir con él, me quedé solo.

Todavía quedaban muchos días hasta el comienzo del curso en el colegio y me hallaba en la situación de poder elegir entre permanecer en Kamakura o volver. Tomé la decisión de quedarme algún tiempo en el hotel de Kamakura en el que estaba instalado. Mi amigo era hijo de un hombre acaudalado de la región de Chugoku y, por lo tanto, sin estrecheces económicas. Por eso y por ser ambos jóvenes estudiantes, su nivel de vida y el mío eran más o menos iguales. Así que, al quedarme solo, no tenía motivo para buscar un alojamiento mejor.

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