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Authors: Don Winslow

Tags: #Intriga

Los reyes de lo cool (2 page)

—No soy tu hijo —ha dicho Ben—. A menos que mi madre me haya estado engañando todos estos años.

—Cierra esa bocaza de listillo y escucha —ha dicho el tipo calmadamente—. No nos importaba que le pasaras un poco de mierda a tus amigos. Pero en el momento en que empieza a aparecer en los supermercados, tenemos un
problema
.

—Es un mercado libre —ha respondido Ben, pensando que de repente sonaba como un republicano.

Teniendo en cuenta que Ben está generalmente a la izquierda de Trotski, ha sido una epifanía desagradable.

—No existe eso que llaman el «mercado libre» —ha dicho Los Maduros Molan—. El mercado tiene su precio, sus gastos. Si queréis vender en L. A. y competir con nuestros hermanos negros e hispanos, por nosotros no hay problema. Pero en Orange County, San Diego, Riverside… tenéis que pagar una licencia. ¿Estás prestando atención?

—Me tienes absorto.

—¿Te estás cachondeando?

—No.

—Porque no me gustaría.

—Y no te culparía por ello —ha dicho Ben—. Así pues, hipotéticamente, ¿qué pasa si no pagamos dicha licencia?

—No querrás averiguarlo.

—Vale, pero hipotéticamente.

Los Maduros Molan se lo ha quedado mirando como preguntándose si se estaría quedando con él. Después ha dicho:

—Os chaparemos el negocio.

—¿A quién representa ese plural? —ha preguntado Ben. Viendo la expresión en el rostro del tipo, ha dicho—: Ya, ya sé. No me gustaría averiguarlo. ¿Y si pago la tarifa?

LMM ha extendido las manos y ha dicho:

—Bienvenido al mercado.

—Ya capto.

—Entonces, ¿nos entendemos?

—Claro que sí —ha dicho Ben.

LMM ha sonreído.

Satisfecho.

Hasta que Ben ha añadido:

—Entendemos que eres gilipollas.

Porque Ben también entiende que nadie controla el mercado de la marihuana.

Cocaína, sí. Los carteles mexicanos.

Heroína, lo mismo.

Anfetas, las pandas de moteros; de un tiempo a esta parte los mexicanos.

Pastillas con receta, la industria farmacéutica.

Pero ¿la 420?

Mercado libre.

Lo cual es genial, porque así se rige por las leyes del mercado: precio, calidad, distribución.

El cliente es el rey.

De modo que Ben prácticamente ha despachado al tipo como a un chalado que pretendía tomarle el pelo. Aun así, le ha resultado un poco turbador. ¿Cómo sabe quién soy?, ha pensado.

¿Y quién
es
este tipo?

Fuese quien fuese, le ha dedicado una de esas miradas rollo vieja escuela hasta que a Ben no le ha quedado más remedio que echarse a reír.

LMM se ha levantado y ha dicho:

—Qué hijos de puta, os creéis los reyes de lo cool, ¿verdad? ¿Lo sabéis todo, nadie os puede decir nada? Bueno, pues deja que yo te diga algo: no sabéis una mierda.

LMM ha clavado en Ben una última mirada malintencionada y después se ha marchado.

Los reyes de lo cool, ha pensado Ben.

Eso le había gustado, mira.

Ahora vuelve a centrar su atención en el juego.

5

—Estoy bastante seguro de que eso es ilegal —dice Ben, entrelazando los dedos por detrás de la nuca y volviendo el rostro hacia el sol.

—¿Acostarte con un ciervo o con un personaje de dibujos animados? —pregunta Chon.

—Ambas cosas —dice Ben—. ¿Y me permites señalar que Bambi es un ungulado
menor de edad
? ¿Por no decir que es un macho?

—¿Bambi es chico? —pregunta O.

—Repito: Bambi es un
ciervo
—aclara Ben—. Pero sí, es un ciervo
macho
.

—¿Entonces por qué en
Playboy
salen tantas chicas que se llaman Bambi? —pregunta O.

Le gusta
Playboy
y agradece que su Padrastro Número Cuatro guarde ejemplares en el cajón de su «despacho» en casa para que Rupa…

Rupa es el nombre con el que O llama a su madre, la

Reina del Universo Pasiva-Agresiva

… no los vea y se cabree por ser una versión
más vieja
de los desplegables centrales que se pasa la vida intentando aerografiarse mediante cosméticos caros y cirugía plástica (más) cara (todavía).

O está bastante convencida de que el canal National Geographic tiene pensado organizar una excavación arqueológica en su madre en un fútil intento por encontrar alguna pieza original de su cuerpo, un chiste privado que explica por qué O le regaló a Cuatro un casco de minero por su último cumpleaños.

(—Vaya, gracias, Ophelia —dijo un desconcertado Cuatro.

—De nada.

—¿Para qué es? —preguntó Rupa, gélidamente.

—Para que no te dé el sol en la entrepierna —respondió O.)

—A las chicas se les llama Bambi —dice ahora Ben—, porque vivimos en una cultura que ignora incluso la cultura pop, y porque ansiamos el arquetipo de la inocencia infantil combinada con la sexualidad adulta.

Tanto su padre como su madre son psicoterapeutas.

Ben, oh Ben, piensa O.

Cuerpo duro, corazón blando.

Pelo largo y oscuro, ojos oscuros y cálidos.

—Pero eso es precisamente lo que soy
yo
—le dice O—. Inocencia infantil combinada con sexualidad adulta.

Pelo corto y rubio, caderas estrechas, delantera prácticamente inexistente, trasero diminuto sobre un pequeño armazón. Y sí, ojos grandes, aunque azules, no marrones.

—No —dice Ben—. Tú eres más bien inocencia adulta combinada con sexualidad infantil.

No le falta razón, piensa O. Ella considera el sexo principalmente un juego, algo divertido, no un quehacer mediante el que demostrar el amor que sientes por otra persona. Por eso, opina ella, se les llama «juguetes» sexuales en vez de «herramientas».


Bambi
es una película protofascista —gruñe Chon—. Bien podría haber sido dirigida por Leni Riefenstahl.

Chon lee libros —Chon lee el
diccionario
— y también controla la sección de Cine Europeo/Clásicos en Netflix. Podría explicarte
8 ½
, solo que no lo hará.

—Hablando de ambigüedad —dice O—. Le he dicho a Rupa que creo que quiero ser bisexual.

—¿Y ella qué ha dicho? —pregunta Ben.

—Ha dicho: «¿Qué?» —responde O—. Después me he rajado y he dicho: «Creo que quiero una bicicleta».

—¿Para ir pedaleando a casa de tu novia? —pregunta Ben.

—Para ir pedaleando a casa de la
tuya
—contesta O.

O podría jugar para cualquiera de los dos equipos o para ambos a la vez y le lloverían las ofertas, pues, a los diecinueve años, es una verdadera preciosidad.

Pero ella todavía no lo sabe.

O se describe a sí misma como «polisexual».

—Como Pollyanna, solo que
mucho
más feliz —explica.

Podría plantearse un LHG

Lesbiana Hasta la Graduación

solo que no va a la universidad, un hecho que Rupa le recuerda prácticamente a diario. Lo intentó durante un semestre (vale, las tres primeras semanas de un semestre) en una academia preuniversitaria, pero era, en fin…

una academia preuniversitaria.

Ahora mismo sencillamente se alegra de tener allí a sus chicos. En cuanto a ellos, pueden tener a todas las mujeres que se les antoje, siempre y cuando una de ellas sea O.

Fíjate, piensa:

Pueden tener a cualquier mujer

siempre y cuando yo sea la única a la que aman.

Lo doloroso es que

Lo
doloroso
es que

Chon se marcha esta noche

el de hoy es su último día en la playa.

6

Específicamente, en Laguna Beach, California.

La perla más brillante en el collar de ciudades costeras de CalSur que se despliega sobre el adorable cuello que va de Newport Beach a México.

Tirando del hilo (chiste intencionado):

Newport Beach, Corona del Mar, Laguna Beach, Capistrano Beach, San Clemente (interrumpida por Camp Pendleton),Oceanside, Carlsbad, Leucadia, Encinitas, Cardiff-by-the-Sea, Solana Beach, Del Mar, Torrey Pines, La Jolla Shores, La Jolla, Pacific Beach, Mission Beach, Ocean Beach, Coronado, Silver Strand, Imperial Beach.

Todas hermosas, todas agradables, pero la mejor es…

Lagona,

que era el nombre con el que fue designada oficialmente por el Estado de California hasta que alguien explicó que no había ningún «lago», sino que el nombre derivaba del español «cañada de las lagunas», de las cuales hay dos, arriba en las colinas, por encima de la susodicha cañada. Pero Laguna no es famosa por sus lagunas, es famosa por sus playas y su belleza.

Las cuales no impresionan demasiado a Ben ni a Chon ni a O, porque crecieron aquí y las dan por sentadas.

Ya, solo que ahora mismo Chon ha dejado de hacerlo, porque su permiso ha terminado y está a punto de regresar a Afganistán, alias Istanolandia.

O por seguir la pauta:

Afgunistán.

7

Chon les dice a Ben y a O que literalmente tiene que hacer las maletas.

Vuelve a su estudio en Gleneyre y mete un bate de béisbol en su Mustang verde del 68…

En honor de Steve McQueen:

el
Rey de lo Cool

… y conduce hasta San Clemente, la ciudad más cercana a la Elba de Richard Nixon y conocida por tanto durante la segunda mitad de los setenta como

Sans Clemencia.

(Nixon, pobre Nixon, el único héroe genuinamente trágico del teatro político norteamericano; el único presidente reciente más Esquilo que Rodgers & Hammerstein. Primero estuvo
Camelot
, después
La casa más divertida de Texas
, después
¿Richard?
)

Pero Chon no se dirige hacia la vieja Casa Blanca del Oeste

Cuyo verdadero nombre era, con una ironía presumiblemente no premeditada

La Casa Pacífica.

Allí estaba el exiliado Nixon, merodeando por la Casa Pacífica, charlando con los cuadros mientras abajo, en el Pacífico de verdad, los agentes del Servicio Secreto expulsaban a los surfistas del cercano y famoso rompiente de Upper Trestles, no fueran a estar organizando un intento de asesinato, y esta, deberíamos señalar, debe de ser probablemente la primera vez que las palabras «surfistas» y «organizar» han sido escritas en el mismo párrafo.

¿Surfistas? ¿Intento de asesinato?

¿Surfistas?

¡¿Surfistas de
California
?!

(—Vale, sincronicemos nuestros relojes.

Uhhhhhh… ¿relojes?)

El caso es que Chon conduce hasta el hospital.

8

—¿Quién te ha hecho esto? —pregunta Chon.

Sam Casey, uno de sus mejores «vendedores», yace sobre la cama con la mandíbula rota, traumatismo craneal, el brazo derecho roto por tres lugares y hemorragia interna.

Alguien le ha dado una paliza de la hostia.

—Brian Hennessy y tres de sus colegas surfistas —dice Sam a través de la mandíbula inmovilizada—. Les estaba vendiendo un mísero octavo cuando me han asaltado.

—Ya les habías vendido antes, ¿verdad? —pregunta Chon.

Una de las reglas cardinales de Ben y Chon: nunca le vendas a un desconocido.

Quizá solo Chon sepa que la expresión «regla cardinal» no viene del cargo religioso católico, sino del latín
cardo
, que significa bisagra. Así que «regla cardinal» es aquella sobre la que gira todo lo demás.

Todo gira en torno a no venderle maría a gente que no conoces.

Y que conoces bien.

—Les había vendido una docena de veces —dice Sam—. Nunca había tenido ningún problema.

—Vale, mira, no te preocupes por las facturas —dice Chon. Ben ha montado una empresa fachada a través de la cual ofrece seguro médico a sus vendedores más implicados con el negocio—. Yo me encargaré de Brian. Pero hazme un favor, si no te importa. No le menciones esto a Ben, ¿vale?

Porque Ben no cree en la violencia.

9

Chon sí.

10

Es un debate que viene de largo y que no merece la pena repetir aquí, pero a grandes rasgos:

Ben cree que responder a la violencia con violencia solo engendra más violencia, mientras que Chon cree que responder a la violencia con no-violencia solo engendra más violencia, su prueba es toda la historia de la humanidad.

Curiosamente, los dos creen en el karma —el que siembra, cosecha—, solo que en el caso de Chon la cosecha llega la hostia de rápido y normalmente de mala leche.

Lo que Chon llama «karma microondas».

Juntos, Ben y Chon forman un pacifista.

Ben es el paci

Chon es el fista.
[1]

11

Regla de vida…

Vale, más bien una sugerencia enérgica:

¿De verdad no te queda
ningún
otro remedio que comportarte como un gilipollas?

Asegúrate de ser
un poco
difícil de encontrar.

Dedícate a tus gilipolleces y después enciérrate en el sótano de tu madre y pon una toalla sobre la X-Box para tapar la luz, pero no

apalees a alguien para después ir a surfear en tu rincón habitual.

Simplemente no lo hagas, gilipollas.

En primer lugar, intenta no ser un capullo para variar, a ver qué pasa, pero en cualquier caso no

aparques tu furgoneta en el mismo sitio en el que sueles dejar tu mierda de cacharro mientras sales a una de tus «sesiones», colega, porque

alguien como Chon

o en este caso Chon

podría machacarla con un bate de béisbol.

Chon destroza los faros, los pilotos traseros, el parabrisas y todas las ventanas (béisbol en la Era de los Esteroides), después se recuesta sobre el claxon hasta que Brian y sus tres colegas reman frenéticamente como «nativos» en una de esas viejas películas de Tarzán.

Brian, que es un tipo la hostia de grande, es el primero en salir del agua, gritando:

—¡Tío, ¿qué cojones?!

Chon sale del coche, deja caer el bate y pregunta:

—¿Eres Brian?

—Sí.

Mala respuesta.

En serio.

Mala
respuesta.

12

Billy el defensor.

La habéis visto, sabéis de qué estoy hablando, no os hagáis los locos…

Vale, está bien:

Una arrolladora patada giratoria de Chon rompe la mandíbula de Brian, causándole una conmoción antes incluso de haber caído inconsciente al suelo con pequeños signos de «libra» en los ojos, como un dibujo animado.

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