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Authors: Don Winslow

Tags: #Intriga

Los reyes de lo cool (9 page)

Olvidaos de los estereotipos carcelarios.

Ninguna pandilla de mexicanos intenta convertirlo en su calcetín de las pajas. No tiene que darse de hostias con Bubba por su bocadillo de mortadela. Lo más cercano que tiene Ben a un encuentro en su celda de la cárcel de OC es con un rastafari que le pregunta por qué le han detenido.

—Posesión de marihuana con intención de vender, resistencia al arresto y agresión a la autoridad —le dice Ben.

—Una 243 (b), mola —dice el rastafari.

Levántate, plántate y defiende tus derechos.
[4]

Ben prefiere quedarse tumbado, dolorido y furioso.

Con el sargento de detectives William Boland, del Departamento del Sheriff de Orange County, Brigada Especial Antidroga.

Que le ha puesto una pistola descargada en la cabeza y ha tirado del gatillo.

Ben no ha visto su vida desfilar frente a sus ojos.

Ha visto su
muerte
desfilar frente a sus ojos.

55

—¿Cómo de feo puede llegar a ponerse? —pregunta Ben.

—Muy feo —responde el abogado—. Te enfrentas a, quizá, unos doce de los grandes en multas y hasta seis años en la penitenciaría del estado.

—¡¿Seis años?!

—Tres por la droga —explica el abogado—, uno por la 148, puede que dos más por la 243.

—¡Pero si me atacó
él
a

!

—Tu palabra contra la suya —dice el abogado—, y en un caso de drogas, el jurado se pondrá de parte del policía.

—Venga ya —dice Ben—. Tendrías que conseguir que desestimaran todo el caso. No tenía causa probable, ningún motivo para registrar mi coche, la maría la ha puesto él…

—Tenía tus huellas dactilares —dice el abogado.

—¡Porque me la puso en la mano!

—A menos que consigamos un par de mexicanos o negros en el jurado, estás jodido —dice el abogado—. Mi consejo es que te declares culpable y obtengamos un acuerdo. Conseguiré que retiren la agresión porque Boland no buscó atención médica, probablemente pueda obtener la condicional para el cargo de resistencia al arresto. Te echarán tres por la hierba, cumplirás uno.

—Ni de puta coña —dice Ben.

El abogado se encoge hombros.

—No te conviene presentar un caso como este frente a un jurado de Orange County.

Principalmente jubilados y funcionarios del Gobierno (que son los que pueden escaparse del curro) que odiarán a Ben por ser joven y arrogante.

—Me voy a declarar inocente.

—Tengo que aconsejarte que…

—Declárame inocente.

De modo que Ben pasa una larga noche sin dormir en la cárcel, a la mañana siguiente es procesado, se declara inocente y es puesto en libertad bajo fianza de 25.000 dólares.

56

Gris de mayo.

Nombre local para la «capa marina» de nubes y niebla que cubre la costa como una fina manta en esta época del año, acojonando a los turistas que han pagado un dineral para pasarse una semana en la soleada California y descubrir que no es tal.

Si observáis el cielo a eso de, pongamos, las nueve de la mañana, parece un cuenco de sopa humeante y nunca imaginaríais que fuese posible llegar a ver el sol en todo el día. Ay, faltos de fe. A mediodía los rayos cancerígenos están atravesando ya la niebla como rayos láser dirigidos hacia la piel, a la una vuelve a ser el mismo sitio que visteis en Yahoo Imágenes, a las tres estáis en la farmacia comprando loción de aloe vera.

Ben tiene una teoría diferente sobre el gris de mayo.

Un nombre diferente.

Él lo llama «momento de transición».

—Tras la noche anterior —le explica Ben a O—, la gente no está preparada para enfrentarse a la cruda luz del día a primera hora de la mañana. California del Sur, en su gran benevolencia, les amortigua el golpe. Es un momento de transición.

Te levantas por la mañana y todo es agradable, blando y gris.

Como tu cerebro.

Empiezas el día poco a poco.

Es como la verdad: mejor llegar a ella de manera gradual.

Ben se sienta con cuidado en su silla de costumbre en el Coyote. Le duele horrores la espalda por culpa del zapato de Boland y aquí llega Kari con el café y mirada torva.

—Te estuve esperando anoche —dice—. No apareciste.

Ya, Ben es consciente de ello. Siempre le asombra que la gente sienta la necesidad de decirte cosas que evidentemente ya sabes. (No apareciste. Llegas tarde. Tienes mal carácter.)

—Pasó algo —dice Ben.

—¿Algo o alguien?

Por el amor de Dios, piensa Ben, ¿ya está celosa? Eso sí que es empezar con ventaja. Y por cierto, ¿no salías con otro
tío
?

—Algo.

—Más te vale que fuese importante.

—Lo era.

Alguien me demostró que soy mortal.

Kari suaviza un poco el gesto.

—¿Lo de siempre?

—No, solo café.

Siente demasiadas náuseas y cansancio como para comer.

Kari le sirve el café y, antes de poder darse cuenta siquiera, Los Maduros Molan aparece y se sienta frente a él.

57

INT. COYOTE GRILL — DÍA

Crowe se sienta frente a Ben.

CROWE

Pareces un buen chaval. Nadie quiere hacerte daño.

En respuesta a la mirada incrédula de Ben:

CROWE

De acuerdo, quizá alguien se pasó un poco de entusiasmo. Sería el subidón de adrenalina. Si te sirve de consuelo, ahora se arrepiente.

BEN

Me puso una pistola en la cabeza y apretó el gatillo.

CROWE

Y no te cagaste en los pantalones. Hay gente impresionada, debo decirte.

BEN

Qué bien.

CROWE

Anímate. Tampoco es que tú tengas las manos demasiado limpias.

BEN

¿De qué estás hablando?

CROWE

(sonriendo burlonamente)

Ya, vale.

BEN

Al grano, ¿qué es lo que quieres?

CROWE

¿Por fin estás listo para escuchar?

Ben no dice nada, abre las palmas de las manos: «Aquí me tienes».

CROWE

Bien, te diré lo que has de hacer.

58

Ben prepara un maletín con treinta y cinco mil en efectivo y conduce hasta Newport Beach.

Las oficinas de Chad Meldrun están en el séptimo piso de un edificio moderno con vistas al pasillo verde, y es tan evidente que su recepcionista se lo folla que apenas se molesta en apartar la mirada de la revista que está leyendo para decirle a Ben que tome asiento, que Chad está con otro cliente y que la visita se está alargando un poco más de lo previsto.

Diez minutos más tarde, Chad sale de su despacho rodeando con el brazo a un mexicano de torvo aspecto, diciéndole que se relaje, que «todo va a salir bien». Chad está en los cuarenta y muchos, pero parece más joven, gracias a que intercambia servicios con un cirujano plástico del edificio de al lado que reparte Oxy además de Botox.

Así pues, Chad tiene una blefaroplastia prácticamente indetectable y los párpados tan lisos que se diría que jamás hubiera tenido una preocupación, lo cual resulta apropiado dado que su apodo en la industria de los abogados defensores de camellos es Chad «Sin Problemas» Meldrun.

Chad conduce a Ben hasta el interior de su despacho y le hace tomar asiento, después se recuesta tras su enorme escritorio y entrelaza los dedos por detrás de la nuca.

Ben deja el maletín junto a sus pies.

—Tienes mucha suerte de haber conseguido hora —comienza Chad sin andarse con rodeos—. Tengo exceso de trabajo. La Guerra de la Droga debería llamarse Ley de Pleno Empleo para Abogados Defensores.

—Gracias por recibirme —dice Ben.

—Sin problema —responde Chad. Vuelve a levantarse y dice—: Vamos a dar una vuelta. Deja el maletín.

Vuelven a salir a la sala de espera.

—Volveré en veinte minutos —le dice Chad a la recepcionista.

Esta aparta la mirada de la
People
.

—Guay.

59

Ben sigue a Chad hasta el piso superior del aparcamiento y toma asiento en su Mercedes.

—A menos que sea sobre los Lakers —dice Chad mientras enciende el contacto—, no digas nada.

Ben no tiene nada que decir sobre los Lakers, así que mantiene la boca cerrada. Chad sale del aparcamiento a MacArthur Boulevard y conduce hasta el Aeropuerto John Wayne.

—Simplemente daremos unas vueltas durante unos minutos —dice—. Sé que mi coche está limpio y si llevas un micro la señal quedará bloqueada en el aeropuerto. Dios bendiga a John Wayne y a la Agencia de Seguridad Nacional.

—No llevo ningún micro —dice Ben.

—Probablemente no —responde Chad—. Vale, los treinta y cinco. Veinticinco son para asegurar que las pruebas quedan desestimadas y puedas salirte de rositas. Diez son para mí, llámalo comisión de intermediario. Además, tendrás que pagar mis honorarios: trescientos por hora facturada más gastos. No es que sea codicioso: tienes que pagar mis servicios para asegurar la confidencialidad abogadocliente y demostrar que no me estás utilizando únicamente para entregar sobornos a las manos adecuadas.

—Pero eso es lo que estoy haciendo, ¿verdad? —dice Ben—. Utilizándote para entregar sobornos a la Brigada Antidroga de OC.

—Treinta y cinco mil al mes, chaval —dice Chad—. Llámalo el precio de hacer negocios. De todos modos, lo suyo sería que reservaras un veinte por ciento de tus ingresos para gastos legales.

—Gracias por el consejo.

—Tienes suerte de que sea un caso estatal y no federal —dice Chad—. Hoy en día los federales, incluso en el caso de que
puedas
llegar a hacerles una oferta, se comportan como si fueran primeras figuras de la NFL. Y que no se te ocurra pensar lo que estás pensando, que es acudir directamente a los agentes estatales, eliminando al intermediario para ahorrarte mi comisión. No puedes. Para empezar, no conoces a los tipos indicados, y si abordas a la gente equivocada tendrías problemas mucho más graves. Segundo, aunque les conocieras, vuelo con frecuencia, si me permites la expresión, por lo que no aceptarán una porción a riesgo de perder todo el pastel. Tercero, te irá mucho mejor manteniendo una relación a largo plazo conmigo, ya que si algún día llegases realmente a cagarla de verdad, soy la hostia en el juzgado y también cuento con jurados y jueces en mi inventario.

—No lo estaba pensando.

—Sin problema —dice Chad—. Simplemente me gusta dejar las cosas bien claras desde el principio. Así luego no hay malentendidos. ¿Preguntas?

—¿Garantizas que los cargos serán desestimados?

—Con total seguridad —dice Chad—. ¿Sabes quién no se libra en casos de este tipo? Los pobres. Esos

que están jodidos. No es un negocio en el que te convenga entrar con poco capital.

Chad conduce de regreso hasta el edificio de oficinas.

—¿Has dejado tu coche en el aparcamiento? —le pregunta a Ben cuando llegan allí.

—Sí.

—Súbele el ticket a Rebecca —dice—. Los validamos.

Ben decide limitarse a pagar los catorce dólares.

El precio de hacer negocios.

60

Duane llama a su jefe.

—Parece que está colaborando.

—Vale. Bien.

El jefe de Duane es hombre de pocas palabras.

61

El teléfono suena en el piso de Ben.

—Has ido a ver a Chad —dice Duane.

—¿Ya te ha dado tu dinero?

—Menudo elemento, ¿verdad?

—Menudo elemento.

—No te enfurruñes. Considéralo una multa por mal comportamiento.

62

Sin embargo, he aquí el detalle:

Ben no lo considera una «multa».

Lo ve como una matrícula.

En pago por una educación.

Le han dado una lección.

Y ahí es donde han metido la pata.

Le han enseñado cómo funciona el tinglado.

63

Todo héroe tiene un «defecto trágico».

Esa cualidad interna que acabará con él y con todos los que le rodean.

En el caso de Ben, es simple.

Si le dices a Ben que haga una cosa

—no puede evitarlo—

hará exactamente lo contrario.

Es…

64

Subversivo
.

adj. Capaz de subvertir, especialmente el orden público.

sust. persona dedicada a actividades subversivas.

Vale, ahí tenéis a Ben.

Por lo tanto, paga la «tarifa» del mes siguiente.

De puertas afuera, parece obedecer, parece haber escarmentado, parece haber aprendido la lección.

Solo es
aparente
.

adj. 1. Que aparece y se muestra a la vista: visible; 2. Conveniente, oportuno, adecuado; 3. Que parece y no es.

Ding.

Porque Ben tiene un plan.

65

«D-E-D-O»

«Informador»

escrito con una bella cursiva

hecha de intestinos humanos

desparramados por el suelo.

El agente Dennis Cain de la DEA se encuentra en un almacén de Tijuana con su contrapartida mexicano, un policía del estado de Baja llamado Miguel Arroyo, alias «Lado» (por Helado), contemplando el mensaje de la familia Sánchez que igualmente podría haber dicho:

C-H-I-N-G-A-T-E D-E-N-N-I-S

Porque este tipo de guerra, a largo plazo y a quemarropa, acaba siendo muy personal. Todos estos tipos se conocen mutuamente. No, no es que se conozcan personalmente, pero se
conocen
. La familia Sánchez investiga probablemente a la DEA tanto como la DEA a ellos. Saben dónde vive el otro, dónde come, a quién ve, con quién folla, cómo trabaja. Conocen a sus familias, a sus amigos, a sus enemigos, sus gustos, sus manías, sus sueños, sus temores, de modo que dejar un mensaje con entrañas humanas es casi como una broma de mal gusto entre rivales, pero también una afirmación de poder relativo, en plan: mira lo que podemos hacer en nuestro terreno que tú no puedes hacer en el tuyo.

Dennis comenzó su carrera como policía de uniforme en Búfalo. Una gélida madrugada, poco antes del amanecer, mientras el viento se alzaba del lago como el mandoble de una espada asesina, vio una vieja alfombra colocada en ángulo extraño contra la pared de un callejón. La alfombra resultó contener el cadáver congelado de una puta adicta a la coca y, pegado contra su frío pecho, el cuerpo muerto y azulado de su hijo.

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